Los equipamientos culturales -palacios de congresos y de exposiciones, museos, parques temáticos, centros de interpretación- han florecido por todo el país como elementos para atraer personas y actividades, sobre todo en zonas deprimidas o con problemas de crecimiento económico. Desde la experiencia de Glasgow como Capital Cultural Europea, este ha sido el leit-motiv del desarrollo de muchos territorios en la era post-industrial.
La cultura como palanca de desarrollo económico y de captación de actividad es la filosofía que esconde la gran mayoría de las inversiones públicas en estos ámbitos. La gran mayoría de estos equipamientos son deficitarios y requieren de continuo apoyo público, pero las externalidades positivas a la sociedad permiten explicar la conveniencia en este tipo de inversiones.
Además, los desarrollos culturales se asocian también a mejoras en la cohesión social de la ciudadanía. La cultura, entendida como factor de creatividad y de realización de los individuos y como instrumento fundamental para el establecimiento de una estructura de valores, puede contribuir de forma decisiva a la cohesión y al progreso de la sociedad, lo cual es decisivo en el desarrollo sostenible y equilibrado de un territorio, entendiendo por equilibrado aquel en el que la parte social y la económica van de la mano.
El problema de fondo es que si todas las administraciones hacen las mismas inversiones y en todos los sitios la capacidad de diferenciarse y de obtener un impacto positivo se complica. De hecho, ¿qué pueblo no tiene su palacio de congresos –grande o pequeño-, su museo –grande o pequeño- o su centro de interpretación –grande o pequeño-? Por todo ello, una de las tesis que defendemos en este artículo es que el construir equipamientos culturales no asegura, de facto, un gran impacto local de un territorio. Se requieren, a nuestro juicio, otros cuatro elementos estratégicos que acompañen a estas inversiones:
- La singularidad del equipamiento y, con ella, su grado de atractivo o diferenciación
- La gestión del equipamiento para posicionarlo en un nivel de proyección y de nicho de actuación que, de verdad, potencie esa diferenciación
- Disponer de un ecosistema empresarial, institucional y de inversiones públicas y privadas adecuadas para dar soporte a las potencialidades del equipamiento
- La presencia de una red de proyectos culturales anexos al equipamiento principal que permitan generar un efecto multiplicador de la actividad, generando la masa crítica suficiente para ser un territorio de referencia en este ámbito
El caso de Bilbao
Un ejemplo destacado en España es el de Bilbao, ciudad sumida en una larga crisis industrial en los 80, en la que se inauguró el Museo Guggenheim en 1997. Desde entonces, el equipamiento ha permitido reinventar la ciudad y crear lo que se ha llamado el “efecto Guggenheim” que, desde su inauguración hasta el año 2003 generó una actividad económica para la ciudad estimada en 775 millones de euros y el mantenimiento de más de 4.100 empleos anuales. Sin embargo, ciertos analistas (ver The New York Times) indican que este efecto debería haber sido aún mayor si la ciudad de Bilbao tuviese un planteamiento más internacional y cosmopolita por parte de su ciudadanía, más integración hacia la cultura y una menor etiqueta industrial, en el sentido tradicional del término.
Por ello, si “la referencia” aún todavía no está en los límites de aprovechamiento comparables a escala internacional, ¿qué queda de esos pequeños equipamientos culturales, con visión local/regional (máximo nacional) y sin una ciudad integrada y sin otras infraestructuras? Posiblemente les quede poca cosa. Pero de intentarlo, ya que han acometido su construcción, es estrategia cultural para buscar su posicionamiento. Buscar y atraer talento, cooperar institucionalmente, trazar estrategias de actuación coordinadas para aunar esfuerzos y cubrir los huecos que nadie en el mundo (o en tu área de influencia: España/Europa) hace.
El caso del Centro Cultural Niemeyer en Avilés
Por eso nos gustaría poner el ejemplo de un equipamiento donde la estrategia y la gestión, antes que la construcción, están creando un verdadero motor de oportunidades económicas. Nos referimos al Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer en Avilés, Asturias. Un proyecto que surge de un regalo del gran arquitecto brasileño Óscar Niemeyer con motivo del 25 aniversario de la Fundación Príncipe de Asturias.
