En 2022 estamos asistiendo a la eclosión del Metaverso. Día tras día, florecen noticias, artículos, vídeos y debates sobre este universo virtual.
Vaya por delante que sé poco del metaverso… Y que me planteo si, a estas alturas, alguien puede saber mucho al respecto. Como todo territorio nuevo es algo a explorar.
Lo poco que sé lo estoy aprendiendo tirando del hilo de lo que comentan y publican profesionales de la innovación tan preparados como Macarena Estévez , Enrique Dans y Eduardo Tornos
Una cosa está clara. El metaverso está en boca de todos por expreso deseo y mérito de Mark Zuckerberg. Aunque, eso sí, lo de crear mundos virtuales 3D no es una novedad. Hace años que se creó SecondLife (¿alguien se acuerda?) y que triunfan videojuegos como Fornite o Roblox…
El primero en hablar de Metaverso… ¡en 1992!
De hecho, el primero en hablar del metaverso fue un escritor norteamericano, Neal Stephenson. Lo hizo, agárrense, hace treinta años. En 1992, en su novela ‘Snow Crash’, Stephenson describió el metaverso como el futuro de Internet (que, en aquella época, ¡estaba dando sus primeros pasos!).
Metaverso proviene de la fusión de ‘meta’ (más allá) con ‘verso’ (sufijo de universo). Por tanto, se supone que el metaverso es un universo virtual que nos llevará más allá del universo físico, coexistiendo con este. Será una extensión de nuestro universo real. Y eso, sin duda, suena a un lugar muy atractivo para pasar tiempo en él, especialmente mientras la pandemia nos confine o restrinja nuestros movimientos.
Un ejemplo. Más allá de ver a nuestros familiares, compañeros de trabajo o clientes a través de pantallas – como nos permiten Zoom y tantas otras plataformas-, el metaverso nos permitirá encontrarnos directamente con ellos -avatares mediante- en un espacio virtual. Es decir, el metaverso nos ofrecerá experiencias inmersivas, no simplemente ver y escuchar.
Palki Sharma Upadhyay, presentadora de noticias y editora en WION (World Is One News), explica muy claramente en qué consiste el metaverso, dice: es un mundo virtual donde la realidad se encuentra con la imaginación y donde, presuntamente, la gente utilizará avatares digitales para vivir, trabajar y jugar online.
Preguntas sobre Metaverso
Surgen muchas preguntas. ¿Necesitamos el metaverso? ¿Hará nuestra vida mejor? ¿Será el nuevo paraíso? ¿Necesitamos este mundo imaginario controlado por gigantes tecnológicos? ¿O es una manipulación para que entremos en su juego y nos sigan vendiendo lo que quieran?
Día sí y día también nos asaltan noticias de que el metaverso va a revolucionar nuestra forma de vivir. Se abre ante nosotros un universo virtual que va a extender los límites de nuestra vida física… ¿es posible esto sea así?
Uno suele afrontar con escepticismo novedades tan revolucionarias… Aunque, evidentemente, no sería la primera vez que lo que suena a ciencia-ficción se convierte en realidad. Como afirma Lázaro Parodi, experto en negocios digitales, estamos en una fase similar a cuando empezó el e-commerce: muchos pensaban que sería imposible comprarse un zapato sin probárselo y el tiempo ha demostrado lo contrario. Para equilibrar la balanza, no está de más recordar que, aunque se viene hablando de realidad virtual como futuro del comercio desde hace una década, el cine en 3D —que iba a ser la revolución— se ha quedado en algo anecdótico.
Ahora bien, el escepticismo no está reñido con observar y explorar este fenómeno que se está gestando. No podemos ignorar que, además de las empresas interesadas en el negocio del metaverso, hay cada vez más expertos en nuevas tecnologías e innovación defendiendo que este nuevo universo virtual va a revolucionar nuestra forma de interactuar, de comprar y de socializar.
El metaverso es, sin duda, una visión alternativa e inspiradora del futuro de Internet. La evolución del formato 2D (texto, imagen y vídeo) —del que disfrutamos actualmente a través de todo tipo de pantallas— nos llevará a experimentar en primera persona el contenido de internet de una manera experiencial e interactiva…
Gracias al 3D tenemos la sensación de interactuar “físicamente” con la proyección digital de lugares, personas y objetos… En los inicios de Internet, nos limitábamos a mirar (navegar). Después, empezamos a interactuar (ahí están las redes sociales, sin ir más lejos). Los defensores acérrimos del metaverso propugnan que el futuro pasa por dar un paso adelante: vivir —a través de nuestros avatares— dentro de ese universo virtual. Por tanto, este espacio virtual infinito nos llevará mucho más allá de lo audiovisual. No sólo veremos y leeremos cosas. Nuestros avatares —y, por tanto, nosotros— tocarán, experimentarán y vivirán en una nueva dimensión. En vez de simplemente observar y escuchar, prácticamente viviremos en el ciberespacio. Las personas de carne y hueso nos desenvolveremos en un mundo aparentemente de ficción, a través de nuestros avatares. El metaverso es un internet tridimensional. Creo que la cosa va por ahí.
