Hace un par de años el filósofo español Santiago Zabala decía en una entrevista que “la verdad no es el resultado de determinadas descripciones, sino una consecuencia de interpretaciones productivas pero siempre incompletas”. Zabala es lo que se llama un filósofo hermenéutico, un filósofo centrado en el conocimiento del ser desde la interpretación subjetiva del mismo, buscando la objetividad, vamos, una paradoja. Esta aparente contradicción encierra, sin embargo, una importante carga de progreso en su esencia, pues supone la aparición de modelos distintos de comprender el mundo, a veces contrarios, pero racionalmente construidos y que favorecen la aparición de teorías innovadoras y potencialmente disruptivas.
El ser humano interpreta el mundo y la realidad desde su propia perspectiva. Parte para esa interpretación de unos conocimientos adquiridos y de una personalidad heredada. Recordemos la famosa sentencia de Ortega y Gasset, “yo soy yo y mis circunstancias”.
Me parece fundamental analizar este enfoque intelectual porque creo que muchos de los problemas que estamos teniendo son por carecer de una visión “arriesgada” e interpretativa de la realidad. Ya dice Gary Hamel en su libro El Futuro del Management, que uno de los problemas con que nos vamos a encontrar los que tenemos alguna intención de cambiar la forma de hacer las cosas es con el inmovilismo de los que se niegan a hacer las cosas de manera distinta a como se ha hecho hasta ahora. No es tanto un tema de tradición como de voluntad de mantener un statu quo que les beneficia y cierta incapacidad de acceder y comprender nuevas interpretaciones de la realidad y el entorno.
Los cambios que se están generando en nuestra sociedad, las nuevas formas de acceder y gestionar la información y generar conocimiento, nos están empujando a reinterpretar la realidad, lo malo es que aceptamos que esa reinterpretación se nos dé hecha, cedemos ese derecho a una serie de sujetos que delimitan los cambios que son aceptables por la sociedad y por los modelos de gestión. Y es necesaria una revolución en este sentido. No me refiero a una revolución política (este no es un artículo político), sino a una revolución intelectual, que nos libere de nuestra incapacidad de pensar y de interpretar nuestro entorno.
El inconformismo intelectual no es sólo un recurso de los innovadores, lo es también hoy en día de los que quieren sobrevivir. No parece conveniente vivir en el optimismo de Cándido, el personaje del cuento homónimo de Voltaire, que creía que todo sucede porque ha de suceder para mantener este mundo, el mejor de los posibles. El cambio es parte fundamental del ser humano, y la búsqueda de la perfección, o al menos de la mejora continua, ha de ser un objetivo irrenunciable.
Nuevas formas de gestión
Desde este enfoque de mejora y de búsqueda las nuevas estrategias de ideación y gestión como el Lean Startup, el Pensamiento de Diseño, la Empresa Abierta y otros, ya son herramientas muy interesantes para apostar por una liberación en la interpretación de la realidad empresarial, por un nuevo modelo de gestión.
- Porque juegan con el concepto de prototipado. Al fin y al cabo el prototipo no es sino una forma de materializar ideas, una forma de interpretar físicamente lo que tenemos en mente. El prototipo es interesante porque es único y en su esencia tiene el cambio como parte de su ser. El prototipo o es para evolucionar o no es.
- Porque la libertad forma parte de estos modelos de gestión. Esta libertad supone la existencia de un modelo de gestión horizontal, en el que el valor de una opinión o una idea no nace de la supuesta categoría de la fuente, sino de la idea en sí. La libertad como elemento de los modelos de gestión facilita que haya una mayor predisposición a la participación de los actores de la organización, y además lleva implícita la utilización del error como parte fundamental de la gestión.
- Porque buscan la singularidad y una identificación con la realidad que tocan. Estos modelos de gestión y análisis que he mencionado tratan sobre todo de adaptarse a la realidad concreta en los que se desarrollan. No buscan crear dogmas permanentes, sino adecuar su proceso y soluciones a las necesidades concretas sobre las que trabajan. Eso no quiere decir que no se puedan extrapolar principios y modelos para otros casos, pero el hecho de que no sea su objetivo prioritario favorece mucho la variedad de soluciones y enfoques.
- Porque la información se utiliza, no se posee. Y por tanto tiene valor en cuanto que se comparte y es puesta en común en torno a proyectos, ideas o modelos de gestión. El aumento del volumen de circulación de la información y las ideas hace que, evidentemente, mucha de ella no sea útil, pero también que encontremos nuevas fuentes, nuevos modelos y nuevas ideas hasta ahora desconocidas.
- Porque no trabajan en torno a dogmas, sino en torno a ideas. Lo hecho hasta ahora es puesto en duda, y de este proceso de reflexión salen nuevas idas, nuevos modos y formas, nuevos modelo. Nada es valioso por el hecho de que “siempre se haya hecho así”, como mucho tendrá prioridad en el análisis, pero no validez de nacimiento.
- Porque están abiertos a utilizar una lógica distinta. No es que rechacen la lógica deductiva, pero no es la única que manejan. Desarrollando los proyectos desde nuevos enfoques lógicos consiguen ampliar el rango de soluciones y trabajar con nuevos modelos de razonamiento. Se logra así desarrollar nuevas conexiones lógicas que enriquecen la comprensión de la realidad.
