En los últimos meses hemos vivido una situación excepcional en cuanto a la innovación.
Muchísimas empresas han estado innovando, adaptando sus procesos productivos para fabricar material sanitario, o aumentar su capacidad de producción de alimentación (que poco se ha hablado de esto)
O las comunidades de makers, ciudadanos, emprendedores, se han lanzado a innovar por su cuenta haciendo respiradores, mascarillas, en incluso Apps de rastreo. Lo que Eric von Happel llama la “innovación desde el usuario”.
Muchas organizaciones han innovado para adaptarse al cambio brusco del entorno, respondiendo a lo que Mariana Mazzucato denomina “misiones”. Grandes retos, casi imposibles, capaces de movilizar a personas y organizaciones inquietas.
De repente, la innovación era parte de la solución. Aunque muy pocas personas lo reconocían.
Pero lo que ocurrió es una innovación reactiva, centrada en procesos. Incluso, innovación frugal, un concepto de Navi Radjou, orientado a reducir la complejidad de la propia innovación.
El profesor Henry Chesbrough presentaba el caso de alquiler de perros para pasear en Madrid como un ejemplo de innovación frugal en el congreso ISPIM 2020, en el que tuve el honor de participar.
Pero, las noticias nos devolvieron a la realidad cuando vimos que la Generalitat de Cataluña había desviado fondos de proyectos europeos para pagar facturas sanitarias urgentes. La innovación volvía a su lugar habitual. Al ostracismo.
Un enfoque micro para la innovación
Desde mis años de estudiante de Economía, siempre me ha interesado más el enfoque micro que el macro. El estudio del comportamiento de los diferentes agentes económicos individuales.
Quizás por eso me he ido orientado hacia el uso de herramientas y metodologías prácticas para los innovadores. Práctica y con efectos cercanos en el tiempo.
Y creo que en la situación de la innovación en España deberíamos hacer este doble enfoque, macro y micro. A nivel macro, como país, vamos directos al desastre. Sólo hay que ver las últimas estadísticas europeas y ponerse a llorar. Pero, a nivel micro, hay empresas realmente innovadoras. En diferentes ámbitos y sectores. Muchas de ellas desconocidas.
Por eso, hace unas semanas, y observando la tormenta perfecta que nos viene encima, en Innolandia nos hicimos una pregunta: ¿qué hicieron las empresas más innovadoras en la última crisis? ¿qué podemos aprender de ellas hoy?
Y de ahí surgió este análisis que voy a compartir con los lectores de Sintetia. Las lecciones de innovación que podemos aprender de la crisis 2008-2014.
Vaya por delante que la crisis de 2008 no es igual que la que actual. En 2008 fue una crisis de origen financiero y la actual es de origen sanitario. De hecho, aún no sabemos los efectos reales porque el Estado está aguantando la economía (ERTES, etc…). Pero los aprendizajes pueden darnos pistas para el futuro.
Hechos y números
Para realizar este estudio, he utilizado los datos abiertos que ofrece la Fundación COTEC, a través de su portal informecotec.es, además de información secundaria y agregada de fuentes como la Comisión Europea o Google. Vamos con ellos.
1.- La década perdida
De 2008 a 2017, a nivel de innovación en España se conoce como la “década perdida”: 10 años en los que se redujeron todos los indicadores de innovación.
Desaparecieron más del 40% las empresas innovadoras, llegando a un abismo del 75% de reducción en 2014. No sólo eso. La intensidad en la innovación, medida como el porcentaje de inversión en I+D respecto a la cifra de negocio, cae durante esos años en todos los sectores.
A nivel agregado, ninguno de los grandes sectores había recuperado en 2017 los valores de antes de la crisis, ni en número de empresas innovadoras ni en intensidad de la innovación.
2.- Las empresas se buscan la vida
Recuerdo durante los años iniciales de la crisis, 2010 o 2011 que el mensaje de las Administraciones públicas en cuanto a innovación era, “el dinero para innovar está en Europa”. Todo porque la inversión pública en innovación se redujo (y se mantiene) en niveles vergonzosos propios de países subdesarrollados.
Así que muchas empresas, especialmente pymes, se orientaron a buscar fondos europeos. La participación en proyectos europeos de empresas españolas se disparó.
Pero sobre todo, las pymes españolas arrasaron en el programa “Instrumento Pyme” de la Comisión Europea. Hasta el punto de conseguir casi casi 400 millones de euros en fondos, en diferentes sectores, casi más que Francia y Alemania juntas.
Este programa estaba centrado en financiar soluciones innovadoras que aplicaran modelos de negocio diferenciales.
Es curioso observar que este patrón, el de buscarse la vida ante una falta de estrategia de innovación a nivel país, se está repitiendo hoy en la I+D académica española. Universidades y centros tecnológicos se han especializado en captar fondos europeos para sus proyectos, pero no en transferencia.
