Alfabetización financiera para construir una sociedad más próspera

28 marzo 2023

La educación financiera es el proceso mediante el cual los individuos adquieren una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros y desarrollan las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades financieras, y mejorar su bienestar”. (OCDE, 2008).

La educación financiera es la gran asignatura pendiente de los españoles. A la mitad del país le ha caído para septiembre y no es capaz de recuperarla. Incluso profesionales altamente cualificados tienen lagunas preocupantes en la materia. Un erudito en física cuántica puede poner cara de desconcierto cuando se le pregunta por el interés compuesto. Se asombraría al saber que Albert Einstein, probablemente uno de sus científicos de referencia, lo consideraba “la mayor fuerza del universo”, “la octava maravilla del mundo”.

El interés compuesto –la reinversión de las ganancias en el capital- es uno de los conceptos más sencillos y mágicos de la inversión, porque tiene un efecto multiplicador sobre el dinero. Aun así, menos de la mitad de los españoles lo conoce, según una encuesta de Competencias Financieras realizada por el Banco de España.

Incluso algo tan del día a día como la inflación es un concepto relativamente desconocido en un país en el que en 2022 se situó en el 5,7%. Pese a que afecta directamente a la capacidad de compra de las familias, cuatro de cada 10 españoles desconoce el término, según el mismo informe. 

Tenemos un problema de educación financiera

El 36% de los españoles reconoce no contar con las nociones básicas necesarias para gestionar su economía personal, según el Informe Europeo de Pagos de Consumidores de la empresa de gestión de crédito y cobro líder en el mundo Intrum.

El mismo informe refleja que el 46% de los mayores de 50 años no es capaz de ahorrar mensualmente y uno de cada tres españoles lamenta que su economía doméstica empeora porque no sabe ahorrar.

En este contexto de escasa cultura financiera generalizada, quienes nos dedicamos de un modo u otro a la gestión patrimonial sabemos que la educación financiera tiene el poder de generar prosperidad y, por extensión, mejorar la sociedad.

Adquirir el hábito del ahorro y la inversión desde la infancia es más importante para la vida que hacer ecuaciones de tercer grado, raíces cuadradas y parábolas. Unos conocimientos financieros básicos permiten tomar mejores decisiones sobre la gestión de los ingresos y la deuda.

Empecemos por una verdad irrefutable

Una sociedad que no invierte es una sociedad que se empobrece, y este empobrecimiento es aún más acusado cuando la elevada inflación agujerea los bolsillos del ahorrador. En España hay un billón de euros que pierden valor cada día, colocado en cuentas que rinde un 0%.

Si una pequeña parte de ese dinero se invirtiera, si las familias pusieran su dinero a trabajar, en el medio y largo plazo el país gozaría de una situación financiera más saneada. Quizá el dinero no dé la felicidad, pero sí aporta la estabilidad necesaria para que podamos olvidarnos de él para preocuparnos por las cosas importantes de la vida. Y eso sí da la felicidad.

Con este propósito escribimos el libro Invertir de forma inteligente nunca fue tan fácil. Un libro breve que sirve de guía para batir la inflación y alcanzar la libertad financiera, una herramienta práctica que busca ayudar a sus lectores a gestionar su dinero, explicando conceptos clave de forma sencilla, clara y amena.

Pero, ¿cuál es la raíz del problema? ¿Por qué a los españoles nos cuesta tanto relacionarnos con el dinero? ¿Por qué escuchamos la palabra invertir y nuestra cabeza cortocircuita, asociándola a dificultad, riesgo y pérdidas? Aunque no hay respuestas categóricas, algunos factores sí han contribuido decisivamente a que la sociedad adolezca de una cultura financiera suficiente. 

Bancarización

Cunde la falsa percepción de que las finanzas son complejas, que entenderlas está sólo al alcance de unos pocos eruditos. Qué equivocados estamos. Históricamente, nadie se ha esforzado en desmentir esta falacia.

En un país excesivamente bancarizado como el nuestro, quizá tampoco interesaba demasiado dotar a la población de las herramientas necesarias para tomar decisiones de inversión meditadas e inteligentes.

