Que las crisis económicas lleva aparejada una crisis de las instituciones y de valores no es nada nuevo. Que los comportamientos excesivos por parte de nuestros gobernantes y políticos son un mal ejemplo para el resto de la sociedad tampoco. Pero ante el dilema que supone conocer los comportamientos corruptos a gran nivel, ¿se están modificando los valores de los españoles de a pie?, ¿justificamos en un entorno de corrupción nuestros propios comportamientos faltos de civismo?, ¿la crisis potencia nuestro instinto de supervivencia o es puro egoísmo?.
Corrupción: la pandemia se acentúa con la crisis
La organización Transparencia Internacional elabora anualmente un índice de Percepción de la Corrupción clasificando los países según el grado de percepción de la corrupción en el sector público– en la que intervienen empleados públicos y político. En 2012, de los 176 Estados analizados, los más corruptos son Somalia, Corea del Norte y Afganistán y los menos son Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda. España ocupa la posición 30 con una puntuación de 65 sobre 100. Portugal está en la posición 33 con una valoración de 63 e Italia en el puesto 72 con un 42.
Este ranking se elabora a base de encuestas a instituciones independientes como la Universidad de Columbia, el Foro Económico Mundial y el World Markets Research Centre, entre otros.
Si analizamos la evolución desde el año 2005 comprobamos que la crisis ha empeorado la valoración de España de 70 a 65, de Portugal de 65 a 63, de Grecia de 43 a 36 e incluso de Alemania de 82 a 79. Interesante comprobar que los países con mayor azote de la crisis empeoran también más en el ranking de corrupción.
¿Y qué pensamos los españoles?
El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizada en el mes de junio situaba la corrupción como la segunda preocupación de los españoles tras el paro. Cuando los casos de corrupción afectan desde a la institución monárquica, a los principales partidos políticos (cuyo principal argumento de defensa frente a otros responsables políticos es “y tú más”), a las empresas más representativas y en definitiva a los principales estratos de la sociedad, el individuo, ante pequeñas decisiones, fácilmente pensará “si lo mío es peccata minuta en comparación con los grandes casos de corrupción”.
En la misma encuesta, el 60% de los encuestados afirman que las actuaciones como no declarar a Hacienda, no pagar IVA o cobrar el paro mientras se está trabajando han aumentado en los últimos cinco años.
Y si vamos a comportamientos n0-cívicos como no recoger los excrementos de nuestras mascotas, arrojar basura fuera de los lugares destinados a este fin, estropear mobiliario urbano o molestar el descanso de los vecinos con ruido nocturno también son percibidos como más frecuentes. De hecho, un 63,9% de los encuestados cree que esos comportamientos han aumentado.
¿Transferencia de las instituciones a la decisión individual?
Si la estructura social está compuesta de individuos que ocupan un status y cuyas relaciones se rigen por normas de comportamiento que se materializan en instituciones ¿tenemos las instituciones que nos merecemos?, ¿hasta qué punto las instituciones son el reflejo de los valores de la sociedad y de su cultura?
La encuesta del CIS pone de manifiesto que el individuo reconoce el aumento de comportamientos reprobables, aunque normalmente los reconoce en otros individuos y no es sí mismo ni en amigos y familiares, y si acaso en vecinos. ¿Es que la crisis ha agudizado quizá la sagacidad de los españoles para analizar cualquier comportamiento y valorarlo? ¿o simplemente ha aumentado la desconfianza de los individuos ante un entorno más complicado?
En el mismo barómetro del CIS, encontramos que entre los factores explicativos de la felicidad, se incluye “Tener ideas y principios morales sólidos” con un 8,29 (en una escala de 0 a 10). De esta respuesta se deduce que lo ha disminuido la tolerancia frente a las actuaciones corruptas o incívicas, que la sociedad no está dispuesta a admitir y que el individuo continúa valorando sus propios principios como fundamentales parar su propia felicidad. Si el individuo mantiene un nivel moralmente elevado en sus decisiones en todos los ámbitos de la vida, este comportamiento debería trasladarse también en sus decisiones económicas y laborales, y al agruparse en las instituciones de las que forman parte.
Por último, a la pregunta sobre si se debe confiar en la mayoría de la gente, la media obtenida es de 4,75 (en una escala de 0 a 10) y un 5.2% de los encuestados responde que “Nunca se es lo bastante prudente”. Así que la mayoría de los españoles no tiene una gran confianza en el comportamiento del resto de individuos, lo que quizá se utilice como coartada personal para las actuaciones más pequeñas en nuestro día a día.
5 Comentarios
Creo que este artículo confunde tres cosas si bien son reprobables, y pueden proceder de un mal comportamiento, son distintas: la corrupción, el fraude, y la mala educación o comportamientos incívicos. Además sus causas son muy distintas, y confundirlos nos llevaría a la teoría de la picaresca española, y a una justificación de la corrupción política, porque «al final son españoles, y los españoles somos así, no tenemos remedio». Algo rotundamente falso.
La corrupción política es malversación, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, supone una utilización del cargo público para beneficio propio o de terceros y falta de lealtad al cargo y a la sociedad. Sus causas son falta de «checks & balances», controles y castigos, penas, opacidad, falta de transparencia,encubrimiento por sus partidos y compañeros y falta de reproche por la ciudadanía. Ser corrupto compensa actualmente.
