La nueva legislación europea sobre las Agencias de Ratings está empezando a tomar forma. Aunque el texto final (cuyo borrador comenzó a redactarse en 2011) aún no se conoce, hemos ido recibiendo información sobre importantes cambios en el uso de los ratings. La primera gran modificación es sencilla pero poderosa: entender que el problema está en el uso de los ratings, y no tanto en su generación.
Si bien es cierto que existen incentivos perversos en la generación de las calificaciones –es el emisor quien paga por el rating de su emisión- o que puede haber colusión oligopólica de Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch, éstas no son las principales razones del comportamiento procíclico de los ratings.
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