La comunicación es un tema que empieza a ser estrella en Sintetia. No se puede liderar, innovar, ni motivar sin una buena comunicación. La mala comunicación es causante de muchos problemas empresariales, pero también económicos y sociales. Precisamente de esto hemos tenido el lujo de conversar con una referencia nacional en materia de comunicación estratégica, Antoni Gutiérrez-Rubi. Antoni colabora con los principales medios de este país, es profesor en diversos másteres, autor de varios libros de obligada lectura y un apasionado del mundo digital. Su blog y sus libros como «La Política Vigilada: La comunicación política en la era de Wikileaks«, con el prólogo del gran Daniel Innerarity le colocan como un experto con cosas muy interesantes que decir.
Antoni es un gran combustible intelectual para el debate de la regeneración política, social y económica de España, en un momento en el que el país se encuentra en jaque. Estamos profundamente agradecidos por su colaboración.
:: A veces tengo la sensación de que la sociedad y la tecnología crecen a un ritmo vertiginoso y, en cambio, nuestro sistema político/institucional lo hace a ritmo tectónico. ¿Tienes esa misma sensación? ¿Tenemos políticos analógicos en una sociedad digital?
Sí, pero lo peor es que se reacciona mal frente a lo que no se comprende. Lo mismo pasa con la regulación o el Gobierno. Cuando no entiendes a tu sociedad, no puedes atenderla bien. Existe, además, una resistencia (pasiva… y activa) frente a la irrupción de cambios que ponen en cuestión protagonismos exclusivos. La política formal asiste, displicente o preocupada, a nuevas formas y fórmulas de politización que no pasan, necesariamente, por el formato de partidos.
:: Has publicado una frase que me parece completamente real e importante: “Internet se ha convertido en un poderoso sensor social de temas y preocupaciones”. Si eso es así, ¿Se puede transformar la sociedad desde la Red? ¿Cómo pasamos del “click” a la “acción”?
Este punto es crucial. Creo que corremos el peligro de que el “sofactivismo” nos haga irrelevantes. Pero yo, en cambio, veo oportunidades no exentas de retos que son riesgos reales. Internet se ha convertido en un poderoso sensor social de temas y preocupaciones. Si la política quiere saber por qué se ha alejado, pareciendo irrelevante, de los problemas de la ciudadanía, debe reencontrar el camino conectándose. El pálpito social, con todas sus limitaciones, se mueve en el acelerado, discontinuo y disruptivo flujo digital.
La velocidad, la brevedad y lo efímero son un signo de los tiempos, que debe ser complementado —y no negado— con otras prácticas que no impidan razonar, elaborar y organizar con nuevos mimbres y formatos.
:: Los políticos ya están observando el poder de las Redes Sociales. Ya no hay político que no ponga un Twitter en su vida… pero la realidad es que se observa que para muchos es algo “artificial”, fruto del marketing, cuentas gestionadas por terceros en su nombre como canal unidireccional y no como vehículo de comunicación. ¿Falta en España la cultura de conectarnos y hablar -por distintos medios- con nuestros representantes políticos?
Muchas de estas aproximaciones, por parte de la política formal, han sucedido en períodos electorales. Estos contextos no favorecen necesariamente a una dinámica real de cambios en la praxis política. La instrumentalización (y la frecuente colonización de matriz publicitaria) que hacen los partidos y los candidatos en las redes es un retroceso. Creen que es importante (ya no lo niegan) y creen que debe estar presentes. Pero no se trata de “estar” en la sociedad digital; sino de “ser” parte de la misma.
Los cambios que hay que abordar, afectan a la comunicación, la organización y la creación de valor y reputación. En definitiva, un auténtico terremoto para el modelo de partido leninista que es el ADN de todas las fuerzas políticas. De las sedes a las redes. Este es el camino. No hay atajos.
:: ¿Hay un antes y un después desde Wikileaks? ¿Qué lecciones hemos aprendido de este fenómeno? Me gusta mucho el término que da título a uno de tus libros, “La Política Vigilada”, ¿Cómo conectas este fenómeno con Wikileaks?
Wikileaks ha demostrado que la fuerza, el poder, el dinero o el tamaño ya no ganan las batallas de la libertad y la información en la sociedad red. Seguramente, nada es casual y esta ciberguerra global entre David y Goliat tiene otros beneficiarios que no dan la cara. Pero no importa. La libertad va a ganar, aunque Assange siga detenido, acusado y finalmente condenado. Ningún presunto delito suyo podrá tapar la gran verdad: la información libre se abre paso a pesar de intereses y poderes. No soy un iluso ni un adanista digital. Todo lo contrario. Pero el mundo obediente y cautivo (y censurado) se acabó. O, si se quiere, está retrocediendo. Esto es solo el principio.
