El próximo 16 de junio es la fecha clave. Ya está descontado que no se llegará a ningún acuerdo entre los agentes sociales, patronal y sindicatos, para pactar una reforma laboral que cambie el rumbo del mercado laboral en España.
Se han lanzado muchas ideas y propuestas para una reforma necesaria. En este artículo sólo me gustaría hacer hincapié en algunos datos para la reflexión. Unos datos que nos tendrían que permitir colocar el foco respecto a qué incentivos tiene cada agente social involucrado y, sobre todo, qué tipo de problemas queremos abordar con la reforma. Será imposible hacer una reforma perfecta y de calado suficiente como lo que precisa España. Pero al menos la reforma debería de aportar más que soluciones, incentivos para que las empresas y las personas cambien sus decisiones de empleabilidad, de formación y de estrategia.
En Sintetia ya hemos aportado algunos datos sobre el problema laboral de la economía española. Recordemos que desde el inicio de la crisis se han destruido 2,1 millones de empleos:
Recordemos también la distribución de esa destrucción de empleo. Como se puede ver en la siguiente ilustración, el ajuste en la construcción ha sido tremendo en 2008 y 2009, éste último año es donde se ha incorporado con fuerza el impacto negativo del empleo en la industria.
También es necesario recordar la temporalidad. Como se puede observar a continuación, en el año 2006 trabajaban en España más de 5,6 millones de personas con contratos laborales temporales, el equivalente al 28,5% del total de la masa laboral. De un plumazo, la crisis ha reducido ese empleo en volumen y en peso, puesto que en la actualidad los ocupados con contratos laborales son el 20,2% del total.
Hasta aquí poco hay de novedad. Todo el mundo habla de destrucción de empleo, del problema de la construcción y de la alta temporalidad de España, a lo que hay que sumar los problemas de competitividad del tejido empresarial industrial (o de al menos de una parte de las ramas de actividad). Sin embargo, se escucha menos otra vertiente de la crisis, un gran problema estructural de la economía española que nos pasará factura durante años. Me refiero a la pérdida de capital humano y capacidades empresariales para afrontar el futuro y los posibles incentivos perversos de nuestro actual sistema. Por partes, veamos algunas preguntas y sus respuestas:
¿Saben cuántos de los 2,1 millones de empleos destruidos en la crisis son temporales?
1,7 millones, 8 de cada 10.
¿Saben cuántos de los 2,1 millones de empleos destruidos en la crisis se correspondieron con personas con menos de 30 años?
1,57 millones, 75 de cada 100.
¿Sabíamos que en el año 2005 más de 500.000 jóvenes menores de 24 años trabajaban en la construcción? Esos jóvenes salieron de los institutos por un sueldo de peón de obra, sin formación y embriagados con la “fiebre del oro”. Ahora están en su gran mayoría en paro, sin formación y, lo peor, sin ganas de adquirirla.
¿Saben cuántos de los 2,8 millones de nuevos parados durante la crisis NO TIENE FORMACIÓN CUALIFICADA?
1,73 millones, 62 de cada 100
¿Saben cuántos de los 2,8 millones de nuevos parados sin formación son menores de 30 años?
532.500, 1 de cada 3 nuevos parados
Por lo tanto, hay tres grandes dualidades en el mercado laboral español:
- Temporales frente a indefinidos
- Formados frente a no formados
- Jóvenes frente a no jóvenes.
Ahora quiero referirme a los incentivos: ¿es el perfil de afiliado sindical medio en España un joven, sin formación, menor de 30 años, con contrato laboral y empleado de la construcción y/o servicios de poco valor añadido? Más bien que no. La mayoría de afiliados están más vinculados a puestos de trabajo más estables (indefinidos), con personas de mediana edad, con una cierta capacidad de poder adquisitivo y en sectores con “arraigo tradicional” (industria, administración pública, sectores maduros). En este caso, ¿alguien cree que los sindicatos van a defender una reforma que permita afrontar el problema de los jóvenes, formados o no, de los temporales, formados o no, si esto afecta mínimamente a quienes ya tienen los derechos adquiridos e inamovibles y que hacen de tapón a los primeros? Me temo que la respuesta es negativa.
España, por tanto, no sólo está perdiendo capital humano y capacidades para afrontar con energías renovadas el futuro sino que, además, está pilotada por agentes que no tienen los incentivos alineados con esta estrategia. Si no hubo una huelga general en España con 4 millones de parados -ya sabemos qué parados y quién perdió el empleo- ya sabemos por qué fue. Si se amenaza ahora con huelga general porque se tocan los derechos de cierta “clientela” concreta, ya sabemos también por qué es.