El cansancio, cuando no el agotamiento, se refleja en las caras y en los corazones de buena parte de los responsables de administración o finanzas de las PYMES españolas y de sus equipos. Por supuesto también de sus gerentes o propietarios, figuras todas ellas que, en este mundo de pequeñas cosas, se confunden y solapan habitualmente. Son ya más de 5 años de sucesivas y continuas embestidas por ese monstruo de las mil cabezas…Maldita Crisis!
Demasiado tiempo alternando preocupación mutada en angustia, lucha sin cuartel, frustración, y finalmente, desesperación. Es darse una vuelta por ahí fuera, visitar a empresarios autónomos y PYME y observar cómo los ansiolíticos y antidepresivos campan a sus anchas entre Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), refinanciaciones, reestructuraciones, nóminas pendientes y diversos desarreglos de la tesorería…
Además del sacrificio profesional, el precio en el ámbito personal ha sido en muchos casos enorme en términos de estrés, pérdida de salud, vida familiar y otros. Desgraciadamente, éste es otro colectivo más, del que poco se habla pero donde se puede hacer un gran recuento de daños y bajas. Empresas que se alejan que poco o nada tienen que ver con la imagen de empresario, con gran poder y flirteando con la corrupción. Son profesionales que han decido arriesgar y crear una empresa –con sus empleados, con sus ingresos y también con sus gastos- y que ahora se enfrentan a la difícil tarea de esquivar una realidad realmente compleja. Cierto que esta desgracia es general y sin duda es mejor no creerse una excepción. Pero, como siempre, lo que marcará la diferencia será la forma en que le hagamos frente, en este caso como PYME.
Para quienes han caído en la batalla –concursos, quiebras, ERE…-, queda con frecuencia (¡demasiada!) la certeza de que ya nada habría podido salvar la situación, y de que han hecho todo lo que han podido. Inevitable la desazón y algo de (probablemente injusto y auto infligido) remordimiento o culpa. La mayoría de las veces, tras brotes más o menos virulentos de indignación nos preguntamos ¿Cómo se ha dejado que –todos- lleguemos hasta aquí? Por supuesto, cada uno tiene sus apreciaciones y diagnósticos, pero desgastarse en eso, por desgracia, no conduce a ninguna parte más allá de un ejercicio de desahogo. Debemos ser prácticos y actuar con inteligencia, y el caso de una PYME o se canaliza rápido el esfuerzo en algo productivo –es decir, que tenga impacto inmediato- o la gravedad de la situación se tiende a perpetuar sin detenerse.
Por todo ello, para quienes siguen en la trinchera, sosteniendo aún el fusil y ayudando con ello a que aguante todo un frente de actividad productiva y generación de valor del país (¡ahí están las cifras!), se impone el apoyo, el ánimo y la solidaridad, además del agradecimiento del que cada día se hacen dignos. Sin embargo, no basta con eso: en su lucha, necesitan – a menudo sin darse cuenta- nuevas arma y HERRAMIENTAS para gestionar y repeler la amenaza.
Como bien sabía Schackleton cuando acometió su empresa polar –la historia de aquella aventura es una verdadera guía de supervivencia, de recomendable lectura en estos tiempos- una de las cosas que más ayudan a superar situaciones difíciles y ser capaces de mantenerse en ellas es el optimismo, es el compartirlas con nuestros compañeros de viaje y a ser posible con grandes dosis de sentido del humor. Sí, querido lector, el grupo es importante. Y más aún en nuestro “planeta-PYME”, aquejado de un tamaño de empresa por debajo de lo deseable y por la escasa capacidad de tejer alianzas.
A lo largo de todo este tiempo, con frecuencia he pensado: “Ojalá alguien me ayudara a tomar la decisión adecuada”, “Ojalá supiese qué hacer”, “Será ésta la forma de enfrentar el problema?”… Así es, en mis conversaciones con empresarios y colegas, la SOLEDAD durante las dificultades es una constante queja o lamento. A pesar de los servicios empresariales al alcance, el aislamiento es una realidad: Para hacer la situación aún peor, normalmente la afrontamos solos en mayor o menor medida, y esto es en sí un problema, y en el caso que nos ocupa, es una fuente de angustia y zozobra adicional que, por supuesto, en nada nos ayuda a mantener el temple y el pulso necesarios para salir con éxito de una situación complicada.
El acompañamiento mutuo y la dotación de tácticas y estrategias es pues, a mi juicio, una tarea ingente a la que aplicarse, pero muy importante y valiosa. Medios escasos, poco entrenamiento, información o experiencia, unidos a la soledad es el peor cóctel para que la PYME afronte una situación tan compleja como la actual. En el mundo de la empresa tendemos a crear silenciosos y oscuros espacios vacíos que sólo nos perjudican. Intentar aplicar el aprendizaje en red y un “networking” más activo no es sólo un mero gesto enriquecedor para quienes participen en el mismo: todos nos jugamos mucho en esta batalla.
Sobre el autor:
Fernando Cabo, economista y con una gran trayectoria en el ámbito de las finanzas en la PYME.
3 Comentarios
Gracias.
Exactamente así me siento cada día.
No consigo trabajar durante la mañana esperando la llamada del interventor pidiéndome dinero.
Cada vez que leo en las redes sociales eso de !Es viernes¡ sueño con ser empleada y saber que a fin de mes tendré mi nómina, exigüa pero nómina.
Sólo quiero trabajar y cubrir gastos…y si, la sensación de desolación es implacable.
Lo dicho: Gracias.
totalmente de acuerdo. Por eso y mas que nunca la pyme debe permanecer y unida y colaborar. Creo que es tiempo de dejar competencias estúpidas y tender puentes. Solo entre nosotros podremos tirar para adelante. Animo a todos los que cada día nos levantamos sabiendo que no sera fácil pero que igualmente llenamos la taza de café y de energía.
Excelente y clarificador artículo, de un buen conocedor de la situación en todas sus vertientes y perspectivas.
Sólo puedo aportar una cosa: Señores/as cinco minutos más para lamerse las heridas y en pie a la lucha¡