Estamos muy cerca de cumplir los 30 años desde que John Elkington se sacase de la manga algo que bautizó como Triple Balance:,TBL, 3BL o las 3P: People, Planet & Profit.
Sí, ya hace casi treinta años y está más de actualidad que nunca. La de la transición energética, la sostenibilidad y la industria 5.0 y de los ‘Cisnes Verdes’.
El enfoque en el valor social y el bienestar encaja en un desarrollo que está ganando impulso e impacto en los últimos años en particular
Pero parece que no estamos utilizando muy bien el concepto si tenemos en cuenta que el beneficio sigue estando en el centro de las discusiones empresariales, cuando deberíamos estar hablando de impacto social, medioambiental y económico. Hasta el propio Elkington pidió hace unos años que dejásemos de usar el término al no ajustarse a lo que él había dicho.
El principal problema que ve el autor es que el Triple Balance se ha reducido a una herramienta de contable y de información. Utilizada inteligentemente por las empresas para mostrar lo grandes y estupendas que son. Hasta el punto que, junto con sus variantes posteriores, el concepto de TBL ha sido captado y diluido por los contables y consultores.
Y no es que no haya tenido impacto. Todo lo contrario. Si hacemos ingeniería inversa a la agenda de sostenibilidad actual, está claro que un elemento poderoso de su código genético ha sido el Triple Balance.
Las 3P han sido fuente de inspiración para muchos marcos de contabilidad e información, como, por ejemplo, el Retorno Social de la Inversión (SROI), el ESG (un marco que centra a los inversores y analistas en los factores ambientales, sociales y de gobernanza) y el enfoque Trucost.
TBL no fue diseñado para ser sólo una herramienta de contabilidad. Se suponía que debía provocar una reflexión más profunda sobre el capitalismo y su futuro, pero muchos de los primeros adoptantes entendieron el concepto como un acto de equilibrio, adoptando una mentalidad de compensación.
Su objetivo real es el cambio de sistema: impulsar la transformación del capitalismo. Nunca se pretendió que fuera sólo un sistema de contabilidad. En un principio, se concibió como un código genético, una triple hélice de cambio para el capitalismo del mañana, con un enfoque centrado en el cambio radical, la disrupción, el crecimiento asimétrico, con sectores insostenibles activamente marginados, y la ampliación de las soluciones de mercado de próxima generación.
Así que, toca hacer ajustes. Os cuento un poco más partiendo del origen, ¿qué significan realmente las 3P?
La triple cuenta de resultados es un marco de sostenibilidad que examina el impacto social, medioambiental y económico de una empresa.
Su idea original es animar a las organizaciones a seguir y gestionar el valor económico, no sólo financiero, social y medioambiental añadido, o destruido. Resumiendo: impacto social, medioambiental y económico.
Y entrando un poco más en materia:
- Personas: el impacto positivo y negativo que tiene una organización en sus partes interesadas más importantes. Entre ellos se encuentran los empleados, las familias, los clientes, los proveedores, las comunidades y cualquier otra persona que influya o se vea afectada por la organización.
- Planeta: el impacto positivo y negativo que tiene una organización en su entorno natural. Esto incluye la reducción de su huella de carbono, el uso de recursos naturales, materiales tóxicos, etc., pero también la eliminación activa de residuos, la reforestación y la restauración del daño natural causado.
- Beneficio (profit): el impacto positivo y negativo que una organización tiene en la economía local, nacional e internacional. Esto incluye la creación de empleo, la generación de innovación, el pago de impuestos, la creación de riqueza y cualquier otro impacto económico que tenga una organización.
En la interpretación de estos tres puntos, está claro que lo que más confunde es el tercero: el beneficio. La mayoría de las veces se interpreta en el sentido tradicional, es decir, el beneficio financiero que obtiene una empresa. Pero esta interpretación es demasiado limitada y errónea por dos razones. En primer lugar, se centra en el aspecto financiero únicamente. Sin embargo, el impacto económico es una idea mucho más amplia que el impacto financiero. En segundo lugar, se centra en el beneficio de la organización únicamente. Sin embargo, el enfoque original era el impacto social y, por tanto, el beneficio social.
Esta interpretación generalizada sugiere que las organizaciones lo hacen bien si generan grandes beneficios y limitan su daño a las personas y al planeta. Esto ignora el hecho de que uno de los impactos más importantes de una organización es su impacto económico. Las organizaciones, por ejemplo, aportan mucho valor a la sociedad al crear empleo, generar innovación y tributar. Eso es lo que realmente representa la tercera P de beneficio.
¿Qué hacemos entonces?
Pues podemos encontrar múltiples referencias, como por ejemplo el Foro de la OCDE de 2015, cuyo tema fue ‘Invertir en el futuro: Personas, planeta, prosperidad’. Toda una declaración de intenciones. O la reciente definición de Industria 5.0 por parte de la Unión Europea en la que sitúa en el centro del proceso industrial a la sociedad y el bienestar del trabajador.
Aunque no se introdujo explícitamente como un ajuste del marco 3BL, este tema sugiere cómo puede cambiarse la terminología para reflejar con mayor precisión el significado original de las 3BL, manteniendo la atractiva simplicidad de tener 3P.
El término ‘prosperidad’ refleja muy de cerca lo que Elkington tenía originalmente en mente con el impacto económico, ya que es a través de los impactos económicos, como la creación de empleo y la innovación, como se genera la prosperidad.
Otra ventaja de sustituir ‘beneficio’ por ‘prosperidad’ es que aleja la atención del beneficio como objetivo legítimo.
Por supuesto, se necesitan algunos beneficios para mantener vivas las organizaciones. Pero siempre es un medio, no un objetivo en sí mismo. Sin embargo, mejorar nuestro impacto en las personas, el planeta y la prosperidad son objetivos en sí mismos.
Con ello, podríamos acercarnos un poco más a las intenciones originales de Elkington: minimizar nuestro impacto negativo y maximizar nuestro impacto positivo en cada una de las tres P. Por tí, por mí y por el planeta.