La fama cuesta, el valor hay que sudarlo

24 julio 2021

1+1:33

La columna de:

David Asensio

«Tenéis muchos sueños, pero la fama cuesta. Aquí es donde vais a tener que empezar a pagar… si no habéis tenido que luchar por nada en la vida, calzaos los guantes para el primer asalto…». ¿Crees que tienes todo el talento del mundo? ¿Crees que eres el mejor en las redes? ¿Tienes muchos seguidores? Bien… pero la fama cuesta. Hay que sudar la camiseta, una y otra vez… el camino se demuestra caminando, haciendo y ganándote el respeto, cada día, con el trabajo duro. Y eso diferencia a unos profesionales de otros. Así que déjame que hoy recuerde esta secuencia antes de empezar.

La nueva ola profesional, el rebranding

Estamos viviendo un momento de nueva ola profesional. Somos muy creativos para ‘crear realidades paralelas’. Vamos camino del podium en el gran mundo de renombrar actividades profesionales.

Le van a quitar el puesto rápido a nuestro querido Andy Stalman, y amigo de Sintetia, en el mundo de ReBranding.

Si eres un poco curioso y sigues las redes sociales, te habrás dado cuenta de los cambios que ha habido últimamente en muchos perfiles profesionales.

De repente te encuentras con quien se dedicaba a una cosa y de un día para otro hace otra. Pero si observas bien, es lo mismo que venían haciendo… pero disfrazado de otro nombre.

Simplemente cambiar el nombre para distinguirse de los demás. Como si los demás no supiéramos idiomas, o simplemente por poner un nombre cool en inglés te hace mejor y diferente…

Este rebranding «porqué me da la gana» ha pasado en muchas facetas del mundo empresarial: la formación, el coaching, la innovación, el emprendimiento (el reparto de títulos dentro de una start up que no vende un euro es, sin más, de traca, como una empresa del IBEX)… Por ejemplo, ahora ya se nos ha pasado la moda de hacer mindfulness, ahora trabajamos en procesos de atención… ¡No lo olvides!

Copiar lo fácil… no lo diferencial

Desde luego porque nos queremos diferenciar. Es común ese sesgo, como dicen los psicólogos, de pensar que la clave es subirte a una ola, la de las cosas que hacen los demás, porque eso te lleva al éxito, la felicidad y el reconocimiento. Y, además, rápido, sin esfuerzo, indoloro. Es un sesgo de creer en los atajos. Cambiamos el nombre y ¿tachan? Pues no… ¡la fama cuesta!

Caemos una y otra vez en el mismo error: copiamos lo que  vemos —el nombre, la imagen, incluso la forma de hablar si me apuras—, pero es imposible copiar lo que no se ve: el esfuerzo, la capacidad de unir puntos, crear, diseñar y ejecutar de forma única. Eso no se puede copiar porque eso te lo da la experiencia, el trabajo duro una y otra vez. Lo aporta tu capacidad para fracasar, aprender, desaprender y volver a levantarte. Todos tenemos una historia de superación detrás, de trabajo que nadie ve y no podemos mostrar en las redes. Y, por suerte o desgracia, ese no se puede replicar. 

Cierto que todo se está convirtiendo en una especie de espectáculo. Vemos a los mismos ‘gurús’ que repiten sin parar año tras año su mensaje y llenan escenarios. Olvidándose de la innovación y la creatividad a pesar que los tiempos cambian. Historias de quien dice que pasó de ser un sin techo a millonarios solo a través del poder de sus pensamientos. Y, por supuesto previo paso por caja, tú también puedes serlo. O vemos a supuestos expertos a quienes dotamos de credibilidad en esto de las redes porque tienen muchos seguidores (sin saber si son o no comprados, muchos supuestos famosos lo siguen haciendo, normalmente para colmar su ego). 

Nos ponen en bandeja mediática tantos ejemplos… tanta realidad aparentada, que se nos olvida aquello de que la fama cuesta. Y tendemos, a lo fácil, a querer copiarlos. 

Pero esto no va así. No podemos copiar la fama de cocineros como Aduriz, el talento creativo de Ferran Adriá o saber comunicar de innovación como Xavier Marcet. Tras lo que ves, lo que puedes copiar y las palabras que puedas usar, hay miles y miles de horas de trabajo duro, sacrificio único, diferencial y…, sí, también suerte. 

Y renombrar tu actividad profesional es más de lo mismo… Decía que tenemos la tentación de hacer esto para diferenciarnos. Pero no creo que sea la causa principal: ¿O es que uno deja de ser emprendedor para convertirse en realizador de ideas oníricas que tienen la misión de crear un producto que transforme el mundo?

No, eres emprendedor que tiene una visión y misión. Y siempre serás un emprendedor (y sin miedo a usar la palabra…demoniaca de ‘empresario’).

Tenemos la manía de cambiar el nombre de las cosas para parecer más «chic», y queremos demostrar que estamos más a la moda o somos más innovadores. Lo único que logramos es que una persona sensata se ría de nosotros.

