Quienes somos fans de Bruce Springsteen, somos una especie de tribu, un clan. Porque sus canciones nos llegan al alma, nos hacen pensar, nos motivan a luchar. Esa búsqueda de independencia, de salir del pozo, de no rendirse. Su forma de cantarle al amor, a la lealtad… Para mi, Bruce, así le llamamos como si formara parte de nuestra vida, es alguien que resuena en mi mente… ¡SIEMPRE!
Y todo ese conocimiento sobre las letras y las lecciones de vida de Bruce Springsteen, conectado con filosofía, desarrollo personal y mucho más es la receta que nos propone José Javier Torre en su nuevo libro: Growin’Up: lo que aprendí de Bruce.
Los que me conocen en redes saben que uso mucho el término No Surrender, porque es la canción de Bruce que más escucho, en momentos de cargar pilas. José Javier, en su libro, explica qué significa y no quiero empezar esta entrevista sin citarle, directamente:
«La canción nos explica de dos amigos del alma, que vieron en el rock and roll un futuro esperanzador. No Surrender incorpora imágenes militares, gestos de camaradería entre amigos y la promesa de seguir en la lucha pase lo que pase:
Bueno, hicimos una promesa que juramos que siempre recordaríamos.
Sin retirada, sin rendición.
Como soldados en la noche de invierto.
Con un juramento para defender»
Leer a José Javier es una de las mejores cosas que puedes hacer tras días de descanso. Lo disfrutarás. Creo que he subrayado algo en más del 60% de las páginas del libro. Porque José Javier es un economista, que trabajó durante más de 15 años en una de las mejores multinacionales tecnológicas del mundo. Tiene una pasión por la música, la filosofía y la empresa. Este es un libro imposible de que no te ayude a pensar con alguna idea. Y las buenas ideas son siempre escasas…
La relación única de Bruce Springsteen y sus fans
—Querido, ¿todo fan de Bruce necesitamos, en algún momento, devolverle algo, aunque sea un poquito, de lo que nos ha dado?
Pues seguramente, esta sea una de las razones ocultas para escribir este libro. Porque efectivamente, los que somos fans sabemos la cantidad de horas que hemos dedicado a escuchar sus canciones, cómo hemos disfrutado en sus conciertos y la ilusión que teníamos por estar cerca de él cada vez que anunciaba un nuevo disco o una gira.
Además, a medida que pasaban los años, fui descubriendo que había algo más profundo en esa relación que se establece entre Bruce y el fan. Algo que es difícil de expresar y de entender, pero que te conecta con él en un nivel profundo, donde existen múltiples coincidencias, aunque obviamente nuestras vidas sean muy dispares.
Ese compromiso que Bruce ha generado durante años con su público es una de las razones por las que como fan surge un sentimiento de gratitud. No se sí llegará a conocer o no la existencia de este libro, pero obviamente es una forma de homenaje y agradecimiento porque en el fondo sin él saberlo y ni siquiera yo intuirlo, durante todo este tiempo fue guiando mis pasos con su música y su forma de ser o comportarse.
—¿Por qué has elegido una de sus joyas, Growin’ Up para el título?
Si te soy sincero, fue mi editora Marta Prieto, quién con muy buen criterio, eligió este título, después de leer y encontrar esta canción en el borrador. Inicialmente, el título era “Lo que aprendí de Bruce”. Pero había que buscar un título más rompedor, y creo que no podía haber mejor elección que Growin´ Up por varias razones.
Primero, porque es el título de una de las primeras composiciones de Bruce y en segundo lugar porque la canción es capaz de reflejar la esencia del libro,
CRECER. Sí escuchas la canción, Bruce cuenta de un modo autobiográfico su crecimiento. Y crece desde la rebeldía, el inconformismo y la búsqueda de una voz propia, diferente, singular, más allá de lo establecido o de lo que toca. Y para ello, debes entrar en un conflicto, en la oscuridad y descubrir lo que eres o en quién realmente te quieres convertir.
