“El tiempo lo cambia todo” … eso es lo que la gente dice, pero no es verdad. Hacer cosas cambia las cosas. No hacer nada deja las cosas exactamente como están.
Dr. Gregory House
El lupus es una enfermedad autoinmunitaria, es decir, el propio sistema inmunitario ataca las células y tejidos sanos por error. Esto puede dañar muchas partes del cuerpo, incluyendo las articulaciones, piel, riñones, corazón, pulmones, vasos sanguíneos y el cerebro.
No se conoce la causa exacta del lupus, pero se cree que puede estar relacionada con la genética y el ambiente. El lupus puede tener muchos síntomas que varían de una persona a otra, como dolor articular, erupción cutánea, fiebre, fatiga, etc. Esta enfermedad no tiene cura, pero se puede tratar con medicamentos y cambios en el estilo de vida.
House es una serie de televisión protagonizada por Hugh Laurie, que se emitió entre los años 2004-2012, en la que un médico excéntrico pero genial, se hacía cargo de pacientes casi desahuciados por la medicina, porque los médicos convencionales no eran capaces de diagnosticarles, y, por tanto, de prescribir un remedio para su enfermedad.
El doctor House, abusón, manipulador, sin tacto alguno, misógino, drogadicto y atormentado, acertaba casi siempre. Su equipo, compuesto por médicos con tanto talento como paciencia con su jefe, trataba de anticipar un diagnóstico en base a los síntomas. Una de las bromas derivadas de la serie se refiere al lupus, que es una enfermedad con síntomas esquivos y que generan equívocos. De ahí la afirmación del House, que se convirtió en meme: “Nunca es lupus”.
La complejidad del cuerpo humano, y de la labor de diagnosticar enfermedades hace de House un perfecto ejemplo de lo que es el CPS o Complex Problem Solving.
Sobre el CPS, complejidad, y similares ya hablamos en su momento, así que a los despistados os recomiendo que le echéis un vistazo aquí.
Argentina, sumida en una crisis económica, social y política antes de las elecciones se asemejaba a un enfermo desahuciado en busca de un doctor House.
Argentina como problema complejo
Una vez refrescados los conceptos, vemos claramente que, en resumen, Milei se enfrenta a un problema complejo de libro. No porque la situación sea desesperada, que lo es, sino porque sencillamente, no hay precedentes.
Obviamente, no estamos hablando de que sea el primer país en quiebra de la historia (el estado español ha quebrado 13 veces a lo largo de su historia, por ejemplo), sino que el contexto es completamente diferente y no podemos encontrar equivalentes.
Vamos a intentar recopilar y enumerar los desafíos sociales, económicos y políticos a los que se enfrenta Milei:
- El problema cambiario: El Banco Central tiene reservas netas negativas y una brecha del 180% entre el tipo de cambio oficial y el paralelo.
- Sin haberse producido la ruptura del cepo, ya se ha producido una devaluación fortísima del peso argentino. En realidad, se trata de una adecuación a la realidad cambiaria de la divisa argentina, que ya recogía el cambio en la calle.
- Milei anticipó que suprimirá las restricciones a la adquisición de dólares “cuando terminemos de sanear el Banco Central y la cuestión monetaria”.
- “Cuando terminemos de limpiar el problema del sobrante monetario de la economía, lo haremos. Una vez que terminemos esas dos cosas vamos a sacar el cepo”, sentenció Milei.El jefe de Estado hacía referencia a los pasivos del BCRA. Es decir, la cuantiosa deuda de la autoridad monetaria que complica la posibilidad de abrir de forma abrupta el cepo cambiario.
- Al mismo tiempo, aclaró que desapareció el segmento blue o paralelo para comprar moneda estadounidense: “Hoy en el mercado libre podés comprar todos los dólares que se te dé la gana y nadie te va a perseguir. Dejó de ser delito. Esto no es menor”.
- El riesgo de hiperinflación: La inflación interanual fue del 142.7% en octubre, con una gran distorsión de precios y tarifas públicas atrasadas. Milei quiere eliminar la emisión monetaria, pero reconoce que la inflación seguirá por 18 a 24 meses más.
- El ajuste “de shock”: Milei quiere recortar drásticamente el gasto público, eliminando subsidios y obras públicas. Su objetivo es lograr el equilibrio fiscal en 2024, pero esto podría tener un alto costo social en un país con un 40.1% de pobreza, un 10% de indigencia y salarios erosionados por la inflación.
- Las privatizaciones: Milei quiere que el Estado se desprenda de su participación mayoritaria en YPF, la mayor productora de hidrocarburos del país, y en otras empresas públicas. Sin embargo, esto podría generar resistencia política y social, y afectar la soberanía energética del país25.
- La renegociación de la deuda: Milei quiere reestructurar la deuda externa del país, que asciende a unos 335,000 millones de dólares, equivalentes al 100% del PIB. Su propuesta es ofrecer a los acreedores un canje voluntario por bonos indexados al PIB, pero esto podría implicar una quita significativa y un conflicto con el FMI, que le prestó al país 44,000 millones de dólares.
Los problemas económicos de Argentina no son nuevos. No es el primer presidente que se enfrenta a ellos desde una perspectiva más o menos liberal. ¿Cuál es la diferencia? El desgaste del peronismo y la ineptitud de sus representantes se ha hecho tanto más obscena cuanto más se ha empobrecido la población argentina.
