Deberíamos empezar a prepararnos psicológicamente para lo que nos espera durante 2015. Será con casi total seguridad un año intenso en talleres, conferencias y demás eventos que reclamarán nuestra atención a través de ponentes y especialistas del Big Data, muchos de los cuáles procederán sin pudor alguno directamente del incansable discurso del social media, Twitter, Instagram, Facebook y un largo etcétera.
¿Quieren una prueba premonitoria de esta fiebre del oro del Big Data? Observen cuántos empiezan a pasarse a todo lo que huela a Smart: ciudades, destinos, etc.
Así que permítanme que me adelante y sea como ese pesado contacto que nos felicita las navidades antes de que acabe noviembre, no vaya a ser que sus deseos pasen inadvertidos entre tantas invitaciones a vivir en paz y prosperidad.
Decidir qué carrera estudiar, seleccionar nuestros primeros pasos en el mundo laboral o elegir pareja son algunas de las decisiones que marcan nuestra trayectoria vital. Cada una de las decisiones que tomamos comprometen nuestros escasos recursos y determinan nuestro futuro, y muchos de nosotros nos damos cuenta cuando hemos pasado de los 40 y tantos de los errores que cometimos en el pasado, malas decisiones que podíamos haber evitado incorporando un ingrediente imprescindible: información adecuada en el momento oportuno. Nuestra principal fuente de conocimiento es la experiencia y los consejos, siempre bienintencionados, de los que nos rodean: nuestra familia, nuestros amigos y de los que vemos triunfar cerca; una muestra valiosa pero sin duda limitada en el nuevo campo de juego global.
Además contamos con la ayuda de las encuestas, esas que nos dicen que existe una relación positiva entre el nivel de estudios y los ingresos, aunque claro de la misma manera que éxitos pasados no garantizan triunfos futuros, las causas del éxito profesional de nuestros padres no garantiza el nuestro propio.
En fin que llegados a este punto ustedes estarán preguntándose qué tiene que ver todo esto con el Big Data. Imaginemos que en lugar de tomar decisiones basadas en nuestras experiencias pasadas o de nuestros conocidos, pudiéramos acceder a las experiencias de miles de personas desconocidas de distinta condición y suerte, y que además fuéramos capaces de conocer muchos más datos de esa ingente muestra: las conversaciones que mantenían con sus familias, la cultura financiera de sus padres, su actitud ante lo desconocido, etc. Datos cada vez más abundantes que podríamos capturar y procesar en tiempo real.
Precisamente de eso trata el Big Data: del aprovechamiento de ingentes cantidades de información que identifican patrones de comportamiento y nos ayuda a tomar mejores decisiones. Un buen análisis de toda la información disponible nos ofrece una visión mucho más completa de la realidad en la que vivimos y de las consecuencias de cada una de nuestras elecciones, es posible que observemos que en algunas culturas es mucho más importante con quién nos vamos de fiesta o con quién almorzamos que nuestro esfuerzo en adquirir mayores competencias técnicas, por si todavía no lo habían descubierto de forma intuitiva.
La capacidad del Big Data para transformar nuestra realidad personal o empresarial es destacable, como por otra parte siempre lo ha sido el análisis de datos, no se trata de olvidarnos de las bases de la estadística, sino de añadirle tres ingredientes fundamentales: el incremento de la cantidad, diversidad y velocidad de la información disponible en tiempo real (Internet, sensores y bases de datos); el aumento de la capacidad de almacenamiento y procesamiento de los datos y la existencia de herramientas mucho más potentes para visualizar y representar la información.
Se trata sin duda de cambios sustanciales, pero que no significarán mucho para el gobierno de nuestras empresas y administraciones si no somos capaces de pasar de los discursos grandilocuentes y los juegos teóricos al aprovechamiento real de esta oportunidad.
Sobre el autor:
José Luis Córdoba (@jlcordoba) es el impulsor y primer director de andalucialab.org y cinnta.es, además de profesor colaborador de la Universidad de Málaga.
4 Comentarios
Leyéndolo se me ocurre que sería dificil debatir contigo en este asunto del «big data» porque creo que nuestras opiniones sobre su futuro estarían peligrosamente alineadas, aunque si dejamos a un lado la parte del espectáculo que insinuas en tu post, el potencial del «BIG BIG BIG data» no se puede discutir, jeje… 🙂
sin un poco de espectáculo no hay diversión 🙂
Hola José Luis,
esta muy bien esta simplificación.
Pero creo que la confusión del termino viene por identificar Big Data exclusivamente con el Internet de las cosas (smart cities, automatización etc…) en vez de decir claramente que el Big Data se da en tres niveles:
1º En los datos y contenidos generados conscientemente por las personas
2º Los datos generados inconscientemente por las personas y empresas
3º Los datos generados por las máquinas.
Un saludo
Ramón
Gracias Ramón, me gusta tu apunte, tendemos a fijarnos en una única fuente de datos. Saludos