En esencia, este libro es eso, un relato autobiográfico sobre una situación de cambio, que nace del inconformismo, de la rebeldía y de querer encontrar algo con lo que sentirte bien y que te permita ver y vivir la vida con más sentido, pese a las dificultades e incertidumbre, que obviamente siguen existiendo.
Como cuenta Bruce… el viaje no es gratuido
—Dices «Como cuenta Bruce en Thunder Road, el viaje no es gratuito; hay riesgos asociados y sin duda el éxito no está garantizado». ¿Cuáles son las herramientas básicas en la mochila para emprender ese viaje?
Honestamente, cuando comencé mi viaje de cambio hace 7 años, apenas conocía qué herramientas necesitaba para hacerlo.
Todo comenzó con la rabia, la rebeldía y el inconformismo porque cuando me miraba al espejo no veía al hombre que quería ser, como explica Bruce en una de sus canciones. Ese punto de insatisfacción es clave para lanzarte a un viaje de cambio.
Obviamente tienes que ser valiente, aunque en aquellos momentos no podría decir si era temeridad o inconsciencia. Aunque claro, no te puedes quedar solamente con la ira como única acompañante en este viaje. Después tienes que buscar, tener apertura y curiosidad para seguir buscando hasta encontrar aquello que realmente quieres hacer o lograr.
Hay que pasar del “sé lo que no quiero hacer” y no lo quiero hacer más porque estoy quemado, al “sé lo que quiero hacer” y comenzar a plantearte objetivos o encontrar algo que te mueva o te conmueva y digas, esto es lo que quiero.
Luego, obviamente, es necesario ir adquiriendo otras herramientas para continuar en la búsqueda de lo que quieres:
- perseverancia,
- sentido común,
- confianza,
- fe,
- optimismo,
- aceptación…
Y, esto es lo que más cuesta entender, comprender y aprender.
Carácter y compromiso
—¿Qué es lo más importante para alcanzar un sueño, además de tenerlo? ¿En qué fallamos, porque soñar es fácil…?
Carácter y compromiso.
El carácter son todas esas cosas que vamos aprendiendo con los años, con las experiencias que vamos viviendo y que nos permiten continuar pese las adversidades que cualquier persona vive a lo largo de su vida.
El carácter aparece cuando aprendemos a perseverar, a confiar, a aceptar la vida tal y como es y no como nos gustaría que fuera, a levantarnos cuando nos caemos o fallamos, a tener fe… Eso es lo más difícil.
Todos queremos alcanzar el triunfo, pero no todos están dispuestos a transitar ese camino, que es duro, no lo vamos a negar. De hecho, este libro intenta escapar del buenismo o de esos mensajes positivistas que tanto daño hacen, que nos dicen que cualquiera puede lograr sus sueños fácilmente, sobre todo en el ámbito del emprendimiento. Y no es así, o al menos esa ha sido mi experiencia.
Lo difícil, lo complicado es precisamente esto, aprender esa segunda naturaleza de la que habla Aristóteles. Y el compromiso, que nace cuando asumimos nuestra responsabilidad ante lo que nos sucede y tomamos la decisión de cambiar aquello que podemos cambiar. Obviamente, para generar ese compromiso con tu sueño, tienes que quererlo, tiene que tocar tu fibra, y sentir que algo muy tuyo está en juego.
El compromiso es el que te hace pasar a la acción. Y debe estar siempre, pero especialmente cuando las cosas se ponen difíciles, cuando surgen las adversidades. En mi opinión, estos dos elementos son cruciales: carácter y compromiso.
Cuando todo se pierde… ¡hay que rehacerse!
—Hablas en el libro de la valentía que uno tiene que tener cuando “lo pierde todo y se pone a reconstruirlo”. Esta puede ser una gran aportación para tiempos convulsos como los actuales, ¡cuéntanos!
