Con la crisis, el paro se dispara, la renta per cápita cae y la economía pasa a la lista de prioridades de la gente de a pie, produciéndose un auge de la demanda de información económica. Sin embargo, en el mundo abunda la asociación inmediata de ideas. Es fácil y tentador achacar la evolución de la Bolsa a las declaraciones de un Ministro, pero un buen economista sabe que no es así de fácil. Y ahí radica el valor del comunicador económico, cuando el perfil profesional se une a la capacidad de transmitir. Así conocí yo a José Carlos Díez, al que hoy tenemos el placer de entrevistar en Sintetia.
Como economista principal de la agencia Intermoney, sus informes siempre han sido sencillos de leer a la par que rigurosos, aportando siempre una nota distintiva al lector, algo que no se nos habría ocurrido si lo leyéramos en prosa. Permíteme tocar dos aspectos en la entrevista. Primero, algo que desde Sintetia valoramos muchísimo: tu cualidad como comunicador. Luego pasaremos a la economía y España.
:: Eres pionero en el sector de la comunicador económica 2.0. Tienes blog desde hace tiempo, eres activo en Twitter e incluso participas en diversos programas de TV. Todo esto sin contar tu labor docente en la Universidad. ¿Qué opinión merece para ti la cultura económico – financiera en España?
Ha avanzado mucho desde los años ochenta. Hay muchos medios económicos, prensa radio, TV, internet… Buenos periodistas especializados y economistas prestigiosos pierden el miedo a la divulgación y participan en el debate subiendo el nivel. La crisis aumenta la demanda de información económica y cada vez se hace más y mejor. Aún estamos lejos de los niveles de EEUU o Reino Unido pero no tenemos nada que envidiar a Francia o Alemania.
:: A menudo se presenta a los inversores como entes abstractos que mueven los hilos del mercado. Sin embargo, son personas como nosotros que deben tomar decisiones. Y para decidir, hay que estar informado. ¿Cómo valoras la política de comunicación del Gobierno de cara a los inversores?
El Gobierno prioriza a los inversores en su política de comunicación y en mi opinión es un error. Financiero viene del latín fin y debe ser lo último. Lo que los inversores quieren ver es una economía que crece, que corrige sus desequilibrios y que hace reformas. Y, para eso, el objetivo de comunicación tiene que ser la sociedad española, que será la clave del éxito o el fracaso de España SA. Además, este gobierno está cometiendo el mismo error que el anterior. Ha tenido un relato para los inversores internacionales y otro diferente para los ciudadanos. Zapatero unificó el discurso en abril de 2010 obligado por las circunstancias y esperemos que Rajoy lo haga tras este nuevo episodio de tensión. Sólo saldremos de esta crisis contando la verdad a los ciudadanos, apelando a su responsabilidad individual y no apelando a la estrategia del miedo. Hay que tratar a la sociedad como adultos y no como niños dependientes y más aún a la sociedad española, que en los últimos 30 años ha demostrado un gran sentido común y una extraordinaria capacidad de adaptación al cambio.
:: Es tentador interpretar la economía, pero no podemos vivir continuamente de la correlación ¿Es posible simplificar en economía?
Simplificar es muy peligroso, yo como divulgador intento buscar la sencillez. Me cuesta mucho esfuerzo compaginar la docencia con mi vida profesional pero es clave para mantenerte en forma intelectualmente y entrenar la divulgación. La sencillez es un concepto más complejo que exige que el divulgador domine la idea que quiere transmitir y encuentre sencillos ejemplos para que sean accesibles a un público no necesariamente de economistas. Lo simple suele estar poco elaborado y corre el riesgo de que la sociedad piense que la economía es algo sencillo y que los economistas somos malos profesionales por qué no vimos venir la crisis y no encontramos las recetas para solucionarla.
La economía intenta estudiar el comportamiento humano cuando se enfrenta a problemas económicos y es algo extremadamente complejo; por fortuna, no somos planetas, corrientes marinas ni estamos computerizados. Tenemos emociones de euforia y de depresión y eso nos hace impredecibles. Se pretende que los economistas anticipemos el futuro y nosotros lo único que podemos hacer es analizar tendencias y decir si son sostenibles o no a medio plazo. La clave, como en medicina, es la economía preventiva, pero, lamentablemente, la sociedad se olvida durante los periodos de euforia de los problemas económicos y comete excesos, forzando luego a que la economía sea quirúrgica y en algunos casos -como en Grecia- incluso forense.
