Son muchos los artículos y libros publicados sobre el liderazgo pero todos se refieren a una de las partes de la ecuación, el/la líder. Pero, ¿y los seguidores?. Necesitamos hablar también de los colaboradores, aliados, seguidores, liderados, cada uno que le ponga el nombre que mejor le encaje.
Como ya resalté en un artículo anterior, el liderazgo tiene la función de lograr que las personas quieran remar en la misma dirección que el líder o la organización han establecido. Conseguir entre todos un objetivo que asumen como común.
Por tanto, si queremos contar con un liderazgo de calidad a nivel organizacional y social no solo necesitamos líderes de calidad, sino también seguidores de calidad.
“Si tu me dices ven, lo dejo todo” es un aforismo con mucha carga emocional, pero quizás poco sentido común y efectividad práctica.
Creo sinceramente que hoy en día todos estamos inmersos en un juego de seguidores y seguidos. Unas veces estamos en un lado y otras veces en otro. Es posible que, incluso en muchos casos, seamos ambas cosas a la vez con un mismo grupo, organización o proyecto. Quizás, este permanente cambio de rol nos haga más difícil tomar decisiones. Nos lleve a dejarnos arrastrar sin darnos cuenta por tendencias, modas, discursos grandilocuentes, influencers, miedos y amenazas o populismos varios. Hoy tan de moda, y no solo en la política sino también en el mundo empresarial y social.
¿Seguidores sin saber a dónde nos llevan los líderes?
Tan nefasto es liderar sin saber para qué y hacia donde, como seguir a alguien sin saber para qué, por qué y cómo y a dónde nos llevará.
Mucho se escribe sobre la importancia del liderazgo, las características de los líderes, los estilos de liderazgo, y muy poco sobre los seguidores del líder. Unos sin otros no existen y, es posible, que llevemos demasiado tiempo poniendo toda la atención en la importancia del liderazgo, en contar con buenos líderes, en formar buenos líderes.
Cada vez siento más necesario formar y contar con buenos seguidores: conscientes, responsables, congruentes, valientes, comprometidos, ecuánimes, equilibrados….
Tengo la sensación de que ser seguidor, en algunos ámbitos, tiene una connotación negativa, se asocia a una actitud pasiva, a estar en segundo plano, como si el segundo plano fuera malo. Una película, y la vida social y organizacional lo es, no funciona solo con actores principales. Me preocupa esa casi obsesión de que todo el mundo sea un líder. Líder de tu vida, por supuesto, y en este punto, se puede serlo tanto siguiendo a otro como logrando que te sigan, e incluso siendo ”parte de” con otros.
Siento que todo ello está contribuyendo a fomentar una masa de líderes sin visión ni misión, que perdidos y desorientados en la vorágine del día a día se acaban convirtiendo, sin querer y sin saber, en seguidores de múltiples visiones y misiones, muchas de ellas incompatibles entre sí y desalineadas con la persona. Y lo que es peor, cayendo en manos del último iluminado que más alza la voz, más ruido genera y más usa la última palabra de moda.
El mensaje que quiero transmitir va dirigido a unos y a otros, a quienes siguen, a quienes son seguidos y a quienes se unen para promover, crear, construir o hacer algo juntos. Y cuando hablo de seguir, incluyo en ello algo tan aparentemente trivial como compartir una publicación, apoyar una iniciativa en Redes Sociales, dar promoción y publicidad a otros, pero que al final contribuye a engrandecer causas que a lo mejor no lo son tanto o no son tan beneficiosas para el bien común.
5 reflexiones necesarias para los buenos seguidores
Mis palabras brotan más de la experiencia personal y la reflexión, que del conocimiento o la teoría. Son una visión muy “by my way” de cómo estar en el mundo, de cómo decidir con quién estás, qué haces y a qué contribuyes, siendo consciente de como estas, aparentemente pequeñas, decisiones son las que conforman una vida e impactan en la vida de los demás y de nuestros entornos, entre ellos los organizacionales.
Entrando ya en arena. Si vas a seguir a alguien, emprender una acción, liderar o involucrar en un proyecto con otros, si vas a establecer una alianza o relación, plantéate estas 5 preguntas. Reflexiones para tener muy claro: ¿a qué estás jugando y a qué juego estás contribuyendo?, ¿con quién estás jugando y en qué clase de jugador te convierte? y, lo más importante ¿es eso lo qué quieres, te hace sentir bien y contribuye a crear un lugar mejor para todos?
1. – Causa a la que estas contribuyendo
Esa iniciativa en redes sociales, que has compartido, animando a otros a seguir, esa persona cuyos videos o frases compartes y recomiendas, esa lucrativa colaboración en un proyecto que has aceptado ¿Cuál es la causa que promueve? ¿A quién beneficia realmente esa causa? ¿En qué principios y valores se sustenta? ¿La has analizado en profundidad y con espíritu crítico? ¿Qué tiene que ver esa causa con tu propósito, con tu misión? ¿Es una causa que compite con otras o que agrega valor a otras?
2.- Modelo que estás replicando
La persona que lidera o promueve la iniciativa, el proyecto en el que participas, trabajas o recomiendas ¿Cómo ejemplifica con sus comportamientos la causa que dice promover? ¿Cómo se reflejan en los comportamientos los valores y principios en los que se sustenta la causa? ¿cómo estás replicando sus acciones y en quién te convierte? ¿Qué indicadores hay en su vida que demuestran que es fiel a su causa y la cumple?