Realmente, cuando “lo perdemos todo”, debemos darnos cuenta, que todavía no hemos perdido lo más importante. Seguimos vivos, seguimos estando aquí. Pero se nos olvida con demasiada frecuencia este hecho, metidos en nuestros problemas o miserias. Puede ser un mensaje naif, y no conviene frivolizar con esto, porque es cierto, que hay personas que viven grandes dramas o desgracias que no se pueden edulcorar ni minimizar. Pero debemos tomar perspectiva de qué hemos perdido y pensar, “bueno esto se ha perdido ya, ahora hay que volver a ponerse en acción y dejar de lamentarse o quejarse”.
Realmente, no queda otra. Puedes pasar un tiempo de duelo y es necesario, pero tarde o temprano tienes que cambiar el chip y volver a ponerte en acción. Hay que ser valiente, obviamente, para aceptar una realidad que no es la que nos gustaría, pero que es la que es. Y, a partir de ahí, ponerse a construir. No hay mucho más.
Conocemos ejemplos cercanos de personas que lo han perdido todo durante esta pandemia y se han rehecho o reconstruido. Y las perdidas no tienen por qué ser materiales o económicas, hay otras mucho peores, como la pérdida de salud o una enfermedad grave, que también requieren valentía para aceptar una realidad adversa.
Pero el ser humano ha demostrado en diferentes etapas de la Historia rehacerse con valentía y con otras cualidades que nos definen, y que tienen mucho que ver con el carácter al que antes hacía referencia: esfuerzo, disciplina, perseverancia, resiliencia, determinación… y, quizá lo más importante, confianza en uno mismo y en la vida.
—A Bruce se le reconoce su valentía a la hora de escribir sin tapujos en lucha contra una depresión crónica. El dinero no te resuelve la salud mental…, ¿qué hay detrás de una salud mental fuerte?
Nadie está a salvo de sufrir una depresión. La mente siempre está ahí para ayudarnos o para machacarnos con nuestros miedos, inseguridades, creencias limitantes o sesgos cognitivos que nos llevan a tomar decisiones erróneas. Todos esos mensajes que nos lanzamos continuamente hay que saber gestionarlos, y esto es un aprendizaje continuo.
Sabemos que la mente no se puede controlar, ni con meditación ni con nada. Pero si podemos observarla y darnos cuenta de qué mensajes nos estamos lanzando. Por lo tanto, el primer paso es tomar conciencia de qué nos decimos, con que lenguaje nos hablamos.
A partir de ahí, debemos buscar mecanismos o herramientas que nos permitan salir de ese bucle de repetición que provoca nuestra mente y caer en determinados estados de ánimo o sentimientos negativos. Puede ser caminando por el campo, metiéndole golpes a un saco de boxeo o viendo tu serie favorita para desconectar de esa sucesión de pensamientos con los que la mente nos martillea continuamente. Al final, para parar la mente, tenemos que hacer algo: cocinar, leer, escribir, correr, jugar…
El “hacer” es lo que nos puede sacar de esa espiral negativa de pensamientos a la que nos lleva la mente. En mi opinión, la fortaleza mental es clave para abordar cualquier proceso de cambio y, sobre todo, cuando estamos viviendo situaciones adversas como las actuales.
Bruce, la depresión y el trabajo mental
Para desarrollar esta fortaleza el único camino es el aprendizaje a través de aquellas vivencias o experiencias que nos van curtiendo. Como dicen los filósofos existencialistas, es a través de la experiencia de nuestra existencia cómo vamos construyendo nuestra identidad y vamos superando etapas, crisis, etc.
Aún así, el problema de Bruce con la depresión tiene raíces muy hondas, como explica en su biografía, y en esos casos, acudir a un psicólogo o terapeuta, puede ayudarnos a afrontar este tipo de situaciones.
—¿Cuál es para ti la mejor definición de felicidad? ¿Debemos tener un objetivo de búsqueda o el camino es la recompensa?
Es una pregunta muy difícil de responder y no existe una respuesta universal.
