La mente se entrena, y es muy importante hacerlo. Hoy me reúno con Fernando Botella. Se define así mismo como Business Trainer, especializado en liderazgo, talento, innovación y transformación de organizaciones. Fernando es un biólogo con un Máster en Dirección y Administración de Empresas por ICADE; Coach Ejecutivo Diplomado por la Escuela Europea de Coaching; miembro del USA Neuroleadership Institute y del seminario “Education&Technology” de la Universidad de Harvard. Su empresa Think&Action es una consultora especializada en desarrollo de talento y en innovación y transformación organizativa, entre cuyos clientes se encuentran multinacionales como Bayer, Repsol, Lilly, Desigual, Danone o Inditex, entre otras muchas. Es responsable del diseño, la creación y el desarrollo de las escuelas de liderazgo de compañías como Desigual, Red Eléctrica o Tempe (Grupo Inditex). Actúa también como business trainer de Directores Generales, Comités de Dirección y Directores de área en empresas como Danone, Genzyme, Musgrave, Eurofragance o Aegon, a los que acompaña en el doble reto de hacer crecer sus organizaciones y departamentos, y, al mismo tiempo, desarrollar su propio talento.
Con ese bagaje, acaba de publicar ¿Cómo entrenar la mente? Y aprender de forma exponencial (Alienta Editorial, 2020)… ¡empecemos!
:: Fernando, la primera es inevitable, ¿se entrena la mente? ¿Hay un gimnasio para la mente?
En este libro yo propongo un gimnasio metafórico para la mente. Porque de la misma forma que entrenamos cualquier otro músculo, podemos y debemos entrenar la mente. Nuestro cerebro viene biológicamente equipado con una carga que no siempre es la adecuada para hacernos más felices o, al menos, para generarnos entornos de mayor bienestar.
La mente con la que nosotros venimos al mundo es biológicamente pesimista. Es decir, viene con una serie de filtros que son necesarios para poder defendernos de los distintos ataques que nos lanza el ecosistema.
Son mecanismos de defensa pero también pueden suponer obstáculos para nuestro crecimiento porque no nos permiten ir más allá. Entrenar a la mente es lo que nos va a permitir salir de esa dependencia. Así, que absolutamente sí:
la mente ha de ser entrenada para encontrar estados de satisfacción y bienestar de uno consigo mismo y en la relación con los demás.
:: Abro el libro y me encuentro con una frase tuya que ya me impacta: «el control es una ilusión». Tras leer tu libro me queda muy claro, pero, ¿por qué estamos tan aferrados a ese control o por qué nos perjudica tanto la sensación de no tenerlo? ¿El control es como una droga?
La estabilidad es una ilusión porque el control es una ilusión. ¿Alguien puede predecir lo que va a suceder dentro de una hora? Predecir de verdad, no visionar, que no es lo mismo. Como soy humano, tengo la facultad de visionar que dentro de una hora estaré comiendo con mi familia, pero en realidad no puedo garantizarlo porque no tengo una mente predictiva.
El futuro no existe hasta que no sucede y cuando sucede ya es presente. Esta circunstancia es a veces positiva porque nos permite anticipar visionariamente lo que va a suceder, pero en otras ocasiones nos hará infelices si nuestros sesgos cognitivos nos llevan a tener una previsión negativa del futuro.
La clave del control es que la vida es incontrolable y eso la hace incómoda, incierta e insegura. Querer tener bajo control lo que es incontrolable genera una insatisfacción y un estrés al que llamamos preocupación. Y dentro de ciertos límites esa pre-ocupación, es normal. Pero cuando ese deseo de control es desmedido, cuando vives en un entorno continuo de ansiedad, genera una vida bastante insatisfecha.
:: ¿Qué son los filtros mentales?
Los filtros son la clave que hay detrás de lo que llamamos en psicología los sesgos cognitivos. Estos sesgos son esas barreras mentales que impiden que los seres humanos seamos mejores y ofrezcamos nuestra mejor versión. Son las suposiciones sin fundamento, las generalizaciones, las exageraciones o esa mente preventiva de la que hablábamos antes y que nos lleva a imaginar un futuro negativo.
Los filtros y los sesgos que provocan pueden ser un problema y por eso hay que aprender a gestionarlos adecuadamente. Lo que libro intenta es enseñar a los lectores a que sean ellos quienes manejen los filtros mentales en lugar de que los filtros los manejen a ellos.
:: «La necesidad nos esclaviza», nos dices. En cambio, parece que siempre necesitamos más y más. ¿Cómo se rompen las cadenas de esa esclavitud?
Yo distingo entre necesidad y deseo. No es la necesidad la que nos esclaviza, sino el deseo a través de la necesidad. Y lo explico: comer o moverse son necesidades biológicas, pero los deseos que hay detrás de cada necesidad los creamos nosotros. ¿Todos los deseos nos esclavizan? No, pero la mente vive basándose en las expectativas, y estas se alimentan, entre otras cosas, de deseos. Si no somos capaces de ser nosotros quienes llevemos el control de esos deseos para atender las necesidades podríamos llegar a ser sus esclavos. Es algo que trato de explicar en el capítulo “Bendita imperfección”.
