Reproducimos el artículo de Jonás Fernández en Infolatam sobre las perspectivas de América Latina para la década que comienza.
América Latina ha cerrado un brillante ejercicio marcado por la extraordinaria recuperación económica tras la crisis de 2009 y la democracia continúa marcando los ritmos políticos de la región. De este modo, el continente parece embarcado ya en un intenso proceso de crecimiento que aúna economía de mercado y el desarrollo inicial de un grueso de políticas sociales que ha configurado una versión ampliada del Consenso de Washington.
La economía de la región cerró 2010 con un crecimiento en el entorno del 6,0 por ciento, después de la contracción de la actividad (-1,9 por ciento) en el año previo. En principio, el mantenimiento del intenso desarrollo asiático, especialmente en China, reanimó las exportaciones de los países latinoamericanos, que junto a una expansiva política monetaria y fiscal explican el intenso crecimiento del pasado ejercicio. Este dinamismo de la región unido a las incertidumbres de los países desarrollados ha venido alimentando una elevada entrada de capitales que están apreciando las monedas de casi todos los países.
Además, la propia recuperación mundial está tensionando los precios de los alimentos y de las materias primas, lo que está afectando también a América Latina. De este modo, la rápida salida de la crisis está generando adicionales problemas de gestión del crecimiento económico que deberían ser tratados con cuidado para asegurar la verosimilitud de esa gran esperanza, la década de América Latina.
En primer lugar, la región se está viendo conducida a un debate sobre la política monetaria y cambiaria. La inflación está elevando el tipo de interés de equilibrio y éste a su vez el valor relativo de las monedas locales. Así pues, las autoridades deben decidir entre dos objetivos contradictorios. En segundo lugar, todos los gobiernos han ampliado sus líneas de gasto público durante el pasado año y aún a pesar de que el fuerte crecimiento ha permitido elevar la recaudación se hace necesaria una reflexión sobre las partidas estratégicas de inversión pública y reformas adicionales en los sistemas impositivos.
En tercer lugar, muchos países de la región presentan notables cuellos de botella en sectores de utilities e infraestructuras, marcados bien por oligopolios privados bien por un intervencionismo populista. Y por último, la región sigue pendiente de ampliar el desarrollo de políticas sociales que permita la democratización de las nuevas oportunidades, retroalimentando el proceso de desarrollo con el talento que ahora se pierde entre las bolsas de pobreza y enfermedades.
Así pues, América Latina se enfrenta a una dura agenda de desarrollo que debería centrar el mensaje en estabilidad de precios, crecimiento ordenado y reformas estructurales y del sector público. En este sentido, debería evitar la fijación de tipos de cambio objetivo, si bien parece razonable esperar la creación o ampliación de fondos soberanos que alimentados con las divisas de las exportaciones de materias primas pudieran ayudar a evitar el monocultivo primario y a moderar las oscilaciones del tipo de cambio.
Con todo, la moderación del gasto público y las reformas de oferta son esenciales para garantizar tasas de crecimiento no inflacionarias superiores y, por lo tanto, mayor espacio de maniobra para la política monetaria, que ganaría capacidad de actuación con una menor incidencia sobre los tipos de cambio.
Las previsiones de crecimiento para este año se sitúan en el 4,3 por ciento para el conjunto de la región, tasa cercana al potencial. Sin duda, América Latina está dando un paso extraordinario en su proceso de desarrollo pero aún con esos crecimientos no alcanzará el ritmo de expansión de otras economías emergentes.
Por ello, resulta clave la no confusión entre los asuntos de corto plazo que pueden nublar la actualidad informativa y los retos de medio plazo que marcarán la actual década. Si realmente deseamos que este nuevo lustro abra la puerta de la Década de América Latina aún queda mucho que hacer para batir las actuales previsiones del mercado. Veamos.