Estudiamos duro, dedicamos muchas horas de nuestra vida a formarnos, a especializarnos y parece que nuestra meta es, en términos generales, tener un gran expediente académico. Parece que esto nos da, por sí mismo, la posibilidad de “trabajar de lo tuyo y aspirar a un buen salario y carrera profesional…” pero en una gran empresa, o al menos en una empresa que no es nuestra. No nacemos, generalmente, para crear nuestra carrera empresarial.
El éxito profesional y personal parece que no está asociado a la imagen como empresario. En cambio ese éxito si lo está con ocupar puestos de gran responsabilidad en una gran multinacional, o trabajar en una empresa de moda o haber tenido acceso a un cargo “seguro, estable y bien retribuido” a través de una oposición. En el ADN de los españoles no estuvo tradicionalmente el ser emprendedores y crear un ecosistema empresarial arraigado y colaborativo, donde un ejército de jóvenes formados transformen sus ideas para convertirlas en negocios globales, rompiendo y mejorando nuestra economía, nuestra cultura y nuestra historia de autarquía empresarial e intelectual.
¿Quiere esto decir que en España no hay empresas? Obviamente, NO. ¿Quiere esto decir que en España no hay emprendedores? Rotundamente, NO. ¿Quiere decir que en España no hay empresas grandes que lideran mercados globales? También, NO. Lo que quiere decir es que no es nuestra tendencia natural. No es nuestro objetivo vital “por defecto”. Que hay casos excepcionales, pero que nuestro ecosistema educativo, financiero y cultural suele funcionar como una gran atadura para involucrarse en la tarea de “crear” por parte de los jóvenes (y ya hemos reflexionado algo en Sintetia al respecto). Es un error convertir “lo anecdótico” en algo “normal” y querer convencerse de que lo que tenemos es suficiente.
Hay que empezar a desterrar la idea de que nacemos para estudiar, para acabar los estudios, para tener una vida lineal y predecible, tener un buen puesto de trabajo y sobrevivir. Podemos hacer muchas cosas, hay más caminos, hay talentos que podemos explorar (y encima ganar dinero por ello). Hay muchas vías para lograr una motivación intrínseca, de la que tanto habla Daniel Pink y que es y será la que transforme a las personas y, con ello al mundo (este vídeo explica mejor lo que quiero decir al respecto).
Un emprendedor no solo es aquel que crea su empresa. Podemos ser verdaderos emprendedores dentro de otras organizaciones que no sean de nuestra propiedad, y a los que se les ha puesto el nombre de intraemprendedores. Personas que ponen en “aprietos” a las compañías en las que trabajan, que hacen preguntas, son inquietas, tratan de mejorar en su día a día. Este tipo de emprendimiento es también muy necesario y transformador.
Por lo tanto, tengamos cuidado si diseñamos organizaciones que maten directamente estas iniciativas y asfixien mentalmente la capacidad de los intraemprendedores…porque éste es otro gran problema de no disponer de un ecosistema empresarial/cultural/educativo/financiero adecuado: no se tolera “a los raros de la empresa”, que son aquellos que piensan “en cosas distintas y en problemas/actuaciones que rompen el statu quo y que son tratados como personas incómodas”.
Otro ámbito de reflexión sumamente interesante trabajado es si para emprender vale cualquiera, con una idea y con ganas. Todo apunta a que se precisan muchas más cosas.
..: se precisa un punto de soñador, imaginación, creatividad para encajar piezas, visualizar estadios donde se podría colocar tu (pequeña) compañía en el presente y en el futuro…pero “visión sin ejecución es una pura ensoñación”. Las ideas hay que ejecutarlas, y hacerlo bien, muy bien, de forma excelente, que marque la gran diferencia.
..: claro, no hay que olvidar que arrancar una actividad implica riesgos. Ya está, asumamos que hay que arriesgar, pero YA ESTÁ!!! ¿Cómo se minora ese riesgo?
….con experiencia, no arranques una actividad de la nada, sin pasado profesional, sin capacidades técnicas, sin “contactos”, sin fracasos previos. ¿Sin fracasos? El fracaso es experiencia, es un baño de humildad necesario, implica saber que hace frío cuando uno hace una oferta al mercado y no llegas a clientes. ¿Por qué no llegué? ¿Qué he aprendido? Analízalo, levántate y afronta el siguiente proyecto.
….Cierto que esto es más fácil si hay un clima social que no discrimine a los supuestos “fracasados”, si hay leyes que te faciliten “reiniciarte” y no arruinarte en el primer intento. ¿Alguien está trabajando seriamente en estas cosas para facilitar el renacimiento de los emprendedores “fracasados” y que son, sin duda, el nido de las próximas empresas de éxito? No hay éxito sin fracaso y las instituciones deberían facilitar los puentes entre ambos estadios.
….Una persona que emprende, además de tener experiencia, tiene que tener una amplia formación. No hablo de “titulitis aguda” pero sí de alta capacidad técnica, dominio en finanzas, comercialización y comunicación. Aunque delegues actividades donde no tienes “ventajas competitivas”, no hay empresa que crezca sin gestión y sin una gerencia adecuada (te recomiendo leer a los clásicos.)
..: actúa rápido, sé global, rompe fronteras, pero a la vez planifica, piensa en cómo escalar tu modelo de negocio. Piensa en los detalles, usa el foco, si te despistas no serás el mejor en lo que consideres es la esencia de tu negocio. Pero no te olvides que quien decide cuál es tu negocio son los clientes, no eres tú. Los clientes son los que están dispuestos a comprarte o no, y ello depende de cuál es tu propuesta de valor. ¿La sabes? Evalúala de forma constante, contrástala, trata de mejorarla de forma incansable, piensa en quién no te compra (que son más que los que te compran) y evalúa las alternativas de valor que tienen.
..: ¿Qué quieren los inversores de los emprendedores? si las cosas te van bien, necesitarás gasolina para subir de peldaño, para crecer, para pasar de escalón! Bien, necesitarás dinero, alguien externo que confíe en ti. Alguien que va a evaluar todo lo que hemos comentado anteriormente: modelo de negocio, experiencia previa, credibilidad que le transmitas, capacidad de trabajo, tus fracasos y tu hambre por mejorar.
¿Crees que alguien pondría dinero en un emprendedor sin experiencia, que comunique mal su proyecto y cuyo único mecanismo de negociación sea un buen power point? Hay que transmitir, hay que tocar –tener algo tangible de lo que somos capaces de hacer-, hay que demostrar. La credibilidad y la confianza se construyen con el trabajo duro.
¿Quiere esto decir que si un capital riesgo nos dice que “no” es que somos malos y fracasados? No, en absoluto. Simplemente hay que revisar, aprender, pensar en cómo transmitir mejor, mejorar nuestra propuesta al mercado y seguir, con mucha resiliencia, intentándolo.
Crear entornos de mucha y buena comunicación, de mucha y buena colaboración, trazar alianzas con los mejores, estar dispuesto a cambiar, a trabajar duro (palabra que se repite mucho…), a soportar dificultades (que las hay y todos los días), son algunas de las recetas que creo se están imponiendo como esenciales para crear y crecer como emprendedor. Todo esto nos aleja de la idea feliz de que para emprender sirven unas cuentas ideas, un centro público muy chulo donde nos dan un alquiler barato, muchas charlas de motivación y un paquete informático que “escupe” un plan de negocio. Trabajemos, regulemos, eduquemos, toleremos…porque parece que es el único camino para sortear con ingenio esta realidad incómoda en la que vivimos.