El mundo es redondo y un país no es una empresa

23 diciembre 2013

Colón descubrió América en 1492 con el convencimiento que el mundo no era plano ante la incredulidad de los gobernantes de su época. Cinco siglos más tarde, hemos cambiado reyes por presidentes de gobierno. Lo que no ha cambiado es su insistencia en que el mundo es plano con argumentos del estilo:El gobierno y las CCAA tienen que apretarse el cinturón, como ya lo han hecho en España las familias y las empresas” y “no se puede vivir gastando más de lo que se gana”.

El argumento es el siguiente: una empresa, al “apretarse el cinturón” reduce gastos y puede vender sus productos a un precio más competitivo que sus rivales y aumentar sus beneficios. Más allá de las perturbaciones financieras por un desapalancamiento masivo (efecto Minsky), nuestros gobernantes adaptan este razonamiento del nuevo mercantilista a sus países: Si todos nos apretamos el cinturón (administraciones, empresas y familias), conseguiremos vender nuestros productos fuera a un menor precio, aumentarán las exportaciones y con ello el crecimiento económico y el empleo.

Es un razonamiento sensato si no fuera por el hecho que el mundo es esférico y cerrado. Me explico: el mismo razonamiento en sistemas cerrados y abierto llega a conclusiones contrapuestas. En un país cerrado, si  todas las empresas bajan sus costes y precios todos nos volvemos más pobres: primero, no hay ninguna ventaja competitiva con el resto de empresas y segundo, aumenta el desempleo fruto de la reducción de costes. En un país menos cerrado el efecto no es tan gravoso ya que puede exportar parte de sus productos. Pero al ser el mundo redondo, mis exportaciones son a costa de importaciones (y empleo) de los demás países del mundo. El superávit alemán, por ejemplo, no es compatible con la recuperación europea, máxime cuando la mayoría de sus exportaciones se dirigen precisamente al resto de Europa.

Tampoco conviene olvidar que un país no es una empresa (Krugman, HBR 1996). Las empresas y familias estamos acostumbrados a utilizar sistemas de referencias abiertos. Es cierto que una empresa consigue aumentar sus beneficios reduciendo sus gastos. En cambio, los economistas normalmente trabajan con sistemas menos abiertos, como un país. A mayor agregación, más cerrado es el conjunto comercial. El mundo en su conjunto es (a pesar de hipotéticas invasiones alienígenas) es un sistema cerrado.

La confusión entre una empresa y un país conduce a que políticas económicas aparentemente sensatas para una corporación tengan efectos negativos cuando se aplican a un país en su conjunto.  La diferencia entre ambos razonamientos ha llevado a fracasos estrepitosos de empresarios al frente de las administraciones públicas. La habilidad manifiesta de empresarios por observar oportunidades de negocio en sistemas abierto no es ninguna garantía para que sepan gestionar sistemas cerrados. Un general puede ganar una batalla, pero hay batallas que conviene perder para ganar la guerra.

Es por ello, que a nivel nacional el empleo que genera la exportación se detrae de otras actividades económicas. España es un país relativamente cerrado en sí mismo (en demasiados niveles, no solo el económico). Por ello, la inversión en actividades exportadoras se detrae de otras actividades, como la construcción. Existen además fricciones significativas en el mercado laboral. No todos los obreros pueden recolocarse en la Ford para exportar coches. Por consiguiente, el empleo generado los sectores con más actividad exterior también se detrae del resto. La magnitud de la diferencia entre desempleo precario y empleo de calidad depende de varios factores como la movilidad laboral y apertura al exterior. En cualquier caso, hoy en España el ratio es negativo para el empleo en su conjunto. En la transformación hacia una economía más exportadores habrá ganadores y perdedores. Es tarea de gobernantes sensatos preocuparse también por los que más han perdido en el tránsito.

No sorprende por tanto que superávit comercial que experimenta España en este momento coincida con la histórica tasa de desempleo. Pero ¿cuánto tiempo seguirán siendo competitivas estas empresa con una bolsa de desempleo en aumento y una demanda interna en declive? Más tarde o más temprano estos costes sociales recaerán sobre las mismas empresas que ahora son más competitivas. ¿No será tiempo que nuestros gobernantes “cierren” su mente y se den cuenta que el mundo no es plano?

Sobre el autor:

Jordi Paniagua Soriano

Profesor de economía en la Universidad Católica de Valencia.

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Artículo escrito por Colaboración

1 Comentario

  1. Enrique

    Con toda humildad, si el paradigma actual no cambia, creo que los países han de gestionarse cada vez más como empresas: plantearse objetivos, medios para alcanzarlos, ver el progreso, analizar la competencia, atraer y retener talento y ser sostenibles financieramente. La revolución del «mas», la «movilidad» y la «mentalidad» hacen que el concepto de país se pueda quedar obsoleto. Por que no region o ciudad? Un país es una convención jurídica que aglutina las personas y empresas que en ella residen, producen y consumen. Cuando el conjunto del país, region o ciudad no es capaz de sostener sus finanzas, o existen mecanismos de financiación alternativos, o tiene moneda propia y devalúa, o esta a merced de los prestamistas. En eso los países han de comportarse como empresas. Hay ya países que se marcan objetivos, más o menos explícitos, que consisten en exportar bien capitales o bienes no financieros, porque tienen satisfecha su demanda interna. Son países que pueden cubrir sus necesidades internas sin fondos externos. España debería plantearse precisamente eso, empezando por ser un polo de fomento empresarial no solo a nivel interno, sino de atracción exterior. Y aunque a largo plazo el modelo es de suma cero (lo que un país exporta de mas, el otro lo pierde), ello supone un mercado de demanda constante, que no es el caso a nivel mundial por el crecimiento constante de las clases medias, con la excepción de los países desarrollados, pero netamente compensado por el crecimiento en países emergentes.

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