Las empresas españolas deben 183.000 millones de euros menos que en 2010, pero el acceso a financiación bancaria ha caído un 8,5% durante el último año. El ministro de Economía, Luis de Guindos, mostraba en la reunión del Eurogrupo su preocupación por ambos datos publicados el pasado 2 de abril por el Banco de España: «empresas españolas muy solventes están pagando un diferencial de tipos de interés más alto que otras europeas, lo que evidencia la fragmentación de los mercados de crédito”. Y ello se debe, a juicio del ministro, a que “está roto el mecanismo de transmisión de la política monetaria y eso requiere acciones, que, creo, el primer interesado en ponerlas en marcha es el propio Banco Central Europeo (BCE)«. A su vez, Mario Draghi contestaba que el banco central “está claramente determinado a asegurar que los fondos que están siendo inyectados en la economía no se vean frenados en términos de liquidez y encuentren su camino hacia la economía real, la financiación de las pymes y hogares”.
¿En qué consiste exactamente el “mecanismo de transmisión de la política monetaria”? En cada reunión del consejo del BCE, sus miembros deciden la oportunidad de subir, bajar o mantener los tipos de interés oficiales, los cuales se encuentran actualmente en el 0,50%, tras la bajada de esta semana, donde Dragui se comprometió a que “La barra libre de lquidez seguirá al menos hasta junio de 2014” . Dichos tipos se encuentran muy lejos de aquellos que efectivamente pagan las pequeñas y medianas empresas en España, los cuales rondan 6% o el 7% e, incluso 10%.
En una situación sin fricciones ni incertidumbre, el capital fluiría hacia las empresas españolas buscando una mayor rentabilidad, haciendo al tipo de interés bajar y converger con la media europea. Sin embargo, las diferencias en las expectativas entre países han roto este mecanismo desde el inicio de la crisis: a las entidades financieras europeas les cuesta discernir dentro qué iniciativas merecen crédito y cuales son demasiado arriesgadas en un país que ha llegado a acumular más de un 100% del PIB de deuda privada.
El consejero del BCE Benoît Coeuré ha declarado que la institución ha de dar un paso al frente y solucionar el problema: un bypass al sistema bancario para atacar directamente el problema, sin intermediarios, ayudando a que las pequeñas y medianas empresas logren financiación. El crédito es hoy exiguo entre las PYMEs, las cuales generan el 75% del empleo en Europa, y llega además en condiciones muy distintas entre los distintos miembros de la Zona Euro.
Fragmentación financiera
Las PYMEs dependen de la financiación bancaria incluso más que las grandes empresas, y el BCE ha comenzado a ver esta situación con preocupación genuina. Las PYMEs tienen normalmente cuentas más opacas y mucha menos información registrada sobre su historial crediticio. Esto hace que no sólo sean más dependientes de la financiación bancaria, sino que sean las primeras afectadas por los cortes o restricciones en este tipo de financiación, ya que al sector le cuesta más identificar las iniciativas con mejores perspectivas. El tratamiento de la información “blanda” escasea en el sistema bancario, y en el paso atrás de la asunción de riesgos las PYMEs han sido las principales afectadas.
Pero existe un problema aún más grave: la fragmentación existente dentro la financiación bancaria entre grandes y pequeñas empresas. Los números que proporciona el propio BCE asustan. Los préstamos de menos de un millón de euros -normalmente asociados a PYMEs- están sometidos a un tipo de interés 160 puntos básicos superior al de los préstamos superiores al millón de euros. Así, para un mismo plazo y garantía, las pequeñas empresas pagan de media un 1,6 puntos más de interés que las grandes empresas. Y el problema es aún mayor al realizar una comparativa dentro de la Eurozona.
En países como Austria y Bélgica, las PYMEs sufren una carga financiera de unos 50 puntos básicos más que las grandes empresas, mientras que en Irlanda asciende a 174 puntos y en España a 261 puntos. Por el contrario, entre 2003 y 2008 la diferencia en estas cargas financieras era de 84 puntos en Austria y Bélgica, de 44 en Irlanda y de 79 en España. La crisis trastocó un escenario homogéneo con un sobrecoste razonable en una situación de tremendas diferencias y con un tratamiento excesivamente riguroso para las PYMES.