Todos los políticos aparecían con su fórmula mágica particular, pero con la misma cantinela de siempre. Excepto Milei, incorrecto, faltón, dogmático, arrimándose a personajes opuestos entre sí (desde Agustín Laje a Gloria Álvarez, enemigos históricos), y proclamando las bondades del anarcocapitalismo. Con todos sus fallos, Milei consiguió aunar las voluntades de la mayoría de los argentinos con propuestas tan radicales como cerrar el banco central.
¿Es Milei como el doctor House? Milei tiene un diagnóstico, como House lo tenía.
Si el diagnóstico es equivocado, Argentina cae al pozo, como el paciente de House moría. Pero ¿y si acierta? El coste de oportunidad de la equivocación es muy bajo porque el paciente ya estaba desahuciado y moribundo. Los House solamente son llamados cuando la situación es desesperada.
No es la primera terapia de choque que se produce en la historia económica occidental. Leszek Balcerowicz, ministro de finanzas del primer gobierno post comunista en Polonia, puso en marcha un paquete de medidas económicas en los tres primeros meses de legislatura que dieron la vuelta a la economía polaca y la situaron muy por encima de sus vecinos y de su propia situación durante el comunismo.
La diferencia entre Balcerowicz y Milei es que el primero llevó a cabo durante años, bajo el comunismo, un estudio empírico acerca de qué tipo de medidas económicas eran mejores para luchar contra la pobreza. Cuando el primer ministro le propuso que se hiciera cargo de la economía, él ya tenía el diagnóstico, el equipo y la cura.
Por el contrario, Milei es más doctrinal. Y eso le hace depender de quienes le rodean. En ambos casos, el pueblo está más que harto del régimen anterior, y además, partían de una situación tan mala, que no tenían mucho que perder. Pero ¿tendrá Milei el coraje de aplicar medidas en contra de todos, como el polaco Balcerowicz, que actuó independientemente del partido?
Milei enfrentado a su acto médico
El acto médico es un ejemplo de libro de un ejemplo de CPS que puede generar un desencadenante que derive en errores por arrogancia o síndrome del impostor.
¿Por qué cualquier acto médico? Porque lo que determina la principal diferencia entre el éxito y el fracaso sería la prontitud con la que hay que tomar decisiones que pueden tener consecuencias vitales, de la misma manera que se tomaría en un quirófano o en un entorno de la UCI.
En este acto entran en juego múltiples variables, algunas relacionadas con el paciente, otras con el profesional que le atiende, con el entorno sociosanitario y con el factor X (por qué no).
Para entender mejor la importancia del acto médico es necesario cambiar el binomio ineptitud/operatividad por inocencia/operatividad. ¿Qué queremos expresar con inocencia? Tener mente abierta, ausencia de arrogancia, respeto a la patología que nos están contando como si fuéramos estudiantes de último curso o primer año de residencia.
En definitiva, huir de la desidia y la costumbre de haber hecho eso más de mil veces, mantener la guardia alerta. Esto será lo que nos haga ser operativos y poder descomponer en pequeñas fracciones ordenables y con sentido los datos que nos aportan.
Dependiendo de la premura, podrá ser emergente (una parada cardiaca, una hemorragia aguda…), urgente, o con tiempo suficiente para acudir a una consulta en atención primaria o en el especialista.
El paciente en sí es un CPS. Lo que cuenta, cómo lo cuenta y su vivencia personal de la situación de enfermedad pueden orientarnos o confundirnos sobre el foco del cuadro y sobre la emergencia. Por ejemplo, hay pacientes con un infarto que lo viven con más tranquilidad que otros con un uñero.
Cuando un médico se enfrenta a un bebe de meses, que sólo llora y la información viene de unos padres preocupadísimos y desbordados, o eres inocente (permeable) a lo que te cuenten o, si eres arrogante, puedes perder datos importantes para estructurar el proceso.
La labor del médico es recibir esos datos, descomponerlos, solicitar pruebas, recibir más datos, recomponerlos, de nuevo, y emitir una solución, o no, pero no te puedes quedar quieto: tienes que seguir siendo operativo.
Para tener un mayor número de aciertos es fundamental mantener ese binomio inocencia-ineptitud/operatividad, respetando así la complejidad del proceso. La arrogancia podría llevarnos a decir “esto es así porque lo digo yo” y solucionarlo de manera fácil por la tangente.
También hay que tener en cuenta que la arrogancia no sólo es patrimonio del médico, hay pacientes que vienen exigiendo determinadas pruebas y ponen en duda el quehacer del profesional de la salud porque se han formado un criterio en Dr. Google y cuñadeo. Y no hay que olvidar el entorno sociosanitario. El nivel cultural y educacional del paciente es policromado, desde colores “negros oscuros” hasta rojos agresivos, pasando por tonos pasteles. Lo dejamos ahí.
Si pensamos en Milei desde este punto de vista, nos damos cuenta de la dificultad de su “acto médico”.
Milei está con un enfermo en estado crítico, que acaba de entrar por las puertas de la UCI de un patadón enorme del enfermero, entubado hasta los ojos y con las constantes vitales en mínimos.
No hay tiempo para dieta blanda y antibióticos. Necesita una operación a corazón abierto.
No caben mesianismos, arrogancia, ni medias tintas, hace falta un doctor House que sostenga su diagnóstico y aplique los remedios adecuados, muy atento a la reacción del cuerpo enfermo y sin atender a quienes le insisten en que es lupus.
Y recordad, antes de curarse, el enfermo de House siempre pasa por dos paradas cardíacas.