Demasiado a menudo oímos debates sobre los “sectores estratégicos de la economía”. Y en muchas ocasiones, los opinadores de turno hablan de “apuestas” por uno u otro sector. ¡Pobre economía si la dejamos en manos de jugadores de póker! Existen corrientes de pensamiento económico que tienen aversión a la selección de “sectores estratégicos” como motores de la economía de los países. Y, efectivamente, las opciones de escoger algunos sectores considerados “estratégicos” e intentar impulsarlos como mecanismos de estímulo económico, como si fueran los ganadores predeterminados del juego competitivo global (“picking winners”) han fracasado en general. El motivo es que nadie sabe dónde puede estar la próxima fuente de la innovación disruptiva.
Michael Porter nos enseñó hace muchos años que no existen sectores estratégicos, sino estrategias de éxito en cada sector. De lo que no existe duda alguna es que, en general, las “estrategias de éxito” pasan por una buena dosis de innovación. Las estrategias de innovación generan mejores márgenes empresariales, mayores retornos de la inversión y niveles de productividad superiores que las estrategias de commoditización o de seguimiento de los líderes. Y podemos encontrar estrategias innovadoras en todos los sectores. Basta con que repasemos las listas de empresas más innovadoras.
Según FastCompany, por ejemplo, los líderes mundiales de la innovación son empresas como Buzzfeed (editorial de curiosidades on-line), Facebook (red social), CVS Health (farmacia digital), Uber (taxis), Netflix (videoclub on-line), Amazon, Apple, Google, o TacoBell (fast-food). Si consultamos Boston Consulting Group, las empresas más innovadoras del mundo serían Apple, Google, Tesla Motors (automoción), Microsoft, Samsung, Toyota, BMW y Gilead Sciences (farma). Y, según el ránking global de empresas innovadoras de Forbes, las ganadoras serían Tesla Motors, Salesforce (soluciones informáticas de productividad basadas en el cloud), Alexion (farmacia), Regeneron (farmacia), ARM Holding (microelectrónica), Unilever (bienes de consumo), Incyte (farmacia), Amazon, Under Armour (ropa y calzado deportivo), y BioMarin (farmacia). En todos estos casos, existen estrategias diferenciales (innovadoras) que se convierten en resultados económicos superiores a la media de su sector.
Vemos, entre las estrategias de éxito, un mix de sectores e incluso una hibridación entre sectores. Empresas como Nespresso, Starbucks, Airbnb o Uber han significado disrupciones estratégicas en sectores tan maduros como el café, el alquiler de habitaciones o el transporte en taxi. Desigual, Zara o Mango rompieron en su momento el pensamiento convencional del sector textil, mostrando que con estrategias diferenciales no existían sectores condenados. Y, ¿en qué sector compite Google? ¿En software? ¿En publicidad? ¿En geolocalización? ¿Y Apple? ¿En ordenadores personales? ¿En comunicaciones móviles? ¿En electrónica de consumo? ¿En música digital? ¿En relojes? Y cuándo lance el iCar, ¿Apple competirá en el automóvil? Y ¿qué es el “sector de la alimentación” (por poner un ejemplo)? ¿Tiendas de bombones gourmet o mataderos de cerdos? ¿Tienen estos extremos la misma dinámica competitiva?
Las evidencias nos muestran que en el siglo XXI no tiene sentido hablar de “sectores maduros” (aparecen empresas disruptivas en todos los sectores), ni siquiera tiene ya sentido hablar de “sectores” como unidades de análisis en estrategia competitiva. Los sectores se están quebrando, desdibujando, hibridando y fundiendo entre ellos por el efecto, entre otros, de los nuevos modelos de negocio y de las nuevas tecnologías.
Pero, si no tiene sentido ya hablar de “sectores” (y mucho menos de “sectores estratégicos”), sí que tiene todo el sentido del mundo hablar de tecnologías estratégicas. Porque existen una serie de tecnologías que van a cambiar radicalmente el mundo, que van a permitir la emergencia de estrategias disruptivas en todos los sectores de la economía, y que van a sustentar la competitividad global de los países que entiendan este reto: las tecnologías de la información, la nanotecnología y los nuevos materiales, la impresión 3D y las tecnologías de manufactura avanzada, la fotónica y la microelectrónica, y la biotecnología entre otras. Las tecnologías que la propia Unión Europea ha denominado KETs (Key Enabling Technologies), tecnologías habilitadoras de la competitividad industrial de los países.
Podemos ir olvidando los sectores, pero no podemos olvidar la generación de capacidades tecnológicas estratégicas. Las tecnologías estratégicas serán las fuentes que alimentarán las empresas de alto potencial de crecimiento de los próximos años. Podemos ser menos prisioneros de las dinámicas de mercado (que fluctuarán cada vez más rápidamente) pero no podemos olvidarnos de la construcción de capacidades tecnológicas estratégicas, habilitadoras de innovación disruptiva. Ni a nivel de país ni a nivel de empresas individuales.
1 Comentario
Estoy de acuerdo en cultivar tecnologías estratégicas, pero no creo que los países hayan de descuidar sectores estratégicos. En España, uno de ellos es el turístico. Y en cualquier país, lo es el sector financiero, ya que es la fuente de financiación de la economía productiva local, salvo que tuviéramos una auténtica Europa con unión política y mercado único de capitales. Es crucial que cada país juegue sus cartas considerando sus fortalezas, que provienen de una combinación de factores geográficos y culturales. El extremo puede ser Francia, donde casi todo es estratégico pero al tiempo no es siempre competitivo y de ahí su déficit público creciente.
De hecho, como explico en el link de abajo, creo que cada vez más se necesitan estrategias de país, y no es sólo la tecnología, sino la creación de ecosistemas donde la regulación, la financiación, la generación de demanda y el fomento del talento han de estar en la agenda nacional.
http://elalcazardelasideas.blogspot.com.es/2016/03/por-que-es-necesaria-una-estrategia-de.html