Continuamente oímos hablar de cambio de modelo productivo y del paso a la deseada economía del conocimiento. Pero jamás acaba de llegar. Si es tan importante desarrollar realmente una nueva estructura productiva impregnada de conocimiento y tecnología, competitiva globalmente, ¿por qué no alcanzamos esa meta? Existen, al menos, 6 razones:
1.- Porque la economía del conocimiento precisa un sólido substrato industrial. Durante años se ha despreciado la actividad industrial y se ha considerado que la mejor política industrial era la que no existía. Al fin y al cabo, los mercados eran inteligentes. Por ello su asignación de recursos maximizaba el retorno en el corto plazo, y se centraba en sectores de elevado componente especulativo (finanzas o construcción). Además, hemos vivido en un espejismo (y lo seguimos haciendo). Hay una nueva fiebre puntocom. Miles de chavales jóvenes intentan montar su negociete por internet (de nuevo, 15 años después, se repite el error). Ventas on-line, que no generan valor agregado, en todo caso lo redistribuyen.
Mientras el mundo se reindustrializa, nosotros asistimos complacientes a una tímida salida de la crisis, con un modelo competitivo de bajo coste, adornado por algunos espejismos de emprendimiento. Y, si les preguntamos a los grandes empresarios del país, nos dirán que “no es necesario que la administración haga nada”. Al fin y al cabo, los empresarios de estos lares (creadores de grandes negocios de construcción, inversión, distribución, o servicios) jamás han necesitado políticas industriales, precisamente porque no son industriales. Miren las empresas del Ibex-35, analicen cuántas son industriales y/o tecnológicas, y pregúntense por qué su proporción es radicalmente inferior a la de Francia o Alemania. Quizá es por la falta endémica de política industrial real.
2.- Porque el esfuerzo público en innovación sigue orientado íntegramente al sector público. De forma aplastante, los programas de soporte a la I+D se destinan a apoyar proyectos públicos de I+D en universidades y centros de investigación, que siguen desarrollando actividades científicas alejadas de las necesidades industriales. Los presupuestos públicos de I+D van mayoritariamente a financiar proyectos públicos en organismos públicos. Se genera mucho conocimiento, pero poco conocimiento útil. Con la crisis, el gap se ha incrementado: la ciencia persigue la excelencia, y para conseguirla no puede contar con una industria debilitada, a la que inexorablemente deja atrás. Los vasos cada vez son menos comunicantes.
¿Y si cambiáramos el mix? ¿Y si, sin renunciar a la excelencia y a la evaluación en rigurosa clave científica, se priorizaran proyectos en los que existiera coinversión –y por tanto interés- empresarial, y creación de empleo? Además, los organismos y agencias públicas de financiación de la I+D empresarial optan cada vez más por conceder créditos reembolsables, en lugar de ayudas directas. Y, si volvemos a preguntar a nuestros representantes empresariales, nos volverán a decir lo mismo: ¡nada de ayudas! Como mucho, créditos garantizados… Muy bien, pues sólo las empresas más solventes financieramente, las que puedan aportar garantías (aquellas que, de hecho, no necesitan los recursos) serán las que se beneficiarán. Y se aprobarán los proyectos más seguros y próximos al mercado (para asegurar el retorno de los créditos). Es decir, los pocos organismos públicos que soportan la investigación industrial se dedican a apoyar empresas que no necesitan esos recursos en proyectos sin incertidumbre, mientras que el grueso de los recursos públicos disponibles van a proyectos de investigación no orientada que jamás crearán ocupación.
La industria, la PYME, la verdadera investigación industrial, los emprendedores de base tecnológica y la innovación de ruptura quedan al margen de este diabólico juego. Mientras, nuestros competidores internacionales apoyan masivamente el desarrollo tecnológico de sus empresas, conscientes de que el empleo es un bien escaso.
3.- Porque el sistema de incentivos académico no contempla los proyectos industriales. Se sigue generando conocimiento, sí. Pese a los recortes y a las fatigas que la universidad ha sufrido en los últimos años. Pero el gran incentivo que puede hacer culminar con éxito una carrera académica, estabilizando la posición del profesor universitario, y llegando a obtener una cátedra, es la publicación (aunque sea tan esotérica como nos podamos imaginar). Publish or perish. Un proyecto de interés empresarial literalmente distrae a un investigador o a un centro que aspire a la excelencia científica, y, por tanto, a su promoción y reconocimiento.
