“La mayoría absoluta” un ejemplo más de neolengua

1 noviembre 2012

Vivimos una época en la que la neolengua hace estragos entre el común de los mortales, también conocido como ciudadano de a pie. Aunque su empleo ha sido habitual en la “joven democracia” española, de unos años a esta parte las dos principales fuerzas políticas han ido intensificando su uso, empezando por la tímida tontería de los “brotes verdes”, que palidece ante el “ticket moderador, el “recargo temporal de solidaridado la “violencia en el entorno familiar.

La expresión que da título a este post es también un clásico de la neolengua, quizá el primero en popularizarse. No se puede adjudicar en propiedad a ninguna opción política porque, lamentablemente, está extendido en todo el espectro y en todo tipo de elecciones (desde la comunidad de vecinos hasta las del Parlamento Europeo): “la mayoría”, y en especial la codiciada “mayoría absoluta”.

Cuando una opción política alcanza la deseada (por ellos) mayoría absoluta en un Parlamento (es decir, obtener la mitad más uno de los parlamentarios) ésta se identifica rápidamente con la mayoría social (es decir, que más del 50% de la sociedad apoya su opción) con el fin de justificar su actuación futura, coincida o no con el contenido de un programa electoral con el que se presentó y que, reconozcámoslo, casi nadie lee.

Antes de nada, hemos de delimitar quienes conforman esa “sociedad” que, supuestamente, apoya mayoritariamente a la opción X. Para no complicarnos, podemos cuantificar la sociedad por medio del número de personas en el Censo que elabora, en el caso español, el INE (ya he dicho que no es la mejor aproximación, pero nos sirve para la idea general).

El primer problema es que no toda la sociedad vota, sino solo aquellas personas con derecho de sufragio activo. Por lo tanto, ¿quién puede votar? En España, el número viene dado por la diferencia del conjunto de ciudadanos definido en el artículo 12 de la Constitución Española respecto al conjunto de ciudadanos a los que se les aplica el artículo 3 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. Aquí aparece el primer conflicto (obvio): no toda la sociedad puede votar. Es un derecho para aquellos que figuren en el censo electoral -sobre si debería ser una obligación votar se podría escribir otro post; no es algo tan raro o exótico.

Sigamos. Nos hemos quedado por imperativo legal con el censo electoral. Al convocar elecciones, a efectos prácticos, lo que se hace es preguntar cuál es la opción que se prefiere de entre las disponibles. No deja de ser una tipo especial de encuesta en el que la estadística inferencial tiene que dejar paso a la estadística descriptiva: la parte de la estadística que se dedica a recolectar, ordenar, analizar y representar un conjunto de datos, con el fin de describir apropiadamente las características de ese conjunto.

Para continuar vamos a necesitar definir cinco elementos básicos –seguiré para ello el Newbold et al. (2008), básicamente porque es el que tengo encima de la mesa:

  • Población: El conjunto completo de todos los objetos que interesan a un investigador. Se presenta por N. En nuestro caso, el Censo Electoral.
  • Muestra: Es un subconjunto observado de valores poblacionales que tienen un tamaño muestral que viene dado por n. (En nuestro caso, los que acuden a votar).
  • Variable: Característica de interés de una población. En este caso se trata una variable numérica discreta (las que provienen fundamentalmente de un proceso de recuento) que recoge cuál ha sido la ‘opción elegidade cada miembro de la muestra.
  • Frecuencia: es la cantidad de veces que se repite un determinado valor de la variable.
  • Moda: el valor de la variable que aparece con más frecuencia.

El origen del concepto de neolengua que nos ocupa es el mal uso intencional de los dos primeros conceptos, pilares de la estadística: cuando se trata del día de las elecciones la población y la muestra son iguales ya que no votar (es decir, abstenerse) es una opción válida y que debe ser tenida en cuenta a la hora de valorar el resultado final del proceso electoral. Pero políticos y analistas nos quieren hacer creer que donde se analiza n (los que han ido a votar) en realidad se hace referencia a N (el Censo electoral) que, a su vez, es una réplica exacta de la Sociedad.

Vayamos al tercer concepto. Los número total de valores distintos que puede tomar la variable Opción elegida depende de la cantidad de candidaturas que presenten los habilitados para ello por el artículo 44 de la LOREG: partidos y federaciones, coaliciones y agrupaciones de electores, a los que hay que añadir otras dos opciones, no vinculadas a opción política explícita (que no a opción elegible): la abstención y el voto en blanco (el voto nulo resta al número de votos emitidos a la hora de hacer el reparto de escaños. Por eso los partidos los disputan: véase este mítico voto nulo. En aras de la simplificación lo omitiremos).

En definitiva, el número total de posibles valores de la variable Opción elegida es igual a 2 + el número de partidos, federaciones, coaliciones y agrupaciones, por lo que cualquier análisis estadístico serio de los resultados deben considerarlas todas.

Fíjense que, en el fondo, lo que ocurre es que el omitir la abstención busca dar una mayor legitimidad a los valores de Opción elegida vinculados a candidaturas políticas. El fin último de obviar la abstención es identificar la muestra -gente que acude a votar- con la población -total de personas en el censo-, un error que haría acreedor de un cero en cualquier curso de estadística.

