Un antiguo dicho popular afirma que, hace siglos, una ardilla podía cruzar la península de Norte a Sur saltando de rama en rama. La deforestación hace hoy imposible la metáfora, pero otro fenómeno ha tomado el relevo en cuanto a capacidad de cruzar sin oposición la península entera: el fútbol, y más concretamente las noticias que tengan que ver con el Barcelona y el Real Madrid. Así que vamos a aprovechar la universalidad de este “interés general” para mostrar, no con metáforas sino con un caso real, hasta qué punto la economía española (y la europea en general) están intervenidas por el Banco Central Europeo (BCE).
La noticia no es realmente nueva, pero puede arrojar luz sobre lo lejano del alcance de las subastas extraordinarias de liquidez que el BCE ha llevado a cabo durante los últimos meses, en las que ha prestado a la banca europea algo más de 1.000 billones de euros a unos tipos de interés realmente bajos. Quizás los más aficionados puedan sentirse dolidos, pero este es el alcance real de la intervención de la economía española.
Nuestra historia comienza con la compra de dos “jugadores estrella” por parte del Real Madrid, compra que el club financia mediante un préstamo con Bankia. Hablamos, claro está, de Cristiano Ronaldo y Kaká. El préstamo, suscrito en 2009, rondaba la cifra de 76 millones de euros. ¿A quién pertenece ahora mismo dicho préstamo? Efectivamente, al BCE.
La noticia fue recogida en su día por la prensa internacional, primero en un diario alemán y posteriormente en el mismísimo Financial Times. En concreto, se explicaba que Bankia creó un Fondo de Titulización de Activos (“Madrid Activos Corporativos V, FTA”), en el cual se incluía el señalado préstamo al Real Madrid para la compra de Cristiano y Kaká. Por otra parte, cuando los bancos acuden a las subastas semanales del BCE, necesitan aportar activos como aval para obtener a cambio la liquidez necesaria para operar. Y, como a estas alturas ya supondrán, Bankia ha aportado el fondo creado a partir de los derechos de los futbolistas como aval para solicitar liquidez al BCE.
Esto debería bastar para ilustrar cómo la estrategia del “carry trade” puede afectar al ciudadano de a pie. Un banco compra deuda (en este caso del Real Madrid, que pone como garantía los derechos sobre los deportistas contratados) y la deposita en BCE como aval para obtener a cambio dinero en efectivo. Esa garantía no tiene por qué ser deuda pública, sino también corporativa, como en este caso, e incluso deuda garantizada con activos concretos de dichas empresas.
¿Qué alcance real tiene todo esto? ¿Podría darse la situación en la que el BCE se hace efectivamente con estos jugadores? En teoría es posible. Dos hechos tendrían que suceder:
- El Real Madrid tendría que cometer un impago para que se ejecutasen las garantías sobre sus préstamos. Y la deuda del Real Madrid es realmente alta.
- Bankia tendría que declararse insolvente. Y dicha entidad tampoco puede presumir de ser la más solvente del panorama financiero español.
Si esas dos cosas sucedieran, ¿significaría esto que Cristiano Ronaldo y Kaká pasarían a ser trabajadores del BCE? ¿Podría el asunto llegar al punto de que la directiva del BCE podría organizar partidillos con los mismos en sus instalaciones deportivas en Frankfurt? No tan lejos. El aval solo contempla los derechos publicitarios y de imagen de los jugadores. Pero recordemos que esta fue la principal razón esgrimida por Florentino Pérez para invertir sumas astronómicas en la contratación de dichos jugadores. ¿No es asombroso hasta qué punto nos hemos hipotecado y apalancado para mantener el nivel de vida que llevábamos?
Por último, permítanme una pequeña reflexión sobre ingeniería financiera y fútbol. El Madrid está comprando jugadores mediante préstamos bancarios, que posteriormente tituliza y acaban siendo descontados frente a Banco Central. Por otra parte, el banco que financia al Real Madrid se ha transformado en un grupo bancario bajo la estructura de “banco malo”, lo cual le ha permitido aislar su núcleo de negocio solvente y seguir operando. Bankia existe hoy porque la estructura de “banco malo” que adoptó con BFA se ha mostrado, hasta la fecha, viable. La titulización no vive solo de los “préstamos subprime”, sino que puede llegar a activos aparentemente tan volátiles como los derechos sobre jugadores, y el “banco malo”, a pesar de su nombre, no tiene por qué ser una mala idea. La clave no está en el proceso de titulización ni la estructura bancaria, sino en lo que financiamos con estas herramientas financieras.