Para mi la felicidad tiene que ver con el modo en el que vives, cómo eliges vivir, afrontar la vida, tus retos o sueños, con la coherencia que muestres entre lo que quieres y lo que haces, lo que piensas y lo que sientes. Hay una verdad universal, todos buscamos ser felices, aunque no siempre entendamos los caminos que algunas personas toman para lograrlo u otros nos entiendan a nosotros.
De hecho, cada uno debe encontrar su propia fórmula. No hay recetas universales para ser feliz, como tampoco las hay para saber cómo hay que vivir. Pero es cierto, que estamos cerca de la felicidad cuando alcanzamos un estado de ánimo caracterizado por la paz interior, la serenidad, la satisfacción interna, el equilibrio o el bienestar. La cuestión es cómo alcanzar ese estado.
El camino… ¡siempre con metas!
En mi opinión, la felicidad no debería ser solamente tener una meta o un objetivo o una visión, porque cómo nos enseñaron los estoicos, cuando ponemos el foco en lograr un objetivo y lo conseguimos, ya estamos pensando en el siguiente, lo cual nos genera ansiedad y frustración (proceso conocido como adaptación hedónica).
Por eso, y esto es otro “topicazo” aunque es real, lo importante es disfrutar del camino, estar en una búsqueda constante, creciendo, desarrollándonos o progresando. Pero hay un matiz que es necesario tener en cuenta para no caer en la simpleza del tópico, para disfrutar se necesita ir alcanzando metas, aunque sean objetivos poco ambiciosos, porque de esta forma mantendremos nuestra motivación, o tener un propósito transcendente que nos da fuerzas para continuar y nos hace sentir plenos con lo que hacemos.
El enemigo que nos impide disfrutar del camino es nuestra exigencia, el perfeccionismo, el querer que las cosas sean como nosotros queramos que sean o la ambición desmedida. Y estos son precisamente los aspectos que nos alejan de la felicidad.
—En el libro aportas muchas citas, a cada cual más interesante, por favor, selecciónanos 3 para hacer boca…
La primera cita que elijo sería una del filósofo danés Søren Kierkegaard: “La vida no es un problema que tiene que ser resuelto, sino una realidad que debe ser experimentada”, porque me parece que refleja uno de los problemas que vivimos actualmente, al considerar la vida como una sucesión de problemas.
Nos olvidamos que la vida es tal como es, no cómo nos gustaría que fuese. La vida nos pone ante una realidad que debe ser vivida, experimentada y aprender de lo que nos plantea. Es la base del existencialismo: vivir la propia existencia para ir descubriendo nuestra identidad, lo que somos, y seguiremos descubriendo cosas de nosotros mismos hasta el final de nuestros días, porque siempre aparecerán nuevos acontecimientos que nos confrontarán con lo que somos para ir un paso más allá y crecer, o quedarnos dónde estamos.
La segunda cita está muy relacionada con la anterior, y fue una de las joyas que nos dejó el padre de la Filosofía, Sócrates, “Quien cree conocerse bien es que no sabe nada en absoluto”. En el fondo este libro es una invitación a conocerse a uno mismo, a reflexionar o pensar sobre quiénes somos y qué queremos.
Uno de los grandes dramas de nuestra sociedad es que no sabemos quiénes somos y así es difícil que lleguemos a saber lo que queremos o lo que podemos llegar a ser. Pero necesitamos iniciar ese viaje desde la humildad para darnos cuenta, que incluso la persona más evolucionada o trabajada o con un conocimiento más vasto, sabe mucho menos de lo que cree saber, como nos enseñó Sócrates. Es a través de ese vivir la existencia y de interrogarnos, cuando nos vamos descubriendo y vamos construyendo nuestra identidad.
Y la tercera cita sería de San Francisco de Asís, “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. Porque es una invitación a pasar la acción, a no quedarse parado ante situaciones que nuestra mente a veces suele sabotearnos o lanzarnos mensajes negativos cuando nos planteamos algún reto.
