Aunque constantemente estemos hablando de conceptos como los productos bancarios seguros o productos bancarios complejos, todavía hay mucha desinformación. El problema de las participaciones preferentes ha despertado no sólo el miedo de muchas personas que ya no saben qué hacer con su dinero: si dejarlo a salvo en la caja fuerte del banco o en una caja de caudales en el armario, si no que también ha alimentado la necesidad de saber.
¿Acaso los jóvenes reciben clases de finanzas en los colegios? Los padres les enseñarán el concepto de ahorro, de pensar en su futuro pero, ¿cuántos de ellos saben lo que es una cuenta de ahorro o un depósito bancario? ¿Cuántos padres saben dónde está más seguro su dinero? Los contratos son complicados de entender, así que nos dejamos asesorar por el director del banco, “el de toda la vida”, el que siempre nos va a asesorar con “confianza”. Nos olvidamos que ellos también quieren vender, y ya se sabe que “los negocios pueden dar dinero, pero la amistad raramente lo hace”.
Nadie niega que los jóvenes prefieren otros temas de conversación antes que ponerse a hablar de los bancos y la economía pero, al igual que se les prepara para enfrentarse a muchos ámbitos de la vida profesional y personal, también deben contar con una orientación acerca de qué es lo mejor que pueden hacer con sus finanzas.
Jóvenes, el ojito derecho de los bancos
Las entidades bancarias cuidan con mimo a los jóvenes, a los que lanzan programas especiales para cubrir sus necesidades financieras. Hasta los 20 años, los jóvenes con una básica disposición de capital, únicamente contratan cuentas corrientes o de ahorro. Su interés de las entidades empieza a ser mayor a medida que contratan tarjetas de débito, de crédito, créditos para los estudios, para la compra del primer coche y, quizá con suerte, la contratación de una hipoteca. Es una manera de ir captando nuevos clientes, que más adelante podrán contratar otros productos de inversión, de ahorro o seguros de cualquier tipo.
Las ofertas a los jóvenes son directas, agresivas y llena de ganchos que, si no se cuenta con la información y el conocimiento adecuado sobre el producto bancario puede ser más beneficiosas para el banco que para el propio cliente.
¿Qué debería tener el joven interesado en alguno de estos productos?
:: Casi todos los productos básicos que ofrecen las entidades para los jóvenes (cuentas corrientes y depósitos a la vista) no tienen comisiones y, además, muchos regalos en forma de ganchos, éstos pueden ser muy atractivos pero, ¿realmente son rentables? Compara con otros productos, incluso los que no están dirigidos especialmente para jóvenes. Traduce el coste del regalo en beneficio económico y analiza su rentabilidad.
:: Los créditos también tienen condiciones especiales. La letra pequeña puede encontrarse en el tipo de interés, en los requisitos del crédito (nómina, aval, adquirir otros productos de la entidad). Si contratamos un crédito para financiar nuestros estudios, tendremos unas condiciones muy flexibles para devolverlo pero, recuerda, cuanto mejores sean nuestras notas, más barato será el préstamo.
:: La nómina de los jóvenes que consiguen su primer trabajo es uno de los tesoros que más ansían las entidades, ofreciendo ventajosas cuentas nómina adaptadas a su perfil. Aprender a negociar mejores condiciones es fundamental para conseguir que, al final, nuestra nómina nos acabe beneficiando a nosotros y no sólo al banco.
Empezar a trabajar con una entidad o empezar a depositar nuestros ahorros en un banco, no nos hace dependientes de ese banco para toda la vida. Nosotros somos los dueños de nuestro capital y acomodarse en “la entidad de siempre” puede estar bien siempre que nuestro dinero consiga rentabilizarse con el futuro.
Sobre la Autora:
Eva Llorca, iAhorro.com, comparador de productos financieros.