Si alguna vez has practicado deporte, es fácil comprender algunas de las claves para emprender. Desde mi punto de vista, hay mucha conexión entre ambas actividades. A mí me gusta especialmente practicar running. Y este artículo es fruto de una reflexión en una de mis carreras trotando por la costa asturiana.
1.- “Ideas sin ejecución, ensoñación”
Lo he dicho en más de una ocasión, las ideas son un condimento necesario pero no suficiente para crear un negocio de éxito. Puedo pasar mucho tiempo pensando que quiero “salir a correr”, en el recorrido, en la ropa que voy a usar, en los tiempos que me gustaría conseguir, en si quiero ir solo o acompañado… Podemos pensar todos y cada uno de los detalles. Pero es obvio que en el sofá pensando, sin más, nunca lograremos tener una buena forma física ni llevar a cabo la carrera. Hay que empezar por algo, por donde sea, pero hay que empezar. Y en los negocios es exactamente igual, la idea está muy sobrevalorada, es un gran punto de partida, pero sólo es eso…
2.- “Dar prioridad a lo superfluo es empezar mal”
Todos conocemos a alguien, seguro, que una vez que se decide por empezar a hacer deporte, lo primero que hace es irse de compras. Es común acudir al gimnasio o salir al parque a correr como si acudieras a una pasarela de modelos. Todo perfecto, impoluto, único, espectacular. Los cascos, la aplicación preparada… Pero, y hay un gran pero, aún no has dado ni un paso ni has quemado una caloría extra.
Antes de gastarte dinero en todo esto, asegúrate que podrás lograr mantener la frecuencia de hacer deporte y que no lo vas a dejar a la primera de cambio. Uno de mis mejores amigos dirige unas grandes instalaciones deportivas y siempre me ha dicho que la rentabilidad estaba en la gran cantidad de gente que se apunta un día, van una semana y después pagan el gimnasio pero no aparecen por allí. Eso sí, no les falta detalle ni prenda para hacer deporte. La cuestión es que con una camiseta vieja, y poco más, siempre puedes empezar a probar si te gusta, si eres capaz de mantenerte constante y si merece la pena, o no, destinar dinero a perfeccionar tu vestuario de una forma ‘más profesional’.
Lo mismo pasa con las startups, tener los mejores servidores (por ejemplo), o la mejor oficina en el centro de la ciudad, los ordenadores más potentes… no nos aseguran las ventas, ni que tengamos una solución que sea aceptada por el mercado. Hay que asegurarse que destinamos cada céntimo a lo importante porque es realmente clave: a generar clientes, a tener una buena solución y darla a conocer. En un magnífico post, Francisco Alcaide citaba un reportaje de la BBC sobre la biografía de Warren Buffet. En él el propio Buffet se mostraba muy intransigente con esto de los gastos superfluos. Se enfrenta a los consejeros que van al trabajo con chófer (cuando él va metro), lo que le costó algún que otro malestar con los yuppies de Wall Street en los 90. Su máxima es ahorrar para invertir en aquello que es relevante, que tiene cierto impacto. Nada de tener unas oficinas pomposas, nada de tener una casa en cada puerto y siempre actuar desde la coherencia de que destinar recursos a lo superfluo (a lo que no te aporta resultados ni a corto ni a largo plazo) no ayuda a crear valor.
3.- “Cuidado con la pasión, también te puede matar”
Otro habitual en el deporte. El primer día tienes una pasión desbordante. Quieres correr como el que lleva cinco años haciéndolo. Lo tienes claro, ¡vas a por todas! Y la cuestión es que arrancas sin calentar, sin estirar, sin haber entrenado nunca, sacas toda esa pasión que tienes dentro y… a los cinco minutos (a veces menos) pueden pasar dos cosas: una, que te asfixies, te tires en el suelo a recuperar y regreses a casa con un gran baño de humildad y sufrimiento (que igual te quita las ganas de volver) o, dos, que acabes con un infarto en el hospital porque tu organismo no soportó ese shock al que le has sometido sin previo entrenamiento.