Aunque como explico en el libro, y esta sería una de las grandes enseñanzas que encontramos en uno de los grandes éxitos de Bruce, “sin una chispa no puedes encender un fuego”. Esa chispa es la que enciende nuestra motivación, la energía que nos mueve hacía lo que queremos.
La hermandad, lo poderoso de la amistad
—Me encanta cómo te refieres en el libro al concepto de la amistad, de la hermandad… ¿Cuáles son las 3 claves para tener nuestra propia ‘hermandad’?
Compartir un propósito, unos valores y respetar las diferencias con los otros. Tener un propósito compartido une a las personas, surge un sentimiento de familia, de unión o de pertenencia que nos “hermana”. Lo estamos viendo en los Juego Olímpicos cuando vemos los deportes de equipo o cuando un atleta se abraza a su entrenador o equipo de colaboradores. Pero podemos acudir a multitud de ejemplos de equipos que logran éxitos extraordinarios cuando surge ese sentimiento de hermandad.
En mi anterior libro, “Team Up: Equipos Conectados” hablo precisamente de la importancia del propósito en los equipos, porque el propósito es la razón de ser de los equipos y de las personas, el para qué hacemos lo que hacemos. Y, qué decir de los valores.
Tener unos valores compartidos nos ayudan a establecer unas reglas de comportamiento, nos dan la pauta para saber cómo tenemos que hacer las cosas. No hay casualidades cuando ves a Bruce y su banda, la E Street Band, unidos desde hace casi 50 años, con sus altos y bajos, como en cualquier grupo de amigos, pero todos tienen muy claro cuál es el propósito y los valores que los gobiernan.
Luego, obviamente, hay que vivir el día a día, a través del respeto y la aceptación de las diferencias del resto, como dice Spinoza, la clave está en “comprender al prójimo”. Y tener presente siempre algo que nos enseñaron tanto Aristóteles como Montaigne, “querer estar con amigos mejores que nosotros, de manera que podamos aprender de ellos”.
Valores, valores y, si se te olvida, valores
—«Honestidad, integridad y honradez» … los valores cada día en el centro de todo… ¿Cuáles crees que son los valores que más se están erosionando en esta época?
Pues probablemente los que nombras en tu pregunta, junto con el respeto y la aceptación de otras ideas o personas. En la actualidad, hay una polarización extrema que da lugar a posturas irreconciliables ante determinadas ideas o temas.
Domina la máxima: “o estás conmigo o estás contra mí”. Y así es imposible poder avanzar o progresar como sociedad o como equipo. Sin desarrollar habilidades como la escucha, la empatía, el respeto y la aceptación de otras formas de ver la vida es complicado reducir ese clima de tensión y enfrentamiento que nos rodea, y ya no sólo en el plano político sino también en el mundo empresarial, la familia, etc.
En mi opinión, es muy triste observar algunos comportamientos que hemos vivido durante esta pandemia, señalando con el dedo, unos a otros, si no estás alineado en la forma que tengo de ver la vida o las opiniones que podemos tener sobre determinados temas. Y es grave porque amenaza uno de nuestros valores universales, la libertad para poder opinar y expresar nuestras ideas.
Valores universales como la honestidad, la integridad o la honradez se ven en peligro cuando el ejemplo de mandatarios políticos o personajes públicos (empresarios, deportistas, músicos…) dejan mucho que desear. Comportamientos caracterizados por el relativismo o el populismo que en nada ayudan a mantener la verdad, la justicia o la libertad como valores supremos.
La falta de honestidad, de coherencia, de sinceridad… hacen mucho daño y van destruyendo los cimientos de la convivencia, necesarios para respetar al prójimo. Quizá, por eso, es por lo que en nuestro propio “micro-cosmos”, el que construimos con nuestro núcleo más cercano (familia, amigos, compañeros de trabajo).
Deberíamos ser capaces de intentar ser más honestos, coherentes, empáticos y respetuosos con otras formas de ver la vida, en lugar de juzgar rápidamente y ser capaces de pensar más allá de nuestros prejuicios para no caer en el dogmatismo y la intolerancia.
