La autenticidad es una core competence diferencial de la empresa. En un mundo dónde la transparencia se desplegará más allá de los límites de lo razonable y en el que todo se va a “tripadvisorizar”, la autenticidad será un atributo diferencial. Las organizaciones auténticas serán aquellas en las que las cosas tienden a ser verdad. En cambio, aquellas organizaciones donde las propuestas de valor y las convicciones sean a medias no podrán esquivar la mediocridad.
El management que viene requiere liderazgos y culturas consistentes. Líderes en los que el gap entre lo que dicen y lo que hacen no sea divergente. Culturas en las que los hábitos naturales tengan que ver con el propósito de las organizaciones dónde habitan. Las organizaciones de la apariencia y la indolencia serán menos competitivas. Será cada vez más fácil detectar la no calidad o las incoherencias de las propuestas a los clientes. Las paredes de las empresas ya son de cristal y lo que las hace transparentes son la gente que está dentro, mucho más que la gente de fuera. Los grandes escándalos que sabemos de las organizaciones salen a luz por gente de dentro que harta de inconsistencias cotidianas o presos de la sed de la venganza van y sueltan todos los archivos habidos y por haber.
El talento, esa gente que da resultados por encima de la media y a quienes le interesa sobretodo no parar de aprender, buscará organizaciones auténticas, con propósitos ambiciosos pero lejos de cualquier arrogancia directiva. Necesitamos empresas con talento y con compromiso. Que sepan generar talento y atraer talento. Los cambios acelerados de los mercados, de las tecnologías y de los hábitos sociales y de consumo hacen que la necesidad de adaptarse rápido devenga un imperativo. La adaptación la haremos con personas, sin ellas, las estrategias son commodities. Para que estas personas puedan dar lo mejor de sí requieren entornos de autenticidad. Espacios donde la gente que viene motivada no encuentre escenarios de desmotivación. Empresas donde el compromiso de las personas se vea compensado con una ecuación equilibrada de stakeholders (clientes – empleados – accionistas – sociedad). Empresas en las que las cosas tiendan a ser verdad y no solamente a parecerlo.
La autenticidad, como la reputación, no se improvisa. Tiene más que ver con la trayectoria que con la efervescencia. En las empresas auténticas los valores se perciben, se viven, se despliegan con naturalidad. Los valores en las empresas auténticas son algo más que una slide de presentación y que un póster en el pasillo. Simplemente se respetan a los clientes porqué el respeto es la forma de relación habitual entre los empleados independientemente de la posición. Se potencia el talento porqué no se sabe fichar gente que no sea mejor. Se achatan las jerarquías porqué sólo conllevan burocracias y lentitudes. Se cumplen las condiciones de protección del entorno natural porqué ya nadie serio quiere trabajar en empresas que contaminan. Y así con todos los valores y toda la cadena de honestidades que forman una comunidad que valga la pena.
Durante estos más de diez años trabajando como consultor de innovación he podido comprobar que el fracaso de la innovación en muchas empresas establecidas tiene mucho que ver con la autenticidad. Se quiere innovar pero no se quiere arriesgar. En cada empresa hay alguien que quiere inventar la innovación sin riesgo porqué cree que es más listo que todo Silicon Valley. Muchos directivos se apuntan a la moda y animan las liturgias de la innovación hasta que las decisiones arriesgadas caen sobre su mesa. Son esos directivos que antes que tomar una decisión arriesgada van a pedir treinta estudios de mercado. En otros casos la innovación no crece sencillamente por la incapacidad de quebrar las inercias y las ortodoxias. Se sabe que hay que migrar a nuevos productos, servicios o modelos de negocios, pero falta la autenticidad de aceptar las situaciones y falta la valentía de explorar con el riesgo que conlleva la innovación. Y en muchos casos la innovación no crece por cerrazón y por la arrogancia de los que creen saberlo todo de su negocio. Cada vez que en una empresa alguien dice “esto ya probamos y no funciona” o “esto ya lo hemos pensado y no creemos que sea posible” deberían dispararse todas las alarmas.
La autenticidad será una core competence diferencial en organizaciones que no estarán exentas de contradicciones y ambigüedades. Una cosa no quita la otra. Ya el gran Charles Chandy nos decía que hay que saber manejar y convivir con las paradojas que viven las organizaciones: “Lo que la paradoja me lleva a pensar es que dos pensamientos opuestos pueden ser ciertos al mismo tiempo. Por ejemplo, puedes estar enamorado de una persona y en determinados momentos te puede desagradar. Puedes desear al mismo tiempo la continuidad y el cambio y tenerlos ambos. Lo que tenemos que hacer es aprender a equilibrar los opuestos”.
La autenticidad en una empresa es un valor sólido cuando cada uno se pregunta por su propia autenticidad antes que ponerse a medir la autenticidad de los demás. La autenticidad en una empresa es la palanca de la competitividad. Aquellas empresas que vendan un ecosistema de autenticidad que vaya desde sus productos hasta la forma de cómo viven sus valores serán más competitivas, tendrán mejor consideración por parte de sus clientes, tendrán más compromiso por parte de sus empleados, atraerán más talento y más respeto por parte de la sociedad.
Intentar ser siempre ser auténtico, es decir, actuar con coherencia inherente, puede llegar a ser muy pesado, pero sin duda es muy satisfactorio y muy pronto será una de las mejores formas de ser competitivo. Si la autenticidad avanza como competencia fundamental daremos un paso que irá mucho más allá que crear un beneficio para las organizaciones. Entonces pasará algo muy divertido, rápidamente aparecerán los querrán hacer la ISO de la autenticidad, los que crearan burocracias de autenticidad y los que reclamarán los indicadores clave de la autenticidad. Pero eso será un tema menor y lo resolveremos con un poco de ironía.
De momento, ya empezamos a tener libros, Karissa Thacker ha escrito The Art of Authenticy https://www.karissathacker.com . Veremos.
2 Comentarios
Escribí este post hace unos días sobre la importancia de los valores en las organizaciones. Viene al caso tras leer este buen artículo.
Enhorabuena Xavier
https://caminoatombuctu.com/2016/05/06/deja-que-el-idealismo-fluya/
Lo importante en la vida es ser uno mismo, auténtico, sincero y veraz, sin hipocresía ni dobleces, aceptando la responsabilidad de los propios sentimientos, emociones, actos y conductas, y siendo coherente con lo que uno es, admitiendo la realidad objetiva y a los demás como son, sin creerse superior a nadie. Y no mostrándote nunca distinto con lo que se es, que no haya contradicción entre lo que uno piensa y lo que uno dice, ni mucho menos con lo que uno hace.
ARTURO KORTÁZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA ©