Últimamente observo mucho a mis hijos, Carmen y Juan. Ella tiene 10 y él está a punto de cumplir 5. Llevo tiempo más preocupado de lo normal para no robarles su creatividad. Hace poco tuve un viaje largo en tren, a Asturias, y me dio tiempo de ver un documental que tenía pendiente de revisar, La Educación Prohibida. En él se revisan las normas, modos y modas de la escuela tradicional para mostrar otra alternativa que no quiebra la creatividad de los niños. También suelo volver cada cierto tiempo a Ken Robinson, autor muy crítico con el modelo actual de educación occidental.
El caso es que a raíz de eso, y por mi trabajo en temas de creatividad e innovación, me he puesto a observar a mis hijos y tratar así de descubrir por qué son creativos y qué es lo que yo, lo que nosotros, hemos perdido y una vez tuvimos. No puedo afirmar que mi observación aporte unos resultados científicos, ni siquiera que sea exhaustiva, tampoco puedo afirmar que todo lo que relato sea causa de la creatividad de los niños, de mis hijos, pero al menos me ayuda a reflexionar sobre el tema y mostrar en este artículo algunas de las ideas que me han surgido a raíz de esa observación y esa reflexión:
1.- Se interesan por muchas cosas.
Los temas que llaman su atención son de lo más variado, desde los planetas hasta la pintura. Creo que esto es importante, pues implica un amplio espectro de disciplinas y, por tanto, de fuente de ideas. La creatividad no pone barreras a las ideas ni tampoco a sus fuentes.
2.-Pero tienen preferencia por dos o tres en especial.
Que les interesen muchas cosas no quiere decir que no vuelvan una y otra vez a la pintura, los animales o los libros. Es necesario ser bueno en materias concretas, centrar la mayor parte de los recursos en unos pocos temas. La creatividad es dispersa en la metodología y las fuentes, pero se concentra en el foco, en el objetivo, cuando ya camina hacia la innovación.
3.-Hacen muchas cosas con las manos.
Learning by doing. Aprender haciendo, experimentando y equivocándose, siendo capaces de construir de una manera material los mundos que imaginan. La visualización es un elemento clave en su proceso de reflexión.
4.-Se enfadan cuando se equivocan.
Y creo que esto es bueno, porque hace que sean exigentes. Lo que no creo que sea tan bueno es la poca constancia que muestran, y aquí yo entono el mea culpa como padre y educador. Muy posiblemente estemos educando a nuestros hijos en un entorno de derechos y no en uno de deberes y esfuerzo, como dice José Antonio Marina.
5.- Son inconstantes y cambian enseguida de juego o tarea.
Esto puede ser fruto de los puntos 1 y 4. La atención e interés en muchos temas y la falta de exigencia ante la equivocación pueden generar frecuentes cambios de atención. En sí no es malo si se puede redirigir ya que supone la multiplicación de fuentes de información. Para la creatividad esto es un elemento clave.
6.- Son profundamente curiosos.
Ni que decir tiene que sin la curiosidad es imposible la idea y la creatividad. De nada sirve iniciar un proceso creativo si no hay curiosidad por los temas que van surgiendo. No se trata sólo de un tema de responsabilidad para que el proceso sea un éxito, es también un tema de voluntad y diversión, de disfrute con el proceso y con el aprendizaje que se va produciendo a lo largo de él.
7.- Son inseguros y siempre dudan.
Esto, contrariamente a lo que pueda parecer, creo que es una virtud interesante. La duda es vital para avanzar pues nos hace comprender que no estamos en el objetivo deseado. Nos empuja fuera de nuestra zona de confort al obligarnos a cuestionarnos todo lo que hacemos y aprendemos. Sin la duda no hay conocimiento.
8.-Pelean por reafirmar su territorio.
En aquello en lo que están seguros, o así lo creen, pueden ser inflexibles, manteniendo una postura más allá de lo razonable. Han de haber anclas que mantengan a las personas y a los procesos creativos sujetos una base desde la que trabajar y avanzar. Luego puede venir la duda y el cambio, pero ha de haber un momento en que se afirmen unos principios sobre los que construir todo el edificio intelectual de la innovación.
9.- Son inteligentes.
Saben razonar y son capaces de avanzar desde unas ideas dadas. La capacidad de las personas de construir la realidad desde las ideas previas ya se ve en los niños, que con los juegos van transformando su realidad y redefiniendo y reinterpretando las ideas que han adquirido.
10.- Reinterpretan la realidad.
Y ello quiere decir que son capaces de darle atributos y características que les son ajenas a seres y situaciones que nunca las tendrían. Se sienten, por tanto, con total libertad para pensar, sin poner límites a ese pensamiento y desconociendo categorías y modelos que los adultos impondrán posteriormente.
No es un decálogo de la creatividad, ni siquiera es, como ya he dicho, una observación exhaustiva, son sólo algunas ideas que he llegado a tener a partir de la observación de unas personas que todavía conservan en su lenguaje, en sus juegos, en sus ideas y en su comportamiento esa creatividad que a nosotros ya se nos pierde y para la que necesitamos técnicas y juegos de adulto que los niños tiene más que asumidos.
Muy posiblemente debiéramos eliminar todas las barreras a la creatividad que tiene la escuela y potenciarla en nuestros hijos, para que tengan muchos pasos por delante de camino recorrido en torno a la creatividad y la innovación.
2 Comentarios
Hola!
A quienes os haya gustado «La edu prohibida» y Ken Robinson me permito recomendaros dos autores con gran capacidad crítica-constructiva y con conocimientos extraordinarios: Peter Gray y Alfie Kohn.
Slds, Vicente
Muy muy interesante Juan,
Añadiría que no tienen prejuicios, ni miedos sociales, ni pensamientos limitantes como los adultos, lo que se traduce en que dejan mucho más libre sus razonamientos e imaginaciones.
Gracias por este post!