Quizá, la clave esté en no teorizar tanto sobre los valores, sino en vivir los valores y demostrarlos día a día en acciones concretas.
Narcisismo, la enfermedad de nuestra época
—Tengo una lucha personal contra los narcisistas, no los soporto, ¿Qué me pasa José Javier?
Bueno, es una de las enfermedades de nuestra época, el narcisismo, la megalomanía y el culto desmesurado al ego. Probablemente este fenómeno se acentúa por el individualismo que domina nuestra sociedad occidental en detrimento de lo público, lo social y lo que nos conecta con otras personas, que curiosamente es uno de los indicadores que sirven para medir el grado de felicidad y longevidad en la vida.
Dice Gilles Lipovetsky que hoy vivimos en “el reino de la personalidad”. Necesitamos conocer nuestro ser verdadero y descubrir nuestra autenticidad, lo cual no es algo negativo, todo lo contrario. Pero siempre que esa búsqueda se haga desde el sentido común y sin negar nuestro lado más oscuro.
Permíteme que de un pequeño rodeo. Hoy en día, tenemos una visión materialista del éxito (un buen sueldo, una casa con jardín, un deportivo de alta cilindrada o una tarde de compras en la Milla de Oro). Esta visión está marcada por lo que tenemos y no por lo que somos. Y al referirnos a lo que tenemos, entramos en la comparación con el otro. De tal forma, que necesitamos mostrar todo eso que tenemos, para alimentar nuestro ego.
Así mostramos al mundo, a través de las diferentes redes sociales, nuestros logros, anhelos, deseos, sentimientos, opiniones, creaciones, fotografías, etc… Retrasmitimos nuestra vida en tiempo real. Pero hacemos trampa, porque sólo mostramos al mundo nuestro lado amable, positivo y exitoso de nuestra existencia. Esto, obviamente, crea una imagen distorsionada de quiénes somos realmente o cómo vivimos en realidad, porque el otro lado menos bonito también está ahí, pero preferimos ocultarlo o no entrar en él.
De esta forma, dejamos de ser auténticos, mostramos sólo una imagen virtual, que no es real. Como espectador crítico y con sentido común, obviamente rechazamos este tipo de comportamiento porque lo consideramos como falso o no completamente real.
Quizá, admiramos más a la persona que es capaz de mostrar sus sombras o su vulnerabilidad, que se ha enfrentado a la oscuridad y el conflicto y que ha salido fortalecido de esa lucha, sin necesidad de mostrar una imagen perfecta e idílica y que, además, no tiene la necesidad de estar mostrándose a todas horas ni vender sus logros o hazañas en las redes.
Cuando atravesamos esas sombras es cuando avanzamos, progresamos y crecemos. Esa debería ser la verdadera medida del éxito, más allá de lo material. Preguntarnos y reflexionar sobre la medida de nuestro crecimiento superando nuestras sombras o nuestras limitaciones. Es ahí donde está la autenticidad y lo que una mente crítica y con sentido común aprecia y valora.
La circunstancia es la realidad que nos rodea
—Subrayé entero el capítulo sobre la importancia de tener una ‘cabeza bien amueblada’, pensar, repensar, controlarse a sí mismo. ¿Cuáles son las principales claves para ese proceso de amueblar nuestra cabeza?
Creo como dice Ortega y Gasset, que “la circunstancia” juega un papel crucial en el proceso de “amueblar la cabeza”. La circunstancia es la realidad que nos rodea. Es el mundo en el que nos desenvolvemos, el entorno en el que desarrollamos nuestra existencia. Es aquello que no soy yo, pero que me conforma y me configura (lugar de nacimiento, familia, idioma, clase social, cultura, valores, creencias…).
