Obama acaba de anunciar que Alan Krueger, profesor de economía en la Universidad de Princeton, liderará el equipo de asesores económicos (CEA) del gobierno estadounidense, reemplazando a Austan Goolsbee. El CEA, a diferencia de consejos como la Oficina Económica del Presidente en España, goza de una gran influencia y ayuda a dar forma a numerosas propuestas legislativas del gobierno de Estados Unidos.
En primer lugar, es necesario no confundir a Alan Krueger, microeconomista «aplicado», con Dirk Krueger, un también fantástico economista de la Universidad de Pennsylvania especialista en macroeconomía. El término «aplicado» hace referencia a la inclinación en su trabajo investigador por las aplicaciones empíricas de los problemas que ha estudiado. Alan Krueger es un gran especialista en economía laboral y en economía de la educación, y sus trabajos empíricos sobre dichos campos se encuentran entre los más citados de la profesión. Aunque sea aventurado interpretar las decisiones de un presidente, quizás esta elección signifique que la administración Obama va a volcar todos sus esfuerzos en la lucha contra el desempleo, ante el creciente temor de que la economía estadounidense experimente una nueva recesión (la llamada double dip).
Alan Krueger ha sido uno de los economistas que más ha empujado el avance de los trabajos empíricos basados en experimentos naturales. Estos trabajos utilizan eventos inesperados (tanto eventos naturales como decisiones inesperadas de política económica) como fuente de variación exógena en el estudio de un tema en concreto. La exogeneidad es una cualidad realmente deseable en las variables de estudio de un trabajo empírico. La razón es sencilla: uno no puede estudiar la relación entre formación y desempleo observando solo como se comportan juntas ambas variables, porque la relación entre ambas puede correr en las dos direcciones y, más importante en este caso, porque es probable que exista algún determinante externo que determine en parte tanto la probabilidad de que alguien estudie como de que se encuentre o no desempleado en un momento dado.
Una posible solución a este problema es la búsqueda de una variable exógena, es decir, de la cual conozcamos bastante bien su fuente de variabilidad y que esta variabilidad sea ajena al problema que estudiamos. Vamos a intentar explicarlo través de un ejemplo concreto de un trabajo de Alan Krueger, junto con David Card, quizás su artículo más famoso por lo sorprendente de su resultado: “Minimum Wages and Employment: A Case Study of the Fast-Food Industry”.
En dicho artículo se estudia el efecto del salario mínimo sobre el desempleo examinando el caso de una propuesta legislativa para aumentar el salario mínimo que prosperó en el estado de New Jersey pero no en otros (en concreto, se compara con el caso de Pennsylvania). Los autores consideran que la variación del salario mínimo se trata de una variable exógena porque no ha respondido a distintas situaciones de desempleo en los estados estudiados, sino a una decisión meramente política. Es decir, se aumentó el salario mínimo de New Jersey y se mantuvo el de Pennsylvania no por diferencias específicas del mercado laboral, sino por diferencias en la agenda política. Ello permite a los autores analizar el efecto de una subida del salario mínimo sobre el desempleo, y los resultados observados en los restaurantes de comida rápida son sorprendentes: Krueger y Card no hallaron relación alguna entre la subida del salario mínimo (que pasó de 4.25 a 5.05 dólares la hora) y el nivel de desempleo. En todo caso, ¡la subida del salario mínimo había aumentado el nivel de empleo!
El trabajo fue objeto de una fuerte polémica en la profesión. Son significativas las declaraciones del premio Nobel James Buchanan y la respuesta del propio Krueger:
Buchanan expresaba:
“Ningún economista con respeto por lo que hace argumentaría que un aumento en el salario mínimo aumenta el nivel de empleo. Tal argumento, expuesto en serio, equivale a una negación de que haya un mínimo de contenido científico en la disciplina de economía, y que, en consecuencia, los economistas no pueden sino escribir como abogados de intereses ideológicos. Afortunadamente, solo un puñado de economistas están dispuestos a despreciar las enseñanzas de dos siglos; todavía no nos hemos convertido en una bandada de prostitutas que persigue al ejército. ”
… a lo que Krueger respondía:
“En esta discusión hay algo más en juego que el salario mínimo: la metodología del análisis de políticas públicas también se encuentra en debate. Algunos economistas, como James Buchanan, han rechazado simplemente la posibilidad de que su visión de la teoría económica pueda ser mostrada como falsa por los datos”
Numerosos trabajos posteriores, algunos realizados por los propios autores, acercaron la evidencia empírica hacia el lado de la teoría económica clásica, pero desde luego no se ha conseguido observar una relación empírica fuerte y unívoca entre el nivel del salario mínimo y el nivel de desempleo.
Durante los próximos meses podremos ver el enfoque de Krueger y su equipo de asesores sobre el problema del desempleo.