Contra la tontería. Menos gesticulación y más gestión

15 diciembre 2014

Uno de mis maestros fue Francesc Santacana, el que durante muchos años fue, entre otras cosas, líder y alma del Plan Estratégico de Barcelona. En una entrevista que le hicieron en El País resumió bien su posición: él estaba contra la tontería. Intuyo expresaba un cierto hartazgo ante la vacuidad. Al final lo importante en la vida, y por tanto también en la gestión de organizaciones y proyectos, es la autenticidad. La búsqueda y asunción real de resultados significativos. La tontería equivale al humo, a las barreras burocráticas, al seguidismo papanatas y la sofisticación grandilocuente. Lo difícil es crear y transformar realidades u organizaciones hacia algo que valga la pena. Algo que, por ejemplo, en las empresas permita crear valor sostenidamente para las personas, sean clientes, sean empleados, sean accionistas, sea la propia sociedad.

Vivimos en un mundo de transparencia inexorable. La autenticidad ya no puede ser a medias, ni cuando se exhiben ambigüedades (que tampoco son tan malas como nos recuerda el Charles Handy). La autenticidad, más que un valor, es un resultado, es la concatenación de coherencias profundas que se producen en la espontaneidad, de modo natural. La autenticidad más que planificable es el ejercicio de una trayectoria, con sus imprevistos, con sus éxitos y sus fracasos. Obviamente no es inmaculada ni objetiva, es tanto más subjetiva cuando compleja sea la trayectoria de las personas o las organizaciones que la encarnan.

Para los que no movemos en la gestión de organizaciones, estar contra la tontería es apostar por un management menos pusilánime. Por un management capaz de sintetizar complejidades más que de simplificarlas. La simplificación de la complejidad en la empresa es el populismo de la política llevado al management. Lo que necesitamos es un management que sepa hacer síntesis estratégicas y operativas con gran fluidez.

En contextos que cambian muy rápidamente y sobre los que la información de que disponemos crece exponencialmente y se actualiza sincrónicamente, no vale simplificar, no valen tonterías, lo que vale son síntesis capaces de adaptar y transformar con naturalidad nuestras organizaciones. Lo que valen son cadenas de decisiones que saben adaptarse al cambio de contexto sin dejar de ser decisiones estratégicas.

Autenticidad_Management_Sintetia

He tenido en los últimos años la oportunidad de trabajar como consultor con empresas muy distintas, a todas ellas les estoy agradecido, aunque no pueda decir que admire a todas. Admiro las que respiran autenticidad. Las que procuran el mínimo gap posible entre su discurso y sus prácticas. Las que cuando deciden sus estrategias ya saben que son rumbos sinuosos más que caminos lineales sobre el mar. Las que cuando innovan saben que arriesgan explorando impactar con nuevo valor en sus mercados y convencen a sus unidades de negocio de que hay que hacer todo a la vez, el día a día y el labrar la agenda real del portfolio del futuro. Las que cuando cambian no se quedan en liturgias y buscan las palancas del cambio que activan las personas, las más sostenibles, las más competitivas.

La tontería de la que hablaba Santacana, sospecho que sería aplicada al management, la que gesticula más que transforma. La que cree que largo plazo es una suma de pequeños plazos. Aquella para la que innovar es tener ideas sin asumir riesgo. La que hace discursos sobre liderazgo pero no luego no es capaz de tomar decisiones. La que habla mucho de talento pero que es un estanque profesional. La que confunde soluciones con reuniones.

Necesitamos alejarnos de la tontería. Tener resultados no es fácil. Construir comunidades profesionales versátiles con un ADN de cambio natural es un gran reto. Saber adaptarse para crear un valor que el cliente perciba como único está al alcance de pocos. Luchar contras esas burocracias que nos crecen sin querer es muy duro. Equilibrar los intereses de clientes, empleados, accionistas y de la sociedad en un mapa de resultados que ofrezca outputs económicos y otros sociales es todavía más complicado como para que las cosas no sean verdad.

