Gowex presenta a: “Jenaro, el Lobo del MAB”

8 julio 2014

Este es el título del último taquillazo español en el que Jenaro García interpreta a Leonardo di Caprio en la versión española de  El Lobo de Wall Street. Como se suele decir, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ¿o no?

Este tipo de situaciones requieren de una importante dosis de tacto y respeto a las partes afectadas, sobre todo cuando hay ahorros minoristas en juego. Sin embargo, vamos a permitirnos la licencia de reflexionar sobre el asunto en clave de cinéfilos, sin que ello elimine la seriedad del tema tratado.

En la película de Hollywod Di Caprio interpretaba a Jordan Belfort, un bróker despiadado en el terreno de los negocios que hacía lo imposible por vender acciones de la calidad que fuera a cualquiera. De hecho Jordan, tras abandonar repentinamente el banco de inversión donde trabajaba debido al crash del 87, empezó a trabajar en una oficina que vendían acciones de empresas muy pequeñas que no cotizaban en mercados organizados, y cuyos precios se fijaban en céntimos, lo cual le permitía operar con elevados márgenes de compra venta si los clientes se enganchaban a la idea del negocio, que efectivamente Jordan brillantemente les vendía.

Jenaro_Lobo

 

Y es que el guión no es nuevo. Enron es el caso de fraude contable más famoso. De entonces ya aprendimos algunas lecciones:

La primera, que los auditores no son responsables por fraude contable ¿Sorprendidos? Perfecto, sigamos adelante. Pero asumamos que un auditor no es un juez, y su objetivo profesional es hacer lo razonablemente posible por detectar un error o fraude. Pero nunca nos aseguran que legalmente estamos asegurados ante el fraude. Esto es así, y que se lo digan a Arthur Andersen … que si cayó fue por la reputación, no por el negocio de la auditoría, que sigue boyante.

De hecho, ¿saben lo mejor? Un auditor me da una opinión favorable de mis cuentas, la cual remito a mi regulador (en España la CNMV –Comisión Nacional de Mercado de Valores- y en EEUU la SEC). Exacto, opinión. Igual que una agencia de rating me da la opinión del riesgo de crédito de una empresa. Rating que me exige el regulador bancario. Pero tanto la auditora como la agencia de rating son ¡empresas privadas! Las cuales se aseguran sus propias responsabilidades en caso de fallo en sus opiniones ¿sorprendidos? Perfecto, sigamos adelante.

¿Para qué necesitamos entonces al auditor? 

Para lo mismo que necesitamos a las agencias de rating. Para reducir el desequilibrio en la asimetría de información entre inversor y empresa. En el caso que nos atañe ¿qué inversor podría invertir en Gowex sin que alguien le asegurara que al menos se miró sus cuentas?

Si no existieran estas empresas habría que inventarlas. La rueda debe moverse, y la información es abrumadora. Aunque haya fallos, un AAA me ayuda a entender si una deuda es sensible de ser comprada o no. Lo mismo unas cuentas auditadas. Me dan paso a reducir las fricciones informativas, pero no la eliminan.

¿Algún consejo de economista?

La pregunta que más nos hacen a los economistas es ¿Y en qué empresa me aconsejas invertir?”. Xavier Sala i Martín tenía una respuesta ingeniosa a dicha pregunta: “Invierta en Bodegas XYZ. Si le va bien, se forrará; si lo pierde todo, al menos tendrá vino para una buena fiesta”. En esta ocasión lamentablemente no nos podemos quedar con nuestra proporción de wifi gratis …

Bromas  (malas) aparte, y recuperando la seriedad. La recomendación es dar valor al riesgo idiosincrático. Toda rentabilidad de una acción conlleva un riesgo (que la misma suba o baje) el cual podemos descomponer en dos factores:

(1)  Vinculado al mercado de valores en general (si sube el Ibex, Telefónica en buena medida también lo hará, y viceversa), y  (2) otro particular y no relacionado con el mercado (una nueva regulación de licencias de operador móvil afectará a Telefónica pero presumiblemente no a un índice bien diversificado).

Este segundo factor es lo que llamamos riesgo idiosincrático: aquel que es intrínseco a una acción debido a su naturaleza de negocio y el cual la teoría financiera nos dice que no podemos mitigar diversificando el tipo de acciones que metemos en nuestra cartera de inversión. En esta ocasión digamos que si vemos una acción que subía tanto en rangos de intradía … nos tocaba mirar bien el negocio del wifi gratis en ciudades. Por supuesto que todos nos preguntamos ¿cómo ingresa tanto Gowex? ¿en qué consiste eso de poner wifi gratis? Pero todos dijimos: “qué más da, si tiene Jenaro una foto con Bloomberg, eso es señal buena”. Y de ahí continuamos.

