En la nueva economía de la información y la tecnología, en una era en la que la materia es programable y las máquinas hacen buena parte del trabajo que hasta hace poco solamente podían hacer las personas, son las ideas sobre cómo sintetizar y reagrupar la información lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso de un negocio.
El iPhone no fue un éxito de la tecnología sino de la idea de añadirle la usabilidad y el diseño. A igualdad de acceso a la tecnología punta, el éxito de un producto no se encuentra en la tecnología usada sino en las ideas que se encuentran detrás del mismo.
En el caso del éxito del iPhone, aunque eran muchas las compañías que tenían al alcance la misma tecnología, fue solamente Apple la que tuvo la innovadora y brillante idea.
Hemos llegado al límite humanamente soportable de la abundancia. En el mundo físico, todo lo que sobrepasa el límite de la capacidad física no sirve de nada e incluso puede causar perjuicios iguales o mayores que la escasez. Poco agua causa sequía pero demasiada agua causa inundaciones. Sin tener ni una gota de agua para beber morimos, si nos obligaran a beber mil litros también.
En EEUU, el gasto en bolsas de basura para poner en ellas lo que ya no queremos es mayor que el gasto en bienes consumidos por casi la mitad de las naciones del mundo.
Ahora estamos descubriendo que el equilibrio entre esos dos polos extremos está en sentir y vivir como humanos.
¿Por qué hoy que la electricidad es ubicua todavía usamos velas? Porque las personas necesitamos mucho más que lo meramente funcional y utilitario.
Las empresas que se han dado cuenta de esto han adaptado su modelo de negocio a una visión human-centered en la que su preocupación es diseñar mejores experiencias de uso, pero también de vida, para sus clientes.
Por eso, volviendo al iPhone, aunque la tecnología es uno de los medios usados para mejorar la vida de las personas, no es un fin en sí misma ni consigue por sí sola resultados innovadores. Son las ideas y la creatividad demostrada en sintetizar y reagrupar la información disponible lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso de un negocio, servicio o producto.
Además, miremos donde miremos, la ventaja competitiva de las empresas hoy, ya no es sólo un asunto de efectividad sino de creencias: de saber por qué hacemos lo que hacemos, de saber en qué creemos y qué nos lleva a crear la empresa.
La efectividad de lo que ya está en marcha, debe mantenerse pero se da por supuesta. La ventaja competitiva de una empresa está en la exploración; y no hay exploración sin propósito.
Las compañías que tienen un propósito brindan a sus empleados un objetivo alrededor del cual cohesionarse y consiguen hacer renacer en ellos la motivación, la creatividad y la pasión.
Volviendo al iPhone, Apple tiene claro que como empresa cree en retar el status quo y que uno de los modos en que lo hace es demostrando que se puede añadir belleza a lo meramente funcional. El Por qué de Apple, contenido en el deseo de retar el status quo añadiendo belleza donde antes no se consideraba necesaria, es lo que dota de fuerza y energía creativa a la compañía, y es también lo que consigue clientes devotos y apasionados.
Las compañías que quieren competir no pueden hacerlo de otro modo que constituyéndose en comunidades construidas alrededor de un propósito y de una cultura creativa que inspire pasión tanto en sus empleados como en todos sus stakeholders, inversores, proveedores y clientes.
Las compañías-comunidades con propósito sobreviven en sus mercados y surcan los océanos azules de los nuevos mercados por descubrir.
La tuya puede ser una de ellas.
Sobre la autora
Juna Albert. Fundadora y presidenta de Inno +
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Consultora, conferenciante y escritora especialista en Management, Innovación y Emprendeduría.
Autora de ¡Sincroniza tu Vida! y de ¡Feliz Vida!