:: Te haces llamar el “economista observador”. En Sintetia compartimos esta visión de observadores del mundo con las gafas de un economista. Vemos cosas como incentivos, teoría de juegos, y equilibrios en todos los sitios. ¿Tienes algún ejemplo curioso de tu vida cotidiana en que aplicaras tu visión de economista?
Yo llegué a la facultad de económicas de Alcalá sin saber que era la economía. Me compré el manual de Samuelson, el prefacio me enganchó y… ¡hasta hoy! La economía es mi pasión y mi hobby. Me encanta aprovechar todos los momentos de mi vida para interpretar decisiones humanas ante problemas económicos como la gestión escasa del tiempo o el comportamiento en un supermercado, en un restaurante, en un paseo por la Habana vieja o en una reunión con clientes o con inversores de Barcelona, Tokio o Dubai. Por eso firmo como “economista observador” y aunque soy un macroeconomista reconozco que la macroeconomía es una abstracción: la realidad es microeconómica. La macro es sólo la suma de las decisiones micro individuales y esto es lo que la hace tan compleja e impredecible.
El plato fuerte: la economía.
:: Afrontemos la crítica al economista. En esta crisis los sospechosos habituales son (1) el economista banquero que dio malos préstamos hipotecarios, (2) el gestor de inversiones que especula con el dinero de otros, (3) el regulador economista que no supo ver la crisis, (4) el gestor de política económica – economista – que diseñó mecanismos de rescate basados en acumulación de deuda pública, y (5) el economista que divulga y cuenta acontecimientos a “toro pasado”. ¿Qué parte de la culpa tiene cada uno de ellos?
Los economistas somos corresponsables de la crisis y debemos asumir nuestra responsabilidad. Hacía 80 años que no experimentábamos una crisis de este tipo en países desarrollados, salvo Japón -que se tomó como la excepción que confirma la regla-, y hemos sacado de los manuales conceptos como la deflación o la depresión. El paradigma de los mercados libres de los economistas fue usado políticamente para desregular en exceso el sistema financiero y es la principal causa de la mayor burbuja de crédito global desde la Gran Depresión. Cómo dijo Keynes el peligro no son los intereses creados, son las ideas. Y nuestro paradigma de ideas ha contribuido a esta crisis. Estamos cambiando el paradigma y no hace falta cambiar todos los conceptos. El mercado es un sistema nefasto si eliminas el resto de sistemas conocidos. La clave es mejorar la regulación financiera y sobre todo la supervisión. Hay que acabar con la idea de que los mercados financieros son eficientes y se autorregulan. Ya sabemos que no es cierto y que generan graves externalidades, como el desempleo masivo, lo cual justifica la intervención pública.
La crisis de crédito fue privada y los bancos tienen responsabilidad, pero la sociedad también. Durante la burbuja de crédito se generó mayor renta y riqueza y aunque su distribución no fue homogénea la mayor parte de la sociedad mejoró su nivel de vida. Ahora el pinchazo de la burbuja de crédito ha provocado pérdidas y el conflicto es como repartirlas.
Recientemente, un conocido que se ha hecho rico gracias a grandes proyectos de infraestructuras se escandalizaba por la subida de impuestos y culpaba de todo a los políticos. Otro ejemplo: sin la financiación masiva de bancos y fondos de pensiones alemanes, la burbuja de crédito no habría sido posible, pero ahora culpan de todo a los españoles por echarse la siesta. Otro más: los que tenemos hipotecas hemos financiado nuestra deuda a 25 años al 2%, pero los bancos ahora no pueden emitir a más de 3 años y se ven obligados a restringir el crédito a empresas y nuevos demandantes de hipotecas provocando el despido de muchos hipotecados. La solución será cooperativa o no será y en esta crisis el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, aunque algunos han cometido muchos más pecados que otros y deben pagar más.
:: Vivimos tiempos “austeros”. Subidas de impuestos, reducciones del gasto, y todo, según argumenta el Gobierno, para salir de la crisis. Sin embargo, sabemos que sin crecimiento ningún país sale de ninguna crisis. ¿Cómo se come esto? ¿Existe la contracción fiscal expansiva?