La banca comercial tradicional se ha instalado en una cómoda y hegemónica posición que le ha permitido vender productos de baja calidad y altas comisiones sin rubor. Y para ello, un país financieramente analfabeto es un escenario propicio.

Es lo que subyace tras casos como la venta masiva de participaciones preferentes y salidas a bolsa dudosas. Es lo que alimenta los millones de euros que los grandes bancos captan en fondos monetarios altas comisiones o en fondos con envoltorio y comisiones de gestión activa, aunque su evolución apenas se separe del índice.

Formación financiera deficiente

Si bien existe consenso entre los organismos e instituciones internacionales en la necesidad de que las escuelas fomenten desde temprana edad la cultura del ahorro y la planificación económica, la inclusión de un plan educativo de gran alcance en todas las etapas académicas es una reivindicación que no termina de cuajar. Aun con claras evidencias de que nuestros alumnos están a la cola de Europa en esta materia, no somos capaces de articular un sistema que revierta esta situación.

El ciclo 2012 de PISA, que se centraba especialmente en la evaluación de la competencia financiera, mostró que España era el país de la OCDE con menos formación en educación financiera disponible para los estudiantes: el 84,2 % no recibió este tipo de formación, según recoge el informe de Funcas ¿Es la educación financiera una asignatura pendiente en el sistema educativo español? De José Antonio Molina Marfil, Luis Alejandro López-Agudo y Oscar David Marcenaro-Gutiérrez, publicado en noviembre de 2021.

Existe una clara correlación entre la formación financiera de un país y el hábito de ahorro que sus ciudadanos desarrollan, según el Informe sobre la educación económico-financiera en las aulas españolas, elaborado por PwC.

Países como Alemania, Países Bajos y Suecia tienen tasas de ahorro por encima del 5% mientras que Portugal, Grecia y España muestran valores negativos. Los países con peor formación en esta materia presentan economías más débiles y son más vulnerables a los efectos de las crisis.

Iniciativas de corto alcance

En los últimos años instituciones como el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el propio Ministerio de Economía están haciendo un esfuerzo conjunto para impulsar programas de alfabetización financiera. Hay buena voluntad, pero su alcance es limitado.

Junto a estas instituciones, cada vez más profesionales nos esforzamos desde diversos ámbitos para que la cultura financiera cale entre todas las capas sociales. Quienes firmamos este artículo hemos promovido desde el banco online MyInvestor un ambicioso programa de educación financiera, que lidera la periodista especializada en Finanzas Clarisa Sékulits.

Es fundamental mentalizar a los ciudadanos de la obligatoriedad de invertir con dos objetivos claros:

  • batir la inflación para proteger el valor del dinero y mantener el poder adquisitivo;
  • e invertir para la jubilación, asegurando un futuro estable, sin depender de un sistema de pensiones público en quiebra técnica.

Sería deseable un esfuerzo colectivo para desmontar falsos mitos como el que coloca a la inversión en un terreno acotado a millonarios o profesionales de las finanzas. Nada más lejos de la realidad.

Invertir es fácil. Invertir es para todos los bolsillos. Invertir requiere unos conocimientos financieros básicos que cualquier persona puede adquirir con un mínimo de interés. Invertir con éxito necesita tres ingredientes de los que todos disponemos: tiempo, paciencia y disciplina, como dice Warren Buffet, presidente de Berkshire Hathaway y considerado mejor inversor de todos los tiempos. 

Y es que el tiempo es el mejor amigo del inversor. Cuanto más amplio sea su horizonte temporal, menores son las posibilidades de incurrir en pérdidas.

Si se invierte en bolsa, de forma muy diversificada a largo plazo, dejando que año tras año se reinvierta la ganancia que se genere, el dinero se multiplicará por el efecto del interés compuesto. Si además de mantener la inversión, se realizan con disciplina aportaciones periódicas, el crecimiento será exponencial. Por ejemplo, convertir 10.000 euros en 300.000, con una inversión mensual de 300 euros en 30 años, es perfectamente factible. 

Artículo escrito por

Carlos Aso

CEO del Grupo Andbank y vicepresidente de MyInvestor

Ana Antón

Responsable de comunicación y contenidos de MyInvestor

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