La fungibilidad del dinero y la política impositiva

18 marzo 2014

Una de las consecuencias del amplio debate sobre Bitcoin de los últimos meses ha sido la amplia divulgación sobre qué es el dinero, sobre qué características hacen de algo una «buena» moneda. Algunas de ellas han sido obviadas porque tanto el Bitcoin como el dinero FIAT (las monedas que utilizamos en todos los países) las cumplen perfectamente.

Una de ellas es la fungibilidad. Este concepto viene a significar que cualquier unidad de dinero es indistinguible de otra. Que cuando retiramos dinero de un cajero o nos dan las vueltas en un comercio, nos importa bien poco qué monedas o billetes nos entreguen, mientras la cantidad sea la correcta. Parece una obviedad, pero no lo es, y tiene grandes implicaciones.

De hecho, la fungibilidad del dinero es un concepto que se encuentra detrás de la propuesta de Reforma Fiscal presentada el pasado viernes por un comité de expertos elegido por el gobierno. Su objetivo declarado era mantener la recaudación fiscal en España (“coadyudar al proceso de consolidación fiscal”) y, solo después, reducir las distorsiones que genera (“proceso de ajuste de desequilibrios acumulados en la fase anterior de expansión, agravados por la política económica”).

Las exigencias del FMI

Tuve la suerte de aprender macroeconomía (hace ya muchos años) de Elvira Martínez Chacón, y de su “Lecciones de Economía Mundial”. En aquel entonces estaba en el debate público, incluso más que ahora, las exigencias del FMI a los países que solicitaban su ayuda. Entonces, como ahora, se entendía como una injerencia insoportable que un organismo supranacional indicase qué leyes habrían de derogarse o cambiarse y qué recursos se podían dedicar o no a cada partida del presupuesto público. Se demonizaba la deuda externa de los así llamados “países en vías de desarrollo” como una losa que impedía totalmente alcanzar a los países “avanzados”. Y fue la “profesora Chacón” quien nos indicó que, dada la fungibilidad del dinero, prestarlo sin imponer límites en partidas presupuestarias suponía financiar la compra de armas y la guerra con sus vecinos. Dada la fungibilidad del dinero, aumentar los ingresos de un régimen corrupto o violento prestándole fondos sin más, solo sirve para reforzarlo y no para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.

Un mantra en aquellos años era la condonación de la deuda. La exigencia a los prestamistas de que liberaran del pago a los países deudores, asumiendo graciosamente pérdidas sin contraprestación alguna. Y yo no entendía por qué. El comportamiento de los deudores hasta el momento indicaba que, si fueran “perdonados”, volverían a endeudarse inmediatamente. Y creo también que varios países europeos se comportarían hoy de la misma manera.

“En nuestros tiempos sólo hemos visto hacer grandes cosas a los hombres considerados tacaños; los demás siempre han fracasado” Maquiavelo – El príncipe

Las exigencias de “la Troika”

Ocurre exactamente lo mismo con los rescates que hemos visto en la Unión Europea. Esos Hombres de Negro, enviados por la Troika (el Fondo Monetario Internacional, de un lado, y la Comisión Europea y el Banco Central Europeo del otro), a revisar y condicionar las cuentas y presupuestos de los países rescatados, no son sino consecuencia de la fungibilidad del dinero… Y de la irresponsabilidad de los gobiernos o países rescatados. Mentir descaradamente en las cuentas públicas como Grecia. Distorsionar los indicadores económicos básicos como PIB, IPC y tasa de paro. Gastar sistemáticamente más de lo que se ingresa y caminar con paso decidido hacia la quiebra. Negarse a reformar un sistema legal y económico que claramente no crece en su configuración actual. Construir dotaciones faraónicas sin conexión alguna con la economía o las necesidades de la población.

“Someterse a la Troika” no es más que el último bote salvavidas retórico de los gobiernos o países que ocultan por qué tuvieron que acudir a ella. Las “exigencias de la Troika” son las condiciones que pone el prestamista para prestar dinero a aquel en quien ya no se confía, intentar que no se destinen los préstamos a agrandar los problemas que han desembocado en su intervención… porque el dinero es fungible.

“No hay hombre bastante rico para comprar su pasado” Oscar Wilde

El incrementalismo

Uno de los males que aquejaron a la administración pública española durante muchos años fue este: cada responsable público, no importa si político o funcionario, exigía para el desarrollo de sus funciones un presupuesto mayor cada año (cumpliendo con las previsiones de la Public Choice). Y no basándose en objetivos, tareas o propuestas, sino en el presupuesto previo y un incremento porcentual que estimaba “necesario”. En una curiosa deformación del Incrementalismo que formuló Charles Lindblom, basaban su tarea en un espiral de aumento presupuestario desterrando cualquier posibilidad de mejoras en la productividad. Denotaba una lucha por el presupuesto que, dada la fungibilidad del dinero, empapó las administraciones de un concepto de la economía como un juego de suma cero que aún sufrimos.