Sí, existe. España tuvo contracciones fiscales expansivas en 1993 o 2009 pero es necesario compensar la debilidad de la demanda interna con exportaciones. El problema actual de la Eurozona es que todos los países estamos haciendo austeridad a la vez y todos queremos crecer exportando. Entonces ¿quién consume? El ahorro es una virtud pero en su justa medida; si te pasas de ahorro, principalmente privado, vas a la depresión como Japón.
Durante la burbuja de crédito, los países del sur sacamos a Alemania de la depresión post unificación a costa de endeudarnos. Ahora, una tercera parte de la Eurozona tiene que desendeudarse y reducir sus déficit pero el conjunto del área está abocado a la recesión y es necesario que la política fiscal deje de ser contractiva y procíclica y pase a ser al menos neutral o, si es posible, expansiva. Para conseguirlo, el resto de países, principalmente Alemania, deben aprobar planes de estímulo fiscal urgentemente. España exporta el 90% de los coches que produce y ha demostrado desde 2009 que somos competitivos, pero si las ventas de coches en Europa caen un 10%, nuestro PIB y nuestro empleo caen y entramos en recesión. Nosotros hemos doblado nuestra parque de automóviles en los últimos 15 años; ahora otros deben tomar el relevo. Los emergentes y la Europa del este ayudan pero no es suficiente a corto plazo.
:: Uno de tus mensajes es “debemos seguir con la consolidación fiscal, pero graduando la intensidad”. Es un momento perfecto para explicar a la gente la diferencia entre déficit estructural y cíclico. Y sobre todo, ¿por qué crees que Europa nos persigue ahora con el déficit, mientras que el Fiscal Compact Europeo de Enero 2012 y nuestra reforma constitucional sí que apuntan al déficit estructural?
El principal problema de Europa es ideológico: los economistas europeos más prestigiosos están criticando la política fiscal. El problema es que Alemania ha conseguido hábilmente imponer la idea de que nuestro problema es la crisis fiscal y la medicina es la austeridad, cuando nuestro problema es el sobreendeudamiento, sobre todo privado. La austeridad pública combinada con la depresión del gasto privado nos lleva a la japonización.
El problema de Europa es que no hay suficientes contrapesos y controles al poder -lo que en EEUU llaman checks and balances-. El Presidente de la Comisión es irrelevante, el Comisario de asuntos económicos parece un portavoz del Gobierno alemán y el BCE se asemeja más a una agencia de reformas y parece más preocupado por la competitividad que por la estabilidad financiera. En EEUU o Reino Unido, las declaraciones de Draghi diciendo que los mercados estaban en lo cierto y que el problema era que España no hacía reformas, provocando mayor inestabilidad financiera, seguramente habría provocado una enorme presión social que le habría forzado a retractarse o incluso a dimitir. Este es el estado de la Unión.
EEUU nos ha enseñado el camino. La clave es poner a la economía a crecer y generar inflación. Neutralizado el riesgo de deflación y con la posterior moderación del gasto público y los salarios, el crecimiento y la inflación se encargan de resolver el déficit público estructural, la competitividad y retornan la deuda a una senda de estabilidad.
:: El comportamiento rebaño en finanzas se da mucho. Entramos en pánico y todos pensamos igual. Hemos visto quebrar a Grecia, evaporándose más de 105.000 millones de euros. Esto es superior a las quiebras históricas de países más grandes como Argentina y Rusia. Sin embargo, el mundo no ha desaparecido. Con los pies en la tierra, ¿ves factible la desaparición del Euro hoy en día?
El Euro está amenazado aunque esta agonía puede aguantar mucho tiempo. Hay dos riesgos: que alguien apriete el botón rojo como sucedió con la quiebra de Lehman o que sigamos sin tomar decisiones y resolver los problemas. Cada día la deuda es más insostenible en Grecia, Irlanda y Portugal y el contagio ha llegado a España e Italia. Estamos hablando de un evento con un tamaño de deuda 20 veces superior al de Lehman Brothers y de cuya magnitud no hay ningún precedente histórico. O ponemos pronto a las economías a crecer y generamos inflación o el riesgo irá aumentando y la tensión en los mercados también.
Todavía estamos a tiempo de solucionar los problemas, aunque para ello hay que reestructurar la deuda de esos países tres países y los acreedores, incluyendo al BCE y por lo tanto a todos los contribuyentes europeos, deben asumir su responsabilidad y parte de las pérdidas. La estrategia europea es ganar tiempo pero realmente lo estamos perdiendo y el coste que los contribuyentes europeos tendremos que asumir aumenta cada día exponencialmente.
