«La falta de crédito es hoy una especie de arma de destrucción masiva de empleo»

16 noviembre 2011
Las empresas deben tener acceso a créditos para poder crecer

A continuación, reproducimos una entrevista que el diario La Nueva España ha realizado a uno de los cofundadores de Sintetia. Se trata de una entrevista en la que se analizan algunas de las cuestiones que se van desbrozando en los distintos artículos del portal.

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-¿Qué es «i-Economía»?

-«i-Economía» trata de aportar una reflexión acerca de un fenómeno que ya es imparable. El mundo es cada vez más complejo, está cada vez más interconectado, existe una gran integración de los mercados, los capitales fluyen a lo largo y ancho del planeta y la cadena de valor de cualquier actividad ya se puede diseccionar y ejecutar con una perspectiva global. Hoy todo lo que sea susceptible de digitalizar se puede intercambiar en tiempo real a un coste de prácticamente cero. Esto está cambiando los patrones del crecimiento económico así como los de la competitividad empresarial. Y detrás de todo este fenómeno están las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). De esta transformación, de cómo las TIC pueden ser una gran fuente de oportunidades para crecer, para mejorar la productividad de las empresas y para innovar, es de lo que trata este libro.

-¿Y se aprovechan todas estas oportunidades?

-Sí, pero a unos niveles claramente insuficientes, al menos en España y en Asturias. Nuestro grado de inversión en nuevas tecnologías está aún muy lejos de otras regiones y países de Europa y mucho más de lo que está sucediendo en Estados Unidos y Asia. Es obvio que ha pasado algo en el mundo, la revolución de las TIC, pero nos cuesta evaluar su impacto real. Cuando comenzaron, allá por la década de los 90, se creyó que iban a destruir empleo y se ha demostrado que no es así. El libro también analiza cómo se mide su productividad. Tener tecnologías de la información y la comunicación no es contar con una página web de la empresa y con un perfil en las redes sociales. Detrás de esa web hay unas tripas de gestión y las empresas tienen problemas para desarrollarla.

-¿Qué falla?

-Falla nuestra concepción, el pensar que con tener una cuenta en Facebook y una página web ya estamos inmersos en el mundo de internet y que nos van a llover ofertas e ingresos; nada más lejos de la realidad. Hemos descuidado el trabajo duro que supone la estrategia empresarial y esto afecta a la forma en la que dinamizamos nuestros negocios. Hemos prestado poca atención a las inversiones en nuevas tecnologías y a la innovación, frente a otro tipo de inversiones más «materiales». Y esto se debe, fundamentalmente, al daño que nos ha hecho «el efecto del todo vendido». Durante una década, todo lo que producían las empresas tenía salida en el mercado y eso nos hizo ser «sedentarios».

-¿Sedentarios?

-Un ejemplo, imagínese que la empresa es una persona, soy yo. Me encuentro bien, me siento sano, pero el médico me hace una analítica y descubro que tengo los triglicéridos y el colesterol por las nubes. Lo que no puedo hacer ante esta situación es comprar un chándal e irme a correr todo el día al parque de Ferrera. Si lo hago, o me asfixio a los dos minutos o me da un infarto, porque no estoy entrenado. Ese efecto del todo vendido ha hecho que no nos preparemos para la innovación. Ahora nos encontramos en un círculo muy complicado. Como no estamos lo suficientemente preparados nos está dando el ataque al corazón. Y para colmo, el sistema financiero está en la UVI y más que ayudarnos, nos está acelerando ese infarto.

-Las empresas no tienen acceso al crédito…

-Así es. Estamos acostumbrados a que el crédito creciera a ritmos del 18,5% anual en la última década y, de lleno, en plena crisis, eso se frena. Hoy las entidades financieras prestan 85.000 millones de euros menos de crédito que en 2008. Y esto está colocando en jaque a empresas que ya estaban en apuros y a aquellas que tenían mucho potencial. La falta de crédito es un arma de destrucción masiva de empleo en estos momentos, porque las empresas no pueden afrontar los cambios que necesitan para crecer.

-¿Cómo han vivido las pymes industriales, como las que predominan en esta comarca, el cierre del grifo por parte de los bancos?