Suelo poner el ejemplo de Rafa Nadal, quien difícilmente sería quien es hoy, sin haber tenido la influencia de su tío Toni Nadal, quién moldeó a su sobrino enseñándole determinadas lecciones, que le permitieron forjar su carácter y mostrarse como alguien absolutamente razonable y lleno de sentido común cada vez que realiza algún tipo de declaración, ya sea referida al ámbito deportivo o cualquier otro.
No es casual, que esa educación y saber estar, descanse sobre muchas de las enseñanzas que nos dejaron las grandes escuelas helenísticas y que su tío, con sabio criterio, se encargó de ir inculcándoselas desde que era un niño.
Otro aspecto que considero crucial para amueblar una cabeza es “el hábito”. Como dice Aristóteles, “somos lo que hacemos repetidamente; la excelencia, entonces, no es un acto; es un hábito”. Pensar, repensar, analizar o controlarse antes de decir lo primero que se nos ocurre, viene dado por nuestra capacidad de repetir estas acciones de forma continuada.
El hábito de pensar descansa sobre una práctica deliberada basada en la experiencia de miles de horas, como cualquier otro hábito que deviene en un talento. Por eso creo que es importante, dedicar tiempo a pensar, a reflexionar, a analizar, a leer, a escribir… Todo esto amuebla la cabeza, y nos coloca en un lugar diferente para poder actuar desde el sentido común entendido como la capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable.
Una lección de Bruce Springsteen: trabajar con la frustración
—Cada día parece que vivimos en una época donde no toleramos la frustración, lo queremos todo y lo que queremos ya… ¿eso nos está haciendo menos resistentes a tener una vida con ‘sentido’?
Tolerar la frustración es un aspecto crucial para forjar nuestro carácter y una cualidad imprescindible para poder encarar un reto o lograr un objetivo más o menos ambicioso que nos permita vivir la vida con sentido. Es cierto, que hoy vivimos en la cultura de la inmediatez, queremos todo y lo queremos ya. No damos espacio ni tiempo a que las cosas maduren y en el momento en el que se ponen difíciles, las abandonamos, generándonos mucha frustración y dolor.
Nos cuesta mucho entender los tiempos que requieren los grandes objetivos o no estamos preparados para asumir el trabajo o los sacrificios que nos van a exigir. Tomar conciencia de esto y reconocer si tenemos, o no, la voluntad para llegar a eso que queremos … es un primer paso. Pero quizá, deberíamos aprender que más allá de nuestros deseos o anhelos, la vida es como es y, a veces, tiene sus propios planes, como nos enseñaron los estoicos.
Probablemente, la insistencia, la persistencia o la perseverancia son cualidades clave para poder romper la roca como explica Jacob Riis en su poema “Pounding the rock”.
Podemos conseguir lo que deseamos y vivir una vida con sentido, planteándonos sueños o metas ambiciosas, pero nunca sabremos cuándo tiempo o cuántos golpes necesitaremos para romper la roca, que metafóricamente podemos comparar con ese sueño o visión que queremos alcanzar.
El ejemplo de Bruce en sus primeros años de carrera musical sirve para ilustrar esto precisamente. Cuando comenzó no lo pasó bien. Más bien pasó miserias, vivió casi sin recursos. Pasó hambre y frío, y nunca tuvo la certeza de que fuera a triunfar y vivir de esto. Incluso, cuando el éxito llamó a su puerta con “Born to run”, tuvo que parar durante casi dos años hasta que se resolvió el litigio con su manager, que le impedía publicar nuevos discos. Esto puso en serio peligro la continuidad de su carrera musical.
- Entender que las grandes cosas de la vida requieren tiempo y trabajo es un primer paso.
- El segundo paso es comprender que el éxito no está asegurado. No sabemos si llegará, y esto es algo que debemos tener siempre en mente, aunque necesitemos confiar y no rendirnos.
- El tercer paso es aceptar que las adversidades, los errores o fracasos estarán presentes a lo largo del camino.
- Y el cuarto, como decía Churchill, consiste en seguir caminando, aunque estés atravesando un infierno.
