Me gustaría hablar de coraje, creatividad e innovación. Puede parecer que es un cóctel sin sentido, pero no lo es. Haz la siguiente búsqueda en Google: cómo se mide la innovación de un país. Lo habitual es encontrar 4 factores determinantes.
- Solicitudes de patentes.
- Número de patentes otorgadas.
- Royalties que esas patentes aportan.
- Exportaciones de alta tecnología.
Destacan también los índices de innovación que conectan varias variables sintetizadas en un único número: porcentaje de productos nuevos que se lanzan al mercado, gasto en investigación y desarrollo, patentes, personal cualificado, inversión en mejora de procesos, digitalización de procesos…
Tanto en indicadores parciales como sintéticos España tiene un problema, si lo comparamos con los mejores del mundo, en innovación. Y nos pasamos mucho tiempo tratando de explicar el por qué ocurre esto. Mi explicación es previa a todos estos números.
Tiene que ver con la actitud ante los retos, ante lo desconocido, ante lo incierto. Y para desarrollar esta actitud se necesita coraje. Una sociedad con ciudadanos que tienen arraigada una actitud de coraje genera empresas con más capacidades para afrontar procesos de innovación, y romper las barreras que nos dejan paralizados.
¿Qué es el coraje?
Tomaré la defición de un filósofo del siglo XXI, Ryan Holiday, que nos trae al estoicismo al tablero de juego y nos dice que hay 4 elementos que definen la virtud de una persona: el coraje, la templanza, la justicia y la sabiduría. Estos elementos funcionan como los puntos cardinales. Y «son la clave de una vida de honor, de gloria, de excelencia en todos los sentidos».
Como dice Holiday, no podemos escaparnos a los dilemas, y tenemos que decidir cómo actuar: «¿Seremos egoístas o desinteresados? ¿Valientes o temerosos? ¿Fuertes o débiles? ¿Sabios o tontos? ¿Adquiriremos una buena costumbre o una mala? ¿El coraje o la cobardía? ¿La felicidad o la ignorancia o el reto de una nueva idea? ¿Seguir como siempre … o evolucionar? ¿El camino fácil o el correcto?»
Estas disyuntivas explican por qué la virtud está detrás de la innovación y del progreso como sociedad.
«El coraje no es una piedra preciosa», dice Holiday. «No es un diamante, el resultado de un proceso de miles de años. No es petróleo… no ofrece recursos finitos». El coraje es un recurso renovable, accesible para todas las personas, presente desde que nacemos hasta que morimos, en muchísimas micro-decisiones. El coraje está en cada uno de nosotros.
Para Holiday, rescatando las ideas del poso de la mejor filosofía desde la antigua Grecia y los mejores pensadores del Imperio Romano: «El coraje es riesgo, sacrificio, compromiso, perseverancia, verdad, determinación (…) cuando haces lo que otros no puedes o no quieren hacer».
Y así se forjó la historia, el progreso, las grandes empresas, los mejores inventos que mejoraron la calidad de vida de los seremos humanos. Y seguirá haciéndolo hasta que el mundo gire. Detrás de este proceso emocionante están, como diría Holiday —porque no lo puedo mejorar:
- «Personas que se levantaron (o se sentaron) …
- Personas que lucharon…
- Personas que arriesgaron…
- Personas que no se quedaron calladas…
- Personas que probaron…
- Personas que dominaron sus miedos, actuaron con coraje y, en ocasiones, alcanzaron brevemente ese plano superior de existencia que les permitió entrar en el panteón de los héroes».
¿Y por qué el coraje está en el ADN de la transformación de una organización?
- Porque se trata de hacer posible lo imposible.
- Provoca en nosotros el impulso para no hacer caso a normas, frenos y barreras absurdas que ponen los egos de ciertos jefes, y te aportan fuerza para dar un paso adelante y hacer lo mejor para el cliente.
- Porque se necesita coraje para encender la mecha de la imaginación y la creatividad y hacer cosas que sorprendan a los clientes, para ser excelente en los próximos 5 minutos, para hacer que tus proveedores sean tus aliados, para desafiar el mercado.