-Antes de la crisis las empresas pagaban sus materias primas con líneas de crédito a corto plazo (un año), así como su funcionamiento ordinario (trabajadores y otros gastos corrientes). Eso era habitual porque el flujo de ventas permitía que esas líneas de crédito se convirtieran en un buen catalizador de todo el proceso de fabricación. Con la caída de ventas -primer semestre de 2008- las empresas comenzaron a acumular stocks y las necesidades de deuda a corto plazo, para sobrevivir, aumentaron, lejos de disminuir. En 2009, la situación se hizo insostenible, las entidades financieras recortaron esas líneas de crédito y se produce un reajuste absolutamente demoledor en términos de empleo que todavía continúa. Y luego está la moda de la prestamización.

-¿Prestamización?

-Las personas de empresa que lean esto sabrán rápido de que hablo. Las líneas de crédito (que es disponer de una cantidad durante un tiempo, uno o dos años, y la utilizas según la necesites) se están convirtiendo en préstamos, normalmente ICO. Préstamos que tienes que devolver mes a mes, lo uses o no, y que, sobre todo, tienes que devolver el capital de ese préstamo, es decir, tienes una letra mensual. Esa letra mensual, cuando transformas una importante cantidad de líneas de crédito en préstamo, está ahogando a las empresas y acelerando aún más la contención de los gastos y, en definitiva, los despidos. Pero sobre todo, y más preocupante, dejan a las empresas sin margen para abordar una transformación que les permita salir del agujero. Esa transformación hacia los ICO es sencilla, son fondos del Estado, no de los bancos y, por tanto, sin riesgo para ellos.

-¿Y ya no valen los inmuebles como garantías para acceder al crédito?

-Mi experiencia es que no. Empresas con patrimonio sobre los que hipotecar tienen serias dificultades para afrontar procesos de financiación. Hoy los bancos son las principales inmobiliarias del país, así que quieren otro tipo de garantías. Hay que convencerles con garantías estratégicas (de que lo que vendes tiene salida y posibilidades) además de otro tipo de garantías financieras (sobre todo tratan de asegurar los patrimonios de los accionistas).

-¿Como le ocurrió a Monrasa (empresa local asturiana, emblemática en el ámbito del metal)? Los sindicatos temen que sea la punta del iceberg de una serie de quiebras en la comarca.

-La economía es un flujo y un entramado importante. Ninguna actividad es una isla. Aquí, en la comarca y en Asturias, estamos muy especializados en un sector como el metal que depende de grandes conglomerados empresariales que toman sus decisiones fuera. Esa interconexión de la economía en una región tan pequeña como la nuestra y en un mundo globalizado está pasando factura. La industria avilesina funciona como un pequeño «cluster», empresas muy especializadas que juntas aportan mucho valor a los procesos industriales. Pero al estar interconectadas, los problemas de una se contagian rápido a las demás. Lo más urgente es parar la sangría.

-¿Y cómo?

-Con ayudas financieras. No estoy hablando de regalar el dinero a las empresas, sino de ofrecer ayudas vinculadas a proyectos, a estrategias de reestructuración a través de procesos de innovación, de venta en otros mercados, de renovación tecnológica. Tienen que llegar recursos a las empresas o el contagio en la economía local será serio. Me preocupa mucho ver a empresas con un potencial tremendo, con ganas e ideas para hacer cosas, pero que no tienen liquidez para afrontar esos procesos. Tenemos a la banca sumida en la UVI, y ni el consumo ni la inversión tienen financiación adecuada, lo cual es tremendo.

-Vamos, que tenemos un enfermo en estado crítico.

-El enfermo se nos está desangrando y no se está poniendo la energía y los medios necesarios para cuidarlo. Hay que trabajar en instrumentos que permitan devolver la liquidez a las empresas. ¿Por qué rescatamos a los bancos y no a las empresas? La cifra de crédito sigue cayendo a pesar de los rescates. Esto no es tolerable. Creo que no se está debatiendo sobre esto y es lo que más preocupa a las empresas que, no nos olvidemos, son el corazón de cualquier economía. Necesitamos un mayor liderazgo político y empresarial para recuperar la confianza o de ésta no salimos.

-Y el paro por las nubes…

-Sí. Pero, ¿qué paro? El 92 por ciento del empleo destruido en este país, cifras que son extrapolables a Asturias, son jóvenes menores de 32 años. Tenemos tres millones de nuevos parados y 1,8 no han acabado la ESO. Hubo incentivos para que los estudiantes salieran de los institutos para coger el pico y la pala. Ahora tenemos a casi dos millones de jóvenes sin formación. ¿Cómo vamos a cambiar eso? Se han creado los incentivos perversos de tener a un generación de jóvenes, atraídos por la paleta, sin formación y con pocas posibilidades para introducirlos en una economía del conocimiento.

Artículo escrito por Javier García

Editor de Sintetia

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