3.- Crecimiento que estás experimentando
Ser parte de esa causa, interactuar, colaborar con las personas que la promueven, comparten o lideran ¿te inspira a hacer cosas más grandes? ¿Te permite desarrollar todo tu potencial y aportar tu talento para hacer más grande la causa? ¿Te está haciendo crecer y mejorar como persona? ¿Se está traduciendo todo eso en una mayor aportación de valor para otros y para tu entorno?
4.- Renovación de votos
¿La forma de hacer realidad la causa se adapta a las necesidades de sus destinatarios y beneficiarios o permanece anclada en formas del pasado, que ya no ayudan a contribuir a ellos?
¿Se han acomodado quienes lideran la causa en los logros obtenidos y están más preocupados por no perderlos que por perder el propósito que sostiene su misión? ¿Con el paso del tiempo ves renovados los votos de compromiso con la causa a través de las decisiones que se toman o las acciones que se emprenden? ¿Sigue teniendo sentido lo que defienden, lo que hacen, lo que aportan?
5.- Excelencia
¿Qué están dispuestos a sacrificar o que sacrifican los líderes de la causa en favor de ésta y perjuicio de ellos? ¿Cómo se anteponen los intereses de la causa a los intereses personales? ¿Lo que hacen en nombre de la causa está al servicio de ésta, de quienes creen en ella y la hace realidad o de otros intereses? ¿Son más importantes los medios o los fines?
¿Son los medios utilizados congruentes con los fines de la causa? ¿El dinero, la popularidad, el poder, el reconocimiento se están convirtiendo en el fin en lugar de ser un medio para la causa? ¿Se están utilizando atajos para lograr fines que comprometen el propósito? ¿la competitividad, el superar a otros, la avidez, el crecimiento acelerado está ocupando el centro y desplazando al propósito? ¿Se está cayendo en el exceso de confianza, la condescendencia, la recreación en el éxito? ¿se está perdiendo la identidad de la causa y la forma de llevarla a cabo por imitar o competir de forma constante con otros?
Creo que hemos esquivado el fin. El liderazgo no está para crear seguidores del líder sino seguidores de la causa que se promueve. Una causa que debe aportar beneficios comunes a todos los implicados y no a uno solo o unos pocos. Muchos de los líderes y las personas a las que seguimos no representan a una causa, a un propósito, sino a sí mismos. La causa es engrandecerse o enriquecerse ellos.
Cuando nuestra fuerza y nuestro poder puede ser superior siendo un seguidor
A lo mejor es el momento de que las organizaciones dejen de formar solo para ser líderes y comiencen a formar para ser buenos seguidores. Seguidores conscientes, responsables, congruentes, valientes, comprometidos, ecuánimes, equilibrados….. Seguidores que no sigan a un líder, sino a una causa o propósito. Seguidores que sean capaces de ver con claridad cuándo esa causa o propósito se está utilizando como herramienta de propaganda y no como lo que realmente es: el norte de todas las decisiones y acciones. Seguidores así tienen poco de pasivos y de actores secundarios. Realmente se convierten en actores principales al hacer suya la causa. Aportan, además, sus singularidades personales a la hora de ejemplificarla y su talento para hacerla crecer.
Me gustaría que todos fueramos conscientes de que a lo mejor nuestra fuerza, nuestro poder, nuestro impacto, nuestra contribución es mucho mayor como seguidores que como líderes. Que a lo mejor estamos liderando mucho más de lo que creemos cuando nos unimos a la causa de otros.
Por tanto, no olvides que cualquier decisión que tomes, cualquier acción que emprendas, cualquier relación que establezcas, cualquier proyecto en el que te involucres, cualquier persona a la que decidas seguir... Procura que sea “con conocimiento de causa”. Esta es la garantía de que todo lo que hagas en tu vida merezca la pena y realmente contribuya a mejorar las cosas para todos.
La serie «Dilema» ejemplifica a la perfección como una «buena causa» se pervierte por pretender lograrla por el camino fácil, corto o equivocado. Y como ello, no solo daña la causa sino que nos convierte en seguidores de líderes exclusivamente interesados en lograr sus propios intereses. Aunque sea a costa de lo que sea por ganar o por incrementar sus seguidores. Algo que describe muy bien Simon Sinek en su libro «El juego infinito» bajo el título del desdibujamiento ético. Y que por desgracia ha estado muy presente durante los primeros meses de la pandemia.
Proliferaron supuestas acciones solidarias con la situación provocada con el coronavirus, pero realmente sólo escondían una estrategia comercial o de posicionamiento de marca. Nada aportan a mejorar realmente la situación y a la causa de reducir los contagios. Ni a mantener a las personas con la mente clara y la emocionalidad positiva para afrontar esta situación… y las que se van a derivar en el futuro.
Para construir un mundo en el que todos podamos realizarnos, desarrollar nuestro potencial, sentirnos seguros, aportar nuestro talento y contribuir a una mejor convivencia necesitamos tomar decisiones con conocimiento de causa.
Vivimos en una época en la que los algoritmos toman decisiones por nosotros. Pero no asumen la responsabilidad de las mismas, ni nosotros tampoco porque fue el algoritmo quien decidió. En esta época es necesario ejercitar el músculo de la reflexión. Cuestionar, entrenar el pensamiento crítico, la consciencia, la perspectiva, y eso pasa por hacernos buenas preguntas y por tener un criterio de discernimiento bien formado.
Tenemos que prepararnos para ser buenos seguidores con conocimiento de causa. Necesitamos menos marketing personal y empresarial y más filosofía personal y empresarial.