La importancia de la interpretación y el concepto de verdad
La interpretación de la realidad no es sino una forma de asirla, de acercarnos a ella, pero cuando esa interpretación es en entornos empresariales éstos tienen la posibilidad de incentivar la innovación. Un modelo de acercamiento a la realidad abierto supone acercarse a ella aportando algo a esa visión, no es una descripción inocente, sino que añade enfoques y puntos de vista que tratan de enriquecerla. Y además, este tipo de enfoques afecta al concepto de verdad.
Dice Santiago Zabala en la entrevista ya mencionada, “no estoy intentando sugerir que no exista la verdad, sólo que por decirlo de algún modo, es menos objetiva de lo que creíamos hasta ahora”. Si la verdad tiene una parte de subjetividad estamos creando verdad cada vez que interpretamos la realidad. Y cada vez que desarrollamos un proceso de pensamiento de diseño, creando prototipos y llevándolos al mercado, estamos experimentando con la verdad que hemos sido capaces de construir.
Lo que nos enseña esto es que la acción, el hacer, se convierte en una parte fundamental del conocimiento (Learning by Doing), pero ese hacer no es parte de una repetición, sino que se muestra como un hacer tras la reflexión, tras la interpretación. Lamentablemente hemos pasado en algunos ámbitos económicos de un hacer=ser a un parecer=ser, a una economía de la especulación en la que no es importante cómo interpretamos la realidad, sino cómo creen los otros que la interpreto.
La hermenéutica como herramienta de gestión
La verdadera hermenéutica supone arriesgarse, buscar la verdad, y esa búsqueda de la verdad es una apuesta por la innovación. Sólo al interpretar la realidad desde lo subjetivo somos capaces de aportar enfoques innovadores. Caminamos porque vamos construyendo, solos o en grupo, pero creando. Dice Zabala, “la única realidad de las palabras ser o verdad es la historia de sus varios significados, lo que descarta toda solución objetiva.” La innovación es subjetiva, es una solución única y distinta aplicada a la realidad, una solución que no es en sí ni buena ni mala. A partir de la creación sucesiva de los significados del “ser” es cuando construimos una respuesta innovadora. Por eso la hermenéutica es útil, porque nos mantiene alertas y despiertos en la búsqueda de ese “ser”, de esa nueva manifestación de la realidad, de esa nueva forma de interpretar el entorno. Y eso es lo que hace diferente a los proyectos, a la gestión y a las empresas.
La innovación interpreta la realidad centrándose en aquellos aspectos que considera importantes. Toda solución innovadora implica trabajar en una dirección y desechar otros caminos, supone apostar por una interpretación no estática del entorno y construir en ese entorno relaciones y redes nuevas. Introducir un producto o servicio innovador implica construir en torno a él un ecosistema de conocimiento y de relaciones (con otras personas y con otros productos o servicios) que esperamos que lo enriquezcan y que nos ayuden a validar nuestra interpretación de la realidad que ha dado como resultado esa innovación.
El artesano como metáfora que se materializa
En este entorno es un enfoque artesano el que mejor entiende y es capaz de desarrollar un modelo interpretativo pleno. El artesano interpreta la realidad con cada trabajo, construye un ser diferente desde sus propias facultades y conocimientos. El artesano no repite, crea en cada construcción, y esa creación supone un cambio gradual. El artesano va evolucionando con el tiempo, mejorando su producto, microinnovando con cada acción. El cambio forma parte de su naturaleza, pero no un cambio sin sentido, sino un cambio interpretado, fruto de su enfrentamiento con el objeto que crea, con su idealización personal del mismo y su forma de interpretarlo.
Y lo que es más importante, el artesano es un actor social, que se nutre y alimenta un conocimiento tradicional y común. Richard Sennet, en su libro El Artesano, identifica como tales no sólo a oficios tradicionales como el alfarero o el carpintero, sino también al cocinero o los creadores de Linux o la Wikipedia, modelos de gestión y creación en los que el conocimiento se comparte y enriquece constantemente el ecosistema.
El artesano no tiene por qué ser ajeno a las máquinas, pero las utiliza en su beneficio, no son un fin, sino un medio. La relación del artesano con la tecnología los define, en cuanto que un artesano es capaz de reinterpretar también el uso de esa tecnología, de dar otro sentido a lo que aparentemente es obvio para hacerlo sorprendente. En esto a veces se confunde con el artista.
Hace falta un cambio en nuestras formas de pensar, en las preguntas que nos hacemos y en la manera de compartir. Hace falta un cambio como el que generó el nacimiento de la filosofía, liberándose de las cadenas de la religión, dando un salto sin red y preguntándose por el origen de todo sin el bastón intelectual que nos puedan imponer otros. Es el momento de arriesgarse a pensar. Hemos de liberarnos de las cadenas de la ortodoxia.
3 Comentarios
Me encantó el post, Juan! Enhorabuena!
He llegado a este post buscando acerca de esta misma idea de interpretar la realidad a partir del planteamiento artístico de la representación. Me ha fascinado lo que he leído, es enormemente estimulante y esclarecedor. Me hago seguidor de este blog desde ya. Enhorabuena.
Muchísimas gracias por tus palabras, Luis!
Abrazo