El propósito va más allá de lo visible
—Usas a Bruce para hablar de la importancia de tener propósitos… propósitos que duran y trascienden y que a veces no tienen nada que ver con el dinero. ¿Los propósitos son nuestros aliados para los buenos y los malos momentos?
El propósito es la razón de ser que sirve para explicar para qué hacemos lo que hacemos. Los propósitos nos acompañan siempre. Pero habría que distinguir entre aquellos objetivos vitales, que nos sirven para ir avanzando en la vida: ir a la universidad, conseguir un trabajo, comprar una casa, alcanzar un puesto de responsabilidad en la empresa, tener un negocio propio… Y lo que hay detrás de cada uno de esos objetivos.
Preguntarnos para qué quiero lograr esos objetivos. El propósito no debe ser sólo el dinero, sino preguntarnos que hay detrás de eso que quiero lograr, el para qué quiero el dinero. El propósito nos debe conectar con una necesidad profunda, algo que nos toque la fibra. Por ejemplo, quiero lograr ese puesto en mi empresa, porque necesito ser reconocido. O quiero acabar un proyecto porque me gustaría dejar esa obra como un legado. Puedo querer tener mi banda de rock, porque quiero vivir de la música para dar buenos momentos al público.
El propósito va más allá de lo visible y es lo que realmente nos cuesta ver, y una de las causas principales de nuestros fracasos, porque no reflexionamos sobre el “para qué queremos lo que queremos”. Cuando el propósito no está claro o alineado con “lo que hacemos” o con “cómo lo hacemos”, solemos equivocarnos y nuestros proyectos acaban fracasando estrepitosamente.
En el fondo, el propósito es lo que da sentido a lo que hacemos y, en los malos momentos, sí tenemos claridad de propósito, puede ayudarnos a afrontar esas situaciones, porque sabemos que hay una razón profunda que da sentido a todo lo que nos sucede, bueno o malo.
Por eso, seguramente, Bruce ha continuado tocando con su banda mucho más tiempo que los quince minutos de gloria que suelen tener las estrellas del rock. Porque refinó su propósito y el de su banda. Fue más allá de lo que quería inicialmente: tener una banda, vivir de la música. Conectó eso con algo mayor o más transcendente: dar al público noches de felicidad en sus conciertos. Que pasaran un buen rato cada vez que se unían en un estadio, un teatro o en un pub para escuchar y cantar sus canciones.
“Born to run” de Bruce Springsteen es libertad y cambio para crecer
—Tu libro es un canto a la libertad y al cambio, ¿por qué? Recomiéndanos una canción que ponga broche a nuestra magnífica conversación.
No puedo elegir otra que “Born to run”, porque es la canción que mejor refleja ambos conceptos y por su simbolismo como obra cumbre en la carrera de Bruce.
La canción habla de muchas cosas: libertad, rebeldía, amor, compromiso, valentía, heroísmo, cambio. Pero creo que los conceptos más importantes son la “libertad” para escapar de un mundo que le asfixia y aprisiona. El “cambio” como respuesta esperanzadora a esa existencia gris y sin porvenir del protagonista de la canción.
El objetivo es escapar de un lugar donde los personajes se sienten atrapados. Para eso hay que pasar a la acción, hay que cambiar, hay que correr. Por eso, quizá sea esta canción la que mejor atrapa la esencia de este libro: libertad y cambio para crecer. Libertad para elegir nuestro futuro. Para no quedarnos atrapados en una existencia de mínimos, gris y desmotivadora y proyectar otra realidad alternativa a partir de nuestros deseos y pasiones.
Esta es la libertad que sostiene un proceso de cambio vital. Aquella que nos permite salir de nuestra zona de seguridad y aceptar nuevos retos y crecer, con independencia de la magnitud de estos. En resumen, esta es la libertad que está detrás de un proceso de transformación y cambio, para convertirnos en los seres que realmente somos, como sostenía Nietzsche. En mi opinión, Bruce escribió “Born to run” para recordarnos la importancia de la libertad y el cambio para crecer.