Si subimos un poco el nivel, podemos ver la concentración de sectores poco innovadores y con poco retorno de la innovación, que se mantiene con pequeños cambios de 2008 a 2014. Por tanto, se confirma que la innovación en España, es una cuestión individual.
3.- El cambio de paradigma
Otro factor clave que ocurrió durante la crisis anterior fue el despertar del emprendimiento, basado en una tremenda Burbuja Emprendedora, que describe maravillosamente nuestro anfitrión Javier García en su libro.
Hasta llegar al punto que yo denomino “el sorpasso”. El momento en que se consolida hablar más de emprendedores, start-ups, rondas de financiación que de innovación real que genera riqueza en la economía.
Y este punto ocurre en 2012. Cuando dejamos de hablar de innovación para centrarnos en emprendedores, empujados por toda la burbuja. Cualquier ayuntamiento construye su vivero de emprendedores, pero apenas si el CDTI impulsa la innovación en las empresas reales. Las que generan empleo y riqueza.
Sin embargo hay otra lectura más profunda e interesante de esta situación. Durante la crisis anterior surgieron algunas de las start-ups e innovaciones que ahora mismo, en 2020 están dominando algunas industrias.
Una pequeña lista: el crecimiento del iPhone I (2008), whatsapp (2009), bitcoin (2009), Android (2010), el primer análisis genómico comercial (2010), Google Car (2010), Cabify (2011), el paradigma de industria 4.0 (2011) o Deliveroo (2012).
Aquí hay innovaciones que combinaron necesidades latentes o cambiantes de los usuarios con tecnologías disruptivas y ofrecieron soluciones radicalmente diferentes, que primero adoptaron los consumidores más frikis y después se fueron extendiendo.
Un caso concreto. Las personas dejamos de salir a comer fuera durante la crisis. Era mejor (y más barato) quedar con amigos en casa (nueva necesidad). Por otro lado, el desarrollo y democratización del desarrollo de algoritmos crea una base de tecnología accesible.
Un emprendedor avispado se plantea ¿y si hacemos llegar la comida a los domicilios de las personas, basado en algoritmos y plataformas? Y así surge Deliveroo, Glovo o Uber eats.
La conclusión de este análisis es sencilla: Las oportunidades que trae una crisis como la actual sólo se pueden aprovechar a partir de explorar nuevos modelos de negocio. Porque los actuales se verán sobrepasados por la velocidad del cambio.
Y habitualmente, estos nuevos modelos de negocio fueron aprovechadas por start-ups, como Deliveroo o Glovo. O Apple y Google que funcionan como start-ups. ,
Recomendaciones finales
En el mundo hay 100 millones de emprendedores nuevos todos los años dispuestos a poner patas arriba el sector en el que entran. Y con la crisis global serán muchos más.
Personas y equipos con ganas de comerse el mundo están mejor preparados para sacar provecho de las oportunidades que surgirán en los próximos meses que las empresas.
Pero las empresas consolidadas también pueden aprovechar estas oportunidades, incluso creo que más que las start-ups. Porque tienen una gran ventaja: recursos y acceso al mercado.
Según mi experiencia, la clave en las empresas es colocar esos recursos en el lugar adecuado para explorar las oportunidades. Además, en un momento donde la empresa tiene pocos recursos y todos los departamentos están peleando por ellos.
Los directivos de innovación deben olvidar el postureo de los post-its y hackatones y poner a los cracks de la empresa al frente de misiones reales: ¿Dónde estará nuestra empresa en 2030? ¿Cuál será la innovación que destruiría nuestra empresa? Demostrar que la innovación es parte de la solución para relanzar la empresa.
Estas misiones reflejan un objetivo: innovar en su modelo de negocio. Con un proceso que yo divido en tres pasos:
1.- Identificar nuevas oportunidades, en base a la identidad estratégica de la empresa
Realmente, ¿cuál es el ADN de la empresa? ¿En qué somos especialistas y en qué otros sectores/nichos podemos aplicarlo?
Busquemos oportunidades más allá de lo obvio.
2.- Explorar y lanzar nuevos modelos de negocio, con mini equipos
Elegir a las personas más activas, y sacarlos de su día a día. Incluso sacarlos de las oficinas corporativas. Y darles un tiempo para que exploren y prueben, con técnicas avanzadas como Design Thinking, Lean Start-up
3.- Proteger este tipo de innovación, dándole la oportunidad de tener éxito.
Como dicen en Pixar Animation Studios, hay que proteger una idea hasta que pueda valerse por ella misma. No hay que desecharla demasiado pronto, porque puede ser la solución real.
Es el momento de apostar por las empresas innovadoras. Por aquellas que están dispuestas a reinventarse de verdad y aprovechar las oportunidades que, como en 2008, requieren nuevos modelos de negocio.
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