Avilés, en consonancia con Bilbao, ha tenido un pasado fuertemente industrial, con un duro proceso de reajustes, paro y conflictividad social. La ciudad se ha ido reconstruyendo y adoptando su modelo productivo hacia los servicios, el turismo y la atracción de actividades más tecnológicas. En ese proceso se decide crear el Centro Niemeyer en la ciudad y se ficha a un equipo gestor con gran capacidad para posicionarse en un ámbito internacional (ver repercusión mediática.
La semana pasada se anunció la noticia de que el Centro Niemeyer acogerá, los días 15 y 16 de diciembre, la primera conferencia en Europa del nuevo programa de Educación y Cultura de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Se trata de un proyecto de gran envergadura mundial denominado “Programa de Impacto Académico”, que tiene como fin la alianza entre los centros de conocimiento del mundo.
Que este proyecto se presente en Avilés, y en Asturias, es algo realmente histórico. Es una muestra más de cómo lo importante no son sólo los equipamientos, sino también su gestión. El posicionamiento en el mapa cultural mundial y del conocimiento de la Comunidad y de Avilés es algo que las empresas pueden aprovechar porque es una fuente de oportunidades masiva en muchos ámbitos. Se está construyendo una “marca” de un lugar, que las empresas se pueden apropiar para que se les reconozca en sus planes de expansión exterior. Una marca asociada a cultura, diseño, conocimiento, talento internacional y actos de envergadura.
Esta marca se está construyendo a medida que el equipamiento va rematándose (aún no está acabado, pero se han hecho visitas guiadas y una amplia programación cultural que va desde estrenos mundiales de películas de Woody Allen a representaciones teatrales de gran nivel a cargo de la compañía Old Vic de Kevin Spacey, conciertos, charlas literarias…). Una marca que aún estando en construcción es capaz de ser noticia de apertura de los noticiarios de la TV y portada en diarios como El País o El Mundo debe hacer pensar a las empresas locales que lo que tienen entre manos no es un juego de niños y que si su ciudad compite en ligas mayores es que ellas también pueden hacerlo.
De la misma manera que en el caso de Bilbao, se precisan muchos condimentos locales para “exprimir” todas las oportunidades. En este caso, en Avilés existen dificultades para asumir como propios, por parte de la sociedad civil y empresas, todos y cada uno de los efectos colaterales que podría suponer este tipo de eventos internacionales como la presencia de la ONU para el posicionamiento de la marca Asturias y la marca Avilés. Vencer estas reticencias resultará fundamental para que estos efectos tengan la dimensión esperada.
Los efectos a corto plazo parecen más o menos claros, pero no son los únicos –ni posiblemente los más cuantiosos y de impacto a largo plazo-:
- Impacto en el número de turistas tanto de Asturias como de fuera
- Más pernoctaciones y más días en la ciudad (y su área de influencia)
- Cliente cultural, con mayor poder adquisitivo
- En una proporción significativa ese visitante será extranjero
- Pero también los clientes serán más exigentes, y estarán presentes a lo largo del año, no sólo en verano
Los desafíos son, por tanto, importantes: potenciar la cooperación empresarial e institucional, nada fácil hasta ahora. Buscar estrategias de crecimiento no sólo centradas en el cliente local, sino pensar también en el visitante; reforzar conocimientos de idiomas para la atención e información; potenciar el posicionamiento web (cuando miles de usuarios busquen palabras como Niemeyer, Avilés, Asturias o ONU, por ejemplo); profesionalizar aún más la gestión en nuestras empresas y la formación continua.
El gran economista de la London School of Economics, Andrés Rodríguez-Posé considera que los “filtros sociales” para la innovación, para la adopción de nuevas ideas y las nuevas oportunidades es uno de los factores que determina el éxito o fracaso en un territorio. Más pernoctaciones, más consumo, más reconocimiento, nuevas exigencias para la ciudad, más apertura local al mundo que requerirán de una actitud positiva hacia el cambio, a la anticipación y aprovechamiento de oportunidades.
Conclusiones
La conclusión, por tanto, de nuestra experiencia profesional y de investigación en este campo es que resulta realmente complicado obtener grandes productividades e impactos de los equipamientos públicos culturales. Se requieren equipos de máximo nivel en la gestión de los mismos; se requiere estrategia de ciudad; una sociedad civil y empresarial comprometida y que canalice las oportunidades en euros; y todo ello de unas inversiones adecuadas y unas políticas económicas, culturales y de promoción realmente alineadas.