Quiero dejar esta semana el espacio de mi artículo a mi socia y amiga Giselle Della Mea. Giselle participó el pasado abril en el VI Congreso de Madrid Excelente e introdujo allí una visión más social del concepto de Smart city. Giselle es uruguaya y vive en Uruguay, y en Innodriven, puesto que tenemos representación allí y en España, nos hemos dado cuenta de que es mucho más natural desarrollar los proyectos con un componente social allí que aquí. En una ocasión un amigo argentino me dijo que nosotros nos encontrábamos en una crisis que no sabíamos cómo manejar porque para nosotros era algo nuevo, para ellos ese era su estado natural.
Creo que en España nos falta asumir que las empresas no sólo están para ganar dinero, sino que tienen un valor y responsabilidad social que no asumen. Recuerdo cuando en la universidad se nos hablaba sobre la función social de las empresas, todavía estoy esperando ver una que cumpla con esa función. Porque no estoy hablando de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), eso es marketing, eso es salvar la conciencia (la mala conciencia) de las empresas. Me refiero a una función social, que no ponga en peligro la función de tener beneficios económicos, y que forme parte de la naturaleza, del modelo de negocio de toda empresa. Ya hablé hace meses de las llamadas Empresas B, que también nombra Giselle en su charla y que están teniendo tanto éxito en América (de norte a sur). En España sólo hay una empresa certificada, Almanatura, y está costando mucho que el concepto interese a los políticos y grandes empresas. Será que no le ven beneficio.
Giselle habla también en su charla de un modelo de Smart city basado en el modelo 3P: Plataformas, Personas y Procesos.
Personas porque han de ser el centro de cualquier reflexión, Plataformas porque la ciudad ha de tener una naturaleza que permita la conexión de manera natural como una plataforma P2P, y Procesos porque es necesario ordenar el caos que se genera en torno a modelos de gestión abiertos pero reconocibles.
En definitiva, se trata de redefinir nuestros valores y priorizar lo verdaderamente importante. Quien me haya leído alguna vez sabrá que me considero un humanista, en el sentido que trato de poner al ser humano en el centro de la reflexión y como medida de todas las cosas (qué grande Protágoras). Por eso me atrevo esta semana a dejar mi espacio a Giselle, porque ella explica mejor que yo muchas ideas sobre las que hemos hablado muchas veces y que son el eje de nuestro proyecto Innodriven. Ahí va su artículo con la presentación que utilizó en su conferencia:
Las ciudades y sus modelos de negocios como parte de la solución
Al ver esta introducción ustedes quizás imaginen que vengo desde Uruguay hablarles de las Smart Cities, desde el punto de vista tecnológico, es decir las que hacen uso intensivo de las tecnologías para conectar personas, servicios y cosas que actualmente no se comunican, para construir un sistema más eficiente. Hoy lugares, espacios, objetos y personas pueden conectarse sensiblemente a través de sensores, nodos y alta tecnología.
O que vengo a hablar de:
- Drones capaces de procesar información en tiempo real, sistemas que manipulan grandes conjuntos de datos y componen la Era de la BIG DATA.
- hablarles de que pueden tener en común un árbol, una vaca, una zapatilla, un inhalador de asma, o una pastilla médica, y responderles que a través del “internet de las cosas” todos estos objetos pueden estar interconectados compartiendo información como nunca antes.
- de mobiliario urbano inteligente al servicio del ciudadano. De realidad aumentada al servicio de la industria turística.
- de Proyectos faraónicos, prototipos de ciudades totalmente nuevas, construidas sin ciudadanos como lo es Songdo en Corea del Sur
- O contarles que se según Cisco para el 2020 habrá más de 50 billones de objetos conectados.
PERO EN REALIDAD VENGO A HABLARLES DE OTRA COSA
De un enfoque más humano, porque para ese entonces las personas seguiremos conectadas igual que hace 20 años atrás, lo cual es lógico, a las personas no se nos puede conectar de la misma manera que a las “cosas”.
Vengo a decirles que necesitamos tecnologías disruptivas para empoderar ciudadanos y no simplemente para administrar ciudades o hacerlas más eficientes.
Debemos conformar una ciudad relacional, porque el motor de la vida es el vínculo entre las especies.
Vengo a decirles que debemos entender el concepto de inteligencia. La inteligencia es la capacidad de pensar, entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas, problemas que existen.
El tema es que a veces en algunas ciudades no entendemos cuales son los problemas reales, y hacemos de una sola ciudad dos mundos en uno. O los ciudadanos (todos, partidos incluidos) no vemos estos problemas como oportunidades y palancas de cambio. Vivimos divididos y echándonos las culpa unos a los otros. Y en la medida que sigamos sin entenderlos seguiremos construyendo ciudades divididas, con cosas conectadas, pero con ciudadanos divididos.
