En términos de innovación tecnológica, podemos afirmar que en las últimas décadas han primado las experiencias digitales enriquecedoras, innovadoras y sorprendentes (efecto WOW). Sin embargo, ha llegado el momento de situar al ser humano en el centro y anticipar escenarios e impactos sociales, desde un enfoque ético y humanista.
Hasta ahora, la innovación no ha contemplado completamente los aspectos éticos o de impacto social. Pero en el momento actual, es crucial que redefinamos este concepto para enfocarnos, no solo en sorprender a través de avances tecnológicos, sino también en asegurar que estos avances se diseñan y utilizan éticamente para contribuir a mejorar la vida de las personas.
En mi primer libro redefino este “Nuevo efecto Wow» impulsado por la ética, la sostenibilidad y el humanismo, promoviendo que las empresas tecnológicas incorporemos principios éticos en el diseño de los productos y anticipemos posibles usos indebidos.
Esta es la tesis de Carlos Grau, quien fue el CEO de la Fundación Mobile World Capital Barcelona, con una dilatada trayectoria en el ámbito de las tecnologías de la comunicación, la información y el desarrollo de negocio digital. Ha ocupado cargos de directivos en grandes empresas tecnológicas (Hewlett-Packard, Accenture, Sun Microsystems, Telefónica). Ha sido director general en Catalunya de Microsoft y Director de Sector Público en España.
—Me gusta la forma en la que utilizas el concepto de ‘propósito’, en los negocios, pero sobre todo en la tecnología y la innovación. A Xavier Marcet y a mí nos obsesiona siempre el management humanista y colocar en el centro a las personas, ¿esto es posible con la tecnología, sobre todo en los campos de alta tecnología y toda la revolución de la IA que estamos viviendo?
Por supuesto, es posible y debe ser así si queremos avanzar como sociedad sin dejar a nadie atrás. Esto implica, priorizar la ética y la responsabilidad en la tecnología, garantizar su accesibilidad y equidad, orientarla a mejorar la calidad de vida de todo el planeta y empoderar a las personas para que participen activamente en su creación y uso.
Personalmente, a lo largo de estos cuarenta años de carrera profesional, he dedicado mi energía y pasión a impulsar la innovación, la tecnología y las ventas desde un enfoque humanista. En cada proyecto he buscado el crecimiento empresarial, pero al mismo tiempo, el modo óptimo de mejorar la vida de las personas mediante un impacto social positivo.
—¿Qué le dirías a quien cree que la IA es un destructor potencial de muchos empleos?
Actualmente ya estamos viendo cómo la IA está impactando en más del 40% de los puestos de trabajo y el pronóstico más probable es que el porcentaje aumente hasta acabar afectando a la totalidad de los empleos.
En una primera fase, todas las tareas secuenciales repetitivas, que hasta ahora realizaban los humanos se irán reemplazando por robots o sistemas automáticos que gestionarán datos a través de la IA. Veremos cómo las tareas de menor valor añadido serán sustituidas y agilizadas por estos sistemas, de manera que muchos puestos de trabajo dejarán de existir.
Pero considero que no debemos tomarnos esto como una amenaza, sino más bien como una gran oportunidad de dignificar el concepto del empleo.
Debemos pensar que esta transformación contribuye a generar más trabajos de valor en los que habilidades relacionadas con la creatividad, la empatía, la inteligencia emocional y la generación de confianza toman mayor valor y relevancia.
Además, el despliegue de tecnologías está favoreciendo la mejora de competitividad y productividad en muchas empresas, creando nuevos puestos de trabajo en mayor volumen que los que se destruyen. Evidentemente, esos nuevos puestos de trabajo no son iguales a los anteriores, requieren de una mayor preparación. Es ahí donde tenemos la oportunidad de crecer y avanzar profesionalmente.
—¿Por qué la tecnología puede acelerar y potenciar nuestras mentes y las oportunidades sociales?
La tecnología facilita el acceso a recursos educativos y culturales, lo que nos permite aprender y expandir nuestras habilidades y desarrollo cognitivo de manera rápida y eficiente. Además, nos ofrece herramientas y plataformas que nos permiten conectarnos con personas de todo el mundo para compartir ideas y experiencias de manera instantánea, favoreciendo así el intercambio de conocimientos y la colaboración en proyectos sociales y empresariales.
Asimismo, la tecnología nos aporta soluciones innovadoras a problemas sociales complejos, desde la teleasistencia y la educación en red hasta la inclusión financiera y el desarrollo sostenible, mejorando la calidad de vida de las personas y promoviendo la igualdad de oportunidades en la sociedad.
—Dices en el libro, que en el área de inversión “hay que ser más prudente y estar mucho más preparado que en otras iniciativas de innovación abierta”. Explícanos un poco más…
Antes de invertir con éxito en startups o en promover spin-offs desde nuestras empresas es necesario que tener una mínima madurez en los procesos de innovación abierta, conociendo bien los retos, teniendo un buen entorno de observación, promoviendo pilotos y pruebas de concepto de forma efectiva, y formando a nuestros empleados en técnicas de intra-emprendimiento. Invertir antes de desarrollar todas estas capacidades y sin una adecuada madurez conlleva mucho riesgo.
—Conocí muy bien The Collider, como un instrumento que llegó como un aire fresco para movilizar jóvenes empresas punteras tecnológicamente. ¿Cómo surgió?