Financiación no bancaria
Ante el fallo generalizado del sistema financiero, las grandes empresas pueden recurrir a la búsqueda de inversores particulares mediante la emisión de valores negociables, como los bonos o pagarés. Sin embargo, ¿cuál es la alternativa para las PYMEs? Debido al problema de la “información blanda” y de sus escasos historiales crediticios, las empresas de tamaño reducido no suelen gozar de ratings crediticios, hoy en día imprescindibles para obtener la confianza de los inversores. Además, las alternativas tradicionales de las PYMES -productos financieros como el factoring, el leasing o los descuentos de papel comercial- se ven también seriamente limitadas en una situación de recesión económica.
Una de sus esperanzas podría estar en el capital como alternativa a la deuda. En condiciones de incertidumbre financiera, las participaciones en el accionariado de las PYMEs serían un instrumento factible para inversores que quieran hacerse en las potenciales ganancias. A este respecto, es muy interesante leer esta noticia de Cotizalia: «las pymes ganan la batalla de la rentabilidad a las grandes empresas en los fondos de inversión».
El Gobierno de España se está esforzando en abrir esta vía a las PYMEs, facilitando la entrada a más participantes en el Mercado Alternativo Bursátil para intentar que empresas de reducido tamaño pero con gran potencial y buenos modelos de negocio puedan capturar financiación de forma directa por parte de los inversores como alternativa a la banca.
La regulación financiera al rescate de la PYME
¿Y cómo pretende el BCE ayudar a la financiación de las empresas? El primer paso podría ser una excepción en el marco regulatorio de los bancos, por el cual las entidades deberían retener en forma de capital propio cierto porcentaje del dinero que prestan. El banco central fijaría así el coeficiente de capital mínimo a retener sobre el activo ponderado por el riesgo. En la actualidad, si un banco otorga un préstamo a un Gobierno como Alemania, dicho activo se pondera por 0%; en cambio, si lo da a una empresa, el activo se pondera por un 100%. En concreto, el BCE obliga a retener a los bancos un 75% de coeficiente de capital en aquellos préstamos que se dan a empresas por un importe inferior a un millón de euros y un 100% para los de mayor importe. Consciente de que esta ayuda podía ser poca para las PYMEs, el BCE ha aceptado una nueva excepción del 25% de respiro sobre el capital exigido a los préstamos pequeños. Es decir, los bancos habrán de mantener aún menos capital cuando den préstamos a pequeñas y medianas empresas, incentivando así su concesión. Esta medida es un avance, aunque difícilmente será la solución definitiva: El Banco Central de Inglaterra intentó utilizar este mismo respiro regulatorio (concediendo hasta el 0% de ponderación al activo nuevo que se concediera a las PYMEs), pero el impacto de la medida fue muy limitado.
El stock frente a los flujos
El problema real no solo está vinculado a la capacidad de concesión de préstamos a pequeñas y medianas empresas, muy influenciado por el ciclo económico. Otra parte clave del problema es que los bancos tienen grandes carteras de préstamos a PYMEs que no pueden movilizar, o lo que es lo mismo, que no pueden convertir en liquidez. Es decir, es el stock acumulado, y no tanto los nuevos flujos de préstamos a PYMEs, lo que está reteniendo o lastrando a los bancos.
Consciente de ello, el BCE ha puesto en marcha nuevas medidas para ayudar a paliar el problema: las llamadas titulizaciones de PYMEs. El mecanismo consiste en empaquetar los préstamos en unidades homogéneas de valores negociables, de manera que los bancos puedan vender un activo anteriormente heterogéneo. La innovación financiera en el segmento de empresas podría comenzar por dar salida al stock de préstamos hoy en día en los balances de los bancos, y el consejero del BCE Benoît Coeuré ha apuntado hacia la reapertura de este mercado. Algunos de los primeros instrumentos que se potenciarán son los Prime Collateralised Securities (PCS), las tradicionales titulizaciones de PYMEs -muy conocidas en España- o los fondos FTPYMEs, fondos que empaquetan en su activo préstamos a PYMEs y que cuentan en su pasivo con garantía estatal.
Todo apunta a que el BCE acabará aceptando de nuevo estos tipos de activo como garantía en operaciones de política monetaria, lo cual puede ayudar enormemente a que la demanda de deuda de las PYMEs crezca considerablemente –en la actualidad, son los bonos soberanos los que disfrutan de este apoyo del BCE-. Parte de nuestras dificultades económicas dependen de la solución del problema de financiación de este tipo de empresas, y el apoyo del BCE a las mismas sería sin duda una gran noticia para la economía española.