Enero de 2022. Sintetia. Mi pequeño homenaje a Albert Camus. ¿Por qué? Porque abrimos el año tras haber tomado un respiro, de la mejor manera que hemos podido. ¿Cómo saber qué pensar, qué hacer, qué sentir antes de que nuestro brazo inicie el gesto y nos abra el año, pidiendo paso, defendiéndonos, cuidando a quienes nos importan, buscando ser personas de bien (si eso fuese fácil y posible)?
En este homenaje intento tomar un punto de referencia. También enero. El día de 4 enero de 1960, en Villeblevin (Francia). El Facel Vega en el que viajaba Albert Camus, el escritor que, acaso, más bien me ha hecho en la vida, se estrelló contra un árbol.
Albert Camus murió en el acto, tras convertirse en un autor fundamental en los siglos XX y XXI. Leerle me ha preparado para buena parte de todo lo que una persona puede vivir en una vida completa, porque hacerlo es dejar la puerta abierta al encuentro con vidas infinitamente más ricas que la nuestra.
Leer a Camus es hallarse ante la búsqueda humana de la dignidad. Aproximarse a su biografía muestra muchas cosas, pero, una de las claves es descubrir en quién se hubiese convertido de no haber sido el niño que fue, y entender su infancia, pobre y feliz, bañada en la luminosidad argelina, que le dio una de las llaves del mundo. Pero, sin duda, el mayor descubrimiento en su biografía fue la confianza de su maestro en su joven alumno.
Hay un texto mítico, absolutamente imprescindible, que muchos ya han leído: la carta que Camus escribió a su maestro, el señor Louis Germain, tras recibir el Premio Nobel de Literatura en 1957. La rescato. Respira antes: asistirán al encuentro de la belleza y la memoria con la gratitud y la dignidad.
Querido señor Germain:
He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Le mando un abrazo de todo corazón.
Albert Camus
A veces me han preguntado qué hay que leer de Camus. Respondo siempre que su novela inacabada, El primer hombre: pese a ser incompleta, no podría ser más perfecta. Camus nos enseñó a intentar buscar el equilibro entre ser y sentirse solitario y solidario. Para llenar el hueco que nos deja toda ausencia, busco ayuda en imágenes de otros dos grandes de las letras.
Antonio Machado escribió: «Lleva quien deja y vive quien ha vivido». Me entra la gratitud nostálgica que tanto nos da y me voy a Jorge Luis Borges y su poema «Posesión del ayer»: «Solo el que ha muerto es nuestro, solo es nuestro lo que perdimos».
Y en este homenaje, quiero brindar a los lectores de Sintetia algunas frases, de las muchas que tengo recopiladas y van siempre conmigo, de Albert Camus y que espero que te ayuden a tomar este 2022 con energía, prosperidad y mucha avidez por aprender y leer.
«Vanidad de la palabra experiencia. La experiencia no es experimental. No se la provoca, se la sufre. Más bien paciencia, que experiencia. Esperamos con paciencia, mejor dicho, padecemos.
—Muy práctico: al salir de la experiencia, no se es sabio, se es experto. ¿Pero en qué?»
Hacerse mayor es sentirse solo. Por eso, quien crece de verdad, es más humilde, está más callado, es —acaso— más inasequible. La lucidez duele, y es, como decía Aurelio, una mutación letal.
«Joven, pedía a los seres más de lo que podían darme: una amistad continua, una emoción permanente.
Sé pedirles ahora menos de lo que pueden darme: una compañía sin frases. Y sus emociones, su amistad, sus gestos nobles conservan a mis ojos su entero valor de milagro: un entero efecto de la gracia».
Cuando eres niño, existe el pensamiento mágico de que tus padres lo pueden todo. Después, crees que los médicos lo curan todo. Y luego, aprendes a que hay cosas que no tienen curación (o solución). Entonces es cuando eres mayor, y ya solo sabes, si tienes suerte y entereza, dispensar compañía –callada o con palabras. Ya no crees en las curaciones mágicas, y crees en cuidar y acompañar si tienes fuerzas, lucidez y generosidad, que es una forma de búsqueda de un corazón puro (sea esto lo que sea). Nadie lo sabe. O si, acaso, algunos.
«El sufrimiento no da derechos».
Es una verdad como un templo. Y esta verdad desnuda (adjetivo y verbo) nos tumba con su contundencia. Todos arrimados a la tribu de los que pretenden tener derechos y casi nadie está en el puente de mando del deber.