- Porque sin coraje es imposible mantenerse firmes ante propósito, caiga quien caiga, y pase lo que pase. Sin coraje no nos seguirá nadie. El propósito está por encima de todo, gestionándolo férreamente para evitar sorpresas financieras.
Lo que diferencia a las personas, a las empresas, a los políticos incluso, es la forma de enfrentarse a los desafíos, a las crisis, a los momentos donde todo estalla por los aires. Y sin coraje es imposible. Pasar del traje y los despachos a las trincheras, como ha hecho Zelenski, está al alcance de muy pocos. Pocas personas pueden trabajar contra viento y marea en la excelencia, para no rendirse ante la mediocridad, y que todo se pudra por inacción.
El enemigo del coraje es el miedo
Ryan Holiday nos dice que el miedo es el enemigo del coraje. Lo que hace diferentes a los grandes líderes es que se convierten «en asesinos del miedo». Porque el miedo nos aleja de nuestros objetivos. Es mentiroso, embaucador y manipulador, nos hace creer que su tamaño es mucho mayor del que realmente es.
Pero, «no hay nada que valga la pena que no dé miedo. Nadie ha alcanzado la grandeza sin luchar contra sus dudas, inquietudes, limitaciones y demonios», sentencia Holiday.
Esto se traduce en una actitud en la empresa tremendamente diferente a la apatía con la que muchas veces nos encontramos:
¿Qué dirá la competencia si hacemos esto? ¿Se reirán de nosotros? ¿Pensarán que estamos locos? ¿Y si tiramos por la borda lo conseguido hasta la fecha? ¿Y si sale mal? ¿Y si no sé anticiparme al futuro, y nos arruinamos? ¿Y si el consejo dice que somos unos inútiles porque los resultados no acompañan? ¿Y si…?
Siempre hay preguntas que alimentan, en vez de asesinar, al miedo. El miedo genera parálisis: evitar que nos critiquen; seguir cómodos en el corto plazo, sacrificabdi el futuro o evitar que nos señalen. Pero esa parálisis es una bomba de relojería. Porque se van concatenando decisiones que nos llevan a resultados mediocres, como muestran los resultados de la innovación, o el tamaño empresarial, o la capacidad para crear nuevo conocimiento cultivado en España.
Por esta razón, dudar y no hacer nada es terriblemente caro. Cada día me pregunto, ¿Que sería de nuestro país si el índice de coraje explotara, si dejamos de estar abonados a la economía de la espera y el copia y pega?
El coraje no se consigue por decreto, ni te levantas por las mañanas con más coraje que ayer. El coraje se trabaja, se combina con la humildad de aprender, con el método de tomar mejores decisiones para sortear la incertidumbre. Exige confianza, en uno mismo y en los demás. Exige compromiso por la mejora continua, y asumir que la silla está caliente siempre, por eso hay que pisar la calle, escuchar dentro y fuera de lo que pasa en las cuatro paredes en las que nos refugiamos. También implica romper muros, burocracias absurdas, en definitiva, todo aquello que se va haciendo fósil sin aportar valor.
Pero la buena noticia es que las personas, todas, tenemos coraje, y basta que se creen los climas adecuados para demostrarlo. Está ahí, a nuestro alcance. Y cuando el coraje emana, la capacidad creativa para resolver nuestros problemas es inmensa. Y ahí está nuestra capacidad para tener más y mejores empresas, con más y mejores productos, con más y mejor potencial de futuro y, por tanto, con más empleos. Ahí está el coraje, como un elemento crítico del progreso.
Desafía a la fortuna y prepárate para lo peor
La fortuna también favorece a aquellas personas que siempre tienen un lema en la mente, como me decía Daniel Lacalle en mi libro “Mentes Creativas”. La receta de Ryan Holiday para enfrentarnos a un futuro, por definición incierto: “Prepárate siempre para lo peor”.
Prepararse para lo peor exige tener una mente entrenada ante momentos críticos, porque:
- Bloquea al miedo cuando llega una situación que ya has imaginado.
- Porque te permite inspirar a los demás y darles tranquilidad, lo peor a veces no es tan malo como pensamos que es.