:: Sueles recomendar “no mirar al mercado cada minuto, y menos cada hora”. Si nos alejamos un poco de la pantalla, ¿Qué reflejan las actuales primas de riesgo de nuestra deuda? ¿Están descontando los mercados una situación estructural insostenible a largo plazo o se trata de un problema de equilibrios múltiples?
Nuestra prima de riesgo dentro de un tipo de cambio fijo reforzado reflejan la probabilidad de una posible salida del Euro y riesgo cambiario. De momento la probabilidad es pequeña y hay margen de maniobra. Ya sabemos que los mercados no son infalibles y se equivocan. En 1992 pagábamos tipos del 15% y diferenciales con Alemania de 500 pb, y aún así conseguimos entrar en el Euro, aunque ahora nos pilla infinitamente más endeudados.
Mi preocupación no son los mercados o la tensión en la prima de riesgo, que son el efecto. Mi preocupación son las causas, y es que la política económica europea nos lleva a la depresión. Cuando Alemania entre en recesión habrá reacción, seguramente provocará el relevo de Merkel en la Cancillería y cambiaremos las políticas cómo sucedió tras la quiebra de Lehman. Mi duda es si los europeos lograremos ser tan contundentes y eficaces como lo fueron los estadounidenses en 2009.
Cuestiones sobre España
:: Estamos en 2012. En poco tiempo hemos tenido 3 reformas laborales, 1 cambio constitucional y 2 años reestructurando el sector financiero. Mientras, el déficit no cede y la deuda se sigue acumulando y el desempleo sigue subiendo. Como responderías a un inversor institucional extranjero que sabiendo esto te pregunta: ¿Cuál es el principal riesgo para España ahora mismo?
El principal riesgo de España y el mayor temor de los inversores internacionales se llama recesión. Esta recesión no estaba en los mapas y complica enormemente la salida de la crisis. España tiene que reducir el déficit, la cuestión es con que intensidad y necesita crecer vía exportaciones y estabilidad financiera para suavizar la restricción de crédito.
Hemos gestionado mal la desviación del déficit y la negociación del nuevo objetivo con Bruselas y es necesario presentar un Plan de Estabilidad creíble a finales de abril que nos permita recomponer nuestras relaciones con nuestros socios europeos. Pero cómo bien dices, el verano pasado también tomamos muchas medidas y cambiamos nuestra Constitución y la tensión no acabó hasta que el BCE anunció sus subastas.
No es necesario más dinero ni más subastas a 3 años. El BCE debe seguir a la Fed y anunciar un programa de compras de deuda pública y privada con un plazo y una cantidad a priori y debe canjear a los bancos préstamos a 3 años por compras de deuda a vencimiento como hizo el Banco de Inglaterra en 2009.
:: Una última nota para optimismo ¿Hay luz al final del túnel para España? Si es así ¿hacia dónde debemos mirar para salir de esta?
Cualquiera que haya estudiado las crisis de deflación de deuda sabe que siempre hay salida al final del túnel y que cuando escuchamos las trompetas del Apocalipsis estamos acercándonos a la muralla de Jericó. Nuestra economía es mucho más eficiente y está mejor capitalizada que en 1993, por lo tanto no todo ha sido una burbuja. Nuestro problema no es de competitividad y de productividad, aunque tenemos que mejorarla y hay mucho margen. Nuestro problema es de sobreendeudamiento y el impacto de la crisis sobre el desempleo. El problema es que las crisis de deuda necesitan mucho tiempo para ser digeridas y nadie vende tiempo en los mercados o en la sociedad. Por esta razón, este tipo de crisis son una trituradora de gobiernos.
Nos endeudamos apelando al ahorro externo en unos mercados que ahora funcionan anormalmente. Hemos de seguir corrigiendo desequilibrios y digiriendo la burbuja de crédito pero es necesario que Europa resuelva sus encrucijadas. Los europeos tenemos que responder a dos preguntas: ¿cuántos países queremos que formen el Euro? y ¿cuánto dinero estamos dispuestos a gastarnos para conseguirlo? Aún no tenemos respuestas y por eso los inversores prefieren dejar su dinero al Gobierno suizo al -0.25% en letras del tesoro hasta que se disipe la niebla.