La pasión, si no está bien canalizada, es un arma peligrosa para los negocios. El prestigioso profesor de Harvard Noam Wasserman publicó un fantástico artículo en The Wall Street Journal titulado “Cómo la pasión de un emprendedor puede matar a una startup”. El problema surge en lo que se denomina como la paradoja del emprendimiento: todo lo que puede hacer crecer a una startup también la puede matar.
Los fundadores de empresas creen tan fuertemente en su idea que están dispuestos a dejar un buen empleo, destinar sus ahorros, empeñar su coche y a veces poner en riesgo su patrimonio (y el de su familia) para perseguir sus sueños. Su entusiasmo puede ser tan persuasivo que les ayuda a conseguir a otros socios, algunos usuarios iniciales de su producto (lo que se denomina early adopters) o, incluso, a inversores. Éste es el lado positivo de la pasión. Lo mismo que salir a correr, es imprescindible tener esa dosis de pasión, de compromiso, para estar dispuesto a cambiar tu forma física, comer sano y empezar a transformar tu vida. Sin esa dosis de pasión no se podría hacer nada.
Pero también hay un lado negativo, como ya hemos comentado en el caso del deporte. El exceso de confianza puede hacer que no se adopten las mejores decisiones en los momentos más críticos, lo que puede condenar al fracaso hasta a las startups más prometedoras. Hay un momento, como dice Wasserman, “en el que los emprendedores se dan cuenta que ‘pasión’ proviene del latín y significa ‘sufrir”. Los emprendedores muy apasionados tienden a ser muy impacientes y a tergiversar la realidad (normalmente pasándose de optimistas) hasta el punto de que tienden a pensar que conseguir clientes o inversores es mucho más sencillo de lo que realmente es.
Este optimismo, según Wasserman, que lleva 15 años investigando a fundadores de sociedades -más de 16.000 analizados-, puede conducir a tomar riesgos innecesarios, al menos en tres ámbitos: en el ámbito del mercado, en la carrera profesional del emprendedor y en el ámbito más personal.
Respecto a los riesgos de mercado, el optimismo conduce a muchos emprendedores a confiar tanto en su idea y su solución que piensan que “como ellos se comprarían ese producto/servicio, habrá una gran base de clientes que, como ellos, también lo harán”. Sin antes testearlo (como lo de salir a correr el primer día a tope), se pueden llevar un gran batacazo.
También hay un riesgo en el ámbito profesional, cuando el emprendedor se cree que tiene las competencias ideales para crear y hacer crecer una compañía que, realmente, no tiene (como cuando quieres levantar 100Kg en pesas y nunca has levantado ninguna). Ni tienen el networking que creen tener, ni el acceso a inversores ni, siquiera, a empleados de gran talento a los que involucrar en el equipo.
Y respecto al ámbito más personal, Wasserman cita al gran Steve Blank y las cuatro mentiras que todo aspirante a emprender se dice a sí mismo y a su familia: 1) “esto lo hago por mi familia”; 2) “mi cónyuge lo entiende”; 3) “sólo necesito un gran éxito, luego ya freno o me retiro”; 4) “Dedicaré tiempo ‘de calidad’ a mi cónyuge e hijos”. Según Blank, hasta él mismo se reconoce en esas mentiras que los emprendedores se tienden a decir a sí mismos. Pero pasa el tiempo y la verdad aflora…y puedes poner en riesgo ese apoyo familiar que creían tener desde el primer momento. ¿Tú no conoces a ese amigo/a que dice “hoy no voy al gimnasio porque…”? Pues lo mismo, el autoengaño te lleva a la autocomplacencia y a vivir en otra realidad.