Cuando parecía que ya se había desterrado ese comportamiento de los responsables públicos, fueron los políticos quienes lo rescataron en los debates presupuestarios, pretendiendo valorar la bondad o maldad de cada partida presupuestaria resumiéndola en el porcentaje de crecimiento o disminución de la misma. Valorar los medios y los fines, pero no los resultados, es un enorme error.

“If you torture the data long enough, it will confess.” Ronald Coase

Los impuestos finalistas

Una forma muy habitual de aumentar la opacidad fiscal (de dificultar que los contribuyentes sean conscientes de las cargas fiscales que soportan) es dotar a los nuevos impuestos de valores positivos. Así nace el “recargo de solidaridad”, que no es solidario y por tanto voluntario, sino impuesto; el “céntimo sanitario”, que no es UN céntimo ni financia la sanidad (y se creó como un impuesto ilegal); la “tasa medioambiental”, sin relación alguna con el medio ambiente; o el más reciente impuesto sobre los depósitos bancarios valenciano que proscribe específicamente que se repercuta o eluda, cuando es lógico pensar que va a ser repercutido y eludido todo lo posible.

Y es que, por mucho que se empeñen los legisladores, los impuestos no son finalistas. Nunca. Los presupuestos de sanidad no dependen de la recaudación del céntimo sanitario ni el ICONA dependió nunca de una tasa medioambiental. Cuando tal cosa ocurre, se le llama precio público (tasas de basuras, precio del transporte urbano, etc.), no impuesto, y se recauda según el acceso a dicho servicio público. Es decir, que cuando así ocurre quien no lo utiliza, no lo paga. Un ejemplo es la tasa al renovar el carnet de conducir. Otro, menos evidente, las bonificaciones que, en billetes de avión y barco, tienen los residentes en Baleares y Canarias (50% del precio de venta). Por supuesto que esa bonificación es compensada por el precio de los billetes para los no residentes (es decir, lo pagan los no residentes que viajan).

Pero si los presupuestos de dicho servicio y de la administración que lo contempla no están completamente separados, teniendo en cuenta la fungibilidad del dinero, jamás un impuesto es finalista.

“Una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse tirando del asa” Winston Churchill

Los presupuestos en las empresas

La fungibilidad del dinero en el presupuesto no solo supone problemas en la administración pública. También se generan en las organizaciones privadas. En no pocas empresas se ve a los product managers peleando por acaparar la mayor parte posible del presupuesto de marketing… o de su incremento. Del mismo modo, es llamativo el comportamiento de los “responsables” de los departamentos de staff. Parecen no creer necesitar justificar esos presupuestos en los niveles de producción o ventas, sino de “importancia” o “necesariedad”.

Por desgracia, el abaratamiento de los ERPs que incluyen una contabilidad analítica desarrollada y su implantación en las empresas no ha logrado desterrar esta actitud. La fungibilidad del dinero hace que se pelee por un presupuesto dado, el que aprueba la alta dirección, y no por la creación de valor en la empresa. Los sistemas de presupuestación basados en la aportación interdepartamental, o valorados según los precios de la competencia externa son la excepción.

Intentaré explicarme con un ejemplo. Un servicio de staff ubicado en la central, como por ejemplo recursos humanos, del cual las delegaciones de la empresa son clientes cautivos, tiene pocos incentivos para hacer de sus servicios baratos y atractivos. Si ese departamento empieza a experimentar “competencia externa”, si las delegaciones tienen la opción de contratar asesorías/gestorías locales que realicen el mismo trabajo, automáticamente se dedicará a atender al cliente interno y se esforzará en ser eficiente (barato). Como siempre, la magia de los incentivos soluciona o crea problemas.

“El porqué de la forma de las pirámides es muy simple: a medida que se iban construyendo, se acortaba el presupuesto” Jaume Perich

Otras organizaciones “privadas”

Las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), muchas de las cuales han vivido y necesitado de los presupuestos públicos para subsistir… en su formato previo, tenían también otros problemas. Además de esa dependencia generalizada a las subvenciones, donaciones, ayudas, etc. dedicaban una parte muy importante de sus recursos a su funcionamiento interno. Dicho de otra manera, eran muy poco eficientes con respecto a sus fines. La reacción de estas organizaciones a la pérdida de los fondos provenientes de las administraciones ha llegado a tal punto que, un día cualquiera, hay más de 140 ofertas de trabajo de ONGs en un solo portal de empleo …para captar fondos.