Lo más relevante: el concepto del “secreto” como fuente legitimadora del poder, está resquebrajándose. Si no se podía saber, decir, ni explicar… es que quizás no debería hacerse. Esta es la gran aportación de Wikileaks.
:: En tu libro Micropolítica abordas un gran número de temas ciertamente trascendentales en la actualidad y acerca de los que me gustaría preguntarte:
5- “Emocionarse y emocionar. Emocionarse por las nuevas ideas y por los retos (…)” La “inteligencia emocional” como la base de una transformación política. Recordamos con emoción a líderes históricos que han llegado al alma de los ciudadanos y que han ejercido un poder transformador a través de su conexión y su pasión ¿Hemos retrocedido en este campo?
No, no estamos retrocediendo. Lo que sucede es que el liderazgo político ha sucumbido a la mercadotecnia y la impostura. Se trata de revitalizar la política también con nuevos registros emocionales y espirituales. Si la política no se pone en “la piel” de los ciudadanos a los que quiere representar y servir, se rompe el cordón umbilical que te identifica por ósmosis. Decía Felipe González, que el “socialismo es un sentimiento, es ponerse en la piel del otro”.
Además, estoy convencido de que los tristes no ganan elecciones. Ni son capaces de liderar emociones positivas (sin la cuales no hay proyectos, ni comunidad, ni esperanza). Tampoco la tristeza puede seducir ni infundir ánimos colectivos.
Los que creen que es posible un proyecto político transformador y progresista desde la cultura de lo pésimo, de lo trágico, de lo feo (de lo serio, de lo adusto, de lo severo)… no se dan cuenta de que el concepto “cuanto peor, mejor” es el núcleo psicológico y cultural de los pensamientos autoritarios, que ceban el desánimo y la desazón, para canalizarla como rabia agresiva… y amenazante.
La tristeza se da la mano con el aburrimiento, la fatalidad, el nihilismo… No comunica esperanza. No propongo la trivialidad, en absoluto. Tampoco reivindico la superficialidad de la sonrisa hueca, del gesto artificial, de la pose previsible de gesto acartonado. Reclamo una renovada mirada política y comunicativa a lo lúdico y festivo como la conexión emocional y ambiental de las fuerzas del cambio y del progreso.
Su vinculación con el ánimo y la inteligencia ya están fuera de toda duda científica y sociológica. Aún se resiste una parte de la política formal… que ve su ceño fruncido amenazado por la sonrisa contagiosa de una política más desinhibida, fresca y dinámica. En muchos casos, representada por la creciente feminización de la política.
:: ¿Cómo es posible que las diferencias individuales entre personas liberales y conservadoras se deban a la actividad cerebral y cuál es el papel de la neuropolítica?
Se han hecho diversos estudios que cito en un artículo. Los impulsos neuronales no son iguales para los que se autoproclaman liberales que conservadores. Aunque el voto no está 100% definido por la actividad neuronal, los estudios de neuropolítica explican, por ejemplo, cómo con la edad se generan cambios en el córtex frontal del cerebro y eso refuerza las posiciones más conservadoras.
No obstante, la política y la comunicación política pueden y deben encontrar en la neuropolítica mejores oportunidades para conectar y hacer más sólida la relación entre la ciudadanía y nuestros sistemas de representación democrática. Algunas veces nos alertan de que un determinado uso de los conocimientos de la neuropolítica puede tener naturaleza antidemocrática al sustraer la autonomía y libertad del elector, alimentando sus instintos más subconscientes. Pero quizás deberíamos repensar, mejor, cuál debe ser el papel de las emociones y los sentimientos en la configuración del pensamiento y la acción políticas.
Tenemos que conocer mejor, además, cómo funciona nuestro cerebro. Sabemos también que las decisiones “libres” que tomamos en nuestra vida cotidiana tienen que ver en un 80% con la información subconsciente, de una actividad cerebral “anterior”.
Decidimos en función de una gran cantidad de información que tenemos en nuestro cerebro… y de la que desconocemos su existencia. De ahí la enorme importancia de la lenta pero determinante construcción de la imagen pública.
:: ¿Qué opinas de esas fuerzas políticas que se muestran a la sociedad como “libres de ideología”? ¿Es eso posible?
