1. Operaciones económicas, situación final deseada y objetivos económicos
En la primera entrada de esta serie describíamos el teatro de operaciones económico global como un espacio en continua disputa, donde diversos actores interaccionan para buscar un beneficio económico, lícito o no, pero también para conseguir objetivos de otra naturaleza, como la quiebra de una gran compañía o la desestabilización de un país o comunidad de países. Ya en el terreno de la amenaza económica estratégica, analizábamos entonces como las operaciones económicas buscan producir efectos en tres dominios estrechamente interrelacionados: el domino físico, el informativo-cibernético y el moral.
Describíamos finalmente el planeamiento económico operacional como un difícil arte, consistente en la imaginación y habilidad de un determinado actor (país, grupo de países, empresas, grupos corporativos, etc.) para equilibrar los elementos administrativos, políticos, financieros, tecnológicos y morales a su disposición, a fin de tomar y conservar la iniciativa económica y crear las condiciones del éxito.
Continuando con nuestro recorrido teórico, cabe reseñar que una operación económica bien planificada debe tener una situación final deseada, esto es, aquella que debe establecerse cuando la operación se dé por terminada en términos favorables. La situación final deseada, que parte de una intención político-económica, describe las condiciones que tienen que existir una vez alcanzados los objetivos económicos, como puede ser el debilitamiento de una divisa o de un competidor económico pujante. Debe poderse medir y estar claramente definida desde el principio. No les quepa la menor duda de que detrás de toda estrategia económica exitosa existe una situación final deseada bien planteada en sus inicios.
A partir de la situación final deseada, se formulan unos objetivos concretos a alcanzar en cada uno de los dominios descritos. En general, se definen como condiciones a crear en puntos decisivos en términos (entre otros) de fuerza económica (expulsar al competidor de un determinado mercado, derrotar una estrategia comercial, destruir una campaña exitosa, contener la expansión de una empresa o país, aniquilar o neutralizar la capacidad financiera oponente, aislar al objetivo de posibles fuentes financieras), espacio económico (ocupar un mercado, asegurar el liderazgo de un sector, defender una cuota de mercado, controlar flujos económicos o negárselos al adversario) o tiempo (por ejemplo, ganar semanas o meses para incrementar nuestra fuerza económica).
Es aquí cuando cobra relevancia el concepto de centro de gravedad económico. Regresando de nuevo a la estrategia militar y a Clausewitz, el centro de gravedad es “el eje de todo poder y movimiento, del que todo depende. Ese punto contra el que deberían dirigirse todas nuestras energías”. Desarrollemos un poco más este concepto clave.
2. Todo interviniente en el tablero económico global tiene su centro de gravedad
El centro de gravedad económico está constituido por las características y capacidades de las que una nación, una alianza, una corporación u otros actores económicos obtienen su libertad de acción económica, fortaleza financiera y voluntad de sobrevivir en el teatro de operaciones económico. Los centros de gravedad pueden pertenecer al dominio físico, informativo-cibernético y moral.
La cuestión clave en este punto es identificar tanto los centros de gravedad económicos de nuestros potenciales adversarios o competidores, para conocer la mejor manera de neutralizarlos, como los propios, para poder defenderlos con eficacia y ocultarlos a posibles observadores hostiles. De ahí mi preocupación por la revelación pública de los stress test de Oliver Wymann, que evidencian con luz y taquígrafos una debilidad económica crítica de nuestra economía.
La determinación de los centros de gravedad económicos ajenos y propios puede efectuarse mediante un proceso sistemático de reflexión, que constituye una herramienta analítica muy útil para inducir a los responsables políticos o económicos de un país o empresa a pensar en sus puntos fuertes y en los de sus oponentes, con el fin diseñar escenarios de actuación y determinar objetivos concretos y factibles. Al igual que ocurre en el ámbito militar, la esencia de la concepción de una operación económica consiste en ser capaz de concentrar efectos contra la fuente principal de fuerza económica del adversario (el centro de gravedad que este busca proteger).
Un centro de gravedad económico puede no resultar discernible en un momento determinado; puede ser además algo inmaterial, tal como la voluntad política o la estructura de una alianza económica, o un elemento económico tangible, como las reservas de divisas, las instituciones y centros financieros o las grandes redes informáticas que sustentan el funcionamiento de los mercados.
En la próxima entrega describiremos brevemente los pasos fundamentales para su determinación, en el convencimiento de que cualquier mejora en nuestros planteamientos económicos operacionales resulta vital en estos tiempos económicos tan inciertos que nos toca transitar.