Permítanme que les cuente hoy una reflexión muy personal, de estas que surgen cuando tienes cierto tiempo. Creo que los juegos olímpicos y la innovación siguen caminos paralelos. Y los que nos dedicamos a esto de la innovación podemos aprender mucho de los Juegos. Bueno, más que del evento en sí, del proceso de cuatro años que lo acompaña. Los Juegos son una especie de examen final en el contrasta si todo el duro trabajo de esos cuatro años ha servido para algo. Como la innovación, que trabaja a largo plazo.
En muchas de las presentaciones que hago a clientes, o en programas de innovación en los que participo, explico que el lugar real de España en el mundo no lo marca el PIB (que está muy condicionado por nuestro tesoro particular, el turismo). El lugar viene marcado por nuestro puesto en los Juegos Olímpicos y en Eurovisión. En Río parece que la situación se ha equilibrado y hemos ocupado el puesto 14, el mismo que el ranking económico mundial del FMI por nuestro PIB.
Bromas aparte, en el Global Competitive Index, España aparece en el puesto 33. Y eso sí que es un problema de verdad, porque lastrará nuestro nivel de vida en el futuro.
¿Cuáles son los factores de éxito para los Juegos Olímpicos?
Veamos los países líderes en el último medallero:
:: Estados Unidos (121 medallas) es lo que es: 350 millones de habitantes, con una estructura deportiva colegial y universitaria enormemente potente.
Lo hemos visto infinitas veces en las películas: ligas estatales, nacionales, becas universitarias…
:: Le sigue, Reino Unido (67 medallas), que desde los Juegos de Londres ha dado un salto de calidad espectacular.
:: China (70 medallas) es lo que es: 1.000 millones de habitantes, con otra estructura diferente, pero igual de válida. Quizás no se premien tanto el logro individual como el orgullo de país, pero ahí están.
En los tres casos, podemos hablar de tres factores determinantes, que les han llevado a tener buenos resultados:
1.- Talento.
Sin tener buenos atletas, no hay nada que hacer. Sin su talento innato, Simón Biles o Michael Phelps no serían lo que son. No se puede construir un crack de la nada de forma artificial.
2.- Estructuras, condiciones de apoyo.
Las ligas estadounidenses son un ejemplo de estas estructuras de apoyo. El gran salto de calidad del Reino Unido viene por la INVERSIÓN realizada en infraestructuras y programas de alto rendimiento con motivo de los Juegos de Londres. Por cierto, algunas, copiadas de centros de alto rendimiento españoles. Al talento le pones un programa para potenciarlo al máximo y sacar resultados.
3.- Selección natural.
Los atletas que pueden acudir a los Juegos en representación de su país vienen seleccionados a través de marcas y pruebas (los famosos trials americanos o las pruebas de selección en China). Nada de criterios técnicos, mucho más subjetivos. ¿Les suena?
¿Y cómo aplica esto a la innovación?
No es una sorpresa que estos factores aplican de forma similar para la innovación. Si queremos convertir a España como un país innovador de verdad, necesitaremos:
1.- Talento, para crear empresas y modelos de negocio disruptivos
La innovación depende de las personas. Las personas son las que tenemos las ideas, las convertimos en productos y servicios y pagamos por ellas. Google (como entidad jurídica) no tiene ideas. Son las personas que están dentro las que lo hacen. Su empresa no compra nada. Son las personas las que deciden qué comprar. Si trabaja en el sector retail, ya sabe de lo que hablo. El jefe de producto del distribuidor está por encima del bien y del mal, como escribí en esta casa hace tiempo.
Y es con ellas con las que tiene que trabajar. Por eso, la innovación depende de la actitud de las personas, en primer lugar. Por mucha metodología ágil que queramos implantar, si las personas no quieren hacerlo, salir del infierno de su día a día y cambiar su forma de trabajar, no hay nada que hacer.
2.- Estructuras, que fomenten condiciones de apoyo a este talento.
Que acerquen tecnologías novedosas al mercado y permitan el crecimiento rápido y controlado de la empresa Muchos de las estructuras de apoyo en España no cumplen su función de apoyar y explotar el talento. Se dedican a buscar un modelo de negocio que les permita sobrevivir a cualquier precio. Sé de lo que hablo, porque he dirigido en el pasado una de estas estructuras.
¿Realmente necesitamos tantos investigadores orientados a publicar papers y dar clase? Pero tampoco todo el mundo que trabaja en la academia ha de tener espíritu emprendedor. Sin embargo existe un camino intermedio:
necesitamos auténticos brokers tecnológicos que hagan de traductores entre la academia y la industria. Estructuras ágiles, formativas, con programas intensivos orientados al talento y orientado al mercado. Centros tecnológicos, parques científicos…
3.- Un proceso de selección natural
Muchas, muchas ideas para conseguir que alguna llegue a buen puerto. La innovación está basada en la estadística: cuantas más ideas, más probabilidades de que aparezca alguna realmente disruptiva y de éxito.
