Cristiano Ronaldo acaba de dar una entrevista en la que sentencia una máxima realmente interesante: “La humildad en exceso es un defecto”.
Esto me recuerda a un capítulo del último libro de Dan Ariely, un economista experimental experto en el estudio de la conducta lógicamente irracional de las personas. El libro se titula: “¿Por qué mentimos … en especial a nosotros mismos?”. Aborda aspectos relacionados con la deshonestidad predecible de las personas. Un punto importante es el autoengaño y la autoayuda.
La teoría básica del autoengaño para Dan Ariely consiste en que todos tenemos un “umbral de tolerancia” que viene a ser un rango de distancia entre la verdad y la mentira que personalmente consideramos como aceptable (que toleramos). De esta manera, todos engañamos un poco, y en concreto, su estimación apunta a que, de media, todos exageramos un 25% la realidad. Es decir, si nos preguntan cuántas preguntas acertamos en el examen diremos un 25% más de lo que realmente hicimos o si te preguntan cuánto tardas en correr 10 km dirás un 25% menos de tu marca personal. Y lo que es peor, del resultado de sus experimentos se concluye que las personas acabamos creyéndonos estas mentiras, siempre que es estén dentro de este umbral de tolerancia.
Un aspecto realmente interesante de este asunto es en qué medida el autoengaño puede convertirse en autoayuda. El lado positivo del engaño sería esa mentira piadosa que no repercute negativamente a ningún tercero. En este sentido el autoengaño es similar al exceso de confianza y al optimismo. Y como todo en economía, esto tiene sus ventajas y desventajas.
La fe injustificadamente elevada en nosotros mismos incrementa nuestro bienestar ayudándonos a superar situaciones de estrés e impulsarnos a superar situaciones difíciles. No estoy defendiendo que Cristiano no se merezca ganar el Balón de Oro y se esté autoengañando. Sin embargo, sí defiendo que la frase de Cristiano en la entrevista es en parte cierta y muy valiosa.
El autoengaño se compone de dos fuerzas contrarias, y la felicidad la encontramos en el equilibrio de ambas
El lado positivo de la autoayuda es que nos da fuerzas y optimismo para luchar. Quitamos importancia a los fallos, realzamos los éxitos y cuando todo sale mal tenemos una facilidad innata para echar la culpa a causas externas. En el caso del fútbol, es muy común que “el árbitro tenga la culpa” de un partido perdido… o la ya mítica expresión «El fútbol es así…»
El lado negativo es el sufrimiento ante el fracaso. Cuando el autoengaño es demasiado elevado acabamos creyendo que somos no solo capaces sino también merecedores de todo lo que deseamos. Pero la cruda realidad se cierne sobre nosotros, ya que es estadísticamente imposible conseguir siempre todo lo que queremos.
La humildad de Messi versus el optimismo de Cristiano
Cuando la solución es un equilibrio entre dos fuerzas significa que habrá siempre pros y contras dependiendo de la fuerza predominante . De hecho, en el caso de Cristiano esperamos que su optimismo esté equilibrado, ya que el Balón de Oro ha ido a parar finalmente a una persona que públicamente es considerada como más humilde, Lionel Messi. La desventaja para Cristiano es que posiblemente se sienta más defraudado de “lo que debería” y la ventaja es haber luchado, por así decirlo, por encima de sus posibilidades técnicas gracias a la autoayuda.
No obstante, hoy por hoy la realidad favorece a Messi, posiblemente porque parte de una posición más humilde. Su ventaja es que su nivel de satisfacción será incluso superior al teórico. Sin embargo, una duda que siempre tendremos sería ¿mejoraría Messi su rendimiento si tuviera el autoengaño positivo que demuestra Cristiano? La desventaja para Messi es que no está aprovechando el incremento en su bienestar que causa esta autoayuda y que fomenta rendir más en situaciones complicadas.
Cada cual es como es, y en el equilibrio está la virtud. Pero sirva esta frase de Cristiano para que todos sepamos que no somos seres puramente racionales, y que, de hecho, en el asunto de la mentira, todos nos engañamos un poco a nosotros mismos… y que ello no siempre es malo.
Por cierto, ¡Enhorabuena a Messi!