En una reciente investigación de la doctora Elisabeth Kirby, de la Universidad de California, se ha comprobado, una vez más, la directa conexión entre los niveles de estrés y nuestro rendimiento profesional.
La investigación demuestra que determinados niveles de estrés, cuando son puntuales y se producen de forma intermitente, pueden aumentar nuestro rendimiento hasta convertirlo en óptimo. Sin embargo, cuando tenemos una experiencia de prolongado o continuado estrés, llega un momento (umbral) en que nuestro rendimiento cae en picado, hasta convertirnos en personas dispersas, confusas y con bajo rendimiento.
En la investigación Kirby ha descubierto que el estrés puntual e intermitente incluso genera nuevas células en zonas del cerebro asociadas con la memoria y otras capacidades mentales.
El ser humano, hace millones de años, cuando su cerebro no estaba tan evolucionado, tenía estas experiencias puntuales e intermitentes de estrés, al igual que un ciervo o cualquier otro animal. Un ciervo experimenta estrés, y sus reacciones fisiológicas asociadas, cuando un depredador aparece y le persigue para devorarlo. El estrés puntual funciona como un mecanismo de defensa ante una amenaza a su supervivencia, y le hace correr a la máxima velocidad que puede. Si se salva, dicho estrés desaparece casi inmediatamente, porque el ciervo no sigue agobiado o estresado pensando en lo que le ha sucedido hace un rato.
Sin embargo, el hombre sí lo hace. Me refiero a que después de una situación estresante (una bronca con nuestro jefe), nuestro cerebro continúa generando pensamientos agobiantes sobre dicha experiencia durante minutos, horas, y a veces durante semanas o meses. Todos estos pensamientos sobre el pasado son precisamente provocados por la progresiva complejidad y sofisticación a lo largo de millones de años de evolución de esta máquina impresionante que tenemos dentro de nuestra cabeza.
Igual que esto, también nuestra mente genera muchísimos pensamientos sobre el futuro inmediato o lejano. A veces queriendo que llegue el próximo fin de semana o las próximas vacaciones, y otras preocupándose por situaciones o experiencias negativas («Y si sucede…») que aún no han sucedido, y que en la mayoría de ocasiones, nunca llegan a suceder.
Por eso, nuestro cerebro, si no lo entrenamos adecuadamente, nos genera inevitablemente esa experiencia prolongada de estrés que la investigadora del estudio comenta como perjudicial y devastadora para nuestro rendimiento. Aunque no tengamos una situación de amenaza o peligro para nuestra integridad, estamos estresados, ansiosos y tensos, generando problemas ficticios o regodeándonos en decisiones erróneas del pasado.
Eso hace que casi nunca estemos realmente presentes en el Aquí y Ahora, concepto clave de la concentración, y del alto rendimiento. Si tenemos nuestra mente ocupada y llena con cosas del pasado o el futuro, no la podemos ocupar en lo que tenemos que hacer en cada momento, con total presencia y atención. Tampoco hay espacio para lo nuevo, por lo que esta tendencia del cerebro es también muy destructiva respecto a la creatividad y la innovación.
Pero ¿Cómo entrenamos a nuestro cerebro para evitar este desgaste total de energía? ¿Cómo logramos dirigir nuestra mente hacia el aquí y ahora, para estar plenamente concentrados en la tarea que tenemos delante? ¿Cómo limpiamos nuestra mente saturada, para poder ser más creativos e innovadores? La respuesta es el Mindfulness.
El Mindfulness es una técnica, validada por cientos de investigaciones y estudios neurocientíficos, con la cual entrenamos nuestra mente para desarrollar su máximo potencial. Mediante el mindfulness, logramos desarrollar numerosas habilidades cognitivas y emocionales, como la gestión de emociones, la concentración, la presencia, el foco y la claridad mental.
Uno de los primeros ejercicios que se practican de mindfulness es el de permanecer durante unos minutos, inmóvil, sentado en una silla, sin hacer nada, con total atención a todo lo que suceda en el momento presente, en el Aquí y ahora. Si lo hacemos, notaremos que tarde o temprano nuestra mente trata de escapar del ejercicio, porque se siente más cómoda fabricando múltiples y constantes pensamientos sobre el pasado o el futuro.
Necesitamos técnicas de entrenamiento mental como el Mindfulness, porque cada vez tenemos más información, de múltiples fuentes, cada vez soportamos más estímulos (WhatsApp, Twitter, e-mail, etc.) y nuestra mente está cada vez más dispersa, descentrada y estresada. Es decir, tenemos una mente cerrada y bloqueada que no nos sirve de mucho.
Entrenemos la mente para abrirla como un paracaídas, para potenciarla, para que nos lleve a los máximos niveles de éxito y felicidad, tanto en la vida como el trabajo.
Sobre el autor:
Javier Carril, socio de Execoach y autor de los libros “Zen Coaching”