Para el caso gallego, la mayoría parlamentaria más reciente, los 2.300.335 ciudadanos con derecho a voto, podían elegir un valor de entre los 28 valores posibles de Opción elegida (una vez más simplifico, ya que no todos los partidos, federaciones, coaliciones y agrupaciones presentaban candidaturas en todas las provincias).

A partir de los datos facilitados por El País al día siguiente de su celebración, en la siguiente tabla se pueden ver cuales han sido las 10 opciones con más apoyo (los N/A indica que no es aplicable la clasificación, el valor de recuento para “abstención” ha sido: 832 678).

Es fácil observar que ningún análisis estadísticamente serio puede decir que el Partido Popular de Galicia (PPdG) ha sido la opción modal, es decir, la que representa la moda o valor con mayor frecuencia. Ese significativo honor le ha correspondido a la abstención, con un preocupante 36,20% (como curiosidad, al añadir el voto nulo como opción independiente tendríamos al séptimo “partido” gallego con el 2,55% de los votos emitidos (37 472 votos), que representa el 1,62% del censo electoral).

En Galicia, el 28,43% del censo electoral ha votado a una opción, la cual ha alcanzado un 45,72% de los votos emitidos que le permite hacerse con el 54,6% de los escaños, lo que implica la mayoría absoluta. A mí, los números y la lógica no me cuadran. Dejo a políticos y opinólogos los juegos de sumas, restas y trasvases y agrupaciones de valores para justificar lo que gusten justificar.

Mi objetivo era llamar la atención sobre este peligroso término de la neolengua que permite que políticos con una base social limitada proclamen que tienen el apoyo de la “mayoría de la sociedad” cuando no es, ni de lejos, cierto. Pero mientras no se les afee la conducta, seguirán usando su “mayoría” para, por ejemplo, deslegitimar, cuando no criminalizar, a los movimientos ciudadanos que se les oponen a través del derecho a la reunión pacífica (artículo 21 de la Constitución Española) o para aprobar por decreto todo lo contrario a lo que prometieron en campaña.

Como cierre, y variante de nuestro término de neolengua de hoy, cuando se trata de una manifestación, el político de turno sí que argumenta en base a los que se quedaron en casa, argumento que desprecia cuando se trata de la abstención, para hacernos creer (o autoconvencerse de) que “la mayoría silenciosa” está con ellos.

Sobre el Autor:

José Raúl Canay Pazos. Profesor e investigador.

Artículo escrito por Colaboración

2 Comentarios

  1. Ender Muab'Dib

    ¡Cuidado!
    A pesar de que la denuncia que aquí expone es una verdad como un templo hay un grave error que, si bien no hace más que darle todavía más razón a sus argumentos, ayuda a extender una mentira política que lanzaron los Medios de Propaganda del Régimen tras las elecciones.

    La participación no fue del 63% como se afirmaron los medios oficiales, sino del 55%. Esto mueve a la abstención del 36% que refleja el artículo al 45% que ocurrió en realidad.

    Las estadísticas que sacaron de Galicia donde decían que el porcentaje de votos es del 63%, muy parecido al año pasado son falsas. O más bien provisionales, pero se dieron como si fuesen definitivas y parece ser que nadie ha corregido ese error (o ha sido a pie de página).

    Al día siguiente de las elecciones todavía no se habían contabilizado los votos de gallegos en el extranjero (solicitadron votar 30 mil de los 400 mil que hay fuera). En los datos del censo para calcular la participación de 2012 NO se tuvieron en cuenta, mientras que se están comparando con el porcentaje de 2009 donde SÍ se tenían en cuenta.

    Aquí se explica en detalle la manipulación estadística con la que se logró ocultar que votaron 250 mil gallegos menos que la última vez. Y no me bastó con leerlo, yo hice personalmente el cálculo por mí mismo para certificar la realidad de lo allí denunciado.
    http://iniciativadebate.org/2012/10/23/fraude-estadistico-en-galicia-los-gallegos-no-estan-tan-dormidos-como-parecia/

    Parece evidente que tuvieron éxito en su maquinación en el momento en que un artículo informado y crítico como éste utiliza esos datos provisionales como referente.

    Un saludo.

    Responder
  2. Raúl

    Hola,
    Los datos del CERA no están incluídos por dos motivos:

    1º) El post que publica Sintetia nace al calor de una discusión amable en Twitter al día siguiente de los comicios, por lo que primó la velocidad en su escritura. Sintetia lo publica después de que salgan los datos del CERA.

    2º) en el post uso los datos de El País y hago referencia expresa a que son los datos al día siguiente (igual se me pasó poner un «a falta del CERA»), es decir, uso los que tenía más a mano en el momento y para una discusión entre amigos. Para un análisis completo tendría que haber esperado al CERA y obtener los datos del Ministerio pero no era ese el objetivo.

    En mi blog (raulcanay.net) hay una primera versión del post, con actualizaciones posteriores, en el que se recoge expresamente el blog al que citas.
    Por último, no hago ninguna comparación con las elecciones del 2009. Eso se lo dejo a los medios de comunicación 🙂

    (y muchas gracias por tu aporte).

    Responder

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