Y eso dejando a un lado los casos directamente delictivos, en que el objetivo pareciera haber sido el “turismo solidario”, y aquellas organizaciones con objetivos etéreos (concienciar a la sociedad, empoderar colectivos). Por todo esto, pese a los avances teóricos, hay gobiernos que han llegado a rechazar totalmente contratar con ONGs.

En mi propio perfil en esta casa digo que intento “no juzgar las intenciones sino los resultados” y sin embargo, demasiado a menudo parece que para algunas ONGs comunicar su tarea sea… su única tarea.

 “Nuestro presupuesto es más apretado que las medias de aerobic de mi madre” Seymour Skinner, personaje de Los Simpsons

Recursos para un departamento

Como los recursos de un departamento en los presupuestos son considerados recursos que no son destinados a otros departamentos, dado que cada responsable de área pugna por mejorar la dotación que gestiona, este es un problema insalvable… salvo que se introduzcan componentes dinámicos en el presupuesto.

En el caso expuesto anteriormente, recursos humanos, que el departamento de staff esté dotado según el volumen de clientes internos que logre. En el caso de un departamento financiero, que a partir de cierto nivel mínimo su presupuesto dependa de los ingresos financieros o ahorros en costes también financieros que logre. Que el presupuesto de marketing de un range manager o un product manager dependa, efectivamente, del margen que genere su gestión.

Y, en todos los casos, premiar el ahorro y la eficiencia.

“Es mucho más fácil reconocer que hace diez años hicimos el imbécil que reconocer que lo hicimos hace diez minutos” Jaume Perich

La reforma fiscal

Habiendo recibido el texto completo de la propuesta, gracias de nuevo a Sebastián Puig, tengo unas reflexiones que quiero compartirles. Los principios rectores declarados parecen más que correctos. En concreto, no subir la recaudación fiscal sino redistribuirla entre impuestos, mejorando la competitividad de las exportaciones y simplificar el sistema tributario (menos deducciones, menos tramos, tipos más bajos).

Esta propuesta, que demuestra una vez más la fungibilidad del dinero, que demuestra una vez más que los impuestos jamás son finalistas (si lo fueran, no tendría sentido dicha redistribución), supone sin embargo enormes riesgos para el contribuyente y la economía.

El primer riesgo, que la reforma no sea neutral en la recaudación y el gobierno elija entre las medidas propuestas aquellas que puedan elevarla y obvie las demás. Que sea una nueva vuelta de tuerca a la economía española y siegue el incipiente (y mínimo) crecimiento de los últimos meses.

El segundo, que las subidas de impuestos sugeridas (por ejemplo el tipo mínimo de sucesiones y donaciones) dinamiten la ya escasa competencia fiscal entre administraciones. Esa competencia, como todas, beneficia al consumidor, que en este caso es el ciudadano que paga so pena de ser embargado y encarcelado.

El tercero, que se olvide definitivamente la actualización de los tramos del IRPF y del mínimo exento. Llevamos cinco años sin hacerlo, una subida de impuestos constante y encubierta.

El cuarto, que se cuelen de rondón tributaciones absurdas. Un ejemplo son las indemnizaciones en el IRPF. Usted recibe un daño, le indemnizan por él, ¿y tiene que pagar por esa compensación como si fuera una renta? Otro las “rentas no imputadas”, de las que ya hablamos, también en el IRPF. Usted compró una vivienda, y pagó su IVA (o ITP) por la compra, ¿y ahora ha de pagar IRPF como si se la alquilase a sí mismo?

En resumen, y en palabras del profesor Rodríguez Braun, corremos el riesgo de que la reforma no sea más que una nueva muestra de trilerismo fiscal (¿dónde está la bolita?), grandes y rápidos movimientos con el fin de distraer la atención del contribuyente mientras se le tima. Y solo mientras.

Y es que el dinero es fungible, pero los actores económicos (países, administraciones, departamentos, contribuyentes) no.

Artículo escrito por Simón González de la Riva

6 Comentarios

  1. Juan

    Gracias por el articulo Simon.

    Independientemente del ITP, no entiendo porque dices que la renta imputada del alquiler es un absurdo. Al igual que recomendo el comite de expertos al gobierno, yo creo que tiene sentido. Si esa vivienda se alquila y produce beneficios, se considera renta. Que mas da que ese beneficio sea recibido por el propietario or por otra persona?

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  2. Simón González de la Riva

    @Juan

    Digo que es un absurdo porque no se grava un HECHO imponible, sino una potencialidad.

    La vivienda NO se alquila, no hay actividad económica ni se genera renta alguna. Es una renta imputada, ficticia, irreal.