4.- Porque existe la creencia de que todos los buenos proyectos encontrarán financiación en el mercado. Falso. ¿Qué son los “buenos” proyectos? El mercado optará por proyectos de máximo retorno en el corto plazo. Cientos de proyectos disruptivos están huyendo hacia ecosistemas innovadores más generosos, desesperados por la falta de recursos financieros. Las decisiones del mercado no tienen por qué estar correlacionadas con la competitividad nacional en el largo plazo, ni con la construcción de un sólido sistema nacional de innovación, ni el desarrollo de una industria basada en conocimiento. Parece que no aprendemos. Si dejamos al mercado solo, volveremos al auge de la construcción y de los productos financieros especulativos. ¡Ah sí! Y, en todo caso, siempre podemos decir al joven emprendedor (especialmente de base científica) que “su mercado es el mundo”. Es decir, ¡que se vaya! Que busque inversores en Boston, Tel-Aviv o Seúl… Big thinking. Con una salvedad: el problema de empleo lo tenemos aquí, no en Boston, ni en Tel-Aviv, ni en Seúl
5.- Porque existe exceso de “opinática” y visión a corto plazo. En innovación, todo el mundo opina y muy poca gente realmente sabe. Se opina que lo que se debe hacer es, precisamente, no hacer nada (y así nos va). Se opina que lo necesario es asesorar emprendedores. Se opina que la administración debe actuar como consultora especializada (suplantando al mercado de consultoras). Se opina que hay que optar por un sector u otro (sin saber qué significa “optar” y con qué mecanismos se van a desarrollar). Se opina sobre investigación orientada o no orientada, sobre centros tecnológicos sectoriales o territoriales. Se opina en todas direcciones. Se multiplican los foros sobre la necesidad de aproximar industria y academia, las conferencias sobre mecanismos de salida de la crisis, los bootcamps para emprendedores…Y el resultado es que infinitos cargos políticos se suceden en posiciones absolutamente críticas para la competitividad, esenciales para la creación real de ocupación, opinando y cambiando de opinión en un ciclo interminable.
6.- Porque siempre nos queda el recurso de Europa. Al fin, cuando realmente la innovación continua en el centro de todos los discursos y opiniones económicas y políticas, cuando sigue siendo el concepto de moda para salir de la crisis, y en la cola real de todos los presupuestos, siempre nos queda una salida: Europa. Señores de la PYME que desean iniciar alguna actividad investigadora, váyanse a Europa. Busquen un consorcio europeo, piérdanse en el mar de convocatorias y en el océano burocrático de Bruselas, lleguen a acuerdos con una serie de socios exóticos, preparen una memoria repleta de palabras clave que deseen oír los officers de la Unión Europea, y prueben suerte… Pensábamos que las prioridades estratégicas se abordaban con recursos propios, pero no. Seguro que con recursos europeos (no con los de aquí) algún día llegaremos a ser alguien en la economía internacional, y la pesadilla del paro sólo será un amargo y lejano recuerdo.
2 Comentarios
ES difícil que exista cambio de modelo productivo cuando levantamos todo tipo de barreras para evitar que estos cambios se produzcan.
No hay más que ver como se esta actuando contra Uber, airbnb y otras plataformas para darse cuenta.
¿Como vamos a tener industria si pagamos la electricidad más cara de Europa o si el sistema impositivo penaliza el tejido empresarial y a los trabajadores?
A la universidad ni se la ve ni se la espera… una pena.
Y por cierto, ¿como esperas tener un nuevo modelo productivo si todo el ahorro se destina a la compra de nueva deuda en vez de a proyectos de inversión?
Primero habrá que cambiar esto
Pondría una razón adicional en torno al substrato social, que en su mayoría es rabiosamente antiliberal o cortesano (el caso de las grandes empresas cotizadas). Este pánico al cambio y a evolucionar es algo que se produce en España desde hace mucho tiempo y que hace perder todos los trenes del progreso.