“La necesidad de tener razón, signo de un espíritu vulgar».
Ah, tener razón, cuánta soledad, debilidad, necesidad de triunfo revela. Y qué cansado es querer tenerla. Qué humano y que cansado.
«Para ser feliz se necesita tiempo, mucho tiempo. La felicidad es también una larga paciencia. Y es la necesidad de dinero la que nos roba el tiempo. El tiempo se compra. Todo se compra. Ser rico es tener tiempo para ser feliz cuando se es digno de serlo».
La realidad, solo quien se eleva (sin ignorarla), puede entender (si tiene grandeza de mirada) de la frase aquello de que rico es tener tiempo para ser feliz cuando se es digno de serlo.
«La política y la suerte de los hombres están labradas por hombres sin ideal y sin grandeza. Los que llevan en sí la grandeza, no hacen política. Así en todo. Pero se trata ahora de crear en sí a un nuevo hombre. Se trata de que los hombres de acción sea también hombres de ideal y los poetas industriales. Se trata de vivir sin sueños, de llevarlos a la acción. Antes uno renunciaba a ellos o se perdía. No hay que perderse ni renunciar a ellos».
Sin poetas industriales, sin industriales sin poetas, esto es aburrido y no vale la pena. Lo dijo José Figueras “¿de qué sirven los tractores sin violines?”
“Él cinismo, tentación común a todas la inteligencias»
Me lo dijo Elie Wiesel, el cinismo es una forma cruel de inteligencia. Qué amarga es —aunque no lo noten— la inteligencia cínica.
«Esa singular vanidad del hombre que hace y quiere creer que aspira a una verdad, cuando en realidad lo que pide al mundo es amor».
El mundo sin verdad es insoportable. Sin amor, es invivible.
Camus citando a Stuart Mill: «Más vale ser Sócrates descontento que un cerdo satisfecho»
No soporto a los satisfechos. Se pide paciencia y aceptación y blablabla, y todos somos budistas, hasta que tu padre o tu madre están muy enfermos. Entonces queremos al médico que se ha dejado las pestañas en Harvard, estudiando.
«Vivir con las propias pasiones es también vivir con sus propios sufrimientos, que son su contrapeso, su correctivo, su equilibrio y su compensación. Cuando un hombre ha aprendido —y no en teoría— a permanecer solo en la intimidad de su sufrimiento, a superar su deseo de evasión, la ilusión de que otros puedan «compartirlo», le queda ya poco que aprender».
Bua! Cuanta lucidez, soledad, y grandeza en todo esto. Es insoportable. Nos hace compañía lo insoportable.
«Se lee más de lo que se reflexiona».
Leemos, vemos cine, viajamos, hablamos, hacemos cosas para esquivar la soledad. Trabajar cansa. Pensar, como decía Pessoa en su “me duele la cabeza y el Universo”, hace daño. Pensar no es una decisión. Casi nada esencial es una decisión —solo dos o tres veces en la vida debemos decidir qué opción tomaremos al día siguiente—. “Comer bien o dormir bien”. Lo malo es que decidir lo justo no es premio. Dormir bien no es fácil.
«Radici, miliciano, alistado a las Waffen S.S., perseguido por haber hecho fusilar a 28 detenidos de la Santé (asistió a las cuatro tandas de ejecución), pertenecía a la Sociedad Protectora de Animales.
Rebatet y Morgan. A derecha e izquierda o definición universal del fascismo: como no tenían carácter, se dieron a una doctrina».
Hace 30 años, cuando escribe una primera versión de esto, no existían las redes. Las tribus tienen sus instrumentos de doctrina perfecta. Hemos creado el arma perfecta para la destrucción del otro. La rapidez destruye la duda y, con ella, la humanidad. Los puertos más eficientes son los más rápidos. Pero son, también, en los que entra más droga.
«Miseria de este siglo. No hace mucho tiempo había que justificar las malas acciones; ahora hay que justificar las buenas.»
Lo dijo Wilde cuando escribió que de joven admiraba a la gente inteligente y de mayor a la Buena. Murió, a lo grande, solo como un perro. Me corrijo, muchos perros, si tienen suerte con sus dueños, tienen mucha más suerte.
«Sólo tardíamente se adquiere el valor de sostener lo que se sabe».
Así es, lo dijo Nietzsche en el Zaratustra “: «Hace ya mucho tiempo que viví las razones de mis opiniones».
© Jordi Nadal