Hace ya algunas semanas iniciábamos en Sintetia una serie de artículos sobre el planeamiento económico operacional, entendido como la imaginación y habilidad de un determinado actor (país, grupo de países, empresas, grupos corporativos, etc.) para equilibrar todos los elementos físicos, informativos y morales a su disposición, a fin de tomar y conservar la iniciativa económica y crear condiciones de éxito. Desarrollábamos conceptos básicos al respecto, en especial el de centro de gravedad, y tratábamos de explicar un método para determinarlo. Destacábamos entonces el protagonismo clave de la inteligencia económica, esto es, la actividad de obtener, analizar y difundir información económica estratégica relevante, oportuna y útil, para apoyar la acción del Estado y facilitar una mejor toma de decisiones. Concluíamos afirmando que dicha inteligencia se sustenta en tres pilares: el dominio de la información estratégica, la defensa económica y la influencia (activa u ofensiva). El artículo de hoy aborda el primero y el más importante de dichos pilares: el de la información económica.
En el mundo actual, todas las actividades de un país encierran un componente esencial de recogida y análisis de información económica, por una parte, y de comunicación económica estratégica por otra. La ejecución de la acción política en este ámbito supone la introducción en la ecuación de la variable informativa, que tiene alcance global.
Cualquier dirigente de un estado debería ser capaz de identificar desde el primer momento qué información económica propia y de su entorno (mercados, países competidores y aliados, patrones, tendencias, etc.) requiere para adoptar decisiones políticas o administrativas relevantes, incluso cuando no sean de naturaleza financiera. Éstas son las necesidades críticas de información económica, las cuales, debidamente priorizadas, constituyen los interrogantes clave de inteligencia a los que se necesita dar respuesta para poder desarrollar acciones efectivas y coherentes. Dichas necesidades abarcan tres grandes áreas:
1. Necesidades Prioritarias de Inteligencia Económica
Son aquellas para las que se ha establecido un orden de prioridad que ayude a la toma de decisiones durante una determinada acción.
Un ejemplo podría ser la necesidad de conocer de forma prioritaria las intenciones de un competidor de nuestro entorno y sus capacidades financieras. Otro supuesto sería el tratar de dilucidar sus posibles reacciones ante una eventual iniciativa nuestra. Tales cuestiones no pueden ser contestadas normalmente con simples hechos observables y requerirán que la información se procese adecuadamente como Inteligencia para obtener respuestas útiles.
Evidentemente, estas necesidades de inteligencia evolucionarán a lo largo del tiempo en respuesta a los acontecimientos y a la cambiante coyuntura político-económica.
2. Elementos Esenciales de Información Económica Propia
Tan importante como obtener inteligencia del entorno es evitar exponer nuestras vulnerabilidades. Por consiguiente, resulta esencial determinar qué información económica propia no queremos revelar a potenciales intervinientes hostiles. Así, los elementos esenciales pueden identificarse como las preguntas clave que probablemente se formulen esos intervinientes y sus sistemas de inteligencia (estatales o privados), acerca de nuestras intenciones específicas, capacidades y actividades críticas. Dicho otra manera: el adversario, para dar respuesta a sus necesidades prioritarias de inteligencia económica, busca nuestros elementos esenciales de información propia, y viceversa.
Nos hallamos pues ante una compleja disyuntiva entre la transparencia que el mundo económico globalizado requiere y la necesaria prevención en el ocultamiento de nuestras debilidades. Recordemos el ejemplo que ofrecimos en las entradas anteriores: cuando España expuso públicamente el resultado de los stress test de Oliver Wymann, que evidenciaron unos requerimientos de capital para la banca española de 59.300 millones de euros, ¿qué es lo que estaba ocurriendo? ¿Un ejercicio modélico de transparencia y buena voluntad gubernamental o la revelación pública de una debilidad económica crítica? Conviene pensar en ello.
3. Necesidades de Información sobre Capacidades Propias
Constituyen la información que necesitamos conocer sobre nuestras propias estructuras económico-administrativas y sociales, y que pueden afectar al cumplimiento de nuestros objetivos. Esto incluye las capacidades financieras, industriales e institucionales, así como las habilidades, experiencia y liderazgo de los gestores públicos y privados. Sin un conocimiento adecuado de dichas capacidades críticas, nunca podremos evaluar correctamente nuestras posibilidades de actuación ni contrastarlas con las de nuestros oponentes.
Para cubrir todas las necesidades descritas, se requieren unidades especializadas en inteligencia económico-financiera, no sólo dedicadas a la gestión de información económica sensible, sino también al desarrollo de opciones de respuesta a riesgos financieros emergentes, en estrecha coordinación con agencias de defensa, organismos de inteligencia, instituciones financieras públicas y privadas, y grandes empresas.
Como escribí en 2012 en mi blog personal, de nosotros depende potenciar tales estructuras de inteligencia económica, siguiendo el ejemplo de países vecinos como Francia, Reino Unido o Alemania. De lo contrario, nos espera el destino de los desdichados perros de Pavlov, condenados a salivar al menor tintineo de nuestro entorno.