Poca gente tiene una visión positiva del sector financiero. Oficinas bancarias con empleados burocratizados, productos incomprensibles, contratos ilegibles y nefastas experiencias de consumidor. Imagen que ha empeorado sensiblemente desde el estallido de la crisis financiera de 2008. ¿Se ha reinventado la banca? Es indudable que a nivel mundial se ha impulsado una profunda reforma del sector financiero. Reforma forzada por la gran burbuja inmobiliaria previa, que hacía insostenible el modelo anterior. Se han producido grandes operaciones corporativas y procesos de racionalización sectorial. La banca se ha reestructurado. Pero no se ha reinventado.
Probablemente, se va a reinventar de golpe cuando alguno de los grandes players tecnológicos decida definitivamente abordar el sector. ¿Qué pasaría si Google empezara a ofrecer servicios financieros? ¿Pueden competir las entidades actuales con una empresa que acumula toda la información del mundo, que puede tratar como nadie bases de datos masivas, y ofrecer productos on-line a la carta, asistidos por potentes motores de inteligencia artificial? ¿Y si es Facebook, quien decide entrar? Nadie mejor que Facebook para determinar sus patrones de conducta social y prever su nivel de fiabilidad y riesgo, por ejemplo, en el retorno de un préstamo… ¿O Apple, con su incontestable capacidad de diseñar experiencias de consumidor superiores? ¿Y si iTunes ofreciera productos de inversión? O Amazon, que podría pasar de ser un gran supermercado digital de productos físicos a proveer servicios y financiar los mismos productos que vende, con un inigualable interfaz de marketing interactivo.
La banca comercial y de inversión, la que hemos conocido hasta ahora, está seriamente amenazada por la irrupción de la tecnología digital y los nuevos modelos de negocio asociados. De momento, sufre el ataque de un aluvión de pequeñas start-ups que se están introduciendo por todos los resquicios de la ineficiencia del viejo sector, proveyendo servicios segmentados y especializados: crowfunding (financiación a través de microaportaciones), préstamos persona a persona, nuevas formas de transacción (como bitcoin), asesoramiento en inversiones, seguros personalizados, nuevos métodos de pago y transacciones internacionales ultrarápidas. Se está viviendo una auténtica revolución, todavía invisible, pero que socavará las bases competitivas del mismo en los próximos años. Un fenómeno emergente, especialmente intenso en el mundo anglosajón, y para el cual las nuevas generaciones son especialmente sensibles. Esos son los lead users. Pero en diez años, la revolución se extenderá por el globo.
Siéntese ante su PC o tablet, busque alguna de las start-ups que empiezan a despuntar en este mundo financiero (Betterment, Wealthfront, FutureAdvisor, Nutmeg, Transferwise…), déjese asesorar por interfaces inteligentes que le propondrán dónde y cómo asignar sus recursos en base a su edad, ingresos, circunstancias personales y nivel de riesgo que desea asumir. Permita que le envíen agradables recomendaciones en tiempo real. Deje que planifiquen su jubilación y construyan sus escenarios de futuro. Opere a la velocidad de la luz por internet. Su asistente minimizará el impacto fiscal de sus inversiones, y analizará millones de datos, anticipando tendencias, para maximizar la rentabilidad de sus ahorros.
Se avecina una gran guerra en el mundo de los negocios digitales, similar a la guerra de smartphones que hemos visto en los últimos años. Grandes plataformas tecnológicas están convergiendo en el gran espacio B2C (business to consumer), todas ellas proviniendo de diferentes entornos: Google (software de proceso de datos), Facebook (redes sociales), Amazon (librería virtual), o Apple (hardware). Todas ellas se pueden convertir en espacios de consumo digital personalizado, en canales directos que irán a la vena del consumidor final. Todas competirán por acumular la máxima información sobre usted (hábitos, contactos personales, ingresos, salud). Todas intentarán capturar su número de cuenta corriente. Y todas podrán, si quieren, ofrecerle también servicios financieros. Quizá le pedirán que domicilie la nómina. Uno de los campos de batalla de esa gran guerra digital será el envejecido y desprestigiado sector de las finanzas. Ninguno como él para ser objeto de infidelidad por parte de sus clientes tradicionales. ¿Quién ganará? Aquél que disponga de la información más precisa, la tecnología más eficiente, los motores de procesado de datos más potentes, y la mejor experiencia interactiva de cliente. Y en esa guerra, los líderes actuales del sector, la gran banca tradicional, pese a sus esfuerzos en abrir canales on-line, no es, precisamente, la mejor posicionada.
5 Comentarios
La muerte de la banca…seguro. Además estamos pensando en otras formas de competencia que Google pudiera hacer. Imagínen planes de pensiones…….
Al final, Google actuaría de la misma forma que la banca, no lo duden un segundo
Muy interesante contribución!
Estoy bastante de acuerdo con tu planteamiento del reto que se les plantea a las entidades financieras. Pero no mencionas un aspecto crítico. Google o cualquier otra compañía de las que has citado te puede dar un crédito, pero no puede recibir tu dinero, tu cuenta corriente, o sea, tu nómina.NO puede mantener depósitos de ahorradores. Para eso tiene que tener un banco sometido a la regulación y a la supervisión que los bancos tienen. Y ¿cómo percibirían los accionistas de Google que se metiera en un sector que no conoce y que no es el suyo? Dinero y liquidez tienen en cantidades inimaginables, ¿por qué no lo han hecho? La revolución acaba de empezar.
Todo suena bien, pero hay una variable que aun no se mide, al igual que los sistemas políticos la acumulación de poder conlleva al abuso del mismo a monopolizar los criterios y las costumbres, se permitirá llegar tan lejos a estas empresas, será bueno tanto poder. Yo veo más un futuro donde la gente pagará por privacidad la invasión de la tecnología en la vida privada será un mal que pocos vemos