La Unión Monetaria Europea (UEM) se encuentra desde hace meses casi en el colapso (en apenas un año tres “rescates” con condicionalidad draconiana, posibles reestructuraciones de deuda pública o incluso especulaciones con salidas de países de la UEM). El proyecto de Unión Monetaria nacido del Tratado de Maastricht en 1992 se encontraba alineado con el Consenso de Washington (1989), aunque revestido de cierto modelo social europeo. Además, la Eurozona nació con graves deficiencias, la principal se debe a que, como otras áreas económicas de dimensiones continentales, la UEM no es zona monetaria óptima, lo que la hace muy vulnerable ciclos asimétricos entre países, ya que las respectivas estructuras económicas nacionales son altamente heterogéneas y con un grado de desarrollo, competitividad y productividad dispar. Aunque lo grave, y que hace que esta falta de una zona monetaria óptima haya tenido consecuencias autodestructivas, es que no fue compensada con el diseño de una política fiscal común y coordinada, y de limitación de los desequilibrios externos entre economías.
Con todo ese contexto institucional de fondo, la actual crisisy colapso de la Eurozona, aparentemente atribuible a una crisis fiscal en algunas economías por sus altos endeudamiento público, y principalmente privado (es necesario recordar que antes de 2008 la Eurozona, al igual que otras economías que acumulan elevados déficit públicos partían de superávit público y tenían o tienen stock de deuda pública sobre el PIB muy inferiores R. Unido o EEUU), tiene su origen en los desequilibrios externos entre las economías centrales, Alemania, y las economías periféricas.
La política de represión salarial de Alemania.
La política de moderación de salarios reales y nominales en Alemania, fue la salida que tomaron las élites alemanas hace casi una década para abandonar la situación de estancamiento crónico que se produjo durante más diez años tras la reunificación. Entre 1995 y 2003 la economía alemana apenas creció un 1,5% anual acumulativo, tuvo 11 trimestres de crecimiento trimestral negativo y hasta 4 recesiones técnicas, en apenas 8 años. Especialmente negativo fue el comportamiento durante la recesión de 2000 y 2003, donde la debilidad de la demanda interna condujo a un proceso deflacionista. En el cuadro anterior se puede ver la evolución comparada de las principales economías de la Eurozona y la debilidad crónica de la demanda interna alemana (la demanda externa entre 2003 y 2008, ha llegado a representar entre un 30 y un 50% del crecimiento alemán, cuando en el resto de la eurozona drenaba crecimiento o su aportación positiva era residual).
En definitiva, a partir de 2003, Alemania fomentó la exportación a través de la mejora de la competitividad vía reducción de costes laborales unitarios nominales ante una demanda interna anémica. Esta reducción de costes laborales como vía de mejora de competitividad frente a sus socios es un juego de suma cero, que las autoridades alemanas consiguieron principalmente mediante la moderación de los salarios reales, ya que el crecimiento de la productividad no fue especialmente superior al del resto de economías de la Eurozona, y fue en algunos casos inferior (Ver siguiente cuadro y gráficos).
Por otra parte el estancamiento de los salarios reales en Alemania para mantener inalterados los costes laborales unitarios y mejorar la exportación alemana se tradujo en una reducción de la participación de sus salarios en la renta de casi 5 puntos, pasando a situarse de por encima a por debajo de la media europea, dado que estos crecieron de forma mucho menos intensa que la productividad.
Mientras, en los países periféricos …
En el lado de los países periféricos, en una situación de tipos de interés históricamente bajos con senda descendente y con una posición competitiva y de productividad más débil, su crecimiento se cimentó en una expansión de sus demandas internas, la generación de burbujas de activos y la consiguiente acumulación de déficits por cuenta corriente. Este crecimiento desequilibrado durante casi una década llevó a unas necesidades de financiación y endeudamiento externo, que finalmente se hicieron insostenibles.
Molestar al vecino
En el gráfico inferior se puede observar como en un espejo el superávit por cuenta corriente de Alemania no es sino los déficit del resto de socios de la Eurozona. Alemania sigue así la política de “empobrecimiento del vecino” (beggar-my-neighboor) y de crecimiento de los salarios por debajo de la productividad, a finales de la década ha obtenido un elevado crecimiento económico por su sector exterior.
Mientras Alemania realizaba un proceso de represión salarial durante la última década el resto de países acumulaban déficits y pérdidas de competitividad, que llegaron a su punto más álgido al final de la última fase expansiva, en 2008. La posición de outlier de Alemania se aprecia en el gráfico inferior, mientras el resto de países de la Eurozona tenían un crecimiento de sus costes laborales nominales de acuerdo con la inflación (por encima del 2%) y/o aumento de su productividad pero a la vez acumulaban déficits por cuenta corriente, en Alemania era en el caso inverso.
En la actualidad el ajuste del elevado endeudamiento privado y público generado por la acumulación de una década de desequilibrios externos en los países periféricos (en un contexto de una unión monetaria sin una política fiscal coordinada, con un banco central con objetivo único de inflación y que no puede suscribir ni siquiera títulos de deuda pública) debe realizarse en términos reales. O lo que es lo mismo mediante bajadas salariales y ajustes de a la baja de su demanda interna, que disminuyan el tipo de cambio efectivo vía costes laborales unitarios. La dificultad de este ajuste, aunque ensayado antes por el FMI en otras latitudes (Latinoamérica y Asia emergente) es clara, frente al ajuste vía tipos de cambio, ya que no sólo conduce como el ajuste tradicional cambiario a una carrera de devaluaciones o depreciaciones competitivas que genera grandes inestabilidades, sino que supone caídas en la rentas reales y nominales per cápita, recesiones prolongadas: Portugal, el último país rescatado según las últimas previsiones de la propia Comisión Europea tendrá una recesión adicional severa, caídas del empleo, y graves y permanentes pérdidas de bienestar.
Sería posible una alternativa.
En el terreno especulativo una alternativa posible sería un ajuste global en toda la Eurozona que implique aumentos salariales y estímulos de la demanda interna en Alemania, ajustes vía precios en el sur de Europa que limitasen los desequilibrios acusados en balanzas de pagos entre los países de la UEM como los actuales. A la vez que se pone en marcha una política fiscal coordinada (quizás expansiva, ya que la utilización de capacidad en el conjunto de la Zona Euro sigue en niveles muy inferiores a la pre-recesión), unido a la posibilidad de que el BCE pudiera suscribir títulos de deuda pública como la Reserva Federal o imponer su suscripción a la banca comercial (como hasta los años 70) para que se limiten las turbulencias financieras y la especulación sobre la deuda pública. Otra cuestión es su viabilidad práctica ante la configuración institucional de la UEM y la fuerte presión de las élites y think tanks financieros, pero los acontecimientos de las últimas horas, como los que tuvieron lugar en otros mayos, muestran que lo impensado por el poder es posible.
Paulino Fernández. Economista