Mientras que la economía sumergida (Hacienda, el paro, el IVA…) de la que habla y que afecta a los ciudadanos se debe:
1. Altos impuestos en todos los ámbitos. A una persona que le bajan los sueldos, le suben los impuestos, y suben los precios y se saca unos euros de más en otra cosa para compensar la pérdida adquisitiva, no le puedes decir que está defraudando porque si no le hubieran subido los impuestos, o si le bajaran las cotizaciones y cobrara más, o incluso si tributara menos en ese empleo parcial, pues no lo defraudaría. O a aquel que está en paro y sólo tiene la ayuda de los 300€ y hace chapuzas para sobrevivir, pues no le puedes reclamar que entre comer y declarar elija comer. Empresas que se les ha caído el consumo, que no tienen grifo de crédito, que están despidiendo y les suben los impuestos o le cobran el IVA antes de vender. Pura supervivencia.
2. La corrupción, el despilfarro y los recortes en Estado de bienestar. Cuando todos los días uno escucha casos de corrupción, cuando las cifras son de millones de euros, cuando se ve despilfarro, derroga y gastos superflúos, y encima en vez de atacar eso, reformar la Administración, eliminar asesores, consejeros, quitar toda duplicidad… Por el contrario se recorta lo primordial: educación, sanidad y justicia. Pues uno se pregunta qué dónde van los impuestos. Y si pagando impuestos se recortan servicios básicos y se resisten a podar como gato panzarriba cualquier amiguismo, estructura, subvenciones, clientelismo, etc. Para eso, mucha gente prefiere no pagar. Si no veo útilidad en los impuestos que pago, no los pago. Si el estado cada vez me pide más y me da menos, pero da mucho a unos pocos, no pago. Para que el dinero vaya al bolsillo de unos cuantos, y total van a seguir recortando en lo básico, pues por lo menos que se lleven menos.
Esa es la cuestión.
Por regla general la economía sumergida salvo empresas o grandes ingenierías financieras, no es para enriquecimiento propio y por falta de moral, sino cuestión de supervivencia (la amenaza de una inspección y una multa o sanción es en la actualidad bastante fuerte y sin embargo no logra disuadir), y se está acentuado el factor de convicción, de que pagamos demasiado en relación a lo que recibimos por mal uso del dinero público, esto es la primera. Y por lo tanto, considero que hay causa-efecto.
Por último la falta de civismo, y actuaciones incívicas son actuaciones de falta de educación y de reproche, ya sea por los conciudadanos o autoridades, pero tampoco conllevan un enriquecimiento o lucro cesante. No hay un móvil económico sino una falta de educación en la familia o en la escuela, y una falta de reproche por la sociedad.
Gracias por tu comentario Isidro. El post no pretende mezclar las tres actividades (corrupción, fraude y acciones incívicas) sino que busca explicar si existe alguna relación entre ellas. Totalmente de acuerdo que la corrupción y fraude tienen una motivación económica y las actuaciones incívicas son el resultado de la falta de educación y sensibilidad con el prójimo.
Lo que el post pone de manifiesto es que ha aumentado el rechazo a este tipo de actuaciones, tanto a las más graves como a las insignificantes.
En cuanto al tema de que se achaque el problema de la corrupción y picaresca a la idiosincrasia española nada más lejos de mi intención, de hecho comparo con otros países en apuros como Italia y Grecia que también han empeorado en transparencia.
Interesante artículo, pero un comentario del punto de vista metodológico acerca del Índice de Percepción de Corrupción: No parece que los datos permitan conclusiones como «que los países con mayor azote de la crisis empeoran también más en el ranking de corrupción» tal como se destaca en el articulo, cuando además justo antes se indica que la puntuación de Alemania ha bajado de 82 a 79 y la de Portugal de 65 a 63, por lo que tanto en términos absolutos como relativos la puntuación de Alemania ha bajado más que la de Portugal, que sufre la crisis mucho más que Alemania.
Pero sobre todo, tal como Transparencia Internacional deja claro al final de la tabla de resultados en http://www.transparency.org/cpi2012/results , las puntuaciones no son números exactos sino hay un margen de incertidumbre asociado a las mismas, que se cuantifica mediante el intervalo de confianza en las dos columnas a la derecha. Por lo tanto, pequeñas variaciones frente al año anterior, como la mencionada bajada de 65 a 63 de Portugal, cuando el margen de incertidumbre va de 59 a 67, no son significativas, es decir podrían ser meras fluctuaciones fruto de la mencionada inexactitud de la puntuación que no se corresponden con un empeoramiento real.
Se trata de un error de concepto tan frecuente que hace unos meses le dediqué un artículo: http://comunicaliza.wordpress.com/2013/03/19/incertidumbre/
Ansgar Seyfferth
STAT-UP Consultoría & Servicios Estadísticos
http://www.stat-up.com/es/
Muchas gracias por tu comentario Ansgar. Se nota que conoces la estadística a fondo y es cierto que el empeoramiento es más significativo en el caso de España y Grecia que en el de Portugal, en el que como señalas el efecto se puede deber a la mayor incertidumbre del dato. Gracias por la puntualización aunque no creo que cambie las conclusiones generales del artículo.
Gracias por tu respuesta, Mercedes. Efectivamente mi comentario solo cuestiona la mencionada conclusión acerca de la relación entre crisis e Índice de Percepción de Corrupción. Por lo demás, como dije, el artículo me parece interesante.