Desconfío. La supuesta “desideologización” es una ofensiva ideológica extraordinaria. Se trata de sustituir las ideas (diferentes, alternativas, complementarias) por las convicciones únicas (reduccionistas, peligrosamente antidemocráticas…)
:: Todos hemos sido testigos en alguna ocasión de esa persona que cuando habla “conecta” contigo, te cautiva y motiva para la acción. El poder del relato, de la historia, es clave, como bien dices en algunas de tus publicaciones, pero ¿por qué es tan poco habitual en el lenguaje político y empresarial este recurso de comunicación?
James Baldwin, escritor afroamericano y uno de los más conocidos precursores del movimiento de derechos civiles, afirmaba: “Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo”. [Inciso…hemos tomado esta frase porque se identifica muy bien con los valores de Sintetia]
Escribir como paso inicial, básico, innegociable para otra política. Escribir para pensar desde la identidad y la individualidad. Escribir para ser más, para ser voz plural, sumando voluntades, recosiendo identidades. Escribir para ser leído, comentado, reenlazado, distribuido. Leer para transformar lo individual en colectivo, lo personal en comunitario, para reconstruir un relato coral. Leer, porque -como escribe Harold Bloom- ”sólo la lectura atenta y constante proporciona y desarrolla plenamente una personalidad autónoma”.
La democracia necesita electores pero, sobre todo, lectores. Leer tiene la capacidad de combatir la sumisión al poder, a lo establecido, a lo injusto. Leer es el primer combate por la libertad. Leer lo prohibido, lo censurado, lo omitido. Necesitamos construir una alianza de lectores para el cambio social.
Las tecnologías 2.0 nos permiten recuperar la fuerza de las palabras, el discurso y el debate porque son la materia prima de las redes y de la “conversación”. Personas que se materializan en la vida digital en forma de tweets, feeds, posts, comments, links, sms. Personas que son palabras. Palabras que son redes.
:: Te cito: “Frente a una tozuda realidad, sólo un discurso capaz de generar una ilusión colectiva o, al menos, un compromiso colectivo, puede ofrecer confianza a la ciudadanía. De ahí buena parte del desprestigio de la política. Ésta ha dejado de ser un relato épico, movilizador”. Después de leer esta brillante frase, escrita en febrero de 2008, me pregunto ¿No crees que esa falta de discurso es el verdadero problema de España para gestionar esta crisis que lleva instalada en nuestra sociedad desde hace 4 años y no sabemos hasta cuándo durará?
Sí, seguramente. Las palabras políticas suenan a huecas, metálicas, artificiales. Los líderes y la política formal ha perdido la capacidad de hacer pedagogía (que reclama y exige siempre ejemplaridad), y sin ella, su capacidad interpretativa de la realidad les impide dirigirla, regularla, representarla. Hay que volver a las palabras. Las que conmueven y mueven las conciencias. Las que te levantan.
“Lo que perdura, lo fundan los poetas” escribió Hölderlin. Sólo los cínicos se preguntan, todavía, qué aporta el #15M. Más allá de sus propuestas, de sus debates internos (y sus fracturas, también), de su incuestionable capacidad de convocatoria y legitimación social, y del aire fresco que representa en nuestra vida política, el #15M significa un reencuentro de la política con la palabra: en los lemas, en las asambleas, en las redes y en los debates.
:: Vuelvo a citarte: “Los mercados son comunicaciones, pero son nuestras sociedades las que son una gran comunicación conectada”. ¿Es posible transmitir confianza internacional y una buena imagen de España sin una adecuada comunicación?
Las medidas excepcionales, de gran trasfondo social y económico, que van a ser leídas y analizadas por millones de personas; que transmiten un rumbo o un camino; esas medidas requieren de una puesta en escena mediática y comunicativa especial. Si, en cambio, se reduce a una nota de prensa convencional y triste que no permite la interacción con los periodistas, y que sólo aporta titulares y no información, se debilita al Estado, a la autoridad política, al Gobierno y al presidente. Y podría tener el efecto no deseado, al mostrarte poco serio, decidido y fuerte. Es una comunicación tímida, que refleja debilidad política… y eso, me temo, es lo que juzgarán los mercados, los socios y los acreedores.
Tener el poder, pero perder autoridad no es un buen negocio. Y eso ocurre cuando no cuidamos la comunicación de forma exquisita. Me temo que España necesita de una buena comunicación, que hasta ahora no la tenemos, para recuperar eso de lo que tanto se habla: confianza y credibilidad. No se puede sustituir, sin más, la política, el discurso y la comunicación, por el Boletín Oficial del Estado.