En mi opinión el perfeccionismo es una estupidez. Hay que partir de la base de que somos imperfectos porque lo fascinante de la imperfección es que está llena de posibilidades de mejora. La imperfección nos permite enfrentarnos al mundo bajo un prisma realista. La realidad es importante para nuestra satisfacción en la vida y también para entender las expectativas, que, muy a menudo, no coinciden con la realidad.
:: No tengo ningún temor a reconocerlo, soy una persona con problemas de autoestima y con mucha ansiedad. Hay capítulos enteros que no podía dejar de subrayar cosas que dices. ¿Cuáles suelen ser las raíces de una baja autoestima y cómo podemos entrenar la mente a salir de ahí?
La autoestima procede de lo que yo llamo una mente de escasez. Una mente de escasez no busca la mejora, sino que es complaciente, se alimenta de su propio dogma. Normalmente vive en estado de reproche y de insatisfacción, pero no una insatisfacción creativa sino inmóvil. Es una mente que pierde oportunidades porque analiza las cosas que suceden alrededor bajo una mirada negativa. No busca y, como no busca, no encuentra.
Está aferrada al pasado negativo y a la previsión negativa del futuro, y vive del famoso lema “más vale pájaro en mano que cien volando”. Es una mente que está entrenándose para alejarse del bienestar. La forma de revertir esta espiral es a través de otra mente más en equilibrio, a la que yo llamo, de abundancia, que lo que hace es trabajar hacerte ser mejor persona y estar mejor contigo mismo.
:: Me gusta tu concepto de “abundancia”. Dices que es algo que se genera en la mente, que es un estado del ser. ¿Cuáles son las 3 claves que consideras para sentir esa abundancia?
En mi libro la abundancia no tiene que ver con lo material, sino que es un estado de deseo, un estado del propio ser. Lo importante en el sentido de abundancia es comprender que vivo en estado de equilibrio y eso es lo que va hacer que me encuentre mejor, que sea más feliz.
Una mente de abundancia se alimenta de la acción, es atrevida, tiene coraje, sabe si se equivoca pero aprende de la equivocación. Sabe que la ilusión es una energía que le mueve, sabe que tiene metas pero que no son la meta final y que tiene que pasar por una serie de etapas para poder llegar hasta allí. La mente de abundancia es la que se atreve a buscar diez pájaros en el aire aunque pierda el que tiene en la mano. La mente de abundancia conecta bien con la realidad.
A Andy Stalman le gusta decir que “pesa más un gramo de hacer que un kilo de decir”. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo damos el paso para no quedarnos ensimismados en las ideas y que nuestra mente nos ayude a poner foco y hacer?
Pues hay que darle la razón a Andy Stalman, al que aprecio mucho, del que soy un gran seguidor y con quien coincido en muchos planteamientos. Y también en este, aunque antes que Stalman y que Fernando Botella, Platón, Aristóteles, Confucio o los Toltecas ya nos enseñaron que el gran secreto del ser humano no está en lo que dice, sino en lo que hace.
El verbo hacer , al que dedico buena parte de uno de mis anteriores libros, El factor H (H de “hacer”), es el gran legado de la humanidad.
¿Una parte importante de nuestras barreras, de la comunicación e, incluso, de nuestra explosión para crear se debe a que fallamos en la ESCUCHA? ¿puedes darnos alguna clave para escuchar más y mejor?
En mi libro digo que hablar es una necesidad, pero escuchar es un arte. Cuando hablas no aprendes porque estás diciendo cosas que ya sabes. En cambio, cuando escuchas tienes la oportunidad de aprender.
En un entorno de aprendizaje continuo, si no eres capaz de escuchar es muy difícil que puedas seguir avanzando en tu vida y en tu propio desarrollo. Y cuando hablo de escuchar me refiero a mucho más que oír. Se trata de conectar con lo que está ocurriendo fuera de ti.
La escucha es la clave fundamental de las relaciones humanas. Si hay algo que le gusta al cerebro humano es ser escuchado. Yo defiendo una escucha que va más allá de la escucha activa o empática. Yo defiendo un tipo de escucha “generativa”, que es la que es capaz de darle valor a lo nuevo y a recibirlo en tu mente como fuente de aprendizaje.
:: Lo que tú llamas “lenguaje interior” yo lo llamo gorila… creo que me he pasado toda la vida luchando contra lo que me digo. ¿Cuándo sabemos que nuestro lenguaje interior es tóxico?
El entrevistador y el entrevistado coinciden, porque lo que tú llamas “gorila” yo lo llamo mi “mono interior”. El mono interior es esa fiera que todos llevamos dentro. El problema no es que llevemos dentro a ese mono (lo vamos a necesitar para marcar nuestro territorio, nuestra personalidad, defender nuestros argumentos en algunos momentos etc.), lo malo que salga de la jaula cuando a él le de la gana y no solo cuando yo lo necesito. La clave está en aprender a controlarlo. Y para ello, el lenguaje interior es fundamental.