Esta división la hemos provocado todos nosotros. Es una bifurcación histórica que nosotros mismos hemos creado, entre las acciones de bien común y los negocios, tan simple como eso. Que ha incidido en la forma de organizar nuestras leyes, planificar nuestras ciudades, nuestros países. Pensando de forma separada, resolviendo problemas por separado, con recursos individuales y muchas veces duplicados, entre Gobiernos, Instituciones, ONGs, y el mundo de los negocios.
La riqueza es creada por el mundo los negocios, lo que conlleva a pago de impuestos de allí provienen los ingresos de los gobiernos, las donaciones caritativas, la responsabilidad social empresaria, de allí vienen todos los recursos. Luego las instituciones pueden utilizarlos para hacer trabajos imponentes, o malgastarlos, pero solamente las empresas pueden generarlos.
Hace muchos años hemos comenzado a diseñar otras alternativas, aproximar las formas, creando partnership público privado, negocios inclusivos, cooperativas, ONGs for profit. El espectro emergente es la hibridación organizacional, mutando de negocios tradicionales, negocios con impacto social, ONG tradicionales, ONG con ganancias y las que combinan un poco de todo esto.
Soy diseñadora y he trabajado en todos y cada uno de estos sectores para ayudarlos a innovar, a lograr mejor impacto, a generar competencias, a diseñar nuevos modelos de negocios, a diseñar nuevos servicios, nuevos productos para introducir al mercado, a pensar que modelo de ciudad queremos, he impulsado el desarrollo sostenible, intentado dinamizar la innovación social, trabajado en el fortalecimiento de la Marca País para crear valor compartido, facilitado metodologías de pensamiento de diseño y modelos de negocios, en las empresas tradicionales, tan simple como esto, ayudarlos a preguntarse ¿qué problema resuelve tu empresa? ¿Está orientada al mercado? ¿O está orientada a la resolución de un problema?
Y cada nueva pregunta me conduce siempre a lo mismo: debemos re-definir el concepto de inteligencia, re-definir el concepto de éxito, vivir de forma más integrada.
Siempre hemos asociado el éxito a los negocios, a las ganancias, al poder, pero para mí el éxito no es un resultado. Para mí el éxito es encontrar un propósito en la vida. Tener la intención de hacer algo más allá del dinero, hacerlo vos mismo, fallar, intentar y resolverlo. Es importante que lo re-definamos, porque estamos ante una nueva era, nunca antes habíamos sido tan conscientes de que tenemos problemas serios, hemos encontrado el límite de nuestra naturaleza.
Problemas grandes y urgentes
- Pobreza, desnutrición, falta de comida.
- Acceso al agua potable.
- La inseguridad que tanto nos castiga a los países en LATAM
- Falta de asistencia médica,
- Contaminación,
- Deforestación,
- Cambio climático,
Hemos planificado las ciudades en base a modelos de negocios no sostenibles y los resultados están a la vista. Más y más problemas sociales, los problemas se acumulan, los conocemos, sabemos de su existencia, los admitimos, entendemos que tenemos fallas sistemáticas.
Las ONGs, la filantropía han realizado enormes innovaciones, enormes esfuerzos colectivos, las hemos visto crecer, han movilizado tanto talento, tanta creatividad. Como esta formidable ONGs que nació en Chile “Techo” para mi país y rápidamente se expandió en todo LATAM gracias a la fuerza de los jóvenes voluntarios con ganas de cambiar el mundo. Salen a la calle a construir viviendas de emergencia. Pero aun así no logramos escalar las soluciones. En Latinoamérica seguimos siendo el continente con mayor desigualdad. No estamos ganando la batalla. Los problemas se acumulan en nuestras ciudades, los recursos se agotan y las soluciones no se dan en gran escala.
No podemos escalar
Porque no estamos pensando en una nueva forma de organizarnos, ¿dónde está la solución?
Creo que la respuesta es muy clara, está en los negocios, con buenas gestiones públicas claro. Las empresas crean riqueza cuando satisfacen necesidades a cambio de una ganancia, así es cómo funciona y comienza la escalabilidad de los recursos. Para resolver problemas a gran escala debemos conectarlos con el mercado, de lo contrario los recursos se agotan y las soluciones no son auto-sostenibles.
Históricamente hemos creído que las empresas ganan más dinero a costa de causar problemas sociales y medioambientales. Pero NO está ahí su ganancia sustancial, al menos no la fundamental. Las vemos como gran parte del problema y en muchos casos con razón, porque muchas corporaciones hicieron las cosas realmente mal, empeorando los problemas existentes, no se trata de justificarlos. Se trata de comenzar a ver al mundo de los negocios como parte de la solución.