:: Has escrito recientemente: “La politización de muchísimos jóvenes —y no tan jóvenes— empieza a veces por un “me gusta”, un clic o un retuit” ¿Confías en la red para recuperar la acción política en España?
Sí, confío. Porque la red conecta personas. La politización en la red se fundamenta en los intereses y las emociones. No le preguntamos a la gente de dónde viene, ni quién es; sino a dónde va y por qué. Esto es lo nuevo y lo más interesante de la socialización digital.
:: Se dice muchas veces, da igual la campaña, da igual el programa político, “seguiré votando a los ‘míos’”. ¿Se vota más con el corazón que con la razón, es decir, nuestros “marcos” de referencia nos ciegan y nos impiden tener una política vigilada?
No, cada vez más, la ciudadanía reclama una política más contractual. Una tensión doble: una política centrada en el servicio y una política capaz de erigirse en el poder democrático por encima de otros poderes. Creo que vamos a un escenario de mayor exigencia política, sí. De mayor fiscalización, observación y monitorización de la política formal. Y de nueva conciencia cívico-ciudadana. En este proceso de reeducación (personal y colectiva) y de uso emancipatorio de las nuevas tecnologías lo importante no es el «soft», ni el «hard», sino el «mind».
Por eso, lo esperanzador es el trasvase de usuarios a activistas. El caudal creciente de personas que a partir de un uso exigente e intensivo de la tecnología aprenden a empoderarse y a tomar conciencia de su dimensión global y social.
La política, la nueva práctica política, será el espacio natural para la defensa del modelo de sociedad libre y justa.
:: Europa, ¿es un ejemplo de tecnócratas sin relato? ¿qué nos une a los europeos? ¿tenemos que reinventarnos como europeos?
Tenemos que ser conscientes de que sólo representamos al 5% de la población mundial. El planeta esta reconstruyendo nuevas centralidades en base a áreas regionales y megaciudades. Las fronteras nacionales (y los estados nación) no son los instrumentos (por escala, formato y capacidad operativa) para resolver los retos a los que nos enfrentamos. De esta crisis, o salimos con más Europa o seremos residuales en el contexto del mundo global y un parque temático para las vacaciones.
:: ¿Cuál es tu lectura respecto al ascenso de los partidos de extrema izquierda y derecha en Grecia? ¿Es la semilla de algo más serio?
Sí, lo es. Es la pérdida de la legitimidad política. El abismo económico arrastra al político que es percibido como parte del problema, no de la solución. La desesperación precede al autoritarismo. Aprendamos de la historia.
:: ¿Cómo un experto en comunicación y en política ha sacado una conexión tan increíblemente buena entre la F1 y el mundo de la empresa y la innovación? ¿Cuáles son las claves de tu libro “Lecciones de Brawn GP”?
El libro es el estudio de un caso “de éxito” sumamente interesante y que permite conectar muchos campos en los que estoy interesado profesionalmente. La semilla surge cuando en 2009 un equipo, el Brawn GP , gana el campeonato de Fórmula 1 y sacude los cimientos de la máxima categoría del automovilismo: “un sobrio monoplaza blanco (casi sin patrocinio) ha superado a las orgullosas escuderías y al circo multicolor de los sponsors más exigentes”. ¿Por qué? ¿Cómo es posible? ¿Qué podemos aprender de ello? Estas preguntas son las que trato de abordar en el libro.
Se trata de un caso donde han ganado las “nuevas ideas y soluciones frente a viejos privilegios y jerarquías”; tenía los condimentos necesarios como para profundizar en ello. Emergió un equipo aportando soluciones radicales en diseño, diferencias importantes en la ejecución, grandes dosis de creatividad y mucha agilidad y flexibilidad. Y es que sólo los lúcidos y ágiles son capaces de superar el desconcierto. Entramos en el debate de que las grandes empresas, los grandes “moles” burocráticas, no son capaces de generar esa capacidad de adaptación, flexibilidad y, si me apuras, frescura para generar nuevo conocimiento.
Los patrones rígidos y lentos colocan a las compañías en seguidoras y pierden aquello que las hizo grandes. A mí me gusta citar una frase de Nikesh Arora, vicepresidente de Google: “La competencia ya no será entre grandes y pequeños, sino entre rápidos y lentos” . Y esto se puede conectar con el mundo de la política y la democracia digital. O tenemos en cuenta esta nueva realidad o políticos y empresas tendrán un serio problema de adaptación y permeabilidad en la sociedad.