    Imagínese que a los parados se les cobrase IRPF por lo que ganarían si trabajasen, o a las amas de casa si trabajasen como empleadas de hogar en casa del vecino, o al que tenga coche como si fuera taxista.

    Gracias por comentar.

    Responder
  3. juan

    Un potencial? Si yo estoy viviendo en la vivienda me esta generando un beneficio que yo mismo estoy consumiendo. Si mi mujer va a trabajar a la casa de la vecina y cobra, deberia pagar impuestos.

    El problema es pagar impuestos en algo donde no hay transacion monetaria. Imaginate que A alquila la vivienda a B, y B alquila la vivienda a A. Ambos deberian pagar impuestos. Sin embargo, lo mas logico es que simplemente se intercambien las casas. Cualquier sistema impositivo sobre la renta, favorece sistemas de trueque, que son mucho menos efectivos (la red de intercambios es de unas pocas personas), pero no hay dinero que se pueda llevar el estado.

    En el limite, puede parecer absurdo cobrar impuestos sobre cualquier bien que recibamos, producido por nosotros mismos o por otro indivicduo, cuando no hay transaccion economica. Es decir, si me frio 3 huevos, deberia freir uno al gobierno? Pues acabare sin freir nada! Y quien dice lo que es producir y lo que no lo es si no hay dinero de por medio? Pero no es menos cierto que el impuesto de renta tiene algo de absurdo porque desincentiva la produccion.

    Pero para algunas cosas obvias y importantes, se podria considerar la renta imputada. En algunos paises como Suiza lo hacen. Como minimo, es una forma de no penalizar impositivamente los alquileres respecto a la compra.

    Por cierto, si no me equivoco el GDP incluye renta imputada, no?

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  4. Simón González de la Riva

    @Juan

    Tu vivienda en propiedad no te está generando un beneficio, si acaso una utilidad. Es por esa utilidad que la compraste, y pagaste impuestos en la compra. Lo mismo ocurre con cualquier artículo de consumo duradero (que no se consume al disfrutarlo).

    Gravar las «rentas imputadas» (RI) no tiene más sentido que grabar el alquiler de tu coche si no fuera tuyo… PORQUE LO ES.

    Efectivamente, gravar la no-actividad económica lo único que logra es deprimir todavía más la actividad económica. Y lo mismo que afirmas, con razón, sobre el impuesto a la renta se aplica a los impuestos al trabajo, de sociedades, y mucho más al patrimonio.

    Dices que gravar «la RI […] es una forma de no penalizar impositivamente los alquileres respecto a la compra».
    Crees de verdad que los arrendamientos de vivienda están penalizados impositivamente respecto a la compra?

    P.D.: Sí, están incluídas como una distorsión más en el cálculo del PIB.

    Responder
  5. juan

    Si yo compro una casa por 100K y la alquilo a alguien por 5k al anyo, hacienda se llevar 1k al anyo (por ejemplo). Si hacienda no se lo llevara, tal vez lo podria estar alquilando por 4.5k (supongamos que la oferta/demanda de alquiler no es ni demasiado elastica ni inelastica).

    Si se encarecen los alquileres, se compraran mas casas para vivir en ellas. Si me compro una casa de 100k y vivo en ella pero hacienda me quita 1k cada anyo (impuesto de renta imputada), se decidiria alquiler vs compra en igualdad de condiciones (es decir, sin distorsion del mercado).

    Lo del PIB me parece gracioso. Una cosa es que sea dificil de medir el PIB (no podemos medir la utilidad/valor de freirme un huevo!), pero otra cosa es que haya parte del PIB que no pueda usarse como base imponible.

    Por cierto, de lo que no he oido a nadie hablar es del ITP. Aqui no hay ningun incremento del PIB. Simplemente cambia de manos. Mi opinion es que para hacienda es muy facil meter mano donde hay dinero que se mueve, independientemente de que sea racional o no.

    Muchos paises no tienen ITP cuando te compras una casa. Tener politicas que hagan que tener una propiedad sea mas barato, pero solo si no hay transacciones frequentes sobre la misma, es incentivar poca movilidad.

    Arriba las rentas imputadas y abajo el ITP!! (mi modesta opinion 😉 )

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  6. Simón González de la Riva

    La oferta de alquiler es terríblemente inelástica, principalmente por causa de la LAU 19/95.

    No es solo cuestión del IPT. Cesiones de suelo, urbanización, licencias y permisos, VPO, … Las diversas administraciones ya se han llevado entre un 30% y un 50% del precio de compra. Qué PIB grava el IBI? El impuesto de circulación? E incluso el IAE? Ninguno.

    Acabas de describir una renta supuesta, irreal. El señor Cayo (el del libro), no generaba renta ninguna. Gravar lo inexistente destruye la economía existente.

    Responder

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