Hace quince años desde que se le ha concedido el Premio Nobel de Economía a Amartya R. Sen. Y esto sólo es un magnífico pretexto para resaltar la figura de este economista indio, maestro en el difícil arte de combinar el rigor con el realismo y de hacerlo, además, con una extraordinaria apertura intelectual, en clave de economía política.
Rigor y realismo
Una de sus obras más celebradas, La pobreza y las hambrunas está dedicada a Amiya Dasgupta, “quien me introdujo en la economía y me enseñó de qué iba esto”. Efectivamente, el mencionado profesor le enseñó a un joven Sen, a quien le sobraba la política y la quedaba corta la economía, dos cosas: en primer lugar, la importancia de la teoría económica (“me hizo ver que uno puede cometer un gran error, incluso en términos prácticos, yendo demasiado directo a los problemas y no dedicando suficiente atención al papel que la teoría tiene que tener, inevitablemente, en el estudio de los problemas”. Dicho de otra manera, la primera lección que recibió Sen fue una lección en la que nunca se insistirá lo suficiente: que no hay nada más práctico que una buena teoría. De ahí viene el rigor lógico que impregna todo su quehacer y que se muestra, por poner un ejemplo destacado, en la doble presentación de cada uno de los capítulos de una de sus principales obras (Elección colectiva y bienestar social) que se exponen, por un lado (capítulos con asterisco) en lenguaje formal (definición, lema, teorema, corolario) y, por otro, en lenguaje ordinario (capítulos sin asterisco).
La otra cosa que le enseñó fue que “debemos preocuparnos por los problemas que son relevantes para nosotros”. Y es que “nuestra teoría se derivaba, básicamente, de los manuales del mundo desarrollado, que no tenían mucho que ver con la situación que teníamos en la India. Nosotros estabamos interesados en los problemas prácticos de la India, pero, simultáneamente, nuestra teoría no tenía relación con dichos problemas”. Dicho en sus palabras, vivía en una situación de esquizofrenia y Dasgupta le enseñó que la única solución posible era, no despreciar la teoría, sino adecuarla, ajustarla a la realidad.
Economía Política
Si se toma en serio la tarea de ajustar la teoría a la realidad, el estudioso termina descubriendo que la realidad es harto compleja y que los hechos y los valores se entremezclan, y que la economía no es nada sin la política o la filosofía. De ahí la inclinación de Sen a “ir más allá de las fronteras de la economía”. En otra de sus obras, La Economía Política del Hambre insiste en este punto: “la economía política es la ciencia económica vista desde una perspectiva mucho más amplia que la que adopta la corriente central de la ciencia económica moderna. Desde dicho enfoque, las ideas y las instituciones sociales y políticas son muy importantes para el análisis económico y no deben ser relegadas mediante el empleo de hipótesis estilizadas de heroica simplicidad”.
Los resultados
El camino de Sen conduce a unos resultados que terminan legitimando su método, al mostrarnos la realidad desde nuevas perspectivas. Así, por poner un ejemplo, al estudiar las hambrunas Sen nos muestra que no están relacionadas necesariamente con la falta de alimentos. “Los estudios empíricos muestran que las hambrunas se pueden desarrollar por diversas causas no relacionadas con la disminución de las disponibilidades de alimentos… Las hambrunas asociadas a los momentos de aumento de la producción en general y de los alimentos en particular… se producen si el sistema de ordenación cambia en perjuicio de algún grupo. En este proceso de cambio la misma expansión económica puede ser el factor clave en la aparición del hambre, si es un crecimiento desigual que, por ejemplo, favorece a la población urbana en detrimento de los trabajadores rurales”.
En síntesis, lo que nos transmite el sentido y la sensibilidad de Sen es que la realidad es compleja, que los procesos no son automáticos y que, consecuentemente, una cosa es el crecimiento, otra la distribución y otra la relacionada con la satisfacción de determinadas necesidades. Sen nos enseña, en definitiva, que del dicho al hecho hay un trecho que se debe recorrer, por una parte, manteniendo la tensión y el equilibrio entre la teoría económica y la realidad institucional, y, por otra, en buena compañía, junto con otras ciencias tales como la política o la sociología, y, por supuesto, junto con la filosofía.
Sobre el autor:
Cándido Pañeda, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo.