Esta es la recomendación que el Fondo Monetario Internacional (FMI) nos da en su última consulta regular acerca del estado de nuestra economía.
Los retos de España son los siguientes (i) mercado de trabajo disfuncional, (ii) una burbuja inmobiliaria desinflándose, (iii) elevado déficit fiscal, (iv) elevado endeudamiento privado y exterior, (v) crecimiento anémico de la productividad, (vi) débil competitividad y (vii) un sistema bancario con puntos débiles.
En cambio, hasta la fecha sólo se han tomado medidas de ajuste fiscal, pero esto debe complementarse con reformas estructurales que potencien el crecimiento. Afirma la necesidad de proteger el consumo privado, de medidas como las subidas del IVA, lo cual se debe hacer aprovechando las sinergias de las medidas estructurales. Destaca la necesidad, sobre todo, de (i) una reforma integral del sistema de laboral y de pensiones y (ii) consolidación del sistema bancario, para lo cual amplio es condición necesaria un sólido soporte político y coordinación para la aprobación de dichas medidas.
Las conclusiones del FMI giran en torno a la necesidad de un ajuste equilibrado de la economía. Se trata de la única manera de espolear el crecimiento a la vez que se toman medidas de endurecimiento fiscal. Dichas reformas apoyarían la convergencia de España con países de renta per cápita superior.
Una de las palabras más repetidas a lo largo del informe es “credibilidad”. Tanto en relación al endurecimiento fiscal, el cual precisa de una centralización para confiar en el control del gasto de las comunidades autónomas, así como la liberalización del mercado de bienes y servicios, eliminando barreras al comercio.
Por último, en relación al sistema bancario, que si bien menciona que sigue siendo sano, se mantiene bajo presión. La incertidumbre se centra en el Sector de Cajas de Ahorros, cuya exposición a suelo y promoción les ha hecho muy vulnerable vía adjudicaciones bancarias de inmuebles y sobre todo de suelo, cuya valoración a precios de mercado es, dada la situación, realmente complicada. Otros puntos de presión sobre el sector son la dificultad de acceso al mercado de capitales para la Cajas y el endurecimiento de la guerra de pasivo por depósitos. Además, la retirada (esperada) del programa de compras de covered bonds en junio de 2010 y el fin del programa de garantías a emisiones financieras, en diciembre de 2010 (recientemente ampliada esta medida, la cual finalizaba inicialmente en junio de 2010) crearía aún mayor presión en su financiación. Esto, unido a una corriente de beneficios futuros que presenta cuanto menos mucha incertidumbre, hace necesaria la intervención del FROB. Se incluye al final la recomendación de eliminar la influencia política sobre las Cajas, y la posibilidad de convertir a las grandes Cajas de Ahorro del país en entidades financieras con capital vía acciones, de cara a la independencia de las mismas.
Eso sí, el FMI sigue siendo optimista en la capacidad de aguante del sector, también en gran medida dada la dimensión del FROB, que tendría capacidad suficiente para absorber los drenajes de capital que se dieran en el sector incluso en caso de estrés.
La conclusión con la que deberíamos quedarnos, es que España ha hecho los deberes a corto plazo (y nos confirma su opinión positiva sobre estas medidas), pero no debemos olvidar que ningún sentido tienen estas medidas sin las necesarias reformas estructurales.
Andrés Alonso