4.- “Esto va de paciencia, tiempo, aprendizaje y tener mucha capacidad para sufrir”
Nadie puede aguantar meses o años saliendo a correr todos los días sin tener una gran capacidad de sufrimiento y afán de superación. Dar ese salto del sofá, haga frío o calor, llueva o nieve, cambiarte de ropa y salir a correr y a mejorar, es algo tremendamente duro, hay que tener una gran fuerza psicológica y una motivación intrínseca que te empuje. Lo mismo para mantener una dieta durante un gran período de tiempo. Además, no es agradable, en las carreras se sufre, y a veces mucho, las piernas flaquean, el corazón se acelera en las subidas, te cuesta respirar y tu cabeza sólo te dice “¡para, para…para!”. Por eso sólo unos pocos aguantan y siguen. Muy pocos se quedan sin ahorros, piden un préstamo por su coche para apalancarse en su negocio o son capaces de aguantar la tensión, que existe, en los momentos donde las cosas van más. . Es muy importante visualizar dónde quieres llegar, qué objetivos te planteas en cada carrera, cómo dosificas tus fuerzas y, en definitiva, cómo vas creando paso a paso progresos.
Esa capacidad de aprendizaje, de superación, de motivación y de esfuerzo son imprescindibles para crear un negocio. No se ven grandes resultados en el primer mes ni, incluso, en el primer año. Eres invisible para muchos clientes, o para la prensa, incluso para tus amigos. Estás sólo en medio del valle de la muerte. Con muchos riesgos que tienes que asumir. Esto de emprender no es una alfombra roja y un medio rápido de hacerse rico e ir a fiestas guays. Eso está bien en las películas, pero nada más lejos de la realidad. “La fama cuesta”…y esa parte de la película no nos la suelen contar. Para acabar una maratón o tener una empresa que funcione, tener clientes y construir cierto cierto éxito, previamente hay mucho trabajo, mucho esfuerzo y muchas pequeñas decisiones complejas…pero sobre todo mucho prueba y error, que o tienes una gran capacidad de resiliencia o no aguantarás. Como me decía mi amigo Iñaki Arrola hablando de estos mismos temas: “En una maratón es más importante correr bien la segunda mitad que la primera… y además, los mejores maratonianos son los que tienen más edad (experiencia)”.
5.- “Para ser el mejor, no basta con entrenar”
Resulta fácil reconocer que existe una gran diferencia entre lograr un buen estado físico y ganar la maratón de Chicago. Destacar es algo tremendamente más complejo, se requiere de condiciones innatas, mucho esfuerzo, planificación, aprendizaje y un gran foco. Además, ser capaz de diferenciarte, aprender de los errores y potenciar al máximo las fortalezas. Muchas personas nunca lograrán ser constantes en el deporte y lo abandonarán, otras lo lograrán y tendrán un buen estado físico y saludable y unas pocas, muy pocas, llegarán a destacar y dejar “huella en el universo deportivo”.
Lo mismo en las empresas. Muchos emprendedores se quedan por el camino, otros muchos logran crear negocios viables, de los que vivir y mantenerse, y sólo unos pocos, muy pocos, logran capturar inversión, tener un gran liderazgo en el mercado o estar en ese selecto club de las empresas que hacen historia. Tener condiciones innatas para emprender, estar dispuesto a aprender, probar y estar siempre en la frontera, además de una pizca (gran) de suerte, son factores necesarios, aunque nunca suficientes. De hecho es extremadamente difícil que todos los factores se alineen. Hasta Google podría no existir hoy si Yahoo en su día le hubiese aceptado la oferta de comprar su algoritmo por un millón de dólares.
Así que un consejo de un emprendedor-trotador, si quieres emprender, lo duro, lo difícil, la capacidad de resiliencia y la suerte… tienden a ser las cosas que nunca te cuentan y, de vez en cuando, es importante escucharlas. Buena suerte y, como dijo Steve Jobs, “en el camino está la recompensa”, disfruta corriendo, disfruta aprendiendo y nunca te olvides de que vas a sufrir.