La semana pasada se resolvió el Premio Nobel de Economía 2019 designado el galardón a Michael Kremer, Abjijit Banerjee y Esther Duflo. Lo siento por los caballeros, pero me centraré en la importancia de la tercera por varios motivos. En primer lugar, porque es la persona más joven en haber recibido el galardón, aunque este venga después de una ristra de anteriores reconocimientos como el galardón de Cooperación Internacional de la Fundación BBVA (concedido en España al J-PAL que dirige Duflo), el premio “Genius” de la Fundación MacArthur y la medalla John Bates Clark al mejor economista menor de 40 años de la Asociación Económica Americana.
No se puede pasar por alto que Duflo sea la segunda mujer que recibe el galardón…y aunque sea estadísticamente poco consistente puede que no sea casualidad que la primera mujer en recibir el Nobel de Economía hace una década fuera Elinor Ostrom por estudios sobre recursos compartidos y la eficiencia en la administración de un grupo de usuarios de bienes comunes tales como pastos, lagos, bosques y pesca.
Hasta que otorguen el premio a otra economista por áreas de trabajo más individualistas, podré decir sin equivocarme que las mujeres son punteras en análisis que buscan el bien de grupos poblacionales y en casos con grupos desfavorecidos. Y también que estas distinciones elevan a grados interestelares el orgullo y sororidad de las mujeres que nos dedicamos a la economía.
Hay otro punto en común entre estas dos mujeres y es su preocupación por las situaciones de los más desfavorecidos. En el caso de Ostrom por venir de un entono de pobreza extrema en Estados Unidos, durante la Gran Depresión del 29, y que le llevó a encadenar becas que le permitieron estudiar y cursar un postdoctorado que la llevó a acercarse a la acción colectiva.
Duflo destaca en cambio por su capacidad para aplicar metodologías de experimentación científica para analizar la efectividad de políticas contra la pobreza y sin duda parte de esta sensibilidad le vendrá del hecho de que su marido (Banerjee, también galardonado) sea indio, lo que le habrá dado la oportunidad de conocer de primera mano los problemas de un país que necesita ayuda de forma crónica y tiene unas barreas
Merece la pena aclarar que en su momento Duflo limitó el alcance de los microcréditos, lo que algunos medios utilizaron para tratar de enfrentar a los defensores de estas políticas, si bien ella ha aclarado que sólo pusieron el foco sobre las limitaciones del impacto para este producto financiero aunque financieramente tenga sentido.
En este sentido, es interesante cómo Duflo aborda sus análisis, poniéndose en los zapatos de las poblaciones más desfavorecidas y en su proceso de toma de decisiones y cuestionando determinadas medidas diseñadas desde la mentalidad de países desarrollados.
Para elegir el final de tu artículo puedes optar:
- Pásate a la página de deportes de un periódico si no sabes lo que es la “sororidad” y piensas que las reflexiones no te aportan demasiado.
- Quieres leer algo más sobre Esther Duflo, puedes repasar la entrevista “Decodificando la pobreza” publicada en Sintetia que tiene la emoción del diálogo fluido con la premio nobel.
- Si te parece que el análisis de impacto está aquí para quedarse puedes seguir leyendo.
Gracias por no rendirte: y es que lo más relevante y de rabiosa actualidad es que los ejercicios de transparencia y análisis de impacto están cada vez más integrados no sólo para políticas públicas o evaluación en cuanto a la asignación de presupuestos sino que es una megatendencia en todo orden.Desde los compromisos globales e internacionales (como los Objetivos de Desarrollo Sostenible), los organismos de ámbito europeo, las instituciones nacionales, regionales y locales, los ámbitos empresariales, los accionistas, stakeholders, hasta los ciudadanos y consumidores todos somos observadores y observados y queremos verificar si lo que hacemos tiene un impacto.
Habrá quien pueda decir que todos estos ejercicios de análisis del impacto no generan más que burocracia y obligaciones interminables pero personalmente creo que la evaluación y análisis de impacto suele generar círculos virtuosos de mejora y evita en gran medida la superficialidad al afrontar retos como la sostenibildad, el impacto social y la erradicación de la pobreza.
Es por eso que el ejercicio de Duflo tiene un resultado infinitamente positivo al introducir indicadores de verificación del impacto de políticas que corren el riesgo de quedar ancladas en el “buenismo” y dotarlas de una capacidad de adaptación a la realidad del público objetivo de las mismas.
Finalmente, estos ejercicios otorgan al proveedor de esas políticas un nivel de eficiencia que a veces parece que el tercer sector no debiera tener; queda demostrado pues que nadie puede escapar de la megatendencia de la evaluación de impacto.