The Collider nace como un programa impulsado por la Fundación Mobile World Capital Barcelona con un objetivo claro: apoyar la innovación y la transferencia tecnológica en el ámbito de la ciencia y la tecnología en nuestro país.
En 2016 se estableció como un programa de emprendimiento corporativo que buscaba fomentar la colaboración entre startups y grandes empresas para resolver desafíos tecnológicos y explorar nuevas oportunidades de negocio, promoviendo la transferencia.
Hoy, The Collider, ofrece un entorno único en el que emprendedores, científicos y empresas pueden colaborar, compartir conocimientos y desarrollar soluciones innovadoras en áreas como la inteligencia artificial, la biotecnología, la salud digital y otras tecnologías emergentes. Su gran propósito es acelerar el proceso de transferencia tecnológica y promover la creación de startups de alto impacto que puedan transformar industrias y mejorar la sociedad.
—Defiendes en el libro la importancia de los consejos asesores en las empresas ¿Cómo son esos consejos asesores? ¿Qué funciones tienen? ¿Puedes contarnos algún caso de éxito que te haya gustado especialmente?
Desde su perspectiva externa, los consejos asesores de las empresas, que están formados por profesionales con experiencia y éxitos probados, aportan conocimientos a los equipos ejecutivos, así como ideas, innovación, buenas prácticas y una visión estratégica que complementa y aporta valor a las compañías.
Las empresas, desde esa experiencia y visión estratégica, pueden realizar reflexiones que ayuden a impulsar nuevos servicios y productos y a cambiar el modelo de negocio de la compañía.
En este último año, desde Grau Innovation Consulting hemos tenido la oportunidad de incorporarnos en varios consejos asesores contribuyendo a generar impacto positivo y resultados que ponen de manifiesto el relevante papel que estos organismos aportan en la gobernanza y en el crecimiento de las empresas.
Porque a través de los consejos asesores, podemos impulsar un mayor crecimiento en ventas, reducir costes de I+D, generar ingresos incrementales gracias a la innovación abierta, así como mejorar la productividad de los equipos y dar un salto en calidad, satisfacción de los clientes y relevancia.
Entre los casos más recientes, encontramos el de una empresa especializada en aplicaciones de informática avanzada, experta en inteligencia artificial, que trabajaba para relevantes organismos internacionales, como la NASA, pero que estaba teniendo un modesto crecimiento en nuestro país.
Al incorporarnos en su consejo asesor logramos aportar formación y acompañamiento para que pudieran mejorar las competencias y habilidades comerciales de su equipo, y contribuimos a conectar la compañía con el ecosistema, ajustando una propuesta de valor de mayor impacto. En los últimos seis meses logramos tres contactos en grandes cuentas de nuestro territorio que generarán oportunidades de crecimiento y diversificación en los próximos años.
En estos últimos tres años, desde el consejo de Durania también hemos participado en decisiones clave de la compañía que afectan a la organización, a los procesos de digitalización y al proceso de innovación.
Acompañamiento en decisiones clave que desde el consejo apoyamos, como la monitorización del plan de sistemas o el plan de innovación, acompañando a la consejera delegada y a su equipo en la toma de decisiones en entornos complejos.
Este trabajo en equipo ha permitido que la empresa haya dado un salto en crecimiento, alcanzando un récord en resultados de EBITDA.
—Con toda la experiencia que has vivido como CEO de la Fundación Mobile World Capital de Barcelona, te pregunto: 1.- ¿Cuál es el mayor potencial cómo país en tecnología digital? 2.- ¿Cuáles son las barreras más importantes para que este ecosistema sea aún más dinámico?
Nuestro país tiene grandes activos. Somos la onceava potencia mundial en producciones científicas (“papers”), y contamos a su vez con la red de fibra óptica más densa de Europa, que es la tercera a nivel mundial. Tenemos que mejorar la transferencia y que esa capacidad de innovación nos permita crear empresas y aportar más valor a la sociedad.
—¿Qué es lo más difícil a la hora de hacer crecer una empresa y convertirla en global?
Lo más difícil, en ocasiones, es simplemente pensar en grande, ser humilde y aplicar las mejores técnicas de ventas para poder crecer.
Las empresas necesitan directivos que ejerzan el liderazgo desde la humildad, que sean capaces de anticipar el futuro, adaptarse con flexibilidad y aportar una visión que genere un propósito aspiracional.
El secreto pasa por observar, escuchar, aprender y desaprender constantemente, adaptarnos y mejorar para continuar avanzando.
—La tecnología está en todos los sitios, pero España tiene un problema estructural de productividad y de capacidad para generar un crecimiento sólido de su renta per cápita a medio y largo plazo. ¿Tenemos un problema de tamaño empresarial? ¿De inversión en innovación? ¿De absorber conocimiento?
El problema que tenemos de baja productividad se debe principalmente a bajas inversiones en I+D+i, y a la necesidad de una mejor formación y un uso más efectivo de las nuevas tecnologías.
Tenemos que trabajar en esos tres ejes para dar un salto de productividad y competitividad en los próximos años.
—¿Dónde está el desafío entre la conexión de tecnología y sostenibilidad?
El desafío principal está en ser conscientes de que ambas cosas son compatibles.
Debemos apostar por crecimientos empresariales, pero no podemos olvidar la necesidad de contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, enfocándonos en aspectos como la mejora de la calidad de vida y la reducción de desigualdades. Ambos objetivos son compatibles y en mi primer libro, el nuevo efecto WOW, comparto ejemplos y reflexiones claras en este contexto.