Jenaro-Bloomberg

Este es el problema de los efectos rebaño tan típicos en mercados financieros. De los que ningún auditor nos protege. Y en esta ocasión ni siquiera la regulación publica (CNMV) … ni tampoco la regulación privada: los mayores acreedores de Gowex – NYC, Madrid, Paris por ejemplo – no revisaron a su proveedor de servicios.

¿Y quien nos metió en este lío entonces? 

La respuesta es el Mercado Alternativo Bursatil (MAB). La obsesión por cotizar nos abre la vía al riesgo idiosincrático. Riesgo que está en manos del inversor (cualifcado) el valorarlo. Riesgo del que es experto todo inversor de private equity o venture capital. Riesgo que es difícil gestionar, precisamente porque no podemos diversificarlo. Y por eso nos pagan tanto por asumirlo.

Y digo yo, está claro que el beneficio de ideas como el MAB es dar acceso a la financiación a la pequeña empresa pero ¿a qué coste? Precisamente este: el coste de no dar buen encaje entre riesgo finalista e inversores que realmente pueden asumirlo.

Este es un fallo de mercado conocido, y hablamos de que el mercado no asigna riesgos bien cuando la información no fluye. Y es casi imposible que fluye bien cuando hay muchos incentivos a mentir (subir en cotización para una empresa pequeña) pero pocos para descubrir sus mentiras (los inversores cualificados prefieren dedicarse a “otras empresas” menos pequeñas).

Esta reflexión esperemos que cale, porque hablamos de que el origen de la crisis financiera mundial actual fueron las titulizaciones de créditos hipotecarios subprime, que las acabaron comprando agentes que no sabían el riesgo que tenían.

No nos quedemos con la historia del fraude, el auditor y el supervisor. Porque hay un mensaje de fondo en mi opinión mayor aún: ¿a qué tipo de inversor estamos dando acceso para que invierta en PYMES? Seguramente si alguien como Blackrock por ejemplo fuera el mayor acreedor de Gowex seguro que “no nos importaba tanto” ¡Correcto! Porque es un inversor institucional que habrá sabido gestionar qué proporción de dinero perder en estos casos. Seguro que obligaría a Gowex a destripar la “caja negra” que suponía su modelo de negocio, difícil de entender, sobre todo, en términos de ingresos.

No free lunch

Nadie da duros a tres pesetas, no hay café para todos o nada es gratis. Lo mejor cuando no sabemos dónde invertir es hacerlo sólo en aquellas empresas donde entendemos su negocio. Si no entiendo, no compro.

Si un folleto de titulización lleva una calificación de AAA pero tiene 250 paginas, no compro. Si una acción ofrece wifi gratis y sube más de un ¿50%? al día, no compro. Si un innovación tecnológica como Bitcoin sube más de un 100% al día y argumenta que sustituirá al sistema monetario internacional, no compro. Dejemos que los profesionales lo hagan, que se lleven el beneficio por ello, y asuman el riesgo.

Por eso nosotros no le echamos más culpa a la CNMV que a los principales acreedores de Gowex por no llegar al fondo de la mentira de las cuentas de Gowex (que también …). Le echo la culpa de dar acceso a “cualquiera” a llegar a empresas pequeñas que tienen incentivos a querer crecer a toda costa y poca reputación que perder. Y esos incentivos hay que controlarlos como caballos salvajes. Sobre todo cuando nos tratan de vender la “Caja Negra” de un negocio que no comprendemos pero que revoluciona y cambia el mundo… pero que no sabes donde “está la pasta”… como le decían a Jerry Maguire. Se tienen que crear los mecanismos para que los inversores tengan un acceso razonable y sano para invertir en estos mercados. 

Dejemos de obsesionarnos por poner a cotizar “todo” 

Posiblemente la solución a la fragmentación financiera no sea “tan sencilla” como impulsar estos bypass al sistema bancario. Para eso se necesitan instituciones muy sólidas, un buen caldo de cultivo de analistas que “destripen” los riesgos y los modelos de negocio y sistemas de control efectivos y eficientes. Sin estructuras e incentivos bien creados, el hambre por el crecimiento, el storytelling de cambiar el mundo y la tecnología, pueden llevarnos a quiebras de confianza o desenlaces como los de Gowex que claramente afectan de forma muy negativo tanto al propio MAB como, en general, al sistema de inversión en startups de España. Necesitamos más transparencia, más capacidad analítica y más cultura financiera y de mercados para saber qué es grano y qué es paja. Y, a pesar de todo, es difícil librarse de los engaños.

¿Tenemos que recordar Bankia y sus tramos no-institucionales? ¿o las preferentes y los minoristas? ¿o los anuncios en televisión de bonos convertibles? Los fallos existen: fraudes, asimetrías informativas, o lo que sea. Lo importante es que no pillemos a quien no debe verse afectado en estos casos. El resto, asumamos el riesgo de nuestras inversiones. En esta ocasión Bloomberg seguro que sabrá asumir su pérdida con mejor encaje que muchos inversores del MAB.

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