Si no somos capaces de dominar el lenguaje interior, alimentamos a ese ogro con lo peor que lo podemos alimentar. Somos lo que nos decimos a nosotros mismos, entre otras cosas, porque al final somos lo que hacemos. La forma en que nos mostramos ante los demás tiene mucho que ver con la manera en la que nos hablamos a nosotros mismos.
Un mal lenguaje interior genera una cantidad bestial de excusas alrededor de tu ecosistema, interrumpe la capacidad de elección y la facultad final del ser humano para tomar las mejores decisiones.
:: ¿Qué es lo que JAMÁS deberíamos decirnos a nosotros mismos y, en cambio, solemos tropezar una y otra vez?
Nos dejamos arrastrar por una mente llena de ruido, de elementos tóxicos que nos influyen negativamente. Como todas esas frases hechas que no nos hacen ningún bien: “piensa mal y acertarás”, “es verdad y es mentira”, “el ser humano es por naturaleza egoísta”, “no puedes fiarte ni de tu padre”, “ cualquier tiempo pasado fue mejor”, “que sea lo que Dios quiera”. ¿Cómo voy a manejar mi propia resiliencia y mi autoestima si no soy capaz de manejar la contaminación que intoxica mi propio lenguaje interior?
Un lenguaje privado, que es como llamo en el libro al lenguaje interior, bien entrenado puede ser muy eficaz porque te permite romper con el ruido interior que tantas veces nos hace daño y del que muchas veces vamos muy cargados: este me ha dicho, la otra me ha dicho, el otro no me hace caso, estos políticos…
:: La disrupción está hasta en la sopa, pero … somos poco disruptivos. ¿Qué falla en nuestro pensamiento disruptivo?
Sobre el pensamiento disruptivo tengo que decirte de forma categórica que lo que falta es entrenamiento. La mente viene preparada biológicamente para pensar disruptivamente, por eso la especie humana ha podido pasar de la cueva a la Luna en unos pocos millones de años.
El pensamiento disruptivo es intentar que una idea se convierta en múltiples alternativas para luego poder elegir, es una capacidad divergente y creativa de pensar. Una mente disruptiva es la que tiene la capacidad de ver la realidad de una manera desacostumbrada. Todos venimos de fabrica equipados con esa facultad, pero lo que pasa es que se atrofia por falta de uso. Un entrenamiento adecuado puede hacer despertar esa capacidad.
:: ¿Se puede ser ágil y consistente? ¿Qué piensas de esa obsesiva manía por las burocracias internas de las organizaciones y cómo nos afecta a nuestras mentes (a los equipos)?
No, al menos, no en el sentido actual de agilidad que se maneja en las organizaciones, en el que el foco no se sitúa únicamente en el cambio, sino en el ritmo al que se produce ese cambio. Una vez que se comprende eso, todo lo que paralice o ralentice ese ritmo son frenos al desarrollo de una organización, a la relación con el mercado, al desarrollo de los equipos, a un buen feedback, a buenas conversaciones cruciales o a un buen modelo de liderazgo. Es decir, son frenos a todo lo que tiene que ver con el modelo clásico del management, y uno de esos frenos fundamentales es el exceso estúpido de burocracia.
:: Fernando, ¿has sacado alguna lección sobre el liderazgo durante este confinamiento y esta crisis sanitaria (social, económica y política)?
Para mí los aprendizajes fundamentales para llevarme al mundo del liderazgo y de la gestión de las organizaciones tienen que ver con estas tres cosas.
Una, el valor de lo colectivo y para conectar talento que hemos desarrollado durante estas semanas en los balcones, desde nuestras casas y a través de la tecnología.
Dos, la esperanza entendida como una visión positiva del futuro porque eso me ayuda a no perder la fuerza en el presente.
Y tres, el cuestionamiento del statu quo y la capacidad para imaginar que las cosas pueden y deben hacerse de otra forma cuando es necesario.
Y una última lección para la vida que también cuento en mi libro. El darnos cuenta de que al final nos vamos a morir, de que la vida pasa muy deprisa.
Cuando comprendemos que hoy no es un día más sino un día menos, esto es un cambio de chip y empezamos a valorar lo que realmente importa.
:: Los 3 enemigos para nuestro equilibrio mental…
El primero sería la baja autoestima y la autovaloración negativa.
Otro, los miedos tóxicos innecesarios que nos atrapan.
Y el tercero, los filtros mentales de los que hemos hablado antes, como la exageración, la generalización, la previsión negativa del futuro.
Hay que entrenar a la mente para modelar realmente los mecanismos de autocontrol. Esto nos hará llevar una vida con más serenidad.
:: Los 3 aliados fundamentales para nuestro equilibrio mental…
Entrenar adecuadamente el diálogo interior con uno mismo, que sería un fantástico aliado de mejora.
Otro, tener una mente curiosa y la capacidad para cuestionarte el status quo de las cosas como vía para vivir en un estado de aprendizaje continuo.
Y el tercero sería la capacidad de mantener buenas conversaciones con los demás. Creo mucho en el poder de la palabra y la conversación.