Empresas y estructuras que fomenten la aparición de ideas. Much@s candidat@s con ideas alocadas, que puedan analizarse y testarse rápidamente con metodologías ágiles. Y durante este proceso, es necesario fallar. Ahora lo importante es hacerlo rápido y barato. Porque el fracaso es inherente a la innovación.
Y la única forma de hacerlo es confrontar cuanto antes nuestras ideas con el mercado. Pequeños experimentos reales, indicadores accionables, que nos demuestren si alguien está interesado en pagar por nuestra idea. Porque créanme, es el único indicador válido. El resto, es palabrería inútil.
Bajando un escalón: a nivel de empresa también funciona
Estos tres factores siguen siendo válidos cuando nos enfocamos a nivel empresa – país.
Deportivamente, España cuenta con talento (ahí están los ejemplos) y algunas infraestructuras aisladas (varios centros de alto rendimiento, el programa de becas ADO, ahora en riesgo de desaparición). Sin embargo a nivel deportivo, fallan dos elementos: el criterio de selección natural y la base de atracción de talento.
Federaciones que eligen a sus deportistas en base a “criterios técnicos” subjetivos. El resultado: en piragüismo, la única que no aplica “criterios técnicos”, sino el modelo USA de conseguir marca, todos los participantes en Río han conseguido medalla o diploma olímpico.
Otras federaciones, como atletismo con X participantes, no pueden decir lo mismo. Ante esta falta de criterios y el riesgo de desaparición de las estructuras de apoyo están surgiendo otros actores privados que están ofreciendo modelos diferentes, como comenta Sandra Sánchez en este artículo.
La Universidad Católica de Murcia (UCAM) ha creado un programa de becas estilo norteamericano para deportistas de alto rendimiento, ofreciendo dinero, estudios e instalaciones.
Resultados: 11 de las 17 medallas estaban becados por la UCAM. Mireia Belmonte tuvo que fichar por la UCAM porque las infraestructuras nacionales no eran suficientes para ayudarle a desarrollar su enorme talento. Luego está el problema de la captación de talento de forma recurrente. Un genio (como Carolina Marín, en bádminton) puede aparecer en cualquier lugar.
Pero los programas de deporte base son la herramienta sobre la que se fomentan oportunidades para que surjan, identifica el talento con potencial, para aplicarle programas de alta rendimiento, casi individualizados.
Algo aún muy lejano en muchas de las empresas españolas. ¿A cuántos directivos se les llena la boca hablando de la gestión del talento y después no tienen programas de incentivos individualizados?
O lo que es peor ¿cuántos directivos tienen el valor de sacar a los “cracks” de su organización de las unidades de negocio del día a día para ponerlos a explorar en proyectos de innovación disruptiva, con pocas posibilidades de éxito?
Pocos, muy pocos.
La gestión del talento consiste en identificar a las personas con mayor potencial dentro de la organización y ofrecerles los recursos que necesiten para desarrollar al máximo ese potencial. Necesitamos programas de “innovación base” en las empresas.
Recuerdo cuando era un yogurín recién salido de la universidad, estuve unos años trabajando en Recursos Humanos en una gran multinacional. El director que tuve ya hablaba (a principios del siglo XXI) de la guerra del talento y de organizaciones core flexibles, casi líquidas, incubadoras de proyectos.
El talento a día de hoy, es muy escaso, pero imprescindible. Muchas veces es difícil de identificar porque busca condiciones que las empresas actuales no le dan. Esto es algo que algunas empresas no se han dado cuenta todavía. ¿Realmente vas a innovar de verdad si no tienes a personas con ganas de cambiar el mundo?
¿Realmente la selección de baloncesto hubiera ganado otra medalla más si no quisieran pasar a la historia? Pues eso.
Organiza ese talento en pequeñas unidades operativas de innovación, con ganas de comerse el mundo. Y las mejores, las que demuestren que existe un problema, una solución interesante y alguien dispuesto a pagar por ellas en un mercado de crecimiento, serán las elegidas para participar en programas de alto rendimiento de la empresa o en colaboración con otros agentes de su ecosistema.
Creo que existe aún una coincidencia más entre los Juegos Olímpicos y la innovación.
Ahora que han terminado, volvemos dedicar nuestro tiempo a ver los coches deportivos de los jugadores de fútbol entrar y salir de sus entrenamientos o los resultados de las empresas de siempre en los periódicos. Y es que los deportistas olímpicos son noticia cada cierto tiempo y no ocupan el espacio que se merece en los telediarios. Como la innovación. Que sólo es noticia muy de vez en cuando.