Hoy existe una oportunidad única para las empresas: resolver problemas que aún no están resueltos y que otros no se atreven, impactando positivamente en la sociedad y el medioambiente. Aquí está la oportunidad, es el negocio más grande y sostenible que existe en el mundo de hoy, si lo hacemos, estamos frente a un océano azul, sin necesidad de seguir compitiendo en un océano rojo.
Y esto ya está sucediendo, existe un plan B, una nueva generación de empresas que se llaman Las Empresas B. Personas usando el poder de los negocios como fuerzas de bien común, empresas que se proponen ser las mejores PARA EL MUNDO. Cien por ciento orientadas a un propósito, buscan generar ganancias creando impacto positivo en la sociedad y medioambiente. Diseñan modelos de negocios centrados en ello, introducen servicios y productos al mercado para para escalar soluciones, son transparentes, generan ganancias, acá no está cuestionada la ganancia, está asumida, crean valor compartido, miden el impacto, siguen estándares sociales y ambientales, piensan de forma integrada, no dividen la responsabilidad social corporativa en un área, sino que es parte de su ADN. Se certifican por un tercero creíble, REDEFINEN EL SENTIDO DEL ÉXITO.
El movimiento comenzó en el 2010 en Estados Unidos como las Benefit Corporation y rápidamente se va expandiendo en el mundo con gran velocidad en Latinoamérica, gracias a un grupo de personas con propósitos que co-fundaron el movimiento en LATAM y con quienes comparto del desafío de impulsarlo también en Uruguay.
El proceso comienza con un cambio de paradigma personal y empresarial y se consolida con una certificación. Hoy hay más de 1000 Empresas B en 34 países del mundo. Juntas están desarrollando un nuevo sector en la economía, cobran visibilidad, fuerza de mercado, crean un ecosistema de valores compartidos, bajo el nombre Sistema B. Esto ha llevado a empujar las leyes, 20 estados de Norteamérica han creado una nueva legislación, un nuevo marco fiscal para las empresas de la nueva economía. Otros 16 estados están trabajando en ello. También en Chile se está pensando en dar forma a una nueva legislación.
Esto está sucediendo gracias a personas como Alex que fundó la empresa Guayakí con el propósito de regenerar 60 mil hectáreas de selva Atlántica, comprendidas entre Argentina, Brasil y Paraguay y crear más de 1.000 puestos de trabajo con salario digno para el año 2020 a través de su modelo de negocio orientado al mercado “restauración”. Comprobó que mediante la plantación de yerba mate (planta autóctona del lugar) se recuperaba la selva, volvía la diversidad. Se propuso regenerarla, conservarla y desarrollar su comunidad local. Buscó la formula, un método, agrupó a los productores y le transfirió capacidades, los incluyó y comenzaron a crear valor compartido. Pero para escalar debía conectarlo con el mercado, así fue que captó una necesidad, un hueco en Estados Unidos y la conectó con un problema en Sudamérica. Diseñó varios productos, bebidas orgánicas, algunas energizantes a base de yerba mate, que comercializa en Estados Unidos y Canadá. Sus productos cuentan la historia del problema y su solución. Hoy la empresa genera dividendos, ha recibido inversiones de impacto, certificaciones de prestigio y grandes reconocimientos en el mundo gracias al foco de su propósito.
Otro caso, el de Cesar, en Chile, cuyo propósito es, bajar la tasa de reincidencia a través de su modelo de negocio, una empresa de ingeniería civil con ex-reclusos como principal recurso humano. Un éxito.
Estos 2 ejemplos y las más de 1000 Empresas B están ensayando una fórmula, a prueba y error intentando lograr el equilibrio perfecto de las 3P, People, Planet and Profit.
Y allí justo ahí donde se eclipsan estos 3 vectores, es donde nace la triple hélice, donde debe nacer nuestro propósito, el de nuestros empresarios, nuestro gobierno, nuestras ciudades y nuestro mundo.
Porque la creación del valor compartido se sostiene en el tiempo. Porque la salud de las comunidades, la competitividad de la empresa y la eficiencia de nuestras administraciones son recíprocamente dependientes y la fórmula para desarrollar una ciudad inteligente.
Reconocer y capitalizar estas intersecciones parecieran ser el camino, para transformar nuestro modelo económico, despertar la próxima ola de crecimiento global, re-definir nuestras ciudades y cambiar nuestro mundo…
Porque en definitiva “EL MUNDO ES UNA RED DE CIUDADES”.