¿Utopía o distopía?
El metaverso es un universo paralelo en el que los usuarios podrán trabajar, hacer sus compras o interactuar entre ellos de una forma parecida a la que lo hacen en la realidad. Será algo así como un videojuego de hiperrealidad, que utilizaría la tecnología actual y la que está en desarrollo (realidad virtual, inteligencia artificial, realidad aumentada, tecnología blockchain) para acercarse lo más posible a la vida física de las personas.
Como dice Eduardo Tornos, el carácter “universal” del metaverso supone que cualquier ser humano podrá interactuar allí con otros usuarios (reales o virtuales) de manera sincrónica (a la vez) rompiendo todas las limitaciones del mundo físico. Y no hablamos de salas de 100 jugadores como en Fornite. El metaverso sería escalable a miles, millones de personas viviendo una misma experiencia simultáneamente. Las plataformas (universos) y tecnologías de creación, generación y acceso a cada una de ellas deberían ser interoperables.
Parece que el metaverso se convertirá en una alternativa a la realidad. O en una extensión de esta. El mero hecho de escribir estas últimas líneas me hace topar con la filosofía. ¿Qué tienen que decir los filósofos respecto a este mundo virtual en construcción? Su opinión es importante. Si realmente nuestro futuro pasa por un mundo virtual inmersivo eso entraña multitud de consecuencias éticas.
¿El metaverso es una utopía?
Como explica la filósofa española María Ángeles Quesada, la utopía está entre lo posible y lo imposible. Está un poco más cerca de lo imposible, pero debe ser plausible. Es difícil de lograr, pero se puede conseguir. La utopía suele llevar aparejado el deseo de mejorar algo en la sociedad y de reforzar los vínculos en la comunidad. Aunque todo depende del uso que se haga de este nuevo mundo virtual. No es descartable que no persiga realmente el bien de la sociedad. ¿Podría el metaverso ser una distopía —un supuesto mundo virtual feliz gobernado y controlado por uno o pocos gigantes tecnológicos?
No sé si el metaverso es una utopía o si puede convertirse en una distopía, pero lo que está claro es que varias grandes corporaciones tecnológicas se están relamiendo de la tajada que se pueden llevar. Y, por tanto, son las primeras interesadas en que prospere.
Los gigantes tecnológicos lo tienen claro
Hace unos meses, Facebook dejó clara su apuesta por la dimensión metaverso, cambiando su nombre a Meta Platforms Inc. Mark Zuckerberg cree que el futuro de Facebook (Meta) —y del mundo— pasa por la creación de un metaverso donde los usuarios podrán comprar, trabajar e interactuar entre ellos.
Todo indica que Facebook apuesta por un metaverso que ‘atrape’ a los usuarios, para que se queden en ese entorno virtual inmersivo cuanto más tiempo mejor. Es un concepto muy diferente al que preconiza Microsoft, que lo visualiza como un espacio centrado sobre todo en usos empresariales, un sitio al que los usuarios irían a realizar actividades concretas.
Apple está en la misma línea de Microsoft: no pretende crear un metaverso como destino, sino una plataforma en la que otros desarrolladores puedan ofertar sus propuestas de valor. Parece que la compañía de la manzana mordida tiene muy avanzada la presentación de sus dispositivos relacionados con la realidad virtual y aumentada. Está posicionando sus servicios en la nube para que sean el entramado del metaverso, utilizando su plataforma Mesh para permitir que los avatares y los espacios inmersivos se unan a los entornos de colaboración, como Teams. La pandemia de covid-19 ha acelerado enormemente el trabajo híbrido o en remoto, por lo que las experiencias de negocios virtuales más creativas pueden abrir nuevas posibilidades a la forma en que las empresas se conectan con sus empleados y con sus clientes.
Lo relevante es que Microsoft y Apple aspiran a que los usuarios acudan al metaverso a realizar actividades, mientras que meta parece aspirar a la inmersión total. Es una diferencia importante. Cada una con su visión del tema, las grandes compañías tecnológicas —Facebook, Google, Apple, Amazon, Microsoft—, están invirtiendo ingentes cantidades de dinero para ser las primeras en desarrollar esta realidad paralela bautizada como metaverso.
La batalla está servida para intentar dominar la industria en las próximas décadas. Hay otras compañías, la mayoría procedentes del sector videojuegos, que también están manos a la obra con la creación del metaverso: Roblox, Nvidia, Unity Technologies, Autodesk, Tencent o Epic Games -esta última en alianza con Sony-. Por ejemplo, Nvidia, el fabricante estadounidense de unidades de procesamiento gráfico (GPU) y sistemas en chip (SoC), cree que invertir en simulaciones de metaversos en actividades como la fabricación y la logística reducirá el desperdicio y mejorará los procesos comerciales