Complejidad_Management_Sintetia

El management que está contra la tontería lo hacen líderes auténticos que piensan por cuenta propia, estrategias que prueban rumbos que no son lineales, escenarios de comunicación poliédricos e iniciativas de innovación sin sordina. Estar contra la tontería es huir del gattopardismo (que todo cambie para que todo siga igual), es entender que el cambio si es una tontería, si no transforma realmente nuestras empresas, gesticulamos más que gestionamos.

Artículo escrito por Xavier Marcet

Fundador y presidente de Barcelona Drucker Society

3 Comentarios

  1. Francisco Lozano Comparini

    Felicitaciones Xavier, muy buen articulo y muy cierto.
    Ser consecuente con lo que se dice, tan básico como esto y sin embargo muchas veces no ocurre!

    Saludos

    Francisco

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  2. Fran Gutiérrez

    Un fantástico artículo.
    Son sobrados los ejemplos de ese tipo de esquizofrenia empresarial. Yo creo que son demasiados los casos de organizaciones en las que, entre el «discurso y la práctica», entre «la liturgia y la realidad», se perciben marcadas diferencias.
    Incluso recuerdo un caso de empresa en la que: lo que se decía, lo que se hacía y lo que realmente se creía, no había ningún parecido.
    Gracias!

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  3. Amalio Rey

    Felicitaciones, Xavier. Me ha gustado mucho tu post. Suscribo lo que dices. Sólo quería compartir contigo esta duda: ¿No te parece que este sistema/mercado NO premia cualquier tipo de “autenticidad”, sino solo aquella que se alinea con las lógicas competitivas dominantes, sean justas o no? Intentaré explicarme.

    La “autenticidad” en los términos que la usas aquí, Xavier, significa tomar decisiones coherentes con una identidad/trayectoria asumida/elegida. Perfecto!!. Como te podrás imaginar, suscribo eso sin ambages. Eso es liderazgo, aunque la complejidad (como bien dices, “a lo Handy”) nos plantee contradicciones, paradojas y dilemas que obliguen a “ajustar” trayectorias, pero siempre dentro de una consistencia.

    Ese efecto acumulativo de la coherencia es glorioso. Así que “ser menos pusilánimes” (dejarnos de tonterías) parece esencial para mantener la línea, a pesar de los contratiempos.

    Mi duda está en cómo esa deseada “autenticidad” puede preservarse cuando un entorno de mercado, un contexto determinado, la castiga. O sea, cuando los “resultados significativos” (de generar valor para las personas) que busca una buena empresa no encajan con las lógicas o chapuzas competitivas y las fuentes de rentabilidad dominantes. Cada vez que eso ocurre, sólo les queda cerrar (si no quieren renunciar a la autenticidad), o “adaptarse” a los caprichos del sistema (y la presión de los accionistas), lo que significa en términos prácticos renunciar a una buena cuota de la espontaneidad/naturalidad que caracterizaría al liderazgo auténtico (aumentando así el gap discurso-hechos al que tú te referías). En fin, esto en cristiano se traduce así: “¡¡el mercado manda por encima de tus conviciones!!

    No hablo de teoría, ni en plan catastrofista. Eso está pasando mucho en mi alrededor. Es triste ver la cantidad de empresas auténticas (buscaban aportar valor genuino) que están cerrando, mientras sobreviven otras que son coherentes, sí, pero en la búsqueda de una rentabilidad por caminos socialmente reprochables (o indiferentes). Es decir, me consta que hay líderes y empresas que son terriblemente coherentes, nada pusilánimes (y por tanto “auténticos”), pero la identidad que han elegido y el tipo de valor que pretenden crear, está muy lejos de estar alineado con el “óptimo social” que necesitamos.

    Por hacer un juego de palabras, son empresas auténticas y coherentes con sus accionistas (€), no se andan “con tonterías” a la hora de defender sus objetivos, pero esos objetivos son “socialmente tontos” 🙂

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