- Porque la suerte nos puede colocar ante múltiples caminos, pero el coraje, la serenidad y nuestras capacidades nos sacarán de cualquier situación compleja.
La ilusión del primer día en una empresa, o cuando levantaste la persiana de tu primer negocio, se va apagando con los tropiezos y los desafíos que nos abruman. Todo lo que no sabíamos que iba a pasar, pasa. Sudamos la camiseta, nos desgastamos, y llega un momento en que nos agotamos.
Descubrimos, y sufrimos en silencio, que los domingos se convierten en una cuesta imposible de sortear. Caminas por la calle y no ves nada, como nada te hace vibrar. Nos apagamos. El miedo se apoderó de nosotros. El túnel no tiene luz. Y lo que puede ser circunstancial lo consideramos como eterno.
Sólo el coraje puede asesinar ese miedo, nos permite calzarnos unas nuevas zapatillas para transitar otro camino y luchar por un futuro mejor. Sólo el coraje nos da la dopamina que necesitamos para salir del abatimiento. Nos mete en la duda, en las preguntas correctas, en la humildad de aprender y actuar, sobre todo actuar. Como me decía Paco Roncero, chef del Casino de Madrid: “Sé que cuando estoy en un Congreso y pregunto una cosa que no sé, la gente murmulla a mi alrededor pensando que soy un osado por preguntar, se extrañan porque dudo y me hago preguntas”.
Pero en la duda está la potencia del progreso, y se necesita mucho coraje para dudar. La duda no humilla, te hace más fuerte, más resistente, te entrena ante desafíos.
7 recomendaciones para hacer del coraje tu combustible
1.- No dudes del coraje de nadie.
Súmate a él. No confundamos coraje con egocentrismo, con manu militari. El coraje es una energía para no darse por vencido, trabajar sin descanso, pero con inteligencia, en el siguiente reto. Solucionar lo que ‘algunos creen’ que no tiene solución. No darse por satisfecho. Contamínate de quien tiene coraje, no se lo frenes.
2.- El coraje no es gratis.
Implica formación, dudas recurrentes, frustración, incomprensión, esfuerzo por aprender cosas que jamás has visto. La fama del coraje… ¡cuesta!
3.- Limita la opinión de los demás.
La opinión de los demás es un input más del que aprender, jamás una restricción inviolable.
4.- Libera espacio para la acción.
Leía hace poco que un fundador se marchaba de su propia empresa, tras ser ‘conquistada’ por financieros, porque la reconocía. Decía que para contratar a un junior necesitaba al menos 4 permisos. La burocracia frena la acción. Mata la sabia de la creatividad y del futuro.
5.- Nada de lo que hagas y que trascienda está libre de cabrear a los demás.
Aquellos que usan su coraje siempre se salen del mapa, para buscar nuevas rutas no transitadas. Suelen enfadar a los defensores del statu quo. Cuando esto ocurra, y sufras de envidias, estarás en el camino correcto.
6.- Empieza, sácalo de la cabeza y prueba.
No podemos tener toda la información, no existe certeza absoluta, no todo está aquí y ahora para hacerlo perfecto. Empieza, con coraje, y nunca temas a cambiar las veces que haga falta.
7.- La incertidumbre nos domina, pero el coraje la doma.
Los financieros rompen mentalmente, como diría Javi García, cuando tienen que tomar decisiones de costes ciertos frente a ingresos inciertos. Esto mata cualquier decisión que no se comprenda, te coloca en niveles intolerantes de riesgo, por incomprensión, no por rentabilidad. Así que sólo actuando con coraje se pueden buscar nuevos métodos, nuevas maneras de entender los desafíos, la complejidad, evaluarla, transitarla, abordarla y crear progreso con ella. Sin el coraje de enfrentarse a ese desafío aún estaríamos en las cavernas. Por esto el cementerio está lleno de empresas que jamás se quisieron enfrentar a esa incertidumbre.
Usemos el recurso más renovable, poderoso y transformador de nuestra realidad como personas y como país, el coraje. Igual, de repente, todo empieza a cambiar.