La gallina de los huevos de oro de las palabras huecas

Lo hacemos porque nosotros mismos hemos exprimido la herramienta hasta la saciedad. Queremos seguir viviendo de la gallina de los huevos de oro de las palabras huecas. Aunque le hayamos puesto un nuevo abrigo como hacen los influencer con sus perritos cuando viene una nueva temporada.

A día de hoy si oímos que una persona es coach en vez de preguntarle cómo nos puede ayudar, salimos corriendo.

Si dice que se dedica a la marca personal, corremos más que en la final de los 100 metros libres de las Olimpiadas de Tokio.

Por no hablar de los closer de ventas. Que parece que cuando acaban el curso salen todos corriendo a las redes sociales como si fuera el primer encierro de San Fermín.

Y si a eso le añadimos las personas que de un día para otro eran coach y al otro eran artesanos… La verdad que no entiendo nada…

Esto es una muestra más del poder de las modas. Dejarse llevar por el éxito de estar encima de un escenario… o vivir de charlas empaquetadas en modo de formación.

La fama cuesta… el valor hay que sudarlo

Mola leerte libros de creatividad, de marca personal o liderazgo. Mola aún más que tus seguidores vean que estás leyendo en Instagram. Pero la fama cuesta. Eso no te diferencia en la esencia, en la productividad del valor que aportas… no te hace diferente si no trasmites ideas propias, con sentido crítico y, sobre todo, tras un rodillo de experiencia y cicatrices. 

Queremos el éxito más que queremos a nuestra pareja el sábado sabadete. Pero lo peor que te puede pasar es ser yonqui del éxito rápido e indoloro. La fama cuesta, una y otra vez…

¿Qué pasa si no nos creemos esto de que la fama cuesta? Que la calidad cae en picado. Acabamos repitiendo ideas, sin conocer el trasfondo. Hablando de metodologías sin haberlas aplicado, jamás, de verdad y con impacto. Dando formación ‘de memoria’ y no aportando valor diferencial. Aportamos poco valor porque creemos en el atajo. Pero el atajo suele llevarte a carreteras cortadas, y el final de trayecto está cerca. 

Pero la capacidad de reproducir seudo profesionales de este estilo es muy superior a la mortalidad, por ruina, de estos perfiles. Y así seguimos en la rueda. Los primeros de la clase, los que fueron los únicos en algún momento de la historia en hablar de… vivieron una época dorada de “la gallina de los huevos de oro”. En esto los anglosajones son únicos, y nosotros en querer copiarles lo superficial y replicar como cacatúas sus ideas… hasta que las convertimos en algo vacío de contenido.

Cuando renombras tu profesión, pero sigues vendiendo lo mismo, nada cambia. No aportas más valor ni eres mejor. Ni eres más diferencial por ello. No siempre tener objetivos te hace poderoso, pero está claro que poner foco en malos objetivos te puede destruir. Y uno de esos malos objetivos es pensar que el éxito está en el Retuit, los me gusta, los seguidores y el aparentar que sabes, las ediciones de nuestro libro o el número de charlas que soy capaz de cerrar… esto puede ser un arma de destrucción masiva de talento, y mata los incentivos que estamos transmitiendo hacia la sociedad.

4 días para sudar el valor

1.- Tu campo de acción siempre es un ser vivo.

Estudia, ofrece cosas nuevas, une tu campo con otros campos que hasta la fecha nunca se habían hecho. Une piezas, no pierdas el hambre de aprender. Profundiza, aprende, dispara. Vive siempre en el mantra del día 1, como decía Jeff Bezos…

Un mismo discurso repetido 20 años… queda vacío de contenido y obvia que vivimos en la complejidad, en la necesidad de aprender cada segundo.

2.- No pierdas la pasión por lo que estás haciendo.

Si la pierdes, estarás dejando de lado la creatividad que llevó a mucha gente a prestarte atención. Una visión diferente que te desmarcó de los demás. Y tienes que imponerte la obligación de mantenerte eternamente joven, como le gusta decir a mi colega Javi García.

3.- Lo que hiciste ayer ya no vale para hoy.

Cada día es diferente. Los aplausos de un día no valen para el día siguiente. Todos los días son diferentes, todos los días son días que comienzan de 0 y en los que tienes que ganarte un nuevo cliente o un nuevo proyecto. No lo olvides, Taleb nos lo enseñó hace muchos años ya

4.- La creatividad y la verdad es lo que te distinguirá de los demás.

Ofrece verdad y no hará falta que mientas más. Los clientes volverán a ti. Hablarán de ti. Te traerán más clientes. ¿Y sabes por qué? Porque aportarás desde el valor, la transparencia y el rigor.

Recuerda que una marca no es un nombre o seguir una moda, es lo que les haces sentir a los demás y cómo les ayudas. La fama cuesta… así que ¿vas a tomar el atajo de renombrar lo que haces o vas a sudar la creación de valor?

Artículo